jueves, 29 de abril de 2010

DON RAMIRO PICAPLEITOS

DON RAMIRO PICAPLEITOS

En muy reciente visita
a un cercano Cementerio,
descubrí una vieja tumba
sin cruz, y con un letrero
que así hablaba del difunto
que guardaba en sus adentros:

«Aquí yace Don Ramiro
Alfayate Martiherrero,
que ejerció la profesión
de abogado-picapleitos,
y murió de un accidente,
sin haber estado enfermo.»

Extrañado en grado sumo,
le rogué al sepulturero
que me explicara la causa
de haberse el difunto muerto
y qué clase de accidente
le sucedió al interfecto
para morirse tan sano,
sin haber llegado a viejo.

Y héte aquí lo que me dijo
el buen hombre, sin rodeos:

Se dice que Don Ramiro,
mientras estaba comiendo,
se dio un mordisco en la lengua
y se murió en un momento,
se ignora si de hemorragia
o por causa del veneno,
aunque las gentes opinan
ser lo último más cierto,
pues su lengua viperina
fue tan famosa en el pueblo,
que diz que ningún vecino
salió de su boca ileso,
que al que no llamó cabrón,
le dijo cabrón y medio.

Y en voz baja, dijo el hombre,
como quien dice un secreto:

- Por todo lo que le digo,
-y le aseguro que es cierto-,
todo aquel que hasta aquí llega
no le reza un Padre-Nuestro,
sino que cruza deprisa
mientras pide en sus adentros
que Dios quiera hacer justicia
y lo tenga en los infiernos.

( Y aquí se acaba la historia
y se descubre el secreto
de Don Ramiro Alfayate,
abogado picapleitos,
que murió de un accidente,
sin haber estado enfermo.)

José María Hercilla Trilla
Avila, 12 Diciembre 1990

sábado, 24 de abril de 2010

EPITAFIO A UN BUEN CONTRIBUYENTE

E P I T A F I O




Fue un hombre feliz,
un hombre afortunado
que amó a sus semejantes,
tal como está mandado.

Obrando en consecuencia,
jamás pisó un Juzgado;
a nadie demandó;
nunca fue demandado;

no conoció alguaciles,
ni jueces, ni abogado,
tal como debe hacer

quién se precia de honrado.
¡ Por eso subió al Cielo
y está con Dios sentado !


José María Hercilla Trilla
Avila, 16 Abril 1989

jueves, 22 de abril de 2010

CABAL RESPUESTA (A un anónimo)

CABAL RESPUESTA

(Al desconocido «sujeto»,
de ignorada vecindad,
que tuvo la «atención» de enviarme
un anónimo, con matasellos de Burgos.)


Dios te libre del hombre
que tiene dos palabras
y que aquello que dijo
durante la mañana
lo niega por la tarde,
sin importarle nada.

Dios te libre del falso
que su odio se calla
cuando tú estás delante,
y después, por la espalda,
ignominiosamente,
te da la puñalada.

Dios te libre del hombre
envidioso que guarda
su rencor y fracaso,
y rumia su venganza,
esperando el momento
de poder consumarla.

Dios te libre del falso,
del ruin y del canalla
que no viene de frente,
ni te mira a la cara
como miran los hombres
con nobleza y con casta.

Dios nos libre de gentes
tan ruines y tan bajas,
que, por lograr sus fines,
que, por cumplir sus ansias
de poder, enajenan
al diablo su alma.

Dios te libre del falso
que tiene dos palabras...,
y no tiene dos cosas
varoniles que le hagan
actuar como actúan
los que hombres se llaman.

Dios nos libre del hombre
pequeño y sin agallas
que anónimos escribe,
en vez de escribir cartas
y con su sucio nombre
no se atreve a firmarlas.

Que el Señor te perdone
lo corto de tu talla,
como yo te perdono
-y dejo aquí constancia-
la ofensa que quisiste
hacerme con tu carta.


José María Hercilla Trilla
Avila, 18 Enero 1989

martes, 6 de abril de 2010

QUIEN A HIERRO MATA...

QUIEN A HIERRO MATA...

A un viejo abogado cascarrabias


Cruzaste por la vida, proclamando
a este mundo, «hatajo de cabrones»,
mas luego, al llegar las elecciones,
de rodillas, los votos suplicando

te vimos mendigar, para que, cuando
los votantes tomaran decisiones,
olvidaran las muchas ocasiones
en que a todos así fuiste vejando.

Y el tiro te salió por la culata,
pues nadie te soporta ni te quiere,
y de siempre se sabe que quien mata

a hierro vil, a hierro también muere,
con lo cual, por soberbio y soberano,
perdiste la ocasión de ser Decano.


José María Hercilla Trilla
Avila, 14 Septiembre 1986

jueves, 1 de abril de 2010

152: JUSTICIA GRATUITA

JUSTICIA GRATUITA (152)



Decía la noticia espeluznante
publicada no ha mucho en un recuadro
de la prensa diaria y matutina,
que en un vasto país de Extremo Oriente
donde sigue en vigor la última pena,
apenas queda firme la sentencia
que a la muerte condena irremediable,
en medio de un Estadio, de rodillas,
al hombre que fue preso y fue juzgado,
lo ejecutan delante de las gentes
que acuden presurosas a tal acto,
-lo mismo que si fueran a una feria-,
con un tiro tan sólo, que en la nuca
le dispara la mano del verdugo,
convirtiendo el cerebro inteligente
del reo ajusticiado, en un batido
de sangre y de neuronas dislocadas.

Macabro y deprimente todo ello;
no puede ser leido sin que sientas
la náusea incoercible de ser hombre
y la inmensa vergüenza de mirarte
-después de tal lectura- en el espejo.

Y, por si fuera poco lo leido
y mínima la náusea provocada
en aquellos que somos pacifistas,
enemigos de muertes y verdugos,
la noticia bestial que comentamos
remataba el recuadro con la guinda
de un detalle feroz y horripilante,
impropio de los tiempos que vivimos,
llamados de progreso y de cultura.

El coste, -no excesivo-, de esa bala
disparada en la nuca, a sangre fría,
del postrado sujeto convertido
en público espectáculo de masas,
ese coste -decía la noticia-
se pasaba después a la familia
del sujeto recién ajusticiado,
librando a tal efecto una factura
con precio detallado de la bala
que al hijo ejecutado le metieron,
de un disparo brutal, entre los sesos.

A la vista de tal procedimiento,
debemos concluir tras lo leido,
que en el viejo país que se citaba,
la justicia es gratuita totalmente...,
a favor del Estado poderoso,
que a los padres del muerto repercute
el precio de la bala justiciera.

(No sabemos si al público que asiste
curioso a contemplar cómo se mata,
se le obliga a pagar alguna suma
por entrar al Estadio a solazarse
con la escena de horror que se le ofrece.)

¡¡Dios quiera perdonarnos a los hombres
el horrendo pecado de ser bestias!!


José María Hercilla Trilla
Avila, 17 Agosto 1986



(Public. en www.esdiari.com número 719)