miércoles, 30 de abril de 2008

286 - CAMBIO DE VECINDAD

CAMBIO DE VECINDAD (286)


Y dejé de luchar. Fui a sumergirme
en el más absoluto anonimato,
perdido en la ciudad, como se pierde
en el pajar la diminuta aguja,
que sigue siendo aguja, con su forma
inalterable y su acerado cuerpo,
pero de todo punto inoperante
entre las rubias pajas que la abrigan.

Ya no presido, ni persigo nada,
ni me encuentro sentado en preferencia
en actos y banquetes oficiales,
ni aguanto conferencias aburridas
de obligada asistencia inexcusable,
donde el sopor cerrábame los ojos
luchando en vano intento contra el sueño.

He colgado la toga, satisfecho
de haberla paseado sin desdoro;
ya no piso Juzgados, ni defiendo
ajenos intereses encontrados,
ni tengo que escuchar la faramalla
de clientes prolijos que atosigan
y que intentan vender gato por liebre
con tal de conseguir ganar el pleito.

Al mudar de ciudad he renacido
y libre de ataduras brujuleo
paseando las calles y avenidas,
como una hormiga más del populoso
hormiguero gregario y urbanita
en el que me anonado complacido,
sintiendo que soy yo, que esta es mi vida,
que puedo disponer de ella a mi antojo,
que soy libre por fin, ¡que soy don nadie!


José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
Salamanca, 28-11-93

(De mi libro: “Itinerario sentimental.- Salmantinas”)
(Publ, en
www.esdiari.com , Nº 600/5.3.06)

martes, 29 de abril de 2008

168 - EN LA TARDE DE AYER....

EN LA TARDE DE AYER... (168)

A Ledesma


En la tarde de ayer, templada y clara,
impulsado por una extraña fuerza,
he cogido el volante y me he llegado,
dando un grato paseo, hasta Ledesma,
la ciudad castellana en que se hunden
mis raíces maternales en su tierra;
la ciudad del silencio y del olvido,
de calles retorcidas y desiertas,
entre cuyos codones se levantan,
sin miedo a ser pisadas, verdes hierbas.

He cruzado de nuevo aquella Plaza
que domina la formidable Iglesia;
he visto discurrir revuelto el río,
asomado al pretil de la Alameda;
he visto los dos puentes y la Ermita,
y el sitio en que nadaba en Carnaceda.

Andando lentamente, me he llegado
a ver la blanca casa en que viviera
hace ya nueve lustros, -¡casi nada!-,
cuando apenas contaba una quincena
y mis sueños de amor se despuntaban
cual capullos de flor en primavera.

Poco a poco, siguiendo mi paseo,
he dado con la antigua Fortaleza,
solitaria y callada, como todo,
cerradas las ventanas y las puertas
de las casas que asoman sus fachadas
a la Plaza callada y recoleta,
sin nadie a quien decir "muy buenas tardes",
ni un perro que ladrara mi presencia.

Cual un viejo fantasma desolado,
he cruzado sus plazas y callejas;
la Villa he recorrido paso a paso,
tratando de encontrar entre sus piedras
los fantasmas de aquellos mis amigos
que mis años de entonces compartieran.

Mis pasos resonaban en el hueco
silencio de sus calles, tan estrechas,
flanqueadas por viejos edificios
y por rancias casonas solariegas,
levantando ampollas de sonidos
en la tarde callada de Ledesma.

He buscado afanoso mis fantasmas,
con el ansia de todo aquel que espera
descubrir, al volver cualquier esquina,
los años de la blanca adolescencia,
los amigos de aquellos años mozos,
y la novia de la sonrisa ingenua,
la de los quince años, que tenía
los labios sonrosados como fresas,
aquella cuyo pelo lo peinaba
la brisa que atusaba la alameda,
en las tardes tranquilas en que ambos
a su sombra, cruzábamos promesas
de amarnos ciegamente hasta la muerte,
y, creo recordar, después de ella.

Lo malo es que la Villa, silenciosa,
me ha tratado lo mismo que si fuera
un viajero curioso que cruzara
sus calles retorcidas y plazuelas,
y, muda, ha mirado al forastero
que pasaba soñando en otras fechas,
sin querer revivirle su pasado,
enterrado por siempre entre sus piedras.

En la tarde de ayer, templada y clara,
sin haber encontrado ni las huellas
de aquel trozo lejano de mi vida,
perdido entre las calles recoletas
de aquel bello lugar que me dio asilo,
¡me he marchado llorando de Ledesma!


José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
Salamanca, 8 Marzo 1987

(De mi Libro: “Canciones salmantinas”)

lunes, 28 de abril de 2008

143 - RÍO TORMES

RIO TORMES (143)

- I -

Apenas ha brotado de su fuente,
-entraña de un helero cristalino-,
se desboca siguiendo su destino
que al Duero le conduce ciegamente.

Saltarín, musical y transparente,
aromado de espliegos y de pino,
a su paso por Hoyos del Espino,
el Tormes se despeña raudamente.

En sus aguas, la prodigiosa trucha
se opone a la corriente en tenaz lucha,
en busca del mosquito volandero;

o en las sombras se queda aletargada,
esperando que pase el forastero
pescador, con su caña y su lanzada.

- II -

El Tormes, más sereno y apacible,
se remansa en El Barco, bajo el puente,
desde cuyo pretil la buena gente,
asombrada, contempla el indecible

paisaje montañoso, indescriptible,
que sirve de remate a la riente
estampa de Las Hoyas, cuyo frente
es freno de su curso incoercible.


Impoluto, se aleja de El Barquillo
y se adentra sumiso en Salamanca
que el cristal de sus aguas contamina,

y cruza por Ledesma sin el brillo
que en Gredos le prestó la nieve blanca,
convertido en cloaca salmantina.

José María Hercilla Trilla
http://hercilla.blogspot.com
Ávila, 10 Junio 1986

sábado, 26 de abril de 2008

039 - AQUEL PUEBLO (LEDESMA)

AQUEL PUEBLO... (039)

A Ledesma

Una plaza vetusta
con arcadas de piedra;
en uno de sus lados
la silenciosa Iglesia,
en cuyo campanario
chirría la veleta;
catorce o quince calles
y cincuenta callejas;
y rodeando todo,
el Río, que serpea
entre tajos profundos
y umbrías alamedas...

He olvidado las gentes
que poblaban aquella
ciudad que me dio asilo.

En mi memoria quedan
el pueblo, sus paseos
nocturnos y las nieblas
envolviéndolo todo.

¡Y surgiendo de ellas,
el rostro sonriente
de mi novia primera,
la de los ojos negros
y la sonrisa ingenua!

José María Hercilla Trilla
http://hercilla.blogspot.com
Cañaveral, 1950

viernes, 25 de abril de 2008

401 - DORADA SALAMANCA

DORADA SALAMANCA (401)

Camino lentamente, y me empapo
de todo cuanto veo, cual si fuera
este día radiante que disfruto
la última jornada que me resta.

Camino poco a poco; abro el pecho
y abro también los ojos, con la idea
de poder apresar cuantos colores
me brindan estos cielos y esta tierra,
-amada Salamanca de mi infancia-,
y las formas de cuanto me rodea,
grabándolas a fuego en mis retinas
archivos de tu clásica belleza.

Dorada Salamanca, que en el Tormes
duplicas el prodigio de tus piedras,
y hacia el cielo levantas orgullosa
de tus torres las gráciles veletas;
Salamanca, cuando te miro absorto
es porque quiero que tu recuerdo sea
como parte integrante de mí mismo,
de mi alma, que no es perecedera,
esperando con ello que en la altura,
cuando Dios me reclame, me conceda
llevarte, mi dorada Salamanca,
al cielo que Su Hijo prometiera.

José María Hercilla Trilla
http://hercilla.blogspot.com
Salamanca, 2 Diciembre 1999

jueves, 24 de abril de 2008

402 - VIEJAS ESTAMPAS SALMANTINAS

VIEJAS ESTAMPAS (402)

-I-

Ya no hay carboneritos
en Salamanca;
incluso ni en la misma
Sierra de Francia;
no los hay en Sequeros,
ni en Peñaparda,
ni en Ledesma tampoco,
ni en Santa Marta.

Aquellos carboneros
de Salamanca,
de blusones tiznados
cual sus zamarras;
que venían andando,
con sus abarcas,
tras los burros cargados
con cinco sacas
de carbón o de cisco;
aquella estampa
ya no se ve en las calles
de Salamanca.

Por las estrechas rúas
y antiguas plazas
nadie pregona a voces,
muy de mañana,
aquel “carbón de encina”
que pregonaban,
o el de “cisco de roble”,
con voz muy alta.


¡El tiempo volandero
todo lo cambia....!

-II-

Tampoco se ven curas...;
ya no hay sotanas,
ni los curas se abrigan
con negras capas,
ni se cubren con tejas
de curvas alas.

Ya no cruzan las calles
a misa de alba;
ni a la misa de doce,
por las mañanas;
ya no hay curas ni frailes
en Salamanca,
donde antes este gremio
tanto abundaba.

Ya no hay seminaristas,
aquella casta
que al salir de paseo
aprovechaba
para mirar el mundo
y a las muchachas.

( Nadie quiere ser cura
y esto se acaba).

-III-

Tampoco militares;
ya no hay medallas
brillando en las guerreras
de media gala;
ya no se ven los sables
ni las espadas
de aquellos aguerridos
de botas altas
con brillantes espuelas,
donde quedaban
las mujeres prendidas
y enamoradas.

-IV-

Ya no hay carboneritos,
ya no hay sotanas;
no hay seminaristas,
trajes de gala
de apuestos militares
de botas altas....

¡De aquellos viejos años,
no queda nada!

-V-

(Pero sobran gamberros,
sobran pintadas
en las nobles paredes
de Salamanca).


José María Hercilla Trilla
http://hercilla.blogspot.com
Salamanca, 4 Diciembre 1999

miércoles, 23 de abril de 2008

376 - ACERCA DE LOS AÑOS

ACERCA DE LOS AÑOS (376)

Recordando a A.Casona y su
“Dama del Alba”


-Me preguntas que cuántos años tengo
y debo responderte que lo ignoro.

-¿Es posible que no sepas tu edad?

- Mi edad es una cosa muy distinta
de los años que tengo: La contraria.
Los años que cumplí, ya no los tengo;
los fui dilapidando poco a poco.

Bien pudiera decirse que esos años
fueron onzas de oro, muy valiosas,
con las que fui comprando mi existencia,
y, como todo aquello dado en pago,
ya no me pertenecen, no son míos.

No sé dónde estarán, dónde se fueron,
llevados en volandas por el tiempo;
tan ajenos me son, que en ocasiones
no guardo en la memoria ni el recuerdo
de lo que en ellos hubo, cual si hubieran
pertenecido a otro, a un extraño,
distinto de mí mismo por entero.

Comprenderás ahora que responda,
quizás extrañamente, a tu pregunta.

Los años que viví ya no los tengo,
y aquellos que me queden por delante,
los que tengo en mi cuenta como activo,
-más que aúrea moneda, calderilla-,
para irlos gastando día a día
en pagar el peaje que me resta,
esos años –y a Dios le doy las gracias-
ignoro cuántos son o cuánto suman,
mas sean los que sean ¡Bienvenidos!


José María Hercilla Trilla
http://hercilla.blogspot.com
Almuñecar, 13 Agosto 1999


(De mi Libro: “Haciendo mi camino”)
(Publ, en
www.esdiari.com Nº 687/4.11.07)

martes, 22 de abril de 2008

324 - A UN JOVEN AMIGO QUE ME PREGUNTA

A UN JOVEN AMIGO QUE ME PREGUNTA (324)



Si no quieres rimar, no me lo rimes;
si no quieres medir, tampoco midas.

Estás en libertad de hacer las cosas
y tu verso escribir cual se te antoje,
sin que nadie se sienta autorizado
a criticar tu personal estilo
o tu falta de rima o de medida.

En realidad, la verdadera enjundia
de la obra poética se encuentra,
no en su rima o su metro, contingentes,
sino en la trascendencia del mensaje
que quieras transmitirnos en tu obra.

Sin embargo, a título de amigo,
y en uso de esta cruel prerrogativa
que los años otorgan a los viejos,
me atrevo a sugerirte -y no te enfades-
que aunque abjures del metro y de la rima,
no debes olvidar que la armonía
que pongas en el verso que te nace,
haciéndole propicio a su lectura,
será la que te otorgue, sin dudarlo,
el efímero nombre de poeta.

Sin embargo, por mucho que te diga,
ya sé que habrás de hacer lo que te plazca,
y harás bien, ¡Vive Dios!, cualquiera sea
la forma en la que expreses lo que sientes,
puesto que siempre ha sido el sentimiento
eficiente motor que mueve al hombre,
al margen de la técnica elegida
para ponerle en marcha y que propague
su flamígera luz sobre la tierra.

Tú escribe como quieras, pero escribe;
derrámanos tu verbo hecho palabra
y no tengas en cuenta la experiencia
ni el consejo de un viejo que te quiere
y que puede, tal vez, equivocarse.


José María Hercilla Trilla
http://hercilla.blogspot.com

Salamanca, 26 Enero 1998

(De mi Libro: ·Del estilo y las formas”)
(Publ, en
www.esdiari.com Nº 703/20.02.08)

lunes, 21 de abril de 2008

300 - ¿QUÉ QUIERES QUE TE DIGA?

¿QUE QUIERES QUE TE DIGA? (300)


Sí, Hermano, ¿qué quieres que te diga?
El saldo de tus obras terrenales
no parece que pueda ser motivo
para ufanarte de ellas, ni tampoco
para esperar de Dios, -ni de los hombres-,
(por propicios que al Señor y a tus Hermanos
encuentres a la hora de juzgarte),
un premio señalado, y hasta creo
que ni uno que sirva de consuelo
a quién llega al final de su camino
y debe rendir cuentas de su vida
delante del Señor, -que lo naciera-,
y también de los suyos, sus Hermanos,
que tuvieron, quizá, que soportarle
con una tolerancia meritoria.

¿Qué llevas en tus manos pecadoras?
¿De qué las has llenado en el trayecto
de tu azarosa vida? ¿Qué bondades
has ido derramando en torno tuyo?

¿Ofreciste la mano a tu vecino
cuando éste necesitaba ayuda?
¿Consolaste al doliente? ¿Vestiste,
con ropa y con amor, a algún desnudo?

¿Acaso, de comer, diste al hambriento?
¿Hiciste que triunfara la justicia,
repudiando lo que no fuera justo?

¿La humildad fue tu nota distintiva
al tratar a tu prójimo cercano?
¿Acaso fuiste manso y soportaste
las ofensas o burlas que te hicieron?

¿Lloraste alguna vez, no por ti mismo,
sino con el dolor de tus Hermanos?
¿Misericorde fuiste? ¡No lo creo!

¿Tuviste el corazón abierto y limpio?
¿Impusiste la paz entre los tuyos,
y esa paz anhelaste para todos
aquéllos que en la guerra se consumen?

No sé, pero me temo, Hermano mío,
que muy pocas de estas pequeñas cosas
llamaran tu atención, y entretenido
en otros lucrativos quehaceres,
recorrieras tu senda en solitario,
sin mirar las orillas del camino,
pensando solamente en tu persona,
ufano de tu aspecto y tu arrogancia,
hinchado como un pavo vanidoso,
atento a tu ganancia y tu codicia,.........
y no quiero seguir, para no herirte,
pues a nadie complace que le digan
las verdades..., si la verdad no es grata;
y no quiero tampoco atormentarte
ni aumentar esa duda que te embarga,
cuando llega la hora inexorable
de presentar el Libro de la Vida
para ser auditados sus asientos,
y al Saldo puedan dar el Visto Bueno.

Sí, Hermano, ¿qué quieres que te diga
si es esa la verdad, mal que te pese,
y el examen final no te mereces
que te aprueben, por mucho que argumentes
y trates de inculpar a tus Hermanos
en faltas que a ti sólo te conciernen?

No obstante y a pesar de tus pecados,
yo creo firmemente que aún existe
un punto de esperanza al que aferrarse,
y que a pesar de todo, todavía
pudieras encontrar en Dios clemencia
si llegas ante El arrepentido.

¡Más que un Dios justiciero, yo lo veo,
cual Dios misericorde que perdona,
-como un Padre perdona siempre al Hijo-,
a poco que le ames y supliques!


José María Hercilla Trilla
http://hercilla.blogspot.com
Salamanca 23 Junio 1997


(De mi Libro: “Canciones del Hermano”)
(Publ, en
www.esdiari.com Nº 644/07.01.07)

sábado, 19 de abril de 2008

374 - ESTAR EN LA VIDA

ESTAR EN LA VIDA (374)

Leyendo a A.Gala
(El manuscrito carmesí)


En la vida estoy. No sé si de invitado,
de intruso o de fantasma;
pero no soy la vida, aunque estoy entre ella,
a la que fui traido
sin pedir mi aquiescencia, a la que me nacieron
en un día cualquiera
del que nunca he guardado recuerdo en mi memoria
de torpe neonato.

Y aunque estoy en la vida, tengo clara conciencia
de que vida no soy,
aunque tampoco pueda explicar con certeza
el concepto que tengo
acerca del misterio que la vida circunda,
tal como yo la entiendo.

La vida es una especie de escenario mudable,
en el que se aparece
imprevisiblemente; donde se nos permite
gesticular en vano
unos breves instantes, y del que se nos saca
sin dar explicaciones,
cuando aún nos creemos que el papel que nos cupo
en buena o mala suerte,
no ha sido recitado hasta su acabamiento.

Tú estabas declamando -mal o bien, es lo mismo-,
el papel que debías
encarnar en escena, y de un papirotazo
te hunden en el foso,
cortándote la frase que ufano recitabas
en tu mejor momento,
seguro de ti mismo e incluso convencido
de que el triunfo era tuyo
y que el público aplauso, bisar te pediría
tu personal vivencia.

Tu error ha consistido en suponer que hablabas
para un público atento,
cuando nadie prestaba oído a tu discurso,
infantíl soliloquio.

Te sacan de la vida, y aunque la vida siga,
tú ya no estás en ella,
y ello simplemente porque te contrataron
como actor secundario,
para entrar en escena, decir tu recitado
-pocas veces brillante-,
y hacer mutis, sin darte ocasión de lucirte
y salir satisfecho
de tu día de estreno, irrepetible siempre.

El mutis sobreviene en el momento incierto
que marca omnipotente
el Regidor Supremo, y aunque te sientas vivo,
ya no estás en la vida;
y da gracias, Hermano, si contigo tuvieron
la atención de dejarte
hacer mutis en orden y salir por el foro,
o por uno cualquiera
de los dos laterales, y el bofetón no vino
a lanzarte violento
a lo hondo del foso, como es tan corriente.

Como quiera que sea la salida de escena
-pacífica o violenta-,
forzosamente implica “no estar” en esta vida,
en esta farsa extraña
en la que represento mi papel de invitado,
de intruso o de fantasma,
-que lo averigüen otros-, dispuesto para el mutis
final e irreversible.


José María Hercilla Trilla
http://hercilla.blogspot.com
Almuñecar, 1º Agosto 1999


(De mi libro: “Haciendo mi camino”)
(Publ, en
www.esdiari.com Nº 638/26-11-06)

viernes, 18 de abril de 2008

308 - FALSA OPINIÓN

FALSA OPINION (308)

(A A.V., joven amiga almuñequera)

Sostienes que soy grave en mis escritos
y hasta opinas que tiro a funerario
por eso de que a veces me detengo
en puntos para tí muy alejados.

Tal vez tengas razón, no te lo niego;
eres joven aún y no has notado
cómo se va la vida de deprisa,
sin darte apenas cuenta; que los años
transcurren más veloces cada día,
sin que puedas volver a transitarlos,
y que el trecho que queda de camino
se puede recorrer en breve rato.

Como joven, te crees que la vida
es algo inagotable, no tasado,
y que esa juventud de que disfrutas
no acabará jamás, o en todo caso,
que ese fin, aunque sea inesquivable,
es un fin tan remoto y tan lejano
que sólo a los demás ha de llegarle,
en tanto que de él, quedas tú a salvo.

No me tengo por grave, ni por triste,
no me siento aburrido, ni cansado;
la vida me complace, y la belleza
me agrada contemplar, como un regalo
que los dioses nos hacen a los hombres,
aunque éstos no sepan apreciarlo.


El alma tengo joven. No lo dudes
y aunque creas que escribo en funerario
por eso de que digo que el camino
que aún tengo por andar se va acabando,
no creas que me siento dolorido,
ni que viva por ello preocupado.

Conservo la ilusión que siempre tuve,
aquella que impulsó todos mis actos,
y hay momentos que incluso me parece
que soy aún aquél mismo muchacho
repleto de energías y proyectos
que quería llegar a lo más alto.

Mas no obstante estas locas fantasías
que niegan el carácter funerario
que muy injustamente me atribuyes,
es lo cierto que el peso de los años
se impone algunas veces, y la pluma
-con su punto, ya boto y desgastado-
en lugar de escribir alegres versos,
se siente más propicia a cantar tangos,
mas no creas por ello que me siento
ni roto, ni fané o descangallado.

Tal vez no me comprendas, pero un día
-Dios quiera que transcurran muchos años-
me darás la razón, y esto que digo,
en tí misma habrás de comprobarlo.

José María Hercilla Trilla
Almuñecar, 16 Agosto 1997

(De mi libro: “Canciones del Tiempo perdido”)
(Publ. En
www.esdiari.com Nº 656/01-04-07)

jueves, 17 de abril de 2008

306 - EL HUMO DE TUS SUEÑOS

EL HUMO DE TUS SUEÑOS (306)


- I -

- Ay, amigo, qué desgraciado eres,
(me dice un buen amigo que me aprecia).

Vas llegando al final de tu trayecto
y te irás, de seguro, de vacío,
sin llevar en las manos otra cosa
que el humo de tus sueños inconclusos.

Cualquier día de éstos te me mueres
sin haber alcanzado ni uno sólo
de aquellos meritorios y laudables
proyectos que forjaste cuando niño,
en los años lejanos en que abrías
tus ojos asombrados a la vida,
creyendo que la meta era posible
pisarla, sin hallar en el camino
cosa alguna que el rumbo te torciera.

La vida te ha enseñado muchas cosas,
ninguna de provecho -ciertamente-,
pues no puedes nacer de nuevo un día
y así, de la experiencia acumulada,
servirte con prudencia y raciocinio,
con lo cual es lo mismo que si nada
hubieras aprendido y te encontrases
perdido y desnortado en absoluto,
sin saber a qué rumbo dirigirte
en busca de la meta de tus sueños.

Te me vas a marchar con la ignorancia
de modos y maneras al completo,
sin haber descubierto los arcanos
caminos que conducen a la gloria,
no obstante las veces repetidas
que con ella soñaste en tus desvelos,
cuando el sueño negábase a ser justo,
hundiéndote en su paz apetecida.

No has sabido vivir como debieras,
y a trueque de la paz y la concordia
que colmaron las horas de tu vida,
renunciaste a luchar como es debido
y a tragarte los indigestos sapos,
almuerzo de los hombres ambiciosos.

Con esa tu conducta comodona,
- (que también, ¿cómo no?, justo es decirlo,
otros dicen sensata y acertada) -,
cegaste los caminos que conducen
a la gloria soñada..., o al dinero,
que también suele ser, -ya que no gloria-,
la fuente del poder más absoluto
y también de la más volátil fama.

Ahora que las dudas te acongojan
y surgen las preguntas en racimos
acerca de si obraste rectamente
o si obraste -quizás- equivocado,
confiesas persistir en la ignorancia
supina de tus años más tempranos,
y que temes de nuevo equivocarte
prefiriendo la paz y la concordia,
- garantes de una vida sosegada -,
a la lucha enconada por la gloria,
borrosa en la distancia, como el humo.

- II -

- Escucho tus palabras, caro amigo,
y acepto los reproches que me haces,
sin poder formular respuesta alguna
que sirva de descargo a mi conducta.

No obstante lo acertado de tu juicio,
respondo, en mi defensa, de este modo:

En paz con Dios, conmigo y con los hombres,
¿qué más puedo pedir a estas alturas?

No me siento -cual dices- desgraciado,
y el llevar en mis manos sólo el humo
de sueños infantiles inconclusos,
no creo que suponga nota adversa
en la prueba final, a la que en breve
habré de someterme, sin excusas.


José María Hercilla Trilla
Almuñecar, 8 Agosto 1997

(De mi Libro: “Fides”)
(Publ. En
www.esdiari.com Nº 634/29-10-06
y en
www.avilared.com del 08-11-06)

miércoles, 16 de abril de 2008

273 - POR MUCHO QUE LO PIENSE

POR MUCHO QUE LO PIENSE... (273)


Por mucho que lo piense,
-te lo digo-,
no sé de dónde soy.

He vivido
en tan varios lugares
que no atino
a decir si me siento
de este sitio,
o, si por el contrario,
de distinto.

Mi corazón se ha roto
y dividido
en un peregrinaje
por caminos
sin meta definida
ni principio ,
en los que fui dejando
-a trocitos-
ilusiones y sueños
y cariños...,
y hoy ya me es imposible
el deciros
si me siento extremeño,
-por nativo-,
menorquín, -por crianza-,
salmantino,
-mis raices maternas-,
o deciros
que soy un abulense
adoptivo,
con veintisiete años
de vecino
y de contribuyente
sometido.
Mi corazón lo tengo
repartido
a lo largo y lo ancho
del camino,
y sólo decir puedo
a mis amigos
que soy de cuantas tierras
he vivido.

José María Hercilla Trilla
Avila, 25 Mayo 1993

(De mi Libro: “Itinerario sentimental.- III. Canciones abulenses”)
(Publ. En
www.esdiari.com Nº 613/04-06-06
y
www.avilared.com del 28-06-06)

martes, 15 de abril de 2008

294 - LAS VOCES LEJANAS

LAS VOCES LEJANAS (294)


Vivir no es apenas otra cosa
que ir sumando trabajos y recuerdos,
y despedir amigos entrañables
que se alejan al agotar su tiempo.

Para medir la edad no es necesario
partir del año de tu nacimiento
y así contar los años transcurridos;
tu edad exacta te la dan los muertos
que has ido acumulando en la memoria;
aquellos con los cuales un buen trecho
del camino corristes hermanado,
o corriste siquiera en paralelo,
y cuya ausencia, hoy, sensiblemente,
la notas en tu vida como un hueco
difícil de llenar con nuevas caras,
por mucho que te empeñes en hacerlo.

Cuando es tal la cantidad de los ausen­tes,
de aquellos que quisite y se te fueron,
te das cuenta, por mucho que te duela,
que tus años se cuentan por el peso,
ingrávido quizás, pero sensible,
de todos los que un día te quisieron
y que fueron por tí correspondidos
en santa comunión de sentimientos.

Para decirlo en forma inteligible,
eres joven si tienes pocos muertos
guardados con amor en tu memoria,
en tanto que comienzas a ser viejo
cuando ya te resulta trabajoso
numerarlos y dar cabal asiento
en tu débil memoria atormentada
a todos los amigos que se fueron.

El polvo de los muertos no intoxica,
pero puede llegar a ser un peso
difícil de llevar en ocasiones,
por lo mucho que duelen los recuerdos.

Por mucho que dijera Jesucristo,
no es lo mismo el prójimo «de lejos»,
al que debes amar como a tí mismo,
- mandato de difícil cumplimiento -,
que el prójimo cercano, tu familia
y esa lista de amigos predilectos
que te hicieron vivir con complacencia,
gozando su presencia y el afecto
recíproco que unía vuestras vidas
en dulce y amoroso sentimiento.

La muerte de tu prójimo lejano
es apenas noticia de un suceso
que llega intrascendente a tus oídos
y se marcha arrastrada por el viento,
en tanto que la muerte de los otros,
de aquellos que tu vida convivieron
y llegaron a ser parte integrante
de tu alma, e incluso de tu cuerpo,
esta muerte te deja anonadado
irremisiblemente con su peso
que se suma al peso de otros muchos
guardados con amor en tu recuerdo.

Cuando sientes que vas quedando solo,
que todos los demás se han ido yendo,
empiezas a notar, poquito a poco,
que te van agobiando esos recuerdos
y hasta sueles, a veces, preguntarte
cuánto falta para llevarte al huerto.

Y no vale que quieras rebelarte
e intentes respirar y sacar pecho
en gesto de arrogancia manifiesta,
gritando que te encuentras bien dispuesto
para cargar sobre tus pobres hombros
el polvo enamorado de los huesos
de todos los que fueron tus amigos
y viven sin morir en tu recuerdo.

Hay días en que el ánimo flaquea
y oyes unas voces que a lo lejos
arece que te llaman por tu nombre,
aunque aquello que digan, por supuesto,
no resulte ni medio inteligible
al mezclarse el sonido con los ecos;
y no sabes si dicen que te quedes
o dicen que te vayas ya con ellos.

Yo, en la duda, prefiero hacerme el sordo;
tiempo habrá de morirse, y es lo cierto
que aunque sea a trancas y a barrancas,
es mejor seguir vivo que estar muerto.

José María Hercilla Trilla
Almuñecar, 6 Agosto 1996

(De mi libro: “Canciones de mis años idos”)
(Publ. En
www.esdiari.com Nº 645/14-01-07
y en
www.avilared.com del 24-01-07)

lunes, 14 de abril de 2008

351 - EN BUSCA DE LA VERDAD

EN BUSCA DE LA VERDAD (351)


- Hermano, di, ¿qué buscas?

- Aunque quizá te asombre, la Verdad voy buscando.

- ¿La Verdad? ¿Mi Verdad, o tu Verdad, acaso?
¿O vas a conformarte
con la Verdad de aquellos que creen poseerla
y pretenden que todos
admitamos por buena su Verdad absoluta,
Verdad definitiva,
-también definitoria-, indubitable y una?

- Ni mi Verdad me basta,
ni tu Verdad me creo, pero sigo buscando
la Verdad que me huye.

- Pues cree mucho menos la Verdad pretenciosa
de los iluminados
que se precian y jactan de ser sus poseedores
de manera exclusiva,
cual si ésta les fuera otorgada por Dios
como se da un estanco
o incluso una farmacia, residual monopolio,
absurdo como todos
los que siguen vigentes en perjuicio del hombre.

No te obstines buscando,
ni la razón te ciegue en tus lucubraciones.

La Verdad no es idea,
no es pensamiento abstracto que admita diferentes
y opuestas concepciones,
según quién la interprete, por muy sabio que sea.

La Verdad sólo es acto,
y el acto sólo admite -de los tiempos verbales-
el presente, que casa
con el sujeto agente que al vivir va forjando
su Verdad, que es su vida.

Verdad es lo que es,
aquello que está siendo, lo que eres ahora;
no aquello que ya ha sido
y muchísimo menos lo que será mañana.

Lo que fue no es Verdad;
tan sólo es un recuerdo, si sigue siendo algo.

Cada hombre que narre
el pretérito tiempo, nos contará "su" historia,
contará "sus" Verdades,
y habrá tantas versiones de una misma Verdad,
que ya nunca sabremos
si la Verdad fue ésa que "su" boca nos dice,
o la Verdad fue otra
que nosotros no vimos, ni tampoco el que cuenta.

- ¿Y la Verdad futura?

- No digas disparates, ni desbarres, Hermano,
que no existe un absurdo
que pueda compararse al absurdo que dices.

De aquello que no ha sido,
predicar no podemos su Verdad o Mentira,
pues pudiera quedarse
en promesa incumplida, en fallida esperanza,
en sueño inalcanzable...

- ¿Entonces, la Verdad, no podemos saberla?

- La Verdad no se sabe,
pues la Verdad se vive; y la vida es presente:
este mismo momento
que pasa sin sentirlo, que apenas me permite
acabar esta línea,
para hundirse en la sombra de lo que ya no existe,
y -como inexistente-
dejó de ser Verdad, pasando a ser Historia,
-o Historieta más bien-,
sujeta a lo que diga quién quiera relatarla
-revivirla, imposible-
y teñirla de grises o de vivos colores,
depende del momento,
del cronista de turno y de cómo funcione
su sistema endocrino.

- ¿Que he de hacer pues, entonces,
si cifré mi ventura
en poder algún día alcanzar la Verdad?

- Limítate a vivir
y vive cada instante como si ya no hubiera
más horas en tu vida.

La Verdad eres tú y este mismo segundo
que acaba de marcharse,
y este otro que sigue... e igual se difumina
perdiéndose a lo lejos,
tan breves que parece que nunca han existido.

La Verdad es presente;
el tiempo que pasó no es Verdad ni Mentira;
todo lo más un cuento,
y ya sabemos todos que los cuentos dependen
del hombre que los cuenta
y muy especialmente -aunque lo disimule-
del fin que se propone.


José María Hercilla Trilla
http://h
ercilla.blogspot.com
Barco de Ávila, 2 Enero 1999


(De mi Libro “Canciones del Hermano”)
(Publ. En
www.esdiari.com Nº 710/13-04-08)

sábado, 12 de abril de 2008

267 - LA SOLEDAD NO ES BUENA

LA SOLEDAD NO ES BUENA... (267)


La soledad no es buena compañera;
ni tan siquiera es buena, y no te rías,
para contigo mismo estar a solas.

La soledad es una dura losa
que te agobia, te abruma y anonada;
un estrecho camino que te lleva
por torpes vericuetos a la insania;
una noche sin fin y sin estrellas,
sin luna en lo alto de tu cielo;
un vivir en silencio, condenado
a no escuchar más voces que la tuya,
esa voz ya cascada que no inspira
pensamientos joviales al oirla...

La soledad no es buena para nada,
aunque es cierto que hay veces en la vida
en que la soledad se necesita
algún tiempo, e incluso con urgencia,
para sanar el alma de una herida,
serenar el espíritu exaltado,
reflexionar en paz y sin estorbos...,
o para hablar con Dios directamente,
sin testigos molestos e incapaces
de aliviar tus angustias y tus dudas.

Cumplida su función, -reposo o rezo-,
la soledad no es cosa de provecho,
agota la razón de su existencia
y se va transformando en un veneno
si en esa soledad te perpetúas,
dejándote absorber por esa especie
de lo que acaso pudiéramos llamar
un «agujero negro», sin salida,
donde todo se acaba y nada empieza...

¡La soledad no es buena compañera
y es inútil!. Lo sé por experiencia.


José María Hercilla Trilla
Avila, 20 Enero 1993


(De mi Libro: “Canciones del tiempo perdido”)
(Publ. En
www.esdiari.com Nº 661/06-05-07)

viernes, 11 de abril de 2008

261 - BALANCE FINAL

BALANCE FINAL (261)


A mí también me gustaría
poder cerrar, -cual buen contable-,
cuando llegara el día,
los Libros de mi vida
con saldo favorable,
partida por partida;
el de Caja, Mayor y de Inventario,
el de Cuentas Corrientes,
y también el Diario
y el de Proveedores y Clientes.

Ojalá estén hechos los asientos
en forma tal, que los Interventores
celestiales perdonen los errores
y se den por contentos.

Contienen mil gazapos, lo confieso;
hay algunos apuntes que quisiera
que no se hubiesen hecho, pero eso
ya no puede borrarse, aunque se quiera.

Al hacer el Balance, me presumo
que si se hace con justicia estoy perdido;
por eso me consumo
y declaro que estoy arrepentido.

Quisiera suponer que Dios no tiene
expertos Contadores, como Hacienda;
y que el que a mí me atienda,
apruebe mi Balance cual conviene
y no me ponga pegas, ni requiera
que todo lo asentado justifique,
ni que tampoco quiera
que al dedillo mi vida se la explique.

Pero no, del Buen Dios, estád seguros,
que estarán advertidos
sus Contables:

««Procurad no ser duros,
pues estamos perdidos
si sois intransigentes
con estos infelices pecadores,
que no son malas gentes;
podrían ser peores.
Si los Libros de sus vidas no aprobáis,
el futuro está claro:
El Cielo me cerráis,
os despido, y al paro.»»

Por eso yo confío que ese día,
al hacerme el Balance de mis hechos,
los Contables se finjan satisfechos...,
y que Dios, en su trono,se sonría.


José María Hercilla Trilla
Ávila, 28 Octubre 1992




(De mi Libro: “Canciones de mis años idos”)
(Publ.:
www.esdiari.com Nº 643/31-12-06, y
www.avilared.com del 8-01-07)

jueves, 10 de abril de 2008

255 - NUNCA PODRÁS, SEÑOR,...

NUNCA PODRAS, SEÑOR... (255)


Nunca podrás, Señor, -así lo espero-,
(si algún día llegare a Tú presencia),
negar que me conoces y privarme
del acceso a tu cielo prometido,
diciendo que me ignoras y no sabes
cuya es ese alma arrepentida
que a Tus plantas gloriosas desfallece.

Nunca, Señor, -lo sabes-, te he negado,
ni jamás blasfemé Tu Santo Nombre.

En mis noches de insomnio te he buscado,
ansiando descubrirte en la negrura
de mis horas de loco raciocinio,
abrumado de dudas insalvables
y pidiendo, Señor, que como a Saulo
me hicieras con tu rayo luminoso
caer de mi caballo desbocado
y poder, abatido desde el suelo,
vislumbrar Tu gloriosa faz radiante,
brillando sobre todo el Universo.

Esas dudas jamás me han conducido
a negarte, Señor, sino a buscarte
con una desusada diligencia,
con un sudor de sangre, con fatigas
que no sufren, Señor, otros mortales
dotados de esa fe que tanto envidio,

esa fe que tan sólo es otorgada
a quiénes Tú concedes esa gracia
y pueden caminar hacia Tu meta
sin pararse a dudar por el camino.

He dudado, Señor, mucho he dudado;
mi pecado confieso dolorido,
mas no olvides, Señor, que ese pecado
fue pagado con pena de desvelos,
en vanos y nocturnos raciocinios
que a nada conducían, pero estaban
a tu busca anhelante dirigidos.

Si algún día llegare a Tu presencia,
Tú, que sabes que nunca te he negado,
no me digas, Señor, "No te conozco".

Toda mi vida fue, -Tú bien los sabes-,
un continuo buscarte en agonía,
un quererte encontrar en mi camino
y meterte mi mano enfebrecida
en la herida que sangra en Tu costado.

¡Perdóname, Señor, mi desvarío
y guárdame, Señor, siempre a Tu lado!


José María Hercilla Trilla
Ávila, 26 Agosto 1992


(De mi libro: “FIDES”)
(Publ. En
www.esdiari.com Nº 690/25-11-07)

miércoles, 9 de abril de 2008

247 - TE SEGUIRÉ QUERIENDO

TE SEGUIRE QUERIENDO... (247)


Te seguiré queriendo aunque ninguno
de nosotros seamos ya los mismos
que fuéramos entonces, cuando estaba
en flor de primavera mi cariño;
te seguiré queriendo, aunque seamos
de los que entonces fuimos, tan distintos.

A medida que vives te transformas
en otro nuevo ser desconocido,
extraño algunas veces, cual si fueras
además de ser tú, otro distinto,
burdo calco del hombre que tú eras
y que ya no serás, pues ya lo has sido.

Y así tiene que ser, puesto que todo
aquello que integraba tu organismo,
sus células renueva, una a una,
en ese insuperable ejercicio
que se llama vivir, aunque no sepas
descifrar el misterio de estar vivo.

Al vivir te consumes y renuevas,
te vas sustituyendo despacito
y al cabo de los años ya no eres
el que empezaste a ser y que ya has sido,
sino que ya eres otro, sustituto
fugaz y transitorio de ti mismo.

Renovarse o morir. Esa es la norma;
nosotros ya no somos los que fuimos;
nos hemos renovado al ir viviendo,
nos vamos transmutando de continuo,
y aunque ya no seamos los de entonces,
aunque el paso del tiempo transcurrido
nos haya transformado en lo que somos
y el espejo nos muestre tan distintos
de cómo nos mostraba en otro tiempo,
te seguiré queriendo con el mismo
amor que te tenía cuando estaba
en flor de primavera mi cariño.



José María Hercilla Trilla
Almuñecar, 29 Julio 1992








(De mi Libro: “Ensoñaciones”)
Publ. En
www.esdiari.com nº 648/4-2-07)

martes, 8 de abril de 2008

173 - NUESTRAS VIDAS SON LOS RÍOS...

NUESTRAS VIDAS SON LOS RIOS... (173)


El río de mi vida, alborotado a tramos,
sosegado otras veces,
hoy manso riachuelo que discurre sumiso
y sin que apenas suene
su agua adormecida en las altas orillas,
en otro tiempo verdes
y hoy teñidas de oro por este sol de otoño
que todo empalidece;
este río pequeño, al pasar bajo el arco
del simbólico puente
que une las orillas misteriosas y arcanas
de la Vida y la Muerte,
si un tiempo discurriera con ímpetu salvaje,
espumoso y rebelde,
hoy, el mismo camino, en silencio recorre,
y en plácida corriente
-fina capa de agua en que el sol reverbera
y la luna se mece-
se deja, resignado, conducir como un niño
por la blanda pendiente,
hacia la mar profunda, donde acaban los ríos
cuando al final perecen.

El río de mi vida, este río pequeño
que me tocó en la suerte,
recorre sosegado, sin espumas, sin ruidos
molestos al moverse,
los últimos meandros, dorados y apacibles,
esperando paciente
que al hundirse en las aguas profundas y calladas,
en las que se sumergen
los ríos caudalosos, los medianos y chicos,
-como el Vate dijese-,
al terminar mi curso recibirá sus aguas
ese Dios en quien cree.


José María Hercilla Trilla
www: hercilla.blogspot.com
Almuñecar, 22 Junio 1987


(De mi Libro: “Canciones de mis años idos”)
(Publ. En
www.esdiari.com Nº 709/06-04-08)

lunes, 7 de abril de 2008

245 - TAMBIÉN TÚ, ESTOY SEGURO...

TAMBIEN TU, ESTOY SEGURO... (245)


También tú, estoy seguro de ello,
recordarás aquellos años idos,
esos años dorados y felices
en los que tanto, tanto nos quisimos.

El tiempo ha transcurrido velozmente,
-no me atrevo a decir que sin sentirlo-,
pero así, a lo tonto, a lo tonto,
transcurrió desde entonces medio siglo,
y desde aquella fecha no se han vuelto
a cruzar, ni una vez, nuestros caminos.

Carezco de noticias; desconozco
aquello que de ti puede haber sido;
el lugar donde vives desde entonces;
si un día te casaste y tienes hijos;
si la vida te dio satisfacciones
o si acaso no fue buena contigo...

No quiero ni pensarlo. Merecías
de lo bueno lo mejor. No lo digo
por eso de decir algún elogio,
cual se dice una frase de cumplido;
lo digo porque es cierto: porque eras...,
no sé como expresarme ni decirlo.

Hay que ver cuanta agua habrá pasado
debajo de la puente de aquel río;
hay que ver, desde entonces, cuanta agua
debajo de aquel puente habrá corrido...


Al recordarte, lo que más añoro
y justo es confesar que más admiro,
es aquella dulzura incomparable
que emanaba de ti, sin tú sentirlo,
y que hacía que yo me refugiase
a tu lado, en busca del asilo
seguro y confortante, cuando estaba
cansado de la lucha o decaído,
seguro de encontrar junto a tu lado,
en remanso de paz, dulce cobijo.

Igual que yo recuerdo aquellos días
y aquel amor tan hermoso y tan limpio,
seguro estoy de que, igualmente,
alguna vez, tú soñarás conmigo
y una leve sonrisa de nostalgia
brotará en tu rostro envejecido
al recordar aquel amor primero,
amor de una pareja de chiquillos
que se quisieron y adoraron tanto,
hace ya, -ahí es nada-, ¡medio siglo!.


José María Hercilla Trilla
Avila, 8 Julio 1992





(De mi libro: “Ensoñaciones”)
(Publ. En
www.esdiari.com Nº 651/25-02-07)

sábado, 5 de abril de 2008

242 -HAY FÚNEBRES ESQUELAS...

HAY FUNEBRES ESQUELAS... (242)

Hay fúnebres esquelas que parecen
pueril escaparate de soberbias,
donde el viudo o la viuda inconsolables,
desconsolados hijos y hasta yernos,
exhiben sin pudor sus vanidades
y detallan los títulos que ostentan
y el alto tratamiento que reciben.

Es triste comprobar como una esquela,
-anuncio de una muerte a los amigos-,
que debiera encerrar sucintamente
el nombre del difunto y de sus deudos,
es pretexto, aprovechado al punto,
para que todos sepan que el finado
era Duque de Tal, Gran Maestrante,
Comendador, Gran Cruz, o Caballero,
e incluso hasta abogado, psiquiatra,
perito, economista, otorrino,
industrial carnicero, o del comercio,
profesiones que no son grande cosa,
aunque muchos opinen lo contrario
y crean que merecen pregonarse...

Y no es eso lo malo, pues el muerto
no puede demostrar su desagrado
y gritar su verdad de podredumbre,
su absoluta igualdad insoslayable
con todos los que son y los que han sido...

Lo absurdo, lo risible de este caso,
es ver como aprovechan los parientes
tan infausta ocasión para decirnos
lo importantes que son y enumerarnos
sus títulos y oficios, en un vano
afán de complacencia en ellos mismos,
cuando lo cierto es que a nadie importa
tan huera ostentación y vanagloria.

Los amigos del muerto y de los deudos
ya conocen tan altos atributos,
que, por ello, no deben recordarles;
y en cuanto a los demás, desconocidos,
a los que nada importa ni el difunto,
ni el cónyuge supérstite o los hijos,
los yernos, o los nietos, o sobrinos,
¿para qué deslumbrarles con grandezas
efímeras, como la vida misma?

No me hagáis mucho caso, pues no siempre
discurro cual debiera discurrirse
y me dejo llevar por un absurdo
y escéptico sentido de la vida,
que me hace reírme de mi mismo.

Que nadie se me dé por aludido,
pues «animus jocandi», nunca ofende.

Haced vuestras esquelas cual os plazca,
pero no os olvidéis de que allí arriba,
-conforme desde niños se nos dice-,
los humildes serán los preferidos.

José María Hercilla

Avila, 1º Noviembre 1991

(De mi Libro: “Canciones del tiempo perdido”)
(Publ. En
www.esdiari.com Nº 697/13-01-08
y www.avilared.com del 16-01-08)

viernes, 4 de abril de 2008

241 - REITERATIVO SOY

REITERATIVO SOY (241)



Reiterativo soy. No lo discuto.

¿Y quién que es, no es reiterativo?

Son tan pocas las cosas importantes,
las cosas realmente trascendentes,
que tienes que volver -una y mil veces-
a pensar y a decir algo de ellas,
aun a riesgo de ser reiterativo.

(Ya vemos que la Historia no es apenas
sino repetición de los errores
en que incurren los hombres desde siempre,
un irse repitiendo sin descanso.)

¿Porqué no he de poder yo reiterarme
en mis dudas, afectos y añoranzas,
si son ellas la esencia de mi vida
y no han de abandonarme hasta que muera?

Mis dudas son preguntas al futuro;
mis afectos, testigos del presente;
y el pasado, son todos mis recuerdos.

¡La suma de los tres, es mi existencia!.

Las dudas del futuro me conturban
y desvelan; el amor, me sostiene
y encamina; y el recuerdo del tiempo
ya pasado, me dice que he vivido.

Forzosamente, pues, mis pensamientos
oscilan entre el tiempo que se ha ido,
el amor que se vive de presente,
o el arcano a descubrir mañana,
cuando cruce la linde y me transforme
en un poco de polvo enamorado.

¡Ya lo creo que soy reiterativo!

Los tres tiempos verbales de que os hablo,
encierran lo que tengo y lo que espero,
y visto que yo soy sólo tres tiempos,
no me puedo evadir de mis recuerdos,
ni puedo renegar de mis amores,
ni tampoco ignorar las torpes dudas
en torno del futuro que me aguarda.

Por eso me repito en las tres cosas
que encierran, creo yo, toda la vida.

Perdonad que no escriba, por ejemplo,
del sexo de los ángeles o de otras
materias tan inútiles y abstrusas.

Escribo solamente, lo confieso,
del pasado, presente, y del futuro,
esencial trilogía de la vida.


José María Hercilla Trilla
Avila, 22 Octubre 1991



(De mi libro “Canciones de mis años idos”)
(Publ.: Es Diari, Nº 622 / 06.08.06)

jueves, 3 de abril de 2008

240 - MAR DE CASTILLA

MAR DE CASTILLA (240)


Castilla, vieja Castilla...!
En tus llanuras, el aire
dobla las verdes espigas
de cebadas y trigales,
levantando blandas olas
donde se mece mi nave,
esa barca marinera
de recortado velamen,
que enfiló todos los rumbos
obediente al gobernalle.

La mar de mis verdes años,
mar saturada de sales
y de espumas, menorquina,
ha venido a transformarse
en esta mar rumorosa,
en esta mar ondulante,
cuya espuma se desfleca
en espigas vegetales
cuando acarician las brisas
sus altos y finos talles.

La mar de espigas, de ahora,
la que contemplo esta tarde
en esta tierra abulense
donde ha arribado mi nave,
me recuerda aquella otra
que navegué mucho antes,
cuando mi barca afrontaba
sin temor los vendavales,
con sus velas desplegadas
y dócil al gobernalle,
por las calas menorquinas
de mi Isla inolvidable.

Nos decía aquel Poeta,
en versos incomparables,
"Nuestras vidas son los ríos...";
yo pienso que son los mares,
las aguas que hemos surcado
cual osados navegantes,
los puertos a que arribamos
capeando temporales,
las calmas chichas forzadas,
los temidos abordajes
en que peligra la vida
entre afilados alfanjes...

Vivir es izar las velas
para coger todo el aire,
y sin temor a galernas,
dejar que el viento te arrastre
sobre caminos de espuma
por la ancha mar adelante...,
mientras el barco resista
y el corazón no te falle.

En esta mar de Castilla,
con vegetal oleaje,
a barlovento de Gredos,
-altivo Faro brillante-.
desde el puente de mi barco,
con las luces de la tarde,
voy descubriendo horizontes
infinitos de verdades...!!!


José María Hercilla Trilla
Avila, 10 Octubre 1991


De mi libro:
“Itinerario sentimental.- III.- Canciones abulenses”

Publ.: Es Diari, 23-07-06, Nº 620

miércoles, 2 de abril de 2008

239 - YO SÉ LO QUE YO SÉ....

YO SÉ LO QUE YO SÉ... (239)


Yo sé, lo que yo sé, y ello es tan poco...
Me siento tan inútil y vacío
como un viejo granero abandonado
que, pudiendo ensilar rica cosecha,
por vagancia, desidia o mal gobierno,
cobija solamente unas hacinas
un tanto apolilladas y resecas,
que no sirven apenas para nada.

El ansia de saber que yo tenía,
la vida la frustró con sus embates,
y el tiempo se me fue, sin darme cuenta,
ganándome el sustento, trabajando
con estas manos mías, pecadoras,
que guardan cicatrices imborrables,
testimonio de la verdad que digo.

Y no es que yo lamente aquellos años
de duro trabajar y sacrificios,
ganando el duro pan con mis sudores;
aquello que lamento cada día,
es el tiempo restado a la lectura,
al deleitoso estudio, cuando estaba
le memoria propicia al acomodo
y fijación de todo lo leído,
dispuesta a convertirse en un archivo
de cuanta ciencia fuera proveído...

Mi memoria no es sombra de su sombra,
y cuando ya dispongo plenamente
del tiempo necesario, y al estudio
me entrego con fervor e ilusionado,
la memoria, cansada, me traiciona,
negándose a guardar esos tesoros
con los que yo soñara desde siempre.

Por eso me confieso ante vosotros,
afirmando que es cierto lo que os dije
de que sé... lo que sé, y ello es bien poco.

Han pasado los años. ¿Cuántas veces
han vuelto las cigüeñas a la torre
desde entonces? He perdido la cuenta,
al tiempo que perdía la memoria.


José María Hercilla Trilla
Barco de Avila, 6 Octubre 1991




(De mi libro: “Canciones de mi tiempo perdido”)
(Publicada en:
www.esdiari.com del 22-04-07, y en
www.avilared.com del 4-05-07)

martes, 1 de abril de 2008

083: MORIR EN PRIMAVERA

MORIR EN PRIMAVERA (083)


Marcharse para siempre, en otoño o invierno,
incluso en el estío, no es que sea agradable,
pero al fin y a la postre es un final previsto,
que, como ineluctable, debemos aceptar
mansamente sumisos.

Pero morir, Hermano, en plena Primavera,
cuando todo renace y el campo reverdece;
cuando estallan los brotes y los árboles alzan
sus ramas hacia el cielo en un canto de Gloria
al Señor de la Vida;
cuando la tierra toda se convierte en promesa
y comienza a operarse el milagro sublime
del Gran Resurgimiento;
cuando todo sonríe porque todo es más bello,
más limpio, más brillante, como recién nacido;
cuando el aire se llena del mágico zumbido
de las rubias abejas y vuelan los enjambres
a colgarse en las bardas del colmenar serrano;
entonces, el morirse viene a ser algo así
como enfrentarse altivo a la común tendencia
que impera omnipotente entre todos los seres
que pueblan esta bola viajera por las rutas silentes del espacio.

Cuando el mundo despierta al calor incitante
de los rayos solares y todos los latidos
cordiales se aceleran, impulsando una nueva
y vigorosa sangre pletórica de vida;
cuando los pechos todos se ensanchan poderosos,
aspirando los aires serranos, perfumados
por espliegos y jaras;
cuando el hombre es proyecto, y es amor la mirada,
y las manos se tienden temblorosas en busca
de otras manos amigas, con el noble deseo
de que todos compartan la inocente alegría
que las llena y rebosa;
cuando el hombre se siente más cerca de su Hermano,
y está mejor dispuesto para mirar al Cielo
y a Dios darle las gracias por todo lo creado...;
entonces, el morirse, -morir en Primavera-,
es morir doblemente.

¡¡ Tan absurdo es morirse, que casi es un pecado !!


José María Hercilla
Avila, 10 Febrero 1982



(De mi Libro: “La canción del Hermano”)

(Publ. En
www.esdiari.com del l0-04-05, Nº 553, y
www.avilared.com del 6-04-05)