lunes, 31 de agosto de 2009

554 - ABURRIDA BIOGRAFÍA



ABURRIDA BIOGRAFÍA (554)


Cuidado que el camino tuvo curvas,
a izquierda y a derecha, retorcidas,
de duro caminar, sin saber nunca
a donde nos llevaban nuestros pasos.

Tantas curvas había en el camino
que temí despistarme muchas veces,
salirme en cualquier curva y desplomarme,
vencido para siempre, en la cuneta.

Rememoro mi vida y aseguro
que nada vergonzoso encuentro en ella,
aunque os puedo decir que he trabajado
en diversos oficios, intentando
ganarme honradamente mi condumio
y el puesto bajo el sol, que todo hombre
precisa si se quiere sentir digno,
aunque viva abrumado de escaseces.

He sido colmenero, dulce oficio;
también fui carpintero, no ebanista;
un tiempo, profesor de una academia;
estuve de empleado, fabricando
ladrillos y rasillas, y hasta tejas;
después tuve un taller, con otro socio,
un taller de mecánica, se entiende,
destinado a arreglar las averías
de todo camión o de automóvil
que llegaba pidiendo nuestra ayuda;
después, en una empresa dedicada
a nivelar terrenos para riego,
donde entré desde abajo y fui ascendiendo
a costa de diez años de mi vida,
de duro trabajar, sin el disfrute
de vacación alguna, como esclavo
vendido a los afanes de la misma.

Menos mal que estudié en mis ratos libres
logrando que al final de esos diez años,
licenciado en derecho, al fin pudiera
mi vida encaminar, con menos curvas.

Así pues, ocupé la jefatura
de uno de los seis departamentos
de una abulense fábrica de coches,
donde pude aburrirme cuanto quise,
sin hacer otra cosa que no fuere
firmar los documentos de salida
de todo el material a mi cuidado,
trabajo rutinario que a menudo
me hacía sentir en La Caverna,
ese mito platónico famoso,
que nos habla de esclavos aherrojados,
sin ningún horizonte que no sea
mirar siempre las sombras huidizas
proyectadas delante de sus ojos,
sin poderlos girar a parte alguna.

Hastiado de aburrirme de ese modo,
ingresé en el Colegio de Abogados
y pasé, por las tardes –de pasante-,
a ejercer la carrera en un bufete
de un famoso abogado, hasta hacerme
con mis propios clientes, que me dieron,
si no mucho dinero, buena fama,
amén de razonable independencia
y llenaron mi vida, hasta entonces
un tanto desnortada y vagabunda,
haciéndome sentir como en mi sitio,
cumpliendo una misión determinada,
elegida por mi, por mi buscada,
asentado por fin mi domicilio,
sin temor a traslados contingentes.

Preparé después oposiciones,
que por cierto gané con buena nota,
a Letrado Asesor de la abulense
Cámara Oficial que gestionaba
la defensa del propietario urbano,
y en ella transcurrieron veinte años
de trabajo continuo y deleitoso,
dedicado de lleno a una materia
-la propiedad urbana-, donde nada
me quedó por hacer: Asesoría,
defensa judicial, publicaciones,
conferencias variadas y hasta un libro
impugnando un absurdo y mal pensado
-también confiscatorio- arbitrio de solares,
que logré erradicar por su injusticia.

Hoy pueda asegurar que aquellos años
fueron años felices, trabajando
en pro de la justicia para aquéllos
que sufrían las torpes consecuencias
de la vieja ley arrendaticia
que trataba de desigual manera
a los arrendadores, por un lado,
y a los arrendatarios, por el otro;
una ley que fue causa de litigios
constantes entre una y otra parte.

También puedo decir que se colmaron
ampliamente mis sueños, pues vinieron
-un grupo numeroso de colegas-,
a buscarme a mi casa y proponerme
que fuere su Decano, presentando
mi nombre en la elección que se anunciaba.

Me negué a presentarme, mas al cabo,
tantos fueron los ruegos y presiones,
que hube de acceder y estar conforme
en ser su candidato. Decir puedo
que, llegadas por fin las votaciones,
me eligieron por amplia mayoría
Decano del Colegio de Abogados,
un cargo que llevé como una carga,
donde nunca cobré ni una peseta.

Después me jubilé; seguí algún tiempo
dedicado al derecho, en mi despacho,
viajando con frecuencia a Salamanca,
donde estaban mis hijos y mis nietos,
que daban un sentido a mi existencia,
hasta el punto que un día decidimos
cambiar de domicilio y venirnos
a esta hermosa ciudad, para gozarnos
con verlos diariamente a nuestro lado
y ver cómo crecían nuestros nietos,
reforzando los nudos familiares,
pues quieras o no quieras, la familia
es lo que más importa en esta vida.

Y han pasado los años y se puede
afirmar que jamás nos ha pesado
el cambio que un buen día decidimos
realizar y venir a Salamanca,
donde veo a mi hija y a mi yerno,
y vemos cómo crecen nuestros nietos.

Dejé la profesión y desde entonces
-además de dormir todas las noches
sin tener que pensar en los problemas
que a mí me trasladaban los clientes-,
ocupo mi abundante tiempo libre
escribiendo aquello que me place,
leyendo viejos libros ya leídos,
o estudiando la historia, que me sirve
para ver como el hombre se repite
cayendo en los mismísimos errores,
sin que nunca el fracaso sea motivo
bastante a escarmentarle de sus yerros.

Así paso los días: Escribiendo,
leyendo o estudiando, sin meterme
con nadie en mis escritos, aunque a veces,
no puedo soslayar las prevenciones
que me inspira la casta dominante
-políticos, banqueros, y otros muchos-,
y no pueda evitar algunos dardos
que escapan de los puntos de mi pluma,
evitando citar nombre ninguno,
pues todos –salvo algunas excepciones-
son gente adoradora del becerro
de oro, que domina nuestra vida.

Ya tengo ochenta y dos años cumplidos
y digo a todo aquel que me pregunta
que me encuentro más joven cada día.

Ya sé que no es verdad, pero es lo cierto
que el ánimo lo tengo como un niño,
que aún mantengo ilusiones y me encantan
muchas cosas impropias de mis años,
aunque luego no pueda realizarlas
por culpa de este cuerpo quebrantado,
al que debo ayudar, bastón en mano,
para dar mis paseos matinales
por las calles y plazas salmantinas.

No sé lo que me queda, ni me importa;
la vida es una apuesta, una carrera
donde siempre se llega hasta la meta
y allí todo se pierde, hasta la vida,
que es el bien que apostamos en la cuna,
a cambio de la vida que nos dieron
y de un tiempo impreciso en que vivirla.

Lo que importa es marcharse sin que nadie
jamás pueda decir cosa ninguna
que pueda mancillar tus apellidos,
ni que pueda caer, como una sombra,
o un oscuro baldón, sobre los tuyos.

El nombre es lo que importa, no el dinero.
Así me lo enseñaron en mi casa
y no pude olvidar tal enseñanza,
así como tampoco aquella otra
de no hacer a los otros, mis hermanos,
aquello que no quieras que te hagan,
y de amarlos también, como a ti mismo,
mandamiento sencillo cual no hay otro,
pero que, muchas veces, practicarlo
nos resulta difícil en extremo,
y no por culpa nuestra, ciertamente.

Eso mismo encomiendo yo a los míos,
que cuiden de su nombre, que no olviden
que de mí lo reciben sin baldones,
que no causen a nadie daño alguno,
y, si pudiere ser, hasta se obstinen
en hacer del amor hacia los otros
la meta inmarcesible de sus vidas.

Con sólo estos preceptos basta y sobra
para vivir feliz toda una vida
y marcharse tranquilo hacia la otra,
esperando que Dios nos de cobijo,
a su diestra o siniestra, da lo mismo,
pero siempre a su lado, protegido
como hijo perdido y bien hallado,
que retorna a la casa de su Padre,
a gozar de la paz definitiva.

Es pobre biografía, lo constato,
pero puedo decir en mi descargo
que fue limpio el trayecto recorrido
y que puedo morirme sin que nadie
me saque los colores a la cara.

Con ello considero que me puedo
tener por muy feliz y satisfecho,
pensando que mis hijos y mis nietos,
lucirán con orgullo mi apellido
y sabrán mantenerlo igual de limpio,
y limpio transmitirlo a quien les siga.


José María Hercilla Trilla
El Barco de Ávila, 6 Agosto 2.008






domingo, 30 de agosto de 2009

548 - EXAMEN DE FIN DE CURSO


EXAMEN FIN DE CURSO (548)

El día que el Señor nos llame a juicio
no habrá de preguntarnos ¿Cuánto tienes,
qué títulos y honores alcanzaste,
en qué clase de cuna te mecieron?,
ni ninguna de aquellas otras cosas
que los hombres tomamos como datos
bastantes cuando a juicio sometemos
al hombre que a nosotros se aproxima.

Entiendo que el Señor, en sus preguntas,
podría formularnos, entre otras:
¿Amaste a tu prójimo tal como
querías ser amado tú por ellos?
¿Le diste de comer a los hambrientos?
¿Vestiste al desnudo o abrigaste
a aquel que tuvo frío y te pedía
un poco de calor, tan solo un poco?
Cuando diste limosna, ¿también diste
un poquito de amor con las monedas
al pobre pedigüeño suplicante?
¿Atendiste al enfermo o desvalido?
¿Respetaste a tus padres y cuidaste
de ellos, sin mandarlos a un asilo?

Tampoco indagará si eres cristiano,
budista, islamista o protestante,
incluso ni si fuiste un pobre ateo,
tan pobre que ni un Dios tuviste en vida;
todos seremos uno al enjuiciarnos
y a todos juzgará de igual manera,
sin entrar a juzgar su procedencia,
ni apreciar esas señas distintivas
que en la tierra separan a los hombres.

Puede ser que el Señor pregunte mucho,
pero ten por seguro que el examen
tan sólo ha de ceñirse a una materia,
muy fácil de aprender, aunque no sea
tan fácil de aplicar a nuestro modo
de vivir, donde tan sólo prima
un insano hedonismo sin medida.

En esa asignatura, que se llama
“Amor”, nos examinarán a todos,
y me aterra, Señor, ser suspendido
por no haberla aplicado enteramente
en el largo camino de mi vida.

José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
Salamanca, 17 Junio 2.008

sábado, 29 de agosto de 2009

379 - ¿OBSESIVO?

¿OBSESIVO? (379)



¿Obsesivo? Pués sí. ¿Porqué negarlo?

Tántas veces he dicho que el presente
es la gota peqeña, diminuta,
resultante de la veloz molienda
del tiempo entre dos ruedas de molino,
-Pretérito y Futuro insoslayables-,
que no puede extrañar que me extasíe
y trate de gustarlo y deleitarme
con la gota fugaz de este presente,
que quiera transformarla en un recuerdo,
grabándola indeleble en mi memoria.

Cada gota de tiempo se ha llevado
un poco de mi vida en su caída,
y bien puedo deciros, pues es cierto,
que de todas las gotas que no fueron
archivadas por mí, celosamente,
os pueda asegurar que fueran mías.


José María Hercilla Trilla
Almuñecar, 19 Agosto 1999

(De mi libro: "Haciendo mi camino")

viernes, 28 de agosto de 2009

368 - EN LA PLAYA

EN LA PLAYA (368)


Quizá pronta la hora, -enfermedad obliga-,
de llegar a la meta,

me pregunto a menudo si no habrá sido un sueño
toda esta larga estela

de pequeños sucesos, sencillos eslabones
que forman la cadena

de lo que cada uno –sin meditarlo mucho-
llamamos vida “nuestra”,

que pudiera ser vida, mas no nos pertenece,
pues sólo nos la prestan

un impreciso tiempo, y transcurrido éste
debemos devolverla.

Mañana, a las orillas del Tormes rumoroso,
no sabré con certeza

si estas horas pasadas en un “dolce far niente”
sobre la playa pétrea

desde la que contemplo, por el mar arrullado,
la villa almuñequera,

no sabré si estas horas fueron un dulce sueño
de una tranquila siesta,

o fueron un retazo –vivido realmente-
de mi vida pequeña.

Tan rápidos transcurren los días y las horas,
que apenas dejan huella;

por eso cuando quieres recordar el pasado,
te llevas la sorpresa

de que bailan confusos, en turbia zarabanda,
realidades e ideas;

cosas que sucedieron, con otras que soñaste
una noche cualquiera.

¿He soñado mi vida? ¿He vivido mis sueños?
Insoluble dilema,

que además no reviste especial importancia,
ni tiene trascendencia.

Realidades o sueños, ellos fueron mi vida.
¡Para mí es lo que cuenta!


José María Hercilla Trilla
Almuñecar, 25 Julio 1999

(De mi libro: "Haciendo mi camino")

jueves, 27 de agosto de 2009

364 - SESTEANDO



SESTEANDO (364)




En esta horizontal anticipada
me hundo y anonado de mí mismo;
en esta horizontal, en este abismo,
remedo del futuro no ser nada.

Y me dejo llevar, arrebatada,
la vida en este negro cataclismo
del ser pero no estar, y me ensimismo
en la dulce inconsciencia entresoñada.


José María Hercilla Trilla
Almuñecar, 14 Julio 1999

(De mi libro: "Haciendo mi camino"

miércoles, 26 de agosto de 2009

557 - SOBRE LA APOLOGÍA SOCRÁTICA

SOBRE LA APOLOGÍA SOCRÁTICA (557)

Ya Sócrates lo dijo, delante de los jueces
que dictaron sentencia, condenándole a muerte:

Al morirnos, la muerte nos sumerge en un sueño
desprovisto de ensueños, en que el tiempo aparece
como una sola noche, una noche infinita,
que no se acaba nunca, en la que nos dormimos
definitivamente, sin esperanza alguna
de despertar un día, retornando a la vida.

O la muerte pudiere suponer nueva vida,
ser un cambio o mudanza del alma del difunto
hacia otros lugares, por supuesto mejores,
donde todos los muertos –si es cierto lo que cuentan-,
vivirán hermanados, cada cual con aquéllos
que le sean afines, disfrutando del tiempo
-en este caso un día, un delicioso día,
por siempre inacabable-, con charlas sustanciosas,
una vez alcanzada la verdad absoluta,
aquélla que buscaron en su vida terrena.

Cualesquiera que fuere lo que a la muerte sigue,
-dormir anonadado en infinita noche,
o vivir solazado, en un lugar remoto
de eterna primavera, con el sol derramando
en el cenit sus rayos, sin ocultarse nunca,
con los viejos amigos, en charla entretenida,
instructiva y amena-, lo cierto es que ambas cosas,
presentan sus encantos y hacen digerible
el fúnebre misterio que obsesiona a los hombres
cuando ven acercarse a la pálida Dama
que, con guadaña en mano, va segando los hilos
que mantienen unidas a la vida y la muerte.

No merece la pena cavilar sobre eso:
Si es una desgracia, o es una ventura
el hecho de morirse, del que nadie de libra.

Ya noche interminable, ya día deleitoso
con horizontes nuevos, cualquiera de ambas cosas,
cuando llegue el momento, nos serán desveladas,
aunque quizá nosotros, como cuerpos mortales,
mejor dicho ya muertos, seamos incapaces
de darnos cabal cuenta del fin que nos aguarda.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 26 Agosto 2.008

(De mi libro: "Fides")
Publ. Es Diari, Nº 731, 07.09.08



martes, 25 de agosto de 2009

556 - FINAL INTRIGANTE

Final intrigante (556)

Pensar de vez en cuando, sin rencores,
en el cierto final de este camino
que a todos nos espera cualquier día,
no supone vivir atormentado
el tiempo que nos queda por delante.

Yo pienso con frecuencia en la muerte,
y puedo asegurar que no por miedo;
sería incomprensible que a mis años,
ochenta y dos ahora, cuando escribo,
dejare de pensar en ese trance
por el que ya pasaron –hace mucho-
los amigos a los que tanto quise,
Federico, David, Víctor, Fernando,
Eduardo, Javier, y otros que callo
por no hacer esta lista interminable.

La muerte, al final, no es otra cosa
que una siesta apacible y prolongada,
que no debe inspirarnos gran cuidado;
a ella hay que llegar y aún no ha nacido
sujeto que se libre de la misma.

El acto de morir puede que sea
el que a todos iguale, solo eso,
por mucho que nos digan y proclamen
la igualdad de los hombres, ese cuento
increíble, incluso para quienes
tal cosa nos afirman a destajo,
buscando nuestro aplauso y nuestros votos.

Igualitaria o no, poco me importa
la muerte y su cortejo funerario,
ceniza vulnerable para el viento
o polvo enamorado frente al mismo;
ahí se acaba todo finalmente,
aparte del dolor que significa
alejarte del lado de los tuyos,
mujer, hijos y nietos, a los cuales
se les quiere más que a la propia vida.

Mis pensamientos van por otro lado,
buscando el más allá, ese plus ultra,
tratando de indagar en el misterio
no sólo de la vida, que no es poco,
también en el por qué de la existencia.

Nacer para morir, no me convence,
incluso en los que gozan de riqueza
bastante para darse la gran vida,
cuanto más para el resto de nacidos,
que arrastran una vida trabajosa.

Debe haber un motivo del que arranque
la razón del vivir y nos explique
la razón del morir, igual de oscura
la una que la otra, sorprendentes,
pues vivir y morir, fin y principio
del tiempo que pasamos en la vida,
triste tiempo sería si no hubiera
nada más que una vida de trabajos
y una siesta final interminable,
en polvo o en ceniza transformados.

Por eso me obsesiono con la muerte,
mejor dicho, con lo que viene luego,
que la muerte es poco lo que importa,
lo importante es lo que nos oculta
detrás de ese final siempre esperado,
y para algunos hombres, muy temido.

La pena es que no pueda, cuando muera,
escribiros de nuevo y dar noticias
de aquello que acontece al otro lado,
seguro que sería interesante.


José María Hercilla
El Barco de Ávila, 11 Agosto 2.008

(De mi Libro: “Penúltimas canciones”)


lunes, 24 de agosto de 2009

559 - A PESAR DE MIS DUDAS ...

A PESAR DE MIS DUDAS … (559)


A pesar de mis dudas, me refugio
en tu nombre, Señor, única fuente
donde mana la calma que persigo,
necesaria para seguir buscando
cabal explicación a estos misterios
de la vida y la muerte, que no alcanzo
siquiera a vislumbrar en forma alguna.

No me dejes, Señor, abandonado,
si en tus manos está satisfacerme
en las dudas que turban mi existencia,
haciéndome vivir desorientado,
incapaz de encontrar la senda cierta
que me lleve a la luz de tus verdades.

Auxíliame, Señor, te lo suplico,
y aunque siga cargado con mis dudas,
concédeme la fuerza necesaria
para que no me rinda con su peso
y pueda caminar hasta la meta
y encontrar, al llegar, junto a tu lado,
la respuesta a todas mis preguntas.


José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
Salamanca, 22 Octubre 2.008

(De mi libro: "Fides")

sábado, 22 de agosto de 2009

552 - ¡SEÑOR, SEÑOR...!

¡SEÑOR, SEÑOR, …! (552)


Señor, Señor, perdóname las dudas
que me asaltan intermitentemente;
perdóname, Señor, la heterodoxia
-ni ansiada, ni querida-, que me abruma
y turba los momentos de reposo
en que puedo pensar sin embarazo,
dejando que la mente se emancipe,
y, libre de ataduras, se remonte,
buscando la verdad inalcanzable.

Dichoso aquél que goza –me repito-,
la fe del carbonero, privilegio
reservado a los que Dios elige,
y creyendo a ciegas la doctrina
que le imparten los Padres de su iglesia
-de las varias que existen en el mundo-,
abjura de su propio raciocinio
y vive sin meterse en más honduras,
ajeno a teológicos problemas
que a nada nos conducen, ciertamente.

Yo quisiera, Señor, ser como ellos,
dejarme de pensar insensateces
y admitir como cierto cuanto oigo
relativo al misterio de la Vida
-de la Muerte también, no hay que olvidarla-,
y seguir mi camino, imperturbable,
sin tratar de buscar inútilmente
los tres pies del conocido gato,
que, bien pudiere ser, tuviere cuatro.

Dichoso quien no piensa y se limita
a seguir su camino, sea cual sea,
en paz con Dios, consigo y con los hombres,
sin tratar de inquirir en los arcanos
del por qué y del origen de las cosas,
la razón de la Vida y de la Muerte,
sin más preocupación que seguir vivo
y ganarse su pan de cada día.

Tan solo hay una cosa que no dudo:
Tu existencia, Señor, pues si Tú faltas
-la clave que sustenta la estructura
de este viejo Universo en movimiento
a través de los tiempos y el espacio-,
se hace la ecuación irresoluble
y cualquier solución que nos ofrezcan
tan sólo habrá de ser un burdo engaño.


José María Hercilla Trilla
El Barco de Ávila, 23 Julio 2.008

(De mi libro: "Fides")

(Publ. Es Diari, Nº 743, 30.11.08)

viernes, 21 de agosto de 2009

549 - UN DÍA CUALQUIERA

UN DÍA CUALQUIERA (549)


Y el día que me vaya, que supongo
-por razones de edad-, no muy lejano,
se aclararán mis dudas, esas dudas
que fueron mi compaña noche y día,
buscando inútilmente una respuesta
que pudiera calmar mis inquietudes.

El día que me vaya, las abejas
del colmenar que guardo en la memoria,
-mi colmenar serrano, en El Arquillo-,
seguirán produciendo rubias mieles,
lo mismo que en mis años juveniles,
cuando estaba en plenitud de fuerzas
y hasta él ascendía diligente,
sin sentir –como hoy- peso en mis piernas.

El día que me vaya, a mis amigos,
a los que entró la prisa y se marcharon
sin decirme ni adiós, estoy seguro
de encontrarles reunidos, esperando
mi llegada, que puede ser que alguno
opine que ya llego con retraso
y muestren su impaciencia en recibirme
y volver otra vez a nuestras charlas,
paseando felices por los cielos,
contando nuestras viejas batallitas,
hablando de mil cosas diferentes,
o añorando mujer, hijos y nietos.

El día que me vaya, desearía
que fuere en el mayor de los silencios,
sin causar inquietudes ni trastornos
a todos los que amo, a los que pido
perdón por las molestias que causare,
también agradecerles su cariño,
llevándome conmigo su recuerdo.

A todos recomiendo, muy en serio,
que sigan –imitando a mis abejas-
laborando la miel de sus panales,
como siempre lo han hecho, como ahora
lo hacen con la miel con que me obsequian
en su trato diario y desprendido.

¡El día que me vaya, finalmente
se habrán de resolver todas mis dudas!


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 21 Junio 2.008

(De mi libro: "Fides")

jueves, 20 de agosto de 2009

534 - EL PEDANTE

El Pedante (534)


Me consta que no eres narcisista;
te conozco de siempre, caro amigo,
por eso no me explico tu escritura,
ese afán de escribir enrevesado,
tornando en cultiparla sin sentido
aquello que pudiste explicarnos
en un llano mester de juglaría,
al alcance de todos tus lectores
y no sólo de críticos excelsos
que gustan de ensalzar lo intraducible.

Triste cosa es tratar de distinguirse
y elevarse sobre el resto de los hombres,
usando de estrambóticas maneras
de decir lo que nace en nuestra mente,
retorciendo el más claro pensamiento
para, al fin, convertido en acertijo,
ofrecerlo al común de los mortales
como prueba evidente de lo listo
que fuiste al parir tales engendros.

Tú escribe como quieras, dueño eres
de ordenar tus ideas a tu gusto,
e incluso de escribir horro de ellas,
basado en la creencia de que somos
hatajo de ignorantes y de necios,
cual proclama la Biblia sin ambages
y venimos los hombres repitiendo,
sin osar desmentir ese atributo.

Escribe como quieras. Utiliza
ese arcaico mester de clerecía
o esas frases sonoras y vacías
en las que nada encierras que no sea
remedo de tu mente semihueca,
escribe como quieras, pero deja
que vivamos tranquilos los que nada
tenemos en común, ni con tu estilo,
ni tampoco contigo, Fray Gerundio.


José María Hercilla Trilla
El Barco de Ávila, 23 Julio 2.007

(De mi libro: "Del estilo y de las formas")

miércoles, 19 de agosto de 2009

498 - EL ESCRITOR NOVEL

EL ESCRITOR NOVEL (498)

Por mucho que usted lo dude
y se lo niegue a creer,
aquél que una plana escribe
escritor sin duda es.

Otra cosa es cómo escriba,
lo haga mal o lo haga bien,
mas lo escrito, escrito queda
-aunque no le guste a usted-,
como prueba indiscutible
de que un escritor novel
puso en tan noble tarea
toda su maña y saber.

Si mejor no supo hacerlo,
la culpa no fue de él,
que puso todo su empeño
en tinta, pluma y papel,
para hacer un bello escrito
y sólo logró un pastel.

La culpa no fue de nadie;
no lo pongas a caer
de un burro, ni le critiques,
pues qué más quisiera él
que escribir como Cervantes,
cual tu lo sabes hacer.

José María Hercilla
Salamanca, 22 Diciembre 2005

(De mi libro: "Del estilo y de las formas")

martes, 18 de agosto de 2009

461 - ¿CEREBRAL O CARDIACA?

¿CEREBRAL O CARDIACA? (461)



- ¿Poesía cerebral o tan sólo cardiaca?,
-murmuro en mi camino-.

- ¿Qué murmura el señor? ¿Qué soliloquio es ése?,
-una voz me interroga-.

- No sé. No me haga caso; solamente pensaba
en lo muy diferente
o en la enorme distancia que supongo que existe
entre mojar la pluma
en la sangre caliente, del corazón salida,
o en la aséptica linfa
que cubre las meninges y circunvoluciones
del humano cerebro.
¡Deben ser escrituras entre sí tan distantes
como el día y la noche....!

- Y de las dos, Hermano, ¿con cuál te quedarías?,
-se me inquiere de nuevo-.

- Hasta la duda ofende, respondo con presteza.
Desde que me conozco
siempre fue el sentimiento la brújula que supo
encaminar mi vida
en busca de su norte de nobles ideales,
sin pararme en razones
sensatas y prudentes que al orden me llamaban,
ordenándome incluso
que variara de rumbo y emprendiera el camino
que conduce a los hombres
al poder y a la gloria, y muy especialmente
también a la riqueza,
esa meta anhelada por la gran mayoría.

Mi pluma, desde siempre,
escribió con la sangre del corazón salida;
jamás con turbias linfas
del cerebro emanadas; y nunca me ha pesado
esa limpia conducta
que tuve como norte para mis actos todos.

¿Cerebral o cardiaca?
No cabe duda alguna. Cardiaca solamente.

Y no tan sólo eso; es que incluso repudio
aquella poesía
en la que sólo prima el ordenar palabras
carentes de sentido,
en un técnico alarde de métrica inflexible,
tal como suele hacerse
por algunos que escriben y hasta se consideran
a sí mismos poetas,
creencia respaldada por círculos propincuos
de críticos amigos.

Por eso me declaro ferviente apasionado
de aquella poesía
del corazón nacida, cardiaca si tú quieres
llamarla de este modo,
opuesta totalmente a aquella producida
entre los fríos surcos
y circunvoluciones de un cerebro sensato.

¿Cerebral o cardiaca?
No cabe duda alguna. Cardiaca solamente.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 20 Marzo 2003

(De mi libro: "Del esilo y de las formas")

lunes, 17 de agosto de 2009

452 - POESÍA Y POLÍTICA


POESÍA Y POLÍTICA (452)



No quiero mancillar mi poesía
con membrete político ninguno;
no quiero que, quizá, mañana alguno
decir pueda de mí que me vendía.

Jamás he militado en un Partido;
mi libertad disfruto y me complace;
escribo cómo y cuándo ello me place
de todo lo que quiero y he querido.

Desconfío del hombre poderoso;
ni me gusta mandar ni ser mandado;
camino en soledad, igual que un oso

rebelde que jamás fue encadenado,
ni quiso someterse por dinero,
ni servir de pantalla o pregonero.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 14 Enero 2003


(De mi libro: "Del estilo y de las formas")

domingo, 16 de agosto de 2009

426 - ESTRECHOS LÍMITES

ESTRECHOS LIMITES (426)



De las muchas facetas del soneto
aquélla que entre todas más me agrada
es su forma concisa y mesurada
que al vate más locuaz y zurupeto

impone como meta y como reto
refrenar su facundia desatada
y dejar sutilmente concentrada
su idea más brillante en el concreto

espacio que la métrica le impone,
sin poder excederse en la medida,
pues sabe de los versos que dispone

para en ellos decirnos lo que quiera
sin poder rebasar esa cabida,
aunque opine que es dura y cicatera.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 5-01-2001

(De mi libro: "Del estilo y de las formas")

sábado, 15 de agosto de 2009

384 - VANO EMPEÑO

VANO EMPEÑO (384)


No te esfuerces, amigo,

en malparir tu verso.


Si no estás inspirado,

es mejor que en silencio

permanezcas, dejando

para otro momento

la imposible tarea

de estrujarte los sesos,

pues es cosa sabida

que de nada que es hueco

pueda sacarse cosa

que sea de provecho.


José María Hercilla Trilla
Almuñecar, 24 Agosto 1999

(De mi libro: "Del estilo y de las formas")

viernes, 14 de agosto de 2009

371 - ¿DE QUÉ SIRVEN ?

¿DE QUÉ SIRVEN? (371)



Me pregunto a menudo,
sin encontrar respuesta
bastante a convencerme:
¿De qué sirve un poeta?

Estoy bien persuadido
de que es gente superflua,
de la que nunca puedes
esperar con certeza
una normal conducta,
ni una sensata idea.

Ninguno de los muchos
que poblaron la tierra
desde que el hombre es hombre,
dejaron útil huella
de su fugaz camino;
apenas una estela
evanescente y débil
perdida entre la niebla
de un tiempo irrepetible.
¡Olvidados poetas!


José María Hercilla Trilla
Almuñecar, 27 Julio 1999

(De mi libro: "Del estilo y de las formas")

jueves, 13 de agosto de 2009

370 - HABLAR O CALLAR

HABLAR O CALLAR (370)



Según dicen algunos,
el hombre inteligente
y que por tal se tenga,
al hablar sólo debe
hablar de estas dos cosas:

De las cosas que siente,
del corazón salidas,
o de aquellas que entiende,
producto de la ciencia
que su cabeza encierre.

¡Sentimientos o ciencia!
Son los temas perennes.

Sentimientos profundos
o profundos saberes,
expresados con gracia.

Lo demás no merece
ni el trabajo de hablarlo,
ni al que habla atenderle.


José María Hercilla Trilla
Almuñecar, 27 Julio 1999

(De mi libro: "Del estilo y de las formas")
(Publ. www.esdiari.com Nº 740, 09.11.08)

miércoles, 12 de agosto de 2009

355 -AGRAVIO AL ÁRBOL

AGRAVIO AL ARBOL (355)


¿Escribir por escribir?
No cometas pecado;
Si nada hay que decir,
mejor estar callado.

Demuestra tu respeto
a esa página en blanco
que tienes temblorosa
-como si fuera un pájaro
indefenso y pequeño-
entre tus fuertes manos,
y jamás la profanes
con torpes garabatos
de palabras vacías
o intereses bastardos.

Recuerda que esa hoja
es un trozo de árbol,
de un árbol que fue bosque,
y que el bosque es sagrado.

Si ese árbol un día
fue abatido y picado,
y, convertido en pulpa,
luego fue papel blanco,
respeta lo que fuera
y no intentes mancharlo
con tus palabras vanas
y con tus huecos párrafos
que para nada sirven,
sino para cansarnos.

Recuerda que este folio
fue la rama de un árbol
que un día diera sombra
a quien pasó a su lado;
agradece su gesto
y detén pluma y mano.

Si no es obra maestra
no oses profanarlo.


José Marìa Hercilla Trilla
Barco de Avila, 19 Marzo 1999

(De mi libro: "Del estilo y de las formas")

martes, 11 de agosto de 2009

328 -LA MADRE DEL POETA

LA MADRE DEL POETA (328)


Admiro a los prolíficos poetas
que escriben sin dolor y sin esfuerzo,
hilvanando palabras inconexas,
sin cuidar la medida de los versos,
ni tampoco del ritmo acompasado
que les es necesario si queremos
leerlos en voz alta y que nos dejen
después de su lectura satisfechos.

Admito el verso libre, pero siempre
que esos versos no velen su secreto
y pueda comprender lo que me dicen
sin hacerme sudar en el intento,
no sólo por ser gratos al oído,
sino y en especial por entenderlos
y ver que su lectura me transporta,
llevándome en sus alas hasta el cielo.

Su lectura no debe ser trabajo,
sino placer, y puede que hasta un juego;
un juego entre el poeta que se vuelca
y el hombre que una parte de su tiempo
dedica ilusionado a su lectura
esperando encontrar en aquel texto
como un vago reflejo de sí mismo,
y en el libro mirarse, como espejo
en el cual contemplarse y en su azogue
ver de pronto surgir al hombre nuevo.

Si ve sólo palabras hilvanadas,
como escritas con el venal intento
de dejarlas prendidas y en hilera,
de ritmo desprovistas y de metro,
después de su lectura trabajosa
no sé que pensará, pero me temo
que si alguien se acerca y le pregunta,
no habrá de responderle nada bueno;
bastante habrá de ser que en la respuesta
no involucre a la madre del sujeto.

(La madre del poeta es una santa
y no tiene la culpa del engendro.)

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 27 Mayo 1998

(De mi libro: "Del estilo y de las formas")

lunes, 10 de agosto de 2009

321 - A UN MODERNISTA

A UN MODERNISTA (321)


No quieras que el lector,
además, te interprete.

Ya hizo el sacrificio
de comprar lo que vendes,
para que encima, ahora,
tu oscuridad lo pene
con el arduo trabajo
-al ver que no comprende
aquello que has escrito-
de tener que leerte
despacio, muy despacio,
una vez y mil veces,
pues no sabe si aquello
impreso en los papeles
es una tomadura
de pelo muy solemne,
o si, por el contrario,
la incomprensión se debe
a las limitaciones
que, sin saber, padece,
y que han salido a flote
al tiempo de leerte.

Escribe y no te ensañes
con aquél que te lee,
y recuerda el respeto
que el lector se merece,
así como aquel dicho
que dice, aunque nos pese:
Lector al que se cansa,
comprador que se pierde.

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 24 Noviembre 1997

(De mi libro: "Del estilo y las formas")

sábado, 8 de agosto de 2009

317 - DESPUÉS DE JORGE MANRIQUE

DESPUES DE JORGE MANRIQUE (317)


¿Qué más se puede decir
después de lo dicho ya,
para expresar el sentir
de esta vida que se va
caminando hacia el morir,
si no sabemos si está
la vida en este vivir
o si está en el más allá?


Después de tus coplas, nada
cabe añadir, pues es cierto
que en ellas queda encerrada
la incertidumbre del muerto
y la duda eternizada
del hombre, su desconcierto
por la incógnita arribada
que le espera en aquel puerto.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, Octubre 1997

(De mi libro: "Del estilo y de las formas")

viernes, 7 de agosto de 2009

299 - EL SONETO HA SIDO...

EL SONETO HA SIDO... (299)

El soneto ha sido siempre un reto
alzado frente a frente del poeta;
un arduo desafío que le inquieta,
que le impide dormir y estarse quieto.

El poeta, en busca del soneto,
con la pluma a modo de escopeta,
persigue del soneto la silueta
por toda serranía o vericueto

dónde pueda encontrarse la tal pieza.
Y el soneto, como conejo esquivo,
se esconde y agazapa cautamente,

no obstante poseedor de la certeza
de que todo poeta persuasivo
logrará darle caza finalmente.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 26 Mayo 1997

(De mi libro: "Del estilo y de las formas")

jueves, 6 de agosto de 2009

298 - EN TORNO A LA FORMA

EN TORNO A LA FORMA (298)


Decidme por qué debo usar de consonante
de más difícil rima,
o de asonante acaso de insólitas vocales
que se resistan tercas
a encerrar en su seno la idea que yo quiero
expresar llanamente,
para que llegue a todos aquellos que me lean,
haciéndome la gracia
- quizás inmerecida- de su atención y tiempo,
seguramente escasos.

Lo que quiere el poeta es que su verbo llegue
lo más claro posible,
sin anfibologías, a calar en la mente
de todos sus Hermanos,
en esa mente limpia, abierta a su mensaje
como el campo se abre
a la lluvia nutricia que lo esponja y sazona
para que dé sus frutos.

Y me resulta absurdo pretender imponerle
un corsé a las palabras
que les impida el juego natural con que deben
moverse alegremente
para servir de nexo entre aquél que las dice,
- y dice lo que sabe,
y sabe lo que siente-, y aquel desconocido
que la merced le hace
de prestarle unas horas de su tiempo precioso,
buscando hallar un eco

a sus propios sentires en la lectura atenta
de lo que le decimos
en nuestro verso libre, testimonio fehaciente
de nuestro propio modo
de concebir la vida, sin otras ataduras
que las elementales
normas de convivencia, conscientes de que nuestra
libertad se detiene
allí donde comienza la libertad ajena,
inviolable y sagrada.

Mientras yo no le niegue el respeto al Hermano,
ni pretenda imponerle
mi personal creencia sobre el mundo en que vivo
o el Dios en el que creo,
me parece muy justo que aceptéis como escribo,
sin ponerle defectos
a la forma que uso para escribir aquello
que me viene a la mente.

Otra cosa es, Hermanos, que repudiéis el fondo
y creáis que no digo
sino majaderías. En eso, reconozco
que os asiste el derecho
de repudiar mi obra, pues, al fin y a la postre,
nadie puede quitaros
la libertad que anida en el fondo del alma
de todos los mortales.

Entre el fondo y la forma, coincidiréis conmigo
que la elección es fácil,

y si el fondo no es malo y puede digerirse,
después de la lectura,
el lector, en su pecho, sabrá darle la forma
que a su gusto convenga.

La forma es contingente y no puede restarle
al fondo su sustancia,
por mucho que se empeñen puristas distinguidos
en decir lo contrario.


José María Hercilla Trilla
Salamanca 6 Mayo 1997


(De mi libro: "Del estilo y las formas")

martes, 4 de agosto de 2009

295 - ¿UN SONETO NO MÁS?

¿UN SONETO NO MAS? (295)

¿Un soneto no más? ¡No pides nada!!
¿No sabes que su rígida estructura
te ata estrechamente y te tortura
hasta dar la labor por rematada?

La norma se te impone y anonada
e impide que te excedas en largura,
debiendo rematar tal aventura
con la cifra de versos adecuada.

Y no cabe saltarse esa medida.
La métrica se impone en este caso
y exige que la norma sea cumplida.

Si osas excederte un solo paso,
-lo mismo que si en pasos quedas corto-,
no hay parto de soneto, sino aborto.

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 19 Marzo 1997

(De mi libro: "Del estilo y de las formas")

250 - INTENTAS ESCRIBIR...

INTENTAS ESCRIBIR... (250)

Intentas escribir en el momento
en que crees estar iluminado,
pero el punto de la pluma, desnortado,
se niega a reflejar tu sentimiento.

Vacilas y reniegas, descontento,
llamándote incapaz y fracasado
al ver como tu numen ha volado,
barrido, como el humo, por el viento.

Esas ansias de gloria que tenía
en mis años de imberbe adolescente,
se fueron mitigando día a día,

y hoy espero con ánimo sereno
ese ocaso que inexorablemente
se acerca, sin poderle poner freno.

José María Hercilla
Avila, 15 Agosto 1992

(De mi libro: "Del estilo y de las formas")

lunes, 3 de agosto de 2009

231 - CON LA AYUDA DE DIOS

CON LA AYUDA DE DIOS (231)


Escribo poesía
con la ayuda de Dios.

ÉL, me da el primer verso,
y yo, a continuación,
asumiendo la idea
y marcándome un son,
al verso aquel primero,
voy, renglón a renglón,
añadiendo otros versos
hasta hacer la canción
que empecé con la ayuda
y el permiso de Dios.

Por eso en mis canciones
el verso que es mejor,
indiscutiblemente
y sin contradicción,
es el verso primero,
el que Dios me dictó.

Si los otros son malos
o de menor valor,
ya sabéis que la culpa
la tengo sólo yo,
que no supe escribirlos
con el mismo primor
con que escribí el primero,
el que me dijo Dios.

Puse en ello mi empeño,
pero no me salió,
que el Maestro era bueno,
y aquí está el que falló.


José María Hercilla Trilla
Barco de Avila, 15 Agosto 1991

(De mi libro: "Del estilo y de las formas")

sábado, 1 de agosto de 2009

212 - EL SONETO

EL SONETO (212)

El soneto redondo que persigo,
se me escapa y evade de tal guisa,
que me fuerza, sin pausas y sin prisa,
a su acoso hasta ver si lo consigo.

Si eres mi lector y caro amigo,
y no tomas mi esfuerzo muy a risa,
ya sabrás que el poeta no improvisa
y tiene que sembrar para dar trigo.

En las horas calladas de la noche,
buscando el consonante que le abroche
el cuarteto rebelde que se niega,

o en las horas del día, cavilosas,
su vida se convierte en dura brega
para hacernos las nuestras más hermosas.


José María Hercilla Trilla
Barco de Avila, 8 Agosto 1989

(De mi libro: "Del estilo y de las formas")