viernes, 31 de julio de 2009

001 - VISIONES CATEDRALICIAS

VISIONES CATEDRALICIAS (001)


Las viejas Catedrales,
con su serena calma,
han forjado en mi alma
quimeras e ideales...

Las plomadas vidrieras
con sus veladas luces...,
los Cristos en sus cruces,
con sus hondas ojeras...

Las pálidas mujeres
de escuálidas figuras...,
los tristes misereres

dolientes, que en el coro
salmodian veinte curas
y un órgano sonoro...


La dulce Madonina
de mirada llorosa...,
la beata curiosa
que un altar examina...

El sacristán obeso
que sisa los cepillos...,
los golfos monaguillos,
que se la dan con queso...

Y el Obispo panzudo
que se postra de hinojos
sobre grueso felpudo,

por adorar su Dueño...
¡ Todo surge a mis ojos
en las sombras de un sueño !


José María Hercilla Trilla
Cañaveral, 1947

(De mi libro: "Canciones de juventud")

miércoles, 29 de julio de 2009

002 - AQUEL LUCERO...

AQUEL LUCERO ( 002)


Muchas veces, cuando de ti me acuerdo,
me asomo a la ventana
y desde ella contemplo aquel lucero
que tanto te gustaba.

Y allí, en silencio, soñando contigo,
bañado en su luz blanca,
tenue..., parece que escucho en la noche
una voz que me llama,
una voz dulce que me habla de amores...,
de dichas pasadas...

Esas noches, cuando de ti me acuerdo,
cuando me duele el alma,
aquel lucero que en la noche brilla,
despierta mis nostalgias,
testigo mudo de la dulce dicha
que entonces me embargaba.

Tal vez aquel lucero solitario,
-bello dije de plata-,
sea el punto de unión, triste y lejano,
donde nuestras miradas
converjan temblorosas en las noches,
venciendo la distancia.

Tal vez aquel lucero rutilante
de luces nacaradas,
refleje de tus ojos los fulgores,
y en esas noches claras,
cuando de ti me acuerdo y lo contemplo,
-bañado en su luz blanca-,
se encuentren nuestras almas en los alto,
chocando enamoradas.

¡Tal vez aquel lucero solitario
sea el broche que ata
en lo alto, ante Dios que nos mira,
tu alma y mi alma!


José María Hercilla Trilla
Cañaveral, 1947

(De mi libro: "Cancioness de Juventud
")

003 - NOCTURNO DE INVIERN0

NOCTURNO DE INVIERNO /003)


¡ Qué triste en las noches de invierno
ver el mundo a través de una reja!
Se parece la faz de la tierra
a una cosa muerta...

Que horrible es oir de los vientos,
en las largas noches de lloros y penas,
esas voces silbantes y horrendas
que parecen quejas.

Que angustioso es oir en la noche
los golpes violentos del aire en las puertas,
y sentir las rajadas maderas
como se abren y cierran.

Que pena produce en el alma
pasarse una noche a la luz de una vela,
intentando en su luz macilenta
romper las tinieblas,

observando las rachas de viento
en la tenue llama que se bambolea,
produciendo al moverse en la vela,
sombras de quimera.

¡Qué angustia se mete en el alma
oyendo a los gatos maullar en las tejas,
con quejidos de ánima en pena,
con voces siniestras...!

El corazón se encoge en el pecho
y el labio turbado suspira una queja;
con la manta, te abrigas las piernas,
y piensas..., y piensas...

En esas tristes noches de invierno,
de duendes y brujas, de frío y de niebla,
de blancos fantasmas con largas cadenas
sonando en las piedras;

en esas noches largas y oscuras...,
en esas largas noches frías y negras,
donde surgen las almas en pena
y juntas pasean

por los largos pasillos vetustos
o por los salones de las casas viejas,
y a las camas, callados, se acercan
y tu sueño velan;

en esas noches interminables
de vagos fantasmas y aéreas siluetas,
que en las sombras oscuras se albergan
y danzan inquietas,

el alma se adentra en si misma;
de tiempos pasados y rezos se acuerda;
en la paz de los muertos se piensa,
y un algo se reza...

¡Son noches miedosas, tristes, largas...,
son noches horribles, son noches funestas,
son noches que se hacen eternas...!
Son noches que dejan

el cuerpo cansado y el alma suspensa.
¡ Son noches de infierno !
¡ Son noches horrendas... !


José María Hercilla Trilla
Cañaveral, 1947

(De mi libro: "Canciones de Juventud")

Nota: !Cuidado que estaba alegre yo¡

martes, 28 de julio de 2009

004 - ESTAMPA DIECIOCHESCA

ESTAMPA DIECIOCHESCA (004)

El abate rubio de los madrigales
se murió una tarde del siglo pasado.
La divina Eulalia le había causado
con sus coqueteos amorosos males.

Estaba el abate de rubia peluca
hastiado de tanto fugaz devaneo;
celoso de un joven filósofo ateo
que a la bella Eulalia besaba en la nuca.

Se murió una tarde, enfermo de celos,
a la bella Eulalia implorando en vano,
mas la infiel Marquesa, ajena a sus duelos,

con pícaro gesto y aire cortesano,
miraba amorosa a su rubio amante,
bello y displicente, y filosofante.


José María Hercilla Trilla
Cañaveral, 1947

(De mi libro: "Canciones de Juventud")

lunes, 27 de julio de 2009

005 - DESEO....

DESEO... (005)


Quisiera, después de los años,
un día encontrarte;
cogerte y llevarte conmigo
bajo aquellos sauces
que crecen a orillas del río,
peinados de aire,
y a solas, mirando tus ojos
como aquella tarde,
hablarte y decirte al oído
todos mis pesares...;
secar de tus ojos el llanto
que tal vez brotase...;
cogerte de nuevo en mis brazos...,
con mimo besarte,
y atento a la gloria de un beso,
de todo olvidarme.

Quisiera tenerte de nuevo
como aquella tarde,
al pie de aquel sauce del río
que mis penas sabe,
y oyendo el murmullo del agua
que las piedras lame,
volver a empezar el idilio
que ha tiempo tronchaste...

Por eso quisiera algún día
contigo cruzarme;
por eso quisiera tenerte
tan sólo un instante...,
a solas...., muy lejos del mundo...
¡ Como aquella tarde... !

José María Hercilla Trilla
Cañaveral, 1947

(De mi libro: "Canciones de juventud")

sábado, 25 de julio de 2009

006 - EL ÚLTIMO DÍA

EL ULTIMO DIA (006)


Será un día de vívidos colores...
Las aves cantarán sus alegrías
mientras vuelen rozando las antenas
de mi barco ideal.
La sinfonía
magnífica, de concertadas voces,
que emitan los cordajes que sustentan
las velas blancas de mis pensamientos,
tendrá notas inéditas y nuevas.

Las sombras estarán difuminadas
por la esplendente claridad del cielo;
las olas llegarán pausadamente,
lamiendo mi bajel en dulce juego.

En lo alto, brillando refulgente,
alumbrará del Sol el rojo disco,
y a lo lejos, perdido en la distancia,
emergerá del mar un negro risco
con toques de áurea luz en sus picachos,
coronados de águilas reales.

¡Y yo estaré a solas con mi barco,
flotando entre las dos inmensidades!

Arriba, el cielo con sus resplandores;
abajo, el negro abismo, con sus simas
profundas y repletas de misterios
tenebrosos y sus aguas dormidas.

Y yo, a solas, erguido en la cubierta,
la frente alzada con un gesto altivo,
mirando al cielo con alegres ojos,
estaré absorto, contemplando el ritmo
perfecto y eternal de los silencios.

Y entonaré mi canto postrimero,
que brotará potente y soberano,
y en ese canto subirá hasta el cielo
en sublime ascensión, pura y alada,
el alma mía, de ideales llena.

(Será un día de vívidos colores
y cantarán los cielos y la tierra...)

Así quiero morir.
Lejos del mundo.
Mirando frente a frente las inmensas
regiones de los cielos.
Y cantando
con todos mis alientos las postreras
canciones que la Muerte me inspirare.

Erguido en la cubierta de mi barco,
-mi bajel ideal del Pensamiento-,
yo quisiera morir.
¡ Morir cantando !

José María Hercilla Trilla
Badajoz, Cuartel de Menacho, 1947

(De mi libro: "Canciones de juventud")

(Nota: No sé si será masoquismo, pero disfruto
releyendo estas "cosas" que escribí mientras
servía a la Patria, Dios me haya perdonado)

viernes, 24 de julio de 2009

007 - ORACIÓN

ORACION (007)


¡ Señor, dadme valor ! Siento de nuevo
el inmenso cansancio de la vida;
un cansancio que ha tiempo me atormenta,
un cansancio mortal que me aniquila.

Yo, ya no sé que hacer para librarme
de esta angustia cruel que me anonada.
¡ No quiero que me venza ! Y es en balde.
¡ Cada día se aumentan mis desganas !

Cada día es más dura la pendiente
que tengo que vencer en mi subida;
cada día mayor es el esfuerzo,
y es mayor cada día la caída.

Cada nueva ilusión es un fracaso;
todo nuevo placer, una ficción;
toda nueva promesa, una mentira;
toda nueva amistad, una traición.

¡ Señor, dadme valor, que tengo miedo
a todos los engaños de la vida;
dadme fuerzas para seguir mi ruta,
erizada de abrojos y de espinas !


José María Hercilla Trilla
Badajoz, Cuartel de Menacho,1947

(De mi libro: "Canciones de juventud")
NOTA: La verdad es que no estaba muy optimista
a mis veinte años. ¡Qué pena!

jueves, 23 de julio de 2009

008 - LA FUENTE

LA FUENTE (008)



Tenuemente
murmura la fuente
su líquida queja.

La luna semeja
un disco de plata
fulgente.
Desata
su mágico trino,
posado en un pino,
un pájaro oculto.

Inquieto, ausculto
el grave silencio
que yo reverencio,
y entiendo la grata
dulce serenata
que dice la fuente.

Su cantar doliente
dice con sus sones
las tristes canciones
que aprendió a la luna.

Esta noche es una
noche de misterio;
la fuente, el cauterio
que sana mi alma.

Su música calma
mis ansias secretas,
ocultas e inquietas.

¡ Mi espíritu calla !
La luna avasalla
los verdes rosales,
en limpios raudales
de luz ambarina.

Pura y cristalina,
el agua en la fuente
retrata el fulgente
rostro de la luna,
que semeja una
hostia deslumbrante.

El rosal, fragante,
exhala su aroma,
en tanto se asoma
una blanca rosa,
pura y aromosa,
a la clara linfa.

Parece una Ninfa
en flor transformada,
que observa callada
su faz en la fuente;
parece que siente
su alba belleza
la suave tristeza
que invade la noche.

La luna es el broche
de brillante plata
que ata y desata
un mundo de ensueño.

Se esfuma el diseño
de todas las cosas
en las misteriosas
sombras nocturnales;
brisas otoñales
mueven la arboleda
sin ruido.
Muy queda,
susurra la fuente
su canción doliente.

Yo, absorto, contemplo
el mágico templo
nocturno.

La luna
es mi sueño es una
simbólica Forma
que encierra la Norma
de todo lo bello.

(Lo Bello es aquello
que nunca logramos;
es..., lo que soñamos;
es..., ¡una quimera!)

La brisa, ligera,
mueve la arboleda
sin ruido. Muy queda,
su queja doliente
susurra la fuente...

Y en este silencio
que yo reverencio,
la melancolía,
-gran amiga mía-,
dice sus canciones...

Son mis oraciones
a la blanca luna,
que esta noche es una
Hostia de Belleza.

¡ Recemos ! ¡¡ Empieza... !!


José María Hercilla Trilla
Badajoz, Cuartel de Menacho, 1947

(De mi libro "Canciones de juventud")

miércoles, 22 de julio de 2009

009 - YO SÉ UN HIMNO

YO SE UN HIMNO (009)


Yo sé un Himno eterno, un Himno fantástico
de música extraña,
con nuevos acordes sutiles y exóticos
y nuevas escalas.

Yo sé el Himno loco, vibrante y magnífico,
de voces aladas,
de nuevas cadencias
y forma fantástica.

Es el Himno que un día cantaron
las Diosas paganas
de los templos marmóreos de Jonia;
es el mismo que un día cantaran
los heroicos y bellos atletas
de las grandes y heroicas hazañas;
es el Himno guerrero que entonan
las rubias Walkirias germanas,
cuando en negros corceles veloces
las noches sangrientas cabalgan;
es el Himno de las bacanales,
con sus desvaríos y sus carcajadas;
es el Himno de los misticismos,
con sus palideces y sus esperanzas.

¡ Es el Himno de todos los tiempos,
de todos los climas y todas las razas !

Yo aprendí ese Himno en las soledades
de mis noches blancas,
escuchando los graves silencios
que, en mi torno, sutiles flotaban.

Y era un Himno vibrante y fantástico,
sin voz ni palabras,
que llegaba flotando en el viento
desde sitios remotos y edades lejanas.

Yo aprendí ese Himno,-que es un Himno eterno-
de música vaga;
lo cantó el silencio de las soledades,
mientras de mi alma
vibraban acordes las fibras,
con cadencias sutiles y extrañas.

(Las estrellas que en el negro manto
nocturno brillaban,
con sus guiños fantásticos
marcaban la pauta,
mientras la batuta
la luna llevaba.)


Y sumisas las voces del viento,
y vibrantes las voces del agua,
y calladas las voces eternas
de los vagos y eternos fantasmas,
en silencio unidas, formaban el coro
del Himno magnífico que hasta mi llegaba.

Y así, muchas veces, en las soledades
de mis noches claras,
los silencios nocturnos cantaron el Himno
de nuevas cadencias y forma fantástica.

Así, aprendí ese Himno de todos los tiempos,
de todos los climas y todas las razas;
el Himno que un día cantaron
las Diosas paganas
en los templos marmóreos de Jonia;
el mismo que un día cantaran
los atletas robustos y bellos
de las grandes y heroicas hazañas;
que cantaran las rubias Walkirias
de las fieras leyendas germanas;
las bacantes, con sus erotismos;
y los ermitaños, con sus barbas blancas.

Yo sé el Himno eterno, el Himno fantástico,
sin voz ni palabras,
que tiene vibrantes y nuevas cadencias
y forma enigmática.



Yo sé el Himno eterno que en las soledades
de mis noches blancas,
los graves silencios nocturnos,
callados y graves me cantan !



José María Hercilla Trilla
Badajoz, Cuartel de Menacho, 1947

(¡Qué cosas se escriben a los veinte años!)

martes, 21 de julio de 2009

010 - DESILUSIÓN

DESILUSION (010)


Estoy cansado. Me vence una desgana
mortal, que poco a poco me aniquila,
un cansancio tenaz que me consume
y me amarga la vida.

Estoy hastiado de todos los placeres;
de frescas bocas de color de guinda,
donde imprimo mis labios de sediento,
creyendo en la eglantina

de sus labios poder saciar las ansias
de pobre peregrino, que camina
en pos de un ideal que me he forjado
y no hallaré en la vida.

Yo tengo el dolor de tener veintiún años
y llevar en el alma una herida
lacerante y sangrienta, que oculto,
y en la cual, diluida,

se halla una vaga esperanza, que a veces
en mi triste avanzar me reanima,
me mantiene en mi senda y me impide
empuñar el suicida

revolver que libra de todas las ansias
y que de golpe las dudas disipa,
descubriéndonos el hondo misterio
que nos brinda la vida.

Estoy cansado. Me vence una desgana
mortal que poco a poco me aniquila,
¡ un cansancio tenaz que me consume
y me amarga la vida... !


José María Hercilla Trilla
Badajoz, Cuartel de Menacho,1947

(NOTA: Disculpen ustedes. ¡Hay que ver lo
que se escribe cuando se es mozo y se ha tenido
un desengañoso amoroso! ¡El fin del mundo!)

sábado, 18 de julio de 2009

011 - LA NENA PÁLIDA

LA NENA PALIDA (011)


Pobre nena pálida,
que a tu balcón te asomas
soñando en un idilio
que te endulce las horas
monótonas y lentas
de tu vida, y añoras
un amor no vivido,
que a tu amor corresponda.

Pobre nena pálida,
de mirada amorosa,
que en las noches de luna,
cuando el astro se asoma
a tus altas ventanas
y despiden las rosas
su enervante perfume
al mecer sus corolas,
te mantienes inmóvil,
contemplando las sombras
del jardín, que a tus plantas
va extendiendo sus frondas.

Pobre nena pálida,
tan triste y tan hermosa,
que en tus sueños te finges
una novela rosa,
y esperas que una noche,
encubierto en las sombras,
aparezca el mancebo
que la calma te roba,
y acercándose presto,
deposite en tu boca
ese beso de fuego
que te haga su esposa.

Pobre nena pálida,
que a ese balcón te asomas,
mientras finges quimeras
fantásticas, y evocas
ese amor imposible
que te endulce las horas.

Ese amor es un mito
que carece de forma;
ese amor es un sueño;
es tan sólo un aroma;
es un bello fantasma
que la fiebre provoca;
ese amor es un algo,
que jamás, ay, se logra.

Sigue oyendo en la noche
las voces misteriosas
de las aguas, del viento,
el rumor de las hojas...

Envuelta en el silencio
que llega de las frondas,
observa el compasado
murmurar de las horas,
y forja tus ensueños:

Tú serás una Diosa
y El será el encantado
doncel que te enamora...,
y llegará una noche...,
y te dará una rosa...,
y seréis muy felices...,
y tú serás su esposa.

¡Pobre nena pálida,
callada y soñadora!

Los sueños son eternos
y la vida es muy corta...

¡Soñemos, que la luna
a soñar nos convoca!



José María Hercilla Trilla
Badajoz, Cuartel de Menacho, 1947

(De mi libro: "Canciones de juventud")

viernes, 17 de julio de 2009

012 - CANSANCIO

CANSANCIO (012)


Yo no sé qué tengo,
ni sé que me pasa,
que todo me hastía,
que todo me cansa.

Yo sé que algo tengo
metido en el alma,
muy dentro, muy dentro,
allí do no alcanzan
mis ojos a verlo,
que roba la calma
a mis negros días
y a mis noches blancas.

Es algo confuso
que allí se agazapa,
que come mis fuerzas,
que mata mis ansias,
algo, -Dios lo sabe-,
que a mi me acobarda,
me llena de miedo,
me causa desgana
de todas las cosas
que en la vida pasan.

Algo que convierte
en pesada carga
esta vida insulsa,
esta vida ingrata;
algo que despierta
unas locas ganas,
un vago deseo,
una firmes ansias,
de morir, al cuerpo,
y volar, al alma.

¡Yo no sé qué tengo,
ni qué mal me embarga,
mas sé que la vida
me aburre y me cansa!



Jsoé María Hercilla Trilla
Madrid, 1947

(De mi libro: "Canciones de juventud")

jueves, 16 de julio de 2009

014 - QUISIERA....

QUISIERA... (014)


Te diré lo que quiero:

Quisiera, mi Princesa,
en una tarde clara
de tibia primavera,
estar contigo a solas,
muy lejos de las sendas
holladas por las gentes
anodinas y necias.

Que estuviéramos solos
en un jardín que fuera
un mágico prodigio;
un vergel que escondiera
en sus frondas las flores
de más rara belleza,
y tuviera fontanas
cantarinas y frescas,
y bancos escondidos
en gratas rosaledas,
y alegres ruiseñores
y umbrías alamedas...

Yo tendría en mis manos
esas manos tan ledas
que encienden mis antojos...

Miraría de cerca,
fijamente, tus ojos,
fulgentes como estrellas
de un exótico cielo...

Vería mi silueta
reflejarse en el fondo
de tus pupilas negras...



Sentados en el césped,
sobre la verde hierba,
reclinada en mi hombro
tu adorada cabeza,
te diría en voz baja
las palabras aquellas
que intenté confesarte
cuando por la arboleda
cruzábamos callados,
rumiando las ideas,
aquella noche clara
en que te conociera.

Yo quisiera tenerte
a mi lado, y que fuera
esta noche templada
como una noche eterna.

Yo quisiera, en mis brazos,
estrecharte con fuerza;
contemplarme en tus ojos,
y, besando las fresas
de tus labios sensuales,
donde ahogo mis penas,
morirme musitando:

¡Te quiero, mi Princesa!


José María Hercilla Trilla
Cañaveral, 1948

(De mi libro: "Canciones de juventud")

miércoles, 15 de julio de 2009

015 - PEREGRINANDO

PEREGRINANDO (015)


Un rosario de amarguras
desgranaste en mi camino.
Yo era un joven peregrino
que ofrendaba las dulzuras

de mi santa inexperiencia.
En mi vivir no cabía
la grave melancolía,
mi Señora. La impaciencia

por encontrar mi Quimera,
-ese ser que no ha existido-,
hizo que te conociera...

Y ahora marcho solitario,
con el corazón herido
por tu amor, que es mi Calvario.


José María Hercilla Trilla
Cañaveral, 1948

(De mi libro: "Canciones de juventud"

martes, 14 de julio de 2009

016 - FANTASÍA

FANTASIA (016)


- I -

Fue hace muchos años...

Una noche serena
vagaba yo en silencio
por la verde alameda
de aquel jardín que sabe
de amores y promesas,
de aquél que me inspirara
mis canciones primeras.

En el manto nocturno
brillaban las estrellas
cual diamantes lejanos,
y daban a la tierra
un resplandor velado,
una luz macilenta
y triste que evocaba
las amadas ya muertas.

Ni un susurro turbaba
aquella paz, que era
un sedante a mi alma
dolorida e inquieta.

Yo vagaba en silencio,
en busca de una idea...,
en busca de un aroma...,
de una grácil silueta...,
de un recuerdo que pasa...,
de un suspiro que vuela...

(Me gusta por las noches
recorrer la alameda
en busca de esas cosas
imprecisas y etéreas
que soñamos nosotros,
los humildes poetas).

Llegué junto a aquel banco
de desgastada piedra,
que sabe mis dolores;
me senté, y la cabeza
recliné en su respaldo,
como si el banco fuera
el seno palpitante
de una novia, y quisiera
olvidar en sus brazos
mis íntimas tristezas.

En el reloj cercano
de una vetusta iglesia
desgranó una campana
su canción agorera
y me quedé dormido;
me sumergí en las nieblas
luminosas del sueño,
mientras una quimera
se forjaba en mi mente.


- II -


Aquel jardín ya no era
el jardín de otras noches;
llegaban de una orquesta
nostálgicas las notas;
cruzaban la floresta
gentes desconocidas...

Estaba en una senda
del País del Ensueño,
y Tú eras la Princesa
de aquel País. Tenías
vasallos y doncellas
rindiéndote homenaje,
y un dragón a la puerta
de tu palacio rosa,
para que no pudieran
franquear tu recinto.


Y yo tan sólo era
un trovero ignorado,
que encontrándome cerca
de tu mágico parque,
asomose a las verjas
al oir el bullicio
alegre de tu fiesta.

Penetré en tus jardines
amparado en las nieblas
de la cálida noche;
recorrí la floresta,
sin osar acercarme
a la mole de piedra
rosada del Palacio
de la blonda Princesa
del Reino del Ensueño.

Envuelta en tenues sedas
hasta mí te acercaste;
me tendiste la diestra
y a tu voz se me abrieron
silenciosas las puertas
del Palacio encantado,
soñado en mis quimeras.

Del jardín solitario
recorrimos las sendas;
te hablé de poesía;
te conté las leyendas
que aprendí en mis viajes
a muy lejanas tierras;
te hablé de mis afanes,
te hablé de mis empresas,
te conté mis fracasos...

Mi alma de poeta
desnudé ante tus ojos,
en la embriaguez aquella
de la noche templada,
para que tú leyeras
como en un libro abierto,
mi adorada Princesa.

Supliqué tus amores,
pero el pobre poeta
que llegó a tus jardines
amparado en las nieblas,
era un pobre trovero
ignorado.
En la tierra
no tenía Palacios,
ni tenia riquezas,
ni nada de esas cosas
que hacen que uno sea
apreciado en el mundo
por las gentes tan necias.

Yo no tenía nada;
tan sólo en mi cabeza
escondía un tesoro
fantástico de ideas,
y en el pecho albergaba
la infinita tristeza
que los seres humildes,
al cruzar por la tierra,
vamos almacenando.


- III -

Vi la Corte revuelta
por mi osada demanda;
las blancas damiselas
y los fieros vasallos
-toda la gente aquella
que en tus reinos vivía-
miraban con fiereza
al pedigüeño osado,
al infeliz poeta
que concibió la absurda
y fantástica idea
de ser el preferido,
aquél que compartiera
tu tálamo inviolado,
en premio a ... su pobreza.

Se agruparon en corros,
aullando como fieras;
unos, los más crueles,
pedían mi cabeza;
otros, me daban voces;
otros, tiraban piedras;
otros, los más temibles,
hilvanaron rastreras
y cobardes calumnias...

Escondí mi vergüenza
en un altivo gesto;
disimulé la afrenta,
y, volviendo la espalda
para que no me vieran,
lloré mi desengaño
y lloré mi impotencia
ante el tropel absurdo
de aquellas gentes necias.

Lloré todos mis sueños,
y al cruzar la floresta
huyendo de mí mismo,
llorando mi vergüenza,
cual un blanco fantasma
resurgiste en la niebla.

Te estreché entre mis brazos.
Las manos de una muerta
tus manos parecían;
en tus ojos, la pena
había dibujado
sus azules ojeras,
y en tus mejillas pálidas,
dos cristalinas perlas
temblorosas brillaban,
cual simbólico emblema
de un amor imposible.

En medio de la senda
te estreché entre mis brazos;
acaricié las hebras
de tus cabellos de oro,
y en las fragantes fresas
de tus labios bermejos,
ahogué todas mis penas...


- IV -

Mas tuve que marcharme...
El pueblo a sus Princesas
exige sacrificios.

¡Pobre de la que sueña
y sigue una Ilusión
e hilvana una Quimera!

Un abrazo callado...;
un suspiro que vuela...;
un beso que no acaba...;
un ¡Adiós, mi Princesa!,
que surge entre sollozos...;
otro ¡Adiós, mi Poeta!,
que musitan sus labios...;
y mi Blanca Quimera
se esfuma en las calladas
y umbrías alamedas.

¡Eras un imposible
que se cruzó en mi senda,
y en sueños aromaste
mi truncada existencia!

(Y el ensueño se acaba...)

Otra vez en la senda,
vencido y solitario,
a rumiar la tristeza
del fracaso y la muerte
de la visión aquella...

¡Otra ilusión que pasa...!

¡Otra esperanza muerta...!



José María Hercilla Trilla
Cañaveral, 1948

(De mi libro: "Canciones de juventud")

lunes, 13 de julio de 2009

017 - FINGIR...

FINGIR (017)

¡Fingir! Siempre fingir...

Ser como una máscara
y vivir nuestra vida
poniendo buena cara
a todo lo que venga,
nos digan o os hagan.

¡Y mostrarnos contentos...!

Tener la carcajada
en los resecos labios
dispuesta y preparada
y reirnos de todo.

Y tragarnos las lágrimas...,
y mordernos los puños
para ahogar nuestra rabia...

Poner cara de risa
mientras nos duele el alma,
para que nadie sepa
el mal que nos embarga;
poner cara de necio
y aguantar las desgracias
encogiendo los hombros
al poner las espaldas.

¡Fingir! ¡Siempre fingir...!

La vida nos lo manda
y la gente lo quiere.

Meditar las palabras
y hablar, -cuando se hable-,
con esas frases vagas
que nunca comprometen
porque no dicen nada.

No decir las verdades
como Dios nos mandara,
pues las verdades duelen
y las gentes se enfadan;
disimular afrentas....,
y tenerlas guardadas
en la memoria, prestas
a tomar la revancha.

Y todo con sonrisas,
con corteses palabras,
llamándonos amigos,
y luego, por la espalda,
clavarnos los puñales
de mezquinas venganzas.

¡Fingir toda la vida!

Tener desconfianza
de todo y de todos;
andar nuestra jornada
sin esperar que nadie
nos brinde una esperanza;
recorrer el camino
en solitaria marcha,
luchando contra el mundo
y ahogando las nostalgias
que puedan asaltarnos-

¡Qué vida más humana...!

Y fingir alegrías...,
y fingir esperanzas...,
y ocultar los pesares...,
y esconder las nostalgias...,
mordiéndonos los labios
al tragarnos las lágrimas.

Y reírnos, imbéciles,
con la risa macabra
de un condenado a muerte.

Que horrible mascarada:
El amor, un engaño;
la amistad, una farsa;
la vida una comedia...

¡Valiente panorama!

(Carnaval todo el año,
como dijera Larra.)



José María Hercilla Trilla
Cañaveral, 1948

(De mi libro: "Canciones de juventud")

sábado, 11 de julio de 2009

00 - ADVERTENCIA

ADVERTENCIA

(Antes de seguir adelante con la publicación de estas “Canciones de Juventud”, quiero disculparme ante mis posibles lectores por el atrevimiento que ello supone. Para lo cual, nada mejor que transcribir el prólogo que escribí al recogerlas en un tomo. Es el que sigue.)


PRÓLOGO

¿Qué son malas? Nadie lo niega. ¿Todas? Pues pudiera ser que sí. Seguramente que sí. Algunas muy malas, pésimas. Pero no he tenido valor para romperlas. Me gustaría poder decir que han sido escritas por otra persona, pero no, no puedo decirlo. Son mías, y bien mías. Mal que me pese. Tanto tiempo hace que fueron escritas, que más que hijas mías, casi podría decir que son mis nietas. Y hasta biznietas, si me apuran ustedes.
Simples balbuceos de un muchacho al que la vida –y la guerra también- marginaron en un rincón de España, lejos de todo foco literario e incluso cultural. Mi rebeldía, junto con mis inquietudes, como autodidacta absoluto que hube de ser toda mi vida, pero muy especialmente en aquellos lejanos años trascendentales en la formación de un adolescente, privado de bibliotecas y de maestros, me forzaron a ir dejando escritos mis sueños aldeanos.
Bien o mal –más mal que bien-, lo que sigue es el fruto de aquellos duros años que a nadie deseo –los años-, y que –aunque lo intenté varias veces- nunca he tenido valor para romper las obras entonces pergeñadas. Nunca pedí aplausos y tampoco voy a pedirlos ahora, cuando la obra mostrada es la de un novicio indocto que daba sus primeros pasos en estas lides, no sé si literarias o fantasmagóricas, pero a lo que sí me atrevo es a suplicar del amable lector una cristiana magnanimidad, y hasta perdón si es preciso. Y desde luego que lo es, solicitarlo. Gracias por ello.

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 10 Abril 2006

viernes, 10 de julio de 2009

018 -TARDES MÍSTICAS

TARDES MÍSTICAS (018)

- I -

Las viejas Catedrales
con sus naves silentes,
han sido confidentes
de mis líricos males.

En las horas de hastío
me han abierto sus puertas,
y en sus naves desiertas,
postrado sobre el frío

y duro pavimento,
he llorado mi vida
con callado lamento.

¡Y mis ojos han visto
manar sangre la herida
del costado de Cristo!

- II -

Las viejas Catedrales
conocen mi silueta...
Mis sueños de poeta,
los altos ventanales

nimbaron con sus luces
sutiles e irisadas...
Y las tallas clavadas
en las dolientes cruces

saben mis desventuras
de bardo visionario....
¡En sus naves oscuras

y desiertas, he visto,
al rezar mi Rosario,
como lloraba Cristo!


José María Hercilla Trilla
Cañaveral, 1948

(De mi libro: "Canciones de juventud")

jueves, 9 de julio de 2009

019 -IMPRECISIÓN

IMPRECISION (019)



Es un ansia imprecisa,
un deseo inconcreto,
un anhelar confuso,
lo que en el alma siento.

Yo quisiera... ¿quién sabe?;
ni yo sé lo que quiero,
ni sé lo que me pasa,
ni sé que es lo que tengo
metido aquí, en el fondo,
mordiéndome aquí dentro.

Sólo sé que me tiene
por las noches despierto;
que me paso las horas
sin conciliar el sueño;
que, sin pensar en nada,
me parece que pienso,
y cuando quiero en algo
concentrarme, no puedo,
pues absurdas ideas
me invaden el cerebro,
y noto que se escapan,
perdiéndose a lo lejos
en una rauda fuga,
todos mis pensamientos.

Es en vano que intente
concentrarme un momento;
me acosan con sus risas
o sus lloros, espectros
de otros tiempos pasados,
que hace tiempo murieron;
o una vaga nostalgia,
como un sudario negro,
me envuelve y atosiga;
o un moscardón molesto
-con su zumbido ingrato-
me machaca el cerebro
y emprenden las ideas
la fuga, con un vuelo
cansado y pegajoso,
en un volar rastrero.

¡No puedo concentrarme!
Aunque quiera no puedo.

A veces, mi cabeza
se agobia con el peso
de ideas imprecisas,
de juicios y conceptos...;
otras veces, yo noto
que mi cerebro es hueco,
desprovisto de ideas,
encorchado y ligero
que sube, y sube, y sube...
con ingrávido vuelo,
y sube más arriba...,
se detiene un momento
y luego, de repente,
se estrella contra el suelo.

Y repercute en mi alma
ese golpe violento
de la rauda subida
y del brusco descenso.

¡No sé lo que me pasa;
no sé ni lo que quiero...!

En mi cabeza bailan
confusos los conceptos,
y casi no distingo
lo malo de lo bueno.

Soy una duda inmensa:
¿Te adoro o te deseo?
¿Para qué vive el hombre?
¿El vivir, es un sueño?
¿En quién encarnaremos
-si algún día encarnamos-
después que hayamos muerto?



Cien mil interrogantes
azotan mi cerebro,
que gime y se retuerce
en medio del silencio
de las dudas, y realiza
inútiles esfuerzos
intentando siquiera
meditar un momento
en todos los problemas
que bullen aquí dentro.

Yo quisiera... ¿Quien sabe?

Tal vez, cuando haya muerto,
-en la paz de la huesa-
descifre este secreto
que nunca he descifrado:

¿Qué cosa es la que quiero?



José María Hercilla Trilla
Cañaveral, 1948

(De mi libro: "Canciones de juventud")

miércoles, 8 de julio de 2009

020 - MEDIO LOCO?

MEDIO LOCO (020)



¿Que yo estoy medio loco?

¿Por qué? ¿Porque los necios
lo creen y pregonan?

¿Porque murmura el pueblo
mis cosas, mis rarezas,
mis dichos y mis hechos?

¿Y a mí, que se me importa?

Que formen los enredos
que más les entretengan;
que divulguen los cuentos
que forjen en sus ocios;
que pregonen sin miedo
todo lo que ellos quieran.

¡No me enfado por eso!

Yo, seguiré mi vida
sin importarme un bledo
lo que callen o digan,
para ocupar su tiempo,
los sobrantes de lengua
y carentes de seso.

¿Que yo estoy medio loco?

Pues a pesar de eso,
me encuentro muy a gusto
y vivo muy contento,
y aunque esté como dicen,
no me cambio por ellos.

¡Me tiene sin cuidado
lo que digan los necios!


Más cuenta les tendría
que ocupasen su tiempo
en trabajar en algo
que fuera de provecho,
y dejarse de vidas
y problemas ajenos.

Si es cierto que estoy loco
y que ellos son los cuerdos,
prefiero mi locura
y a Dios se la agradezco.

No me causan envidia
sus sensatos cerebros,
ni sus lenguas agudas,
repletas de veneno,
me hieren o molestan.

Me escudo en un silencio
despectivo, que nadie
ha logrado vencerlo,
y me río de todos.

¡Mi vida es un secreto
que a nadie le interesa!

En ella hay un misterio...,
y si tengo rarezas,
¡yo sé por qué las tengo!

Sólo siento,
no el estar medio loco,
¡ el no estar loco entero !


José María Hercilla Trilla
Cañaveral, 1948

(De mi libro: "Canciones de juventud")

martes, 7 de julio de 2009

021 - TARDE DE LLUVIA

TARDE DE LLUVIA (021)


Desgrana la lluvia
su monotonía
en los ventanales...

En la tarde fría,
su sonar callado, isócrono y lento,
despierta en el alma la melancolía
y las añoranzas de todos los buenos
amigos ya muertos.

Sus golpes pausados
rompen el silencio
del ocaso triste de esta tarde larga
que ya va muriendo.

También esta lluvia enturbió la tarde
de su casamiento,
mientras yo lloraba
de pena.., de rabia..., de amor y de celos.

Ha llovido mucho desde aquella tarde;
ha pasado el tiempo...!!

En mis soledades,
a veces yo pienso
-muy frecuentemente-:
¿Qué será de Ella en estos momentos?
¿Qué estará pensando?
¿Qué estará diciendo?

Acaso se acuerde
de los tiempos viejos
en que nos quisimos; acaso recuerde
aquel primer beso...;
acaso se nublen sus ojos, tan negros,
al sentir en su alma
el dolor punzante del remordimiento...;
acaso contemple, callada, la lluvia
que, en mis ventanales, yo también contemplo,
y sienta una angustia
muy triste, muy honda, nacer en su pecho...

Esta lluvia mansa,
esta lluvia triste que entume los huesos,
es como un presagio que agota y deprime
mis cansados nervios.

¡Me he quedado sólo
hace mucho tiempo...!

Ni padres, ni amigos, ni amores... Ya nada
me queda en la tierra. Tan sólo el recuerdo
de todos los seres
que ha tiempo se fueron.

Unos..., se marcharon;
otros..., se murieron;
y yo, poco a poco,
me fui haciendo viejo.

¡Y hoy no tengo a nadie!

Soy como un espectro
del ayer, que vaga
buscando el olvido, la paz y el silencio.

Sólo, con mis penas
y con mis recuerdos,
veo indiferente como pasan raudos
la Vida y el Tiempo.

A una primavera, sucede un verano;
después un otoño; más tarde, un invierno...,
y luego la rueda, sin fin ni principio,
comienza de nuevo.

Esta lluvia triste
que esta tarde siento
en mis ventanales,
otras muchas veces,
en otros inviernos,


desató su furia
contra mi aposento;
mas yo me reía de la pobre lluvia,
de su sonsonete, de su lloriqueo...,
¡porque yo era joven!

Sentía en mi cuerpo
el correr ardiente,
el chocar violento
de la sangre joven.

Ahora... es otra cosa. Ya... son otros tiempos;
cada vez que llueve,
cada vez que siento
azotar la lluvia en mis ventanales...,
me asalta la sombra de un presentimiento.

¡Me encuentro muy sólo!
¡Me veo muy viejo...!

Tal vez, cuando caiga
la lluvia de nuevo,
sus gotas golpeen con ruido macabro,
la losa de piedra que esconda mi cuerpo.


José María Hercilla Trilla
Cañaveral, 1948

(De mi libro: "Canciones de juventud")

lunes, 6 de julio de 2009

022 - ¿RECUERDAS, MI VIDA?

¿RECUERDAS, MI VIDA...? (022)


¿Recuerdas, mi vida?
¡Qué tiempos aquellos...!

Éramos dichosos.
Nos bastaba vernos
llenos de ilusiones
para estar contentos.

¿Recuerdas, mi vida?
¡Cómo cambia el tiempo...,
y cómo nos cambia!
Nos hacemos viejos
insensiblemente...

En la calle vemos
a antiguos amigos
y pensamos serios:
- ¡Cómo está fulano;
- parece un espectro;
- ya no es ni la sombra
- de aquel hombre apuesto,
- decidor y alegre...

Y seguimos luego
nuestra incierta marcha,
añorando aquellos
años juveniles
que ya se nos fueron.

¿Recuerdas, mi vida?
¡Qué tiempos! ¡Qué tiempos...!
Parece mentira...

Todos los deseos
nobles y elevados,
y todos los sueños
de fama y de gloria,
¡todos se murieron!

En cada recodo
de cada sendero,
hemos sepultado
un ensueño, muerto
por un desengaño,
y ya no tenemos
para consolarnos
más que los recuerdos
que en los años mozos
fuimos recogiendo.

¿Recuerdas, mi vida?
¡Qué tiempos aquéllos...!


Jóvenes y fuertes,
no nos daba miedo
de nada ni nadie.
Locos caballeros
del Amor y el Arte,
éramos los dueños
-los únicos reyes-
de un mundo de ensueño.

¿Recuerdas, mi vida?
Era mi chambergo
como una corona
sobre mis cabellos;
a mi vieja capa,
que vendí a un prendero
para no morirme
de hambre, recuerdo
con todo el cariño
de un amigo viejo;
y mi vieja pipa,
que hoy rota la tengo
guardada con todas
las cosas que quiero,
esa negra pipa
que aromó mis sueños
con las humaredas
del tabaco negro,
es una reliquia
que guardo y venero.


¿Recuerdas, mi vida?
¡Cómo pasa el tiempo...!
En una taberna
se perdió el sombrero...;
la capa, ya digo...,
la compró un prendero;
y la pipa, yace
rota, con los versos
que en tiempos compuse,
y con los recuerdos
de la novia ingenua
de mi amor primero.

¿Recuerdas, mi vida?
La novia, ya ha muerto;
los años, pasaron;
volaron los sueños;
y el alma, cansada,
no tiene deseos
de gloria, ni nada
de aquellos anhelos
que entonces tenía..

¡Dios mío, qué tiempos...!

¿Recuerdas, mi vida?
¡Qué tiempos aquéllos...!

Ahora, solitario,
cruzo mi sendero,
taciturno y grave,
llorando mis sueños
de Amor y de Gloria...
que no se cumplieron.

¡Cuánto sueño roto!
¡Cuánto sueño muerto
apenas nacido...!
¡Qué tristes recuerdos,
-tristes y gloriosos-,
los de aquellos tiempos...!

¿Recuerdas, mi vida?
Un día se fueron
y no regresaron
todos mis ensueños
y mis ilusiones...,
marchando muy lejos.

¿Recuerdas, mi vida?
Entonces vinieron
las desesperanzas;
el triste cortejo
de los desengaños;
los hondos silencios
de mis soledades...;
entonces nacieron
las primeras canas
sobre mis cabellos,
y mordió la Duda
-como un lobo hambriento-
todas mis creencias..,
¡que ya se me han muerto!

¿Recuerdas, mi vida?
¡Aquello eran tiempos...!
¡Aquello era vida...!

¿Recuerdas...?
¡¡ Recuerdo!!

José Mría hercilla Trilla
Cañaveral, 1948

(De mi libro: "Canciones de juventud")

viernes, 3 de julio de 2009

023 - ROSARIO

ROSARIO... (023)



Fue la hora suprema de las iniciaciones;
la hora presentida de mis sueños ardientes...;
yo, ya había soñado todas las emociones
en las horas pausadas de mis noches silentes.

En tu boca fragante, de labios sonrientes,
del misterioso arcano hallé las soluciones.
Nuestros labios chocaron cual dos ascuas candentes
y vibraron acordes nuestros dos corazones.

En el éxtasis breve del misterio sensual
viví toda una vida, y en la luz ideal
de tus negras pupilas se anegaron mis ojos

febriles y cansados, de bardo visionario.
¡Desde entonces, desgrano, en mi senda de abrojos,
las nostálgicas rimas que forman mi Rosario!

José María Hercilla Trilla
Cañaveral, 1948

(De mi libro: "Canciones de juventud")

jueves, 2 de julio de 2009

024 - LAS HORAS GRISES

LAS HORAS GRISES (024)


¡Oh, las horas grises...!
Esas horas largas,
de melancolías,
que vienen y pasan
dejando una huella
de desesperanza.

Oh, las horas grises
de las solitarias
tardes invernales,
en que la añoranza
baila en torno nuestro
una zarabanda.

Esas horas grises,
que dejan el alma
sin fuerzas ni bríos;
en que los fantasmas
de los tiempos idos
bailan su macabra
danza en torno nuestro....

¡Se casó la Amada...!
¡Se murió el Amigo...!
¡Nacieron las canas
con los desengaños...!

Y surgen calladas,
sus evocaciones:
Su figura blanca,
con su clasicismo
de virgen pagana;
sus ojos ardientes...,
sus manos nevadas...,
sus labios sensuales,
que parece que hablan...

Y se nota un nudo,
allá en la garganta
y un algo en el pecho,
que nos atenaza...

¡Oh, las horas grises...!
¡Esas horas largas,
de melancolías
y desesperanzas...!


José María Hercilla Trilla
Cañaveral, 1948

(De mi libro: "Canciones de juventud")

miércoles, 1 de julio de 2009

025 - BANCO DE LAS MUSAS

BANCO DE LAS MUSAS (025)


¡Banco de las Musas,
a la dulce sombra de aquel palo-santo!

Mudo confidente
de las tardes tristes en que sueño tanto...

Tú sabes de todos
mis vagos ensueños y melancolías;
lloras en silencio
con mis desengaños, y en mis alegrías
compartes callado
la sonrisa inquieta que baila en mi boca.

¡Banco de las Musas!
Rincón escondido que a soñar convoca
en las solitarias
tardes pueblerinas. La Blanca Quimera
surge misteriosa
de tus soledades y vuela ligera
al país remoto
que habitan las Hadas, las rubias Princesas
de mirada dulce,
de cutis de raso y labios de fresa.

¡Banco de las Musas,
donde a solas sueño con tiempos mejores!

En la sombra amable
de tu palo-santo cuajado de flores
y hojas verde laca,
la melancolía que causó la ausencia,
rima sus dolores,
y fingen mis ansias tu dulce presencia.

¡Rubia Princesita,
en mis ansias siento vibrar el ambiente
con tu risa inquieta!

Banco de las Musas, mudo confidente
de las tardes tristes
a la dulce sombra de aquel palo-santo,
¡guárdame el secreto!

¡No digas a nadie que la quiero tanto!


José María Hercilla Trilla
Cañaveral, 1948

(De mi libro: "Canciones de juventud")