sábado, 5 de abril de 2008

242 -HAY FÚNEBRES ESQUELAS...

HAY FUNEBRES ESQUELAS... (242)

Hay fúnebres esquelas que parecen
pueril escaparate de soberbias,
donde el viudo o la viuda inconsolables,
desconsolados hijos y hasta yernos,
exhiben sin pudor sus vanidades
y detallan los títulos que ostentan
y el alto tratamiento que reciben.

Es triste comprobar como una esquela,
-anuncio de una muerte a los amigos-,
que debiera encerrar sucintamente
el nombre del difunto y de sus deudos,
es pretexto, aprovechado al punto,
para que todos sepan que el finado
era Duque de Tal, Gran Maestrante,
Comendador, Gran Cruz, o Caballero,
e incluso hasta abogado, psiquiatra,
perito, economista, otorrino,
industrial carnicero, o del comercio,
profesiones que no son grande cosa,
aunque muchos opinen lo contrario
y crean que merecen pregonarse...

Y no es eso lo malo, pues el muerto
no puede demostrar su desagrado
y gritar su verdad de podredumbre,
su absoluta igualdad insoslayable
con todos los que son y los que han sido...

Lo absurdo, lo risible de este caso,
es ver como aprovechan los parientes
tan infausta ocasión para decirnos
lo importantes que son y enumerarnos
sus títulos y oficios, en un vano
afán de complacencia en ellos mismos,
cuando lo cierto es que a nadie importa
tan huera ostentación y vanagloria.

Los amigos del muerto y de los deudos
ya conocen tan altos atributos,
que, por ello, no deben recordarles;
y en cuanto a los demás, desconocidos,
a los que nada importa ni el difunto,
ni el cónyuge supérstite o los hijos,
los yernos, o los nietos, o sobrinos,
¿para qué deslumbrarles con grandezas
efímeras, como la vida misma?

No me hagáis mucho caso, pues no siempre
discurro cual debiera discurrirse
y me dejo llevar por un absurdo
y escéptico sentido de la vida,
que me hace reírme de mi mismo.

Que nadie se me dé por aludido,
pues «animus jocandi», nunca ofende.

Haced vuestras esquelas cual os plazca,
pero no os olvidéis de que allí arriba,
-conforme desde niños se nos dice-,
los humildes serán los preferidos.

José María Hercilla

Avila, 1º Noviembre 1991

(De mi Libro: “Canciones del tiempo perdido”)
(Publ. En
www.esdiari.com Nº 697/13-01-08
y www.avilared.com del 16-01-08)

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