jueves, 17 de diciembre de 2009

313 - EL BESO QUE NO TE DI

EL BESO QUE NO TE DI (313)


Un beso tengo en la boca
quemándome como fuego
los labios que se negaron
a dar a mi madre un beso.

Tan sólo rocé su frente
con la punta de mis dedos
y sentí que se abrasaban
con el frío de su cuerpo.

Volví a tocarla, temblando,
con infinito respeto,
como se toca a una madre
cuando la madre se ha muerto.

Y aquel frío de la muerte
me produjo tanto miedo,
que el beso que de mi boca
a salir estaba presto
se me congeló en los labios
y en ellos se quedó preso;
y me volví tan cobarde
que no pude darle el beso,
pues temí quemar mis labios
con la brasa de aquel hielo...,
y así dejé que se fuera
-sin besarla- hacia los cielos.

Desde entonces en la boca
tengo esquinado aquel beso
al que no diera salida
y de ello me avergüenzo,
pues cada beso que nace
tiene un destino, y es cierto
que el beso que en su camino
no va a su destino recto,
en la boca se te enquista
y cual si fuera un divieso
va segregando pesares,
y va turbándote el sueño.

¡Tuve miedo de tu frío!

Fui un cobarde, -bien lo siento-,
que al darte el postrero adiós
me guardé el último beso.

¡Perdóname, madre mía,
como tú sabes hacerlo!


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 15 Octubre 1997

domingo, 13 de diciembre de 2009

313 - EL BESO QUE NO TE DI

EL BESO QUE NO TE DI (313)


Un beso tengo en la boca
quemándome como fuego
los labios que se negaron
a dar a mi madre un beso.

Tan sólo rocé su frente
con la punta de mis dedos
y sentí que se abrasaban
con el frío de su cuerpo.

Volví a tocarla, temblando,
con infinito respeto,
como se toca a una madre
cuando la madre se ha muerto.

Y aquel frío de la muerte
me produjo tanto miedo,
que el beso que de mi boca
a salir estaba presto
se me congeló en los labios
y en ellos se quedó preso;
y me volví tan cobarde
que no pude darle el beso,
pues temí quemar mis labios
con la brasa de aquel hielo...,
y así dejé que se fuera
-sin besarla- hacia los cielos.

Desde entonces en la boca
tengo esquinado aquel beso
al que no diera salida
y de ello me avergüenzo,
pues cada beso que nace
tiene un destino, y es cierto
que el beso que en su camino
no va a su destino recto,
en la boca se te enquista
y cual si fuera un divieso
va segregando pesares,
y va turbándote el sueño.

¡Tuve miedo de tu frío!

Fui un cobarde, -bien lo siento-,
que al darte el postrero adiós
me guardé el último beso.

¡Perdóname, madre mía,
como tú sabes hacerlo!


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 15 Octubre 1997

lunes, 7 de diciembre de 2009

(256) - A MI MADRE, MARÍA TRILLA

A MI MADRE, MARIA TRILLA MARTIN (256)
(07-01-1899 / 24-09-1992)

La mínima MARIA, fue tan dulce y tan buena,
que al morirse, la Muerte, le dejó la sonrisa
bailando entre los labios, el semblante apacible
y entreabiertos los ojos, como para mirarnos
con maternal afecto y en silencio pedirnos,
sonriendo, perdones, por habernos causado
dolor con su partida y huérfanos dejarnos,
desamparados, solos, desde ya para siempre.

La mínima MARIA, paciencia y cortesía,
humildad y ternura, amoroso desvelo,
de cuyos labios nunca se escapara palabra
de queja o de reproche; que jamás pronunciara
una crítica adversa o malévola frase
que a su prójimo hiriera, supo guardar su boca
de terrenal pecado, y por eso, a su muerte,
el Señor, la sonrisa le dejó entre los labios
exangües y entreabiertos, para darnos la prueba
a sus huérfanos hijos, de haber sido elegida
para entrar en el Cielo y con todos los Santos
gozar de las promesas que Cristo nos hiciera.

La mínima MARIA, que fue tan dulce y buena,
que ni venial pecado cometiera en su vida,
ha subido a los Cielos y de Dios a la diestra
se encuentra ya sentada, seguro que buscando
la forma de esconderse entre los elegidos,
como humilde violeta del jardín del Señor.

Jamás la olvidaremos quiénes hemos tenido
el gozo de ser hijos de madre tan perfecta,
-que nunca merecimos-, y a la que no he sabido
-estoy seguro de ello- amar tal como ELLA
supo amarnos a todos, con su extrema bondad.

José María Hercilla Trilla
Avila, 24 Septiembre 1992


miércoles, 4 de noviembre de 2009

82 - BIORAFÍA

B I O G R A F I A (82)


Rebelde incorregible, / soñador sempiterno,
su vida fue un continuo / y agotador esfuerzo,
una lucha incesante, / un titánico duelo
contra toda injusticia, / agravio o desafuero
hallado en su camino.

Arremetió violento,
sin pensarlo dos veces, / a pecho descubierto,
sin montar Rocinante, / sin tener escudero,
sin escudo ni lanza, / sin cubrirse con yelmo
ni vestir armadura / que guardase su cuerpo,
contra todo lo injusto, / lo villano o lo feo,
como un loco Quijote / desfacedor de entuertos,
soñando enamorado / con otro mundo nuevo,
sin guerras y sin hambres, / sin luchas ni atropellos,
donde todos los hombres / de todo el Universo,
se llamasen Hermanos, / convencidos de serlo.

Lo mismo que el Hidalgo / de los campos manchegos,
probó con sus espaldas / lo duro de los suelos
al ser apedreado / por algún arriero
malandrín y bellaco; / y el alma le molieron
a palos en las ventas, / bergantes y venteros;
y fue descabalgado / de sus locos ensueños
por las aspas gigantes / de molinos de viento...

Al final del camino, / fatigado y maltrecho,
rebelde incorregible, / soñador sempiterno,
repetía obstinado, / mirando hacia los cielos:

""Si al buen Dios le pluguiera / que naciese de nuevo,
otra vez volvería / -con renovado anhelo-
a luchar con la misma / ilusión y denuedo
contra toda injusticia, / agravio o desafuero,
como un nuevo Quijote / desfacedor de entuertos,
sin que fueran bastantes / a detener mi empeño
los fracasos y golpes / que en la lucha me dieron,
pues siempre he conocido / de la vida el secreto
y sé que nada vale / si de Amor no la lleno.""

¡ Mi Señor Don Quijote... ! / Soñador sempiterno...
¡ Que tu vida nos sirva / como norte y ejemplo !

José María Hercilla Trilla
Avila, 6 Diciembre 1981


(De mi libro: “Canciones del Hermano”)

lunes, 2 de noviembre de 2009

411 - EL CAMBIO DE SIGLO

EL CAMBIO DE SIGLO (411)

No hay que ser lince ninguno,
ni licenciado en Exactas
para saber que el Milenio
en el “dos mil” no se acaba,
ni tampoco el siglo XX,
como se repite en masa
en la calle y en la tele
y en mucha prensa insensata
que del siglo XXI
ha celebrado la entrada,
o que del Tercer Milenio
conmemora la llegada
con el primero de enero
del año “dos mil” que acaba
de nacer entre nosotros,
con los tres ceros a rastras.

Cuando empiece el dos mil uno
-está la cosa bien clara-
nacerá el tercer Milenio,
y en el momento que él nazca
también lo hará el nuevo siglo,
sucediendo en esa data
a este viejo siglo XX
que no acaba de palmarla.

José María Hercilla Trilla
Barco de Avila, 1-01-2000

(De mi libro: “Íntimas”

miércoles, 28 de octubre de 2009

068 - CEMENTERIO DE GUERRA

CEMENTERIO DE GUERRA (068)


(Recordando la visita a los cemeterios de guerra de Montecasino.)

La verde campa de cuidado césped,
de la Vida y la Muerte es la frontera:
ante el césped la Vida se detiene;
bajo el césped, la Muerte se hace eterna.

Sobre el césped, mil cruces uniformes,
erguidas en simétricas hileras,
son un grito callado y suplicante
dirigido a clavarse en la conciencia
de todo visitante que se asoma
a contemplar turbado esta parcela,
donde vibra un silencio impenetrable
surgido de la entraña de la tierra.

Ante el césped la vida se detiene
inmóvil y callada, cuando piensa
en las vidas truncadas de estos hombres,
que cayeron segadas por la guerra
y hoy yacen desgarrados y podridos
bajo el manto de cruces y de hierba.

El mudo visitante piensa en ellos
y queda anonadado.
Eleva
sus ojos sollozantes a la altura
y en silencio un Padre Nuestro reza
por las almas de aquellos que cayeron
fulminados en plena primavera.

En las cruces, grabados, aparecen,
a golpe de cincel, nombres y fechas,
y vemos que los muertos que cobijan
la vida dieron cuando apenas eran
unos adolescentes, unos niños
pletóricos de amores y de fuerza.

Fulanito de Tal, veintidós años;
Menganito, tan sólo una veintena;
Zutanito, tenía diecinueve
el día que cayó.
¡ Oh, Dios, que pena
en el alma me causan vuestras muertes !
¡¡ Qué pena tan profunda y tan inmensa !!

¡Cayeron los mejores !
Eso dicen
aquellos que salvaron su existencia
y salieron incólumes del caos,
del odio, del horror y la tragedia...

Yo no sé si cayeron los mejores;
sólo sé que mi alma se rebela
ante tanto dolor y sacrificio
como el hombre provoca en su ceguera.

Pobres hombres, llevados en manadas
a luchar entre sí, como si fueran
especies diferentes disputando
un lugar bajo el sol, sobre la tierra.

Y el horrible sarcasmo que corona
la lucha fratricida y cruenta:
¡ El destino que alcanzan los mejores
de pudrirse debajo de la hierba,
en estos cementerios infinitos,
con millares de cruces en hileras !

¡ Oh, muertos de este mundo, que caísteis
en la flor de la vida, -que era vuestra-,
defendiendo mi vida, -que era mía-. !

¡Que sea vuestra lucha la postrera
que salpique con rojas amapolas
de sangre y de dolor toda la Tierra !

Hagamos de este mundo un Paraíso,
sin odios, sin rencores y sin guerras,
descubriendo en el Hombre a nuestro Hermano
y estrechando su mano entre la nuestra !!!


José María Hercilla Trilla
Barco de Avila, 30 Diciembre 1978

(De mi libro: "La canción del Hermano")

lunes, 26 de octubre de 2009

561 - VIEJOS RECUERDOS MENORQUINES

VIEJOS RECUERDOS MENORQUINES (561)

(Prosa en alejandrinos)

Voy a dejar que, libre de molestas ataduras,
la memoria gobierne la punta de mi pluma
y traiga hasta estas hojas que tiemblan en mis manos
recuerdos de aquel tiempo, cuando Menorca era
una remota isla, perdida en la distancia,
sin rastro de turistas vocingleros y extraños
que invadieran sus playas, apenas mancilladas,
por los pocos vecinos, isleños todos ellos,
que hasta ellas llegaban “es diumenges i en festas”.

Aunque a algunos parezcan siete décadas mucho,
yo puedo asegurarles que ese tiempo ha pasado
tan veloz, tan deprisa, “que en moltas ocasions”
me parece sentirme, así, como dispuesto
a bajar hasta el puerto para surcar sus aguas
a bordo de mi barca, de mi “Calafiguera”,
y llegarme, remando, o bien a vela izada,
a la misma bocana, señalada frontera
impuesta por mi padre a mis marinas ansias
de descubrir el mundo que desde allí intuía.

La Menorca de entonces, “quant poc se me parèix
a sa Menorca d’ara. No he de esser jo qui digui”
cual de las dos Menorcas es la buena o la mala,
sólo a decir me atrevo que en nada se parecen,
y hasta tal punto ello, que hasta llego a creerlas
dos islas diferentes, distintas por completo.

Tan orgulloso estaba de mi isla que quise
que fuere independiente del resto de las islas,
y también, por supuesto, hasta del mundo entero:
La Isla de Menorca, Estado independiente,
lugar paradisíaco, sin robos y sin muertes,
donde todos podían dormir sin sobresaltos,
sin cuidar que su puerta “es quedasi tancada”,
sin vecinos en paro, sin pobres en sus calles,
donde todos vivían como buenos hermanos,
“travallant en silenci”, sin grandes apetencias,
contentos con su suerte, esperando con ansia
“qu’arrivasi s’estiu” para ir a bañarnos
a las viejas casetas, las del muelle del gas,
o ir a Cala Ratas, o llegarnos, andando,
“fins es Repòs del Rei, més enllá des Fonduc”,
o a las feraces huertas, las de San Juan, cercanas.

Las prisas no existían en aquella Menorca
que tengo en mi recuerdo, la isla donde todo
era blanco y azul, de un blanco deslumbrante,
de un azul esplendente, aquellos dos colores
que eran la divisa: “La Isla Azul y Blanca”,
con la que se anunciaba la isla de mis sueños.

Pido a Dios me conserve el recuerdo imborrable
de mi vieja Menorca, donde pasé los años
más felices que pueda imaginar un niño,
un niño que se hacía poco a poco hombrecito,
y al que un aciago día le quebraron la vida
llevándole muy lejos de su querida isla.

Lo malo es que al marcharme, aunque el cuerpo se fuese,
el alma no la pude llevármela conmigo
y se quedó vagando por las calas del puerto,
incapaz de alejarse de lo que había sido
la razón de mi vida, el premio inmerecido
que recibió aquel niño con alma marinera,
que lloró al alejarse de su Mahón querido.

Cuantos viejos recuerdos… La Isla de las Ratas,
frente a Calafiguera, que una empresa holandesa
dedicada a estas cosas, la dragó por completo,
borrándola del puerto, y hasta de la memoria
de todos los que fuimos testigos de aquel hecho.
Estoy por apostarme que quedamos muy pocos
de los que la pisamos en busca de alcaparras
en “sas moltas tàperas que per enllà n’i habia”.

Al cabo del camino, llegando ya a la meta,
en mis noches de insomnio, despierta mi memoria
y me trae el recuerdo de aquellos años idos,
los que viví en Menorca, la Isla Azul y Blanca,
donde dejé mi alma al irme para siempre.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 4 Noviembre 2.008

(De mi libro: ·El penúltimo cuaderno")

sábado, 24 de octubre de 2009

563 - SUEÑOS INCUMPLIDOS

Sueños incumplidos (563)

Hubo un tiempo remoto en que soñaba
con un mundo ideal, donde nos fuere
posible convivir amicalmente,
un mundo donde todos los humanos
cupiéramos en paz y en armonía,
donde fuere posible que el gobierno
de los hombres pudiere ser tratado
con limpio corazón y buenos modos,
sin tener que tirarse a la cabeza
los trastos, los insultos, los rencores

Que pudiera tratarse del gobierno
de los hombres, sin que estos mismos hombres
se odiasen por la sola circunstancia
de tener opiniones diferentes
sobre el cómo debían gobernarse,
o cuál era el Partido que apoyaban,
o las leyes idóneas para ello,
la clase de justicia que querían
o la forma de hacer que se cumpliere …

Ya perdí, hace tiempo, la esperanza
de ver como la paz entre los hombres
llegare a ser normal modo de vida,
acatado por todos sin reparos,
y que todos vivieren su presente
con ojos proyectados al futuro,
sin mucho preocuparse del pasado,
que el pasado del hombre es preferible,
no digo que olvidarlo por completo,
sino sólo tenerlo como aviso
para evitar que vuelva a repetirse.

Ignoro si es verdad, cual dijo Hobbes,
que el hombre es un lobo para el hombre,
pero si no es verdad, pudiere serlo
al ver como los hombres se comportan,
aquí y en todas partes, da lo mismo,
olvidando que todos somos unos,
no digo yo que hermanos, pero primos,
y que además la vida es tan corta
que no vale la pena derrocharla
en herirnos los unos a los otros.

Pero, en fin, adelante, mis Hermanos,
seguid ese camino que no lleva
a lugar que merezca tanto esfuerzo.

Preferible sería que miraseis
lo muy bella que puede ser la vida,
lo muy bueno que puede ser el hombre
cuando llena de amor todos sus actos,
pensando en los demás como en sí mismo,
y ofreciendo las manos bien abiertas.

Yo ya no lo veré, si al fin un día
decidís cambiar y ser mejores,
trocando por amor viejas rencillas,
pero seré feliz, aunque no os vea,
sabiendo que os amáis tal como os amo,
como se debe amar, sí, como Hermanos.

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 17 Noviembre 2.008

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

jueves, 22 de octubre de 2009

564 - VIVIR EN EL FUTURO

Vivir en el futuro (564)


Según dicen los sabios
que en este mundo han sido,
el Tiempo se divide
en Pasado, Presente,
y dicen que en Futuro,
aunque el tiempo futuro
tan sólo lo adivinan,
pues nadie lo ha vivido,
ni tan siquiera sabe
si lo verá algún día.

Lo que es evidente,
al hablar del Pasado,
y puede asegurarse,
es que ese Pasado
es tiempo inexistente,
pues la Lógica impide
ser y no ser a un tiempo,
resultaría absurdo.

En cuanto a este Presente,
ese efímero tiempo
que apenas es el gozne
que articula el Pasado
con un desconocido
y fortuito Futuro,
minúsculo momento,
microscópico instante,
donde tan poco estamos
que casi no merece
ni ser tenido en cuenta
por lo raudo que pasa,
por lo poco que dura,
por lo veloz que vuela,
vemos, oh, paradoja,
que por gozar el breve
instante fugitivo,
algunos son capaces
de cometer ruindades,
de empañar el buen nombre,
de faltar al amigo,
de vender hasta el alma…

El Futuro es un tiempo,
apenas intuido,
tal sólo reservado
a quienes aun no gozan
de una edad avanzada,
a quienes aún disfrutan
de plenitud de fuerzas,
a quienes se les dice
que tienen por delante
todo el tiempo del mundo,
o que el futuro es suyo,
en tanto que a nosotros,
los de edad avanzada,
los que ya somos viejos,
nos dicen crudamente,
sin temor a la herida
que nos causan con ello,
“Ya no tienes futuro”,
y se quedan tan panchos,
y –hasta a veces- riendo.

Si el pasado no existe
y el presente es tan breve
que es casi inaprensible,
pensar nos es forzoso
que tan sólo es posible
vivir en el futuro,
y si encima, a los viejos,
el futuro nos niegan,
entonces ¿qué nos queda?,
¿ya no me queda tiempo
y debo de morirme
irremediablemente?

Así pues, y concluyo,
mi negado futuro,
para mí se ha quedado
reducido a este breve
momento en el que vivo,
sin esperanza apenas
de que mañana alcance
a ver nacer el día,
ni, tal vez, de encontrarme
sentado entre los míos.

A poco que medites,
es una felonía
negarnos a los viejos
ese futuro incierto,
al que ellos esperan
llegar sin duda alguna.

Lo cierto es que nosotros,
afortunadamente,

hasta aquí hemos llegado,
y que seguimos vivos,
ventura que ignoramos,
-como lo ignoran ellos-,
si lograrán un día
alcanzarla igualmente.

¡Yo vivo en mi futuro
¡Dios quiera que vosotros,
al cabo de unos años,
podáis decir lo mismo!


José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
Salamanca, 20 Noviembre 2.008

(De mi Libro: “El penúltimo cuaderno”)

miércoles, 21 de octubre de 2009

565 - 80º CUMPLEAÑOS

80º C U M P L E A Ñ O S (565)

Una cifra redonda, sin esquinas,
tres ceros, de los tres, dos superpuestos,
bailando en equilibrio milagroso,
cada día más tiesos y más guapos.
Ocho décadas ya, ¡no me lo creo!
Han pasado los años tan deprisa…,
y yo te sigo viendo como entonces,
y -bien lo sabe Dios- no es un cumplido,
que es la pura verdad. Estás lo mismo
que cuando nos casamos, no has variado;
no sé si es algún gen, Bueso o Mañoso,
pero has sido agraciada por la vida
con el don de la eterna juventud.
En vez de los ochenta, aparentas
poco más de sesenta, y bien lozanos;
estás igual de guapa, como cuando
nos conocimos ambos y supiste
ganar mi corazón, tan por completo
que pasaste a ser tú la elegida,
la mujer de mi vida, la soñada,
la única mujer en este mundo
que el Buen Dios me tenía reservada
para andar a tu lado este camino.
Si mucho te adoré, hoy, te aseguro,
que te sigo adorando en igual forma,
y que a Dios agradezco cada día
que nos deje seguir estando juntos,
y juntos acabar, cuando Él disponga,
esta senda que juntos emprendimos,
en la que hubo de todo, eso es muy cierto,
pero de amor henchida, sin desmayos,
este amor que me llena y me conforta,
y que sigue creciendo año tras año.
Aprovecho este día, cuando cumples
los primeros ochenta de tu vida,
además de para felicitarte,
para dejar aquí fiel testimonio
del amor que te tengo, de lo mucho
que te quise, te quiero, así como
te seguiré queriendo en el futuro,
hasta el último aliento, te lo juro.
Te deseo salud y a Dios le pido
que te dé la paciencia necesaria
para aguantarme en paz, como hasta ahora.
Recibe un abrazo interminable
en prueba de este amor que te profeso,
este amor que de debo y agradezco,
verdadero motor de mis acciones.
¡Te quiero, mi Pilar, cuánto te quiero!
José María Hercilla Trilla
Salamanca, 27 Noviembre 2.008

lunes, 19 de octubre de 2009

566 - LA VERDAD ABSOLUTA

La Verdad absoluta (566)

“Lleno estoy de sospechas de verdades”,
compañeras asiduas de mis dudas,
sospechas tan livianas que no bastan
a borrar el negror con que me inundan.

Necesito que las sospechas sean
mudadas en certezas bien seguras
para así sosegar la duda inquieta
que la vida me amarga y me tortura.

Ya sé que es imposible conseguirlo,
que no hay, de lograrlo, forma alguna,
mas me niego a rendirme a la evidencia

y alocado y febril sigo en la busca
de ese sueño ideal que todos llaman
la Verdad, la Verdad más absoluta.

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 6 Febrero 2.009

(De mi libro: “El penúltimo cuaderno”)

viernes, 16 de octubre de 2009

567 - EL PUENTE

El puente (567)


Cuando a la vida nacemos,
un puente nos adjudican
por el que poder cruzar
desde una orilla a otra orilla.

Parece un puente muy largo
mirado a primera vista,
cuando con pasos inciertos
el recorrido se inicia,

pero ves como se acorta
conforme pasan los días,
y hasta tal punto es así,
hasta tal punto se achica,

que el día menos pensado,
cuando crees que todavía
queda por andar un trecho,
te encuentras en la salida.

Y no vale que te pares
ni tampoco lo que digas
para demorar el trance
de pasar a la otra orilla.

Desde allí te están llamando;
acaban de pasar lista
y ya ha sonado tu nombre
para la próxima cita.

Ya saben que tu trayecto,
-el puente por do caminas-,
se terminó y ya te encuentras
en la puerta de salida.

No queda sino aceptarlo
-no digo con alegría-,
pero sí con mansedumbre,
no exenta de gallardía;

ya no caben subterfugios,
ni tampoco rebeldías.
Deja el puente sin recelos:
Dios te espera a la salida.



José María Hercilla Trilla
Salamanca, 22 Febrero 2.009



(De mi libro: “El penúltimo cuaderno”
(Public. en Es Diari, 16-03-09)

jueves, 15 de octubre de 2009

572 - EL CORAZÓN PARTIDO


El corazón partido (572)

El corazón lo tenía
tan abierto a los amigos,
que un día lo fue a buscar
y el hueco estaba vacío.

De tanto darse a destajo,
sin pensar nunca en sí mismo,
lo fue repartiendo a trozos
a lo largo del camino.

Cuando quiso darse cuenta
de que le era preciso
reservarse para sí
alguna parte del mismo,

se encontró con la sorpresa
de no encontrarlo en su sitio;
nadie pudo darle cuenta
de dónde lo había perdido;

nadie acudió a devolverle,
ni tan siquiera un trocito,
de aquel corazón abierto
y entre todos repartido.

Ello no obstante, pensaba,
ensimismado y tranquilo:
“Si otro corazón tuviere,
volvería a repartirlo”

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 16 Mayo 2009

(De mi libro: “El penúltimo Cuaderno”)
(Publ. en www.esdiari.com del, 31-05-09)

sábado, 10 de octubre de 2009

573 - DESPEDIDA, EN VERSO LIBRE

Despedida, en verso libre. (573)

Y ya, ¿qué se me da? He llegado al final,
donde ya nada importa,
o de importar, importa, pero mínimamente.

Echas la vista en torno
y no ves otra cosa que vanas fatuidades,
egoísmos absurdos,
desbocada avaricia, hueco palabrerío,
especialmente en boca
de aquellos que se creen ser por Dios elegidos
para salvar el mundo,
especie de Mesías nacidos ex profeso
para llevar a cabo
la misión imposible de redimir al hombre
de todos sus trabajos,
llevándole en volandas a un nuevo paraíso
sin angustias, sin penas,
incluso donde goce de trabajo seguro,
sin temor a que el paro
le destroce la vida, a él y a su familia.

Harto estoy de palabras,
de oír como prometen la igualdad entre todos,
cuando son los primeros
en distanciarse presto del resto de los hombres,
fijando para ellos
sueldos descabellados con cargo al Presupuesto
y singulares bases
para lograr pensiones distintas de las nuestras,
sin que se les exija
cumplir los requisitos de cotizar el tiempo
que nosotros debemos
cotizar día a día, un año y otro año.

Voy llegando al final
y ya nada me importa. He vivido esperando
la llegada de un hombre
que llenare mis sueños de honradez y justicia,
pero debo dejaros
confesando que sigo sin haberle encontrado,
no sé si por mi culpa,
por ser tan exigente, o si ha sido tan solo
por no existir un hombre
tan cabal, tan completo, tan honrado y tan justo
como yo lo he soñado.

Lo seguiré esperando el tiempo que me queda,
no en balde he sido siempre
un soñador innato, un forjador de sueños,
casi siempre imposibles.

Ya no pido milagros, me conformo tan sólo
con que nadie me quite
este sol que me alumbra y calienta mis huesos,
mientras sigo soñando,
un día y otro día, el tiempo que Dios quiera.

José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
Salamanca, 18 Mayo 2009

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")
(www.esdiari.com del 08-06-09)

viernes, 9 de octubre de 2009

574 - EL BISABUELO

El bisabuelo (574)

A mi hermana Pilar, que ha tenido
la inmensa dicha de adelantárseme
en eso de ser bisabuela. Felicidades.
19-05-2009

Elegido de Dios me sentiría
si alcanzare a tener la inmensa dicha
de tener un biznieto, de acunarle
mansamente en mis brazos, esperando
la inocente sonrisa que en sus labios
habría de plasmarse cuando viere,
al abrir sus ojitos, como soles,
lo a gustito que estaba en mi regazo,
el nido más seguro y confortable
que un biznieto pudiere haber soñado
para dar buen comienzo a su camino.

Cuando digo biznieto está bien claro
que no quiero elegir, y que lo mismo
es biznieto o biznieta, por supuesto,
pues los niños son todos adorables,
encantadores todos, sea cual sea
el género que luzcan en sus cunas.

No creáis que es capricho. Ya hace tiempo,
conforme los achaques me apabullan,
y conforme mis nietos van creciendo
en edad, en saber y en experiencia,
cercana ya la fecha en que comienzan
a volar por su cuenta, independientes,
se me aguza el deseo de que pueda,
antes de rematar mi recorrido,
verme con un biznieto entre mis brazos,
haciéndole mil gracias y caricias,
buscando la limosna de su risa,
el brillo inteligente de sus ojos,
al haberme otra vez reconocido.

Y esperanzado vivo de que un día
el buen Dios me permita que este sueño,
cada día soñado con más fuerza,
se torne realidad maravillosa,
para luego, feliz y agradecido,
transformado en dichoso bisabuelo,
besando alguna rubia cabecita,
despedirme contento de este mundo.

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 20 Mayo 2009


(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

jueves, 8 de octubre de 2009

575 - FANTASMAS DE OTROS TIEMPOS


Fantasmas de otros tiempos (575)

Mis viejos conocidos de aquel tiempo pasado,
transcurridos mil años,
-ocho décadas largas-, convertidos en sombras
de obstinada memoria,
desfilan cual fantasmas cuando cierro los ojos
y evoco aquella isla,
lugar paradisíaco, donde tuve la suerte
de crecer cuando niño.

Se cierran mis pupilas, en silencio me quedo,
y todos van pasando
delante de mis ojos, mirándome y diciendo
que se alegran de verme
otra vez entre ellos y dándome las gracias
por mantenerles vivos,
puesto que nadie muere si vivo permanece
en la memoria amiga
de un viejo conocido que cuida su recuerdo.

Sin faltar ni uno sólo,
lentamente desfilan igual que eran entonces,
cuando nos despedimos;
me saludan, me hablan unas breves palabras
y al punto desparecen,
dejándome en el alma un punto de nostalgia
que me deja sumido
durante unos instantes en vagas reflexiones,
con el telón de fondo
del Mahón de mi infancia, inolvidable y bello,
hoy, para mí, perdido
en dulces lejanías de lugar y de tiempo,
vagamente brumosas.

Recordar se asemeja a vivir nuevamente,
con los mismos amigos,
aquel tiempo perdido de nuestros años mozos,
cuando el mundo se abría
delante de nosotros como un jardín prohibido,
colmado de misterio,
de dulce incertidumbre, de juegos y placeres,
de inconsciencia, de vida…

Mahón, ¡qué bello era!, ¡qué buenos mis amigos…!
Puntualmente despiertan
junto con mis recuerdos y alegres me acompañan
hasta Es Repòs d´es Rey,
pasado ya Es Fonduc, a darnos un buen baño,
entre risas y bromas.

Mi familia se extraña de que cierre los ojos
y me quede callado,
se creen que dormido. Lo que estoy es soñando, reviviendo aquel tiempo,
muy lejos de este mundo, volando hacia Menorca….

Por favor, respetadme
y dejad que reviva, con los ojos cerrados,
aquellos años mozos,
cuando surcaba el puerto en mi bonita barca,
sin nada que viniere
a turbar aquel sueño de llegar algún día
a comandar un barco
velero de gran porte y recorrer los mares
en busca de aventuras…
No turbéis mis recuerdos, respetad mis silencios;
dejadme que reviva
unos breves instantes aquel tiempo pasado,
haciéndolo presente,
aunque tan sólo sea disparatado sueño
forjado en mis nostalgias,
evocadoras ellas de un tiempo menorquino,
vivido hace mil años.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 22 Mayo 2009

(Publ. en www.esdiari.com el 25-05-09)


sábado, 3 de octubre de 2009

578 - LARGO HA SIDO EL CAMINO

LARGO HA SIDO EL CAMINO (578)

Largo ha sido el camino, ciertamente,
y variado también, no cabe duda;
disfruté de variados horizontes
conforme avanzaba en mi trayecto
y sufrí los embates de la vida,
tornadiza en extremo y alocada,
con sus baches, plurales e imprevistos.

He sido uno de tantos, de los muchos
cuya infancia truncó una controversia
incivil, entre hermanos promovida,
-contienda que aún resulta inexplicable
para quienes hubimos de sufrirla-,
que vino a desnortar nacientes rumbos,
emproando las naves hacia mares
ignotos, cuando no alborotados,
las velas desgarradas a jirones,
sin saber a qué puerto dirigirse.

He sido uno de tantos, y me puedo
sentir afortunado, pues no todos
pudieron capear los temporales
y arribar a buen puerto, aunque no fuese
el puerto de mis sueños, solamente
un golfo diminuto y abrigado,
que impidió que las olas me tragasen,
cansado de luchar contra su fuerza.

Anclado firmemente en esta orilla
donde el azar un día me condujo,
me apresto a realizar, cuando Dios quiera,
el último viaje que me queda,
no sé si al infinito o a la nada,
a la gloria de Dios o a sus infiernos,
-las dudas no han dejado de turbarme
a lo largo de todo mi camino-,
un viaje del todo insoslayable,
sin fecha de partida prefijada,
ni puerto de arribada conocido.

No sé si lo hice bien o erré en el blanco,
mas puedo aseguraros que no existe
persona que demandar me pueda
por daños o perjuicios recibidos,
inferidos deliberadamente.

No obstante lo que digo sobre eso,
a todos mis hermanos perdón pido
por todo lo que pude molestarles
o el daño que pudiese haber causado
sin saber que tal daño les hacía,
así que puedo irme cuando quiera
sin tener que rendir cuentas a nadie,
sin deudas que pagar –pues nada debo-,
desnudo cual nací, como dijera
don Antonio Machado cuando hablaba
de los hijos del mar, cuando morían.

Largo ha sido el camino, ciertamente,
y aunque nunca alcancé la meta ansiada,
por culpa -puede ser- de aquella guerra
que hubimos de sufrir –sin comprenderla-,
he sabido gozar cada momento
sin envidias, angustias ni rencores,
dando gracias a Dios por cada día
que su merced me daba puntualmente,
haciendo renacer mis ilusiones.

Me encuentro muy cansado, lo confieso,
pero firme en el puente de mi barco,
esperando que Dios me dé la orden
para que leve anclas y abandone
de una vez para siempre este refugio,
este puerto tranquilo donde vine
a atracar este barco de mi vida
después de mil inciertas singladuras.

¡Largo ha sido el camino, ciertamente…!


José María Hercilla Trilla
hercilla.blogspot.com
Salamanca, 1º Julio 2009

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

jueves, 1 de octubre de 2009

579 - ¡ABAJO LAS CADENAS!


¡ABAJO LAS CADENAS! (579)

Parece una incongruencia: Una más o una menos,
¿qué importancia tiene eso?

De joven, lleno de fuerza, sometía mi escritura
a los rigores del verso,
cuidando medida y rima, procurando no excederme
en ninguna de ambas cosas,
buscando las consonancias -en ocasiones esquivas-,
o usando del asonante
-más fácil generalmente-, hasta lograr una obra,
que aunque débil en el fondo,
pudiera ser admitida entre las personas cultas
como una obra aceptable,
aunque el lector fuese ajeno a los sudores sufridos
por aquel joven poeta,
o aquel poeta aprendiz, que entretenía sus ocios
escribiendo en la alta noche
del pueblerino lugar donde vivía alejado
del mundo y sus tentaciones.

¡Cuantas las noches pasadas ante el pliego de papel,
aguardando el campaneo
del reloj del municipio, el rompedor del silencio
de la alta madrugada,
para a eso de las cinco guardar papeles y libros
y retirarme a dormir,
con la conciencia tranquila de haber estudiado un rato
y otro rato haber escrito,
siempre sujeto a las normas de una métrica exigente
que limitaba mis ansias
de explayarme a mis antojos, conforme me conviniera
o exigiera mi discurso!

Transcurridos ya mil años, cuando al final me aproximo,
liberado de ataduras,
escribo como me place y satisfago aquel sueño
de prescindir de la rima
que me amargaba las noches, y me río como un loco
de asonantes facilotes
y consonantes esquivos, procurando solamente
que la idea sea clara,
y que se exprese con ciertas medidas irrenunciables,
pues si prescindes de ambas
-de la medida y la rima-, viene a quedarse lo escrito
en una prosa cortada,
sin ritmo alguno asequible al oído del que lee,
que, al final, renuncia a hacerlo
y te tira a la basura para que en ella te pudras.

Por eso antes decía
que cuando, pleno de fuerzas, escribía mis poemas,
me encontraba prisionero
de la métrica estudiada, mientras que en estos momentos,
cuando las fuerzas me faltan,
me rebelo a esa medida, a esa rima esclavizante,
y escribo como me place,
teniendo sólo cuidado de no decir necedades,
de que el fondo de mis versos
pueda placeros a todos y su lectura no os sea
un tormento inaguantable.

Por eso decía antes que creo una incongruencia
haber esperado tanto
para ahora sacar fuerzas -cuando ya fuerzas no tengo-,
y renegar de las normas
que, sobre medida y ritmo, amargáronme la vida,
en mi juventud lejana,
convirtiéndome en esclavo sujeto a su tiranía.

Hoy puedo gritar ufano
el viejo grito de guerra, de que “Abajo las cadenas”;
liberado de ataduras,
escribo como me place, preocupado solamente
de que lo escrito no sea
una prosa entrecortada que carezca de cadencia,
que tenga cierta armonía,
que no lesione el oído del lector desprevenido
que amablemente me lea,
que bastante sacrificio hace el pobre, para encima
torturarle los oídos
con geniales tomaduras de pelo, cual se acostumbra
en el mundo de las letras,
donde parece que alguno quiere dar gato por liebre,
y hasta a veces lo consigue.

Escribo como me place, y lo único que siento
es no haberlo realizado
unos cuantos años antes, cuando tenía la vida,
toda ella, por delante,
y no ya en estos momentos, cuando el camino se acaba,
cuando el cansancio te agobia,
el horizonte se cierra y no cabe hacer proyectos
de futuro, puesto que éste
ya no existe -y si existiera-, es tan breve que no admite
absurdas divagaciones,
esas que suelen hacerse cuando te sientes aún joven
y la vida te sonríe.

De nuevo lo digo y grito, mientras me dure la cuerda,
lo de “Abajo las cadenas”,
para seguir escribiendo con libertad absoluta,
poniéndome por montera
lo que puedan criticarme aquellos que no comulguen
con mi estilo y mis maneras.

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 2 Julio 2009

jueves, 24 de septiembre de 2009

589 - LOS VERANOS EN BARCO DE ÁVILA



Los veranos en Barco de Ávila (589)


Depende del calor de cada día
-no digo del humor, quede bien claro-;
días hay que amanecen neblinosos,
otros hay luminosos, soleados,
en que el mundo se ve obra divina,
perfecto cual salido de sus manos.

Depende del color con que amanecen;
los días que despiertan poco claros,
incluso oscurecidos por completo
por un grueso borrón, negro y compacto,
evidente resulta que no puedes
de igual forma vivirlos y encararlos
que aquellos en que el sol luce en el cielo
y el mundo se nos muestra iluminado
con brillantes colores esplendentes
que invitan a quererlo y admirarlo.

Si os parece que tengo hoy un mal día
no me culpéis de ello, pues, Hermanos,
no he tenido la culpa de que el Sol
su salida la haya retrasado,
oculto por completo entre las nubes,
sin dignarse lucir allá en lo alto,
cual es su obligación, para recreo
de todos los que al orto le esperamos
para expandir el alma con sus luces
y dar comienzo al día con buen paso.

Confiemos en Dios y en que mañana
nos quiera conceder como regalo
un día como esos que me gustan,
un día menos fresco, más templado,
de esos que me sacan la sonrisa
y la llevan a la curva de mis labios
que se enarcan gozosos hacia arriba,
y no como hoy los tengo, hacia abajo.

Perdonadme que hoy tenga un mal día;
el sol faltó a la cita, me ha dejado
a cuerpo descubierto frente al frío
que aquí reina, incluso en el verano,
el corto veranillo de estas tierras,
de este pueblo serrano que es El Barco,
donde tengo una casa, pues barcense
es la bella mujer con que he casado,
¿y a dónde voy a ir a estas alturas,
si soy feliz aquí, junto a su lado,
con las piernas cubiertas y abrigadas
si no quiero morirme tiritando?

Se extraña de que sueñe con mi tierra,
Cañaveral nativo y muy lejano,
en invierno muy frío, ciertamente,
pero sólo en invierno, no en verano,
del que algunos se quejan, pero estimo
que es gente que se queja en todos lados.

¿Qué diere por estar allí de nuevo,
cuidando mis colmenas, como antaño,
extrayendo la miel de sus panales,
atendiendo enjambres y jabardos,
para luego, al llegar el mediodía,
prepararme contento mi gazpacho
-majado con un poco de poleo-,
y comerlo feliz debajo un árbol,
el mismo que a la noche ha de servirme
para poder dormir a cielo raso?

¡Cañaveral, constante en mi memoria,
Cañaveral, mi pueblo inolvidado,
nunca sabrás lo mucho que te añoro,
jamás sabrás lo mucho que te extraño!


José María Hercilla Trilla
El Barco de Ávila, 27 Jjulio 2009

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

martes, 22 de septiembre de 2009

580 - PERSEVERANTES DUDAS

PERSEVERANTES DUDAS (580)


Perdóname, Señor, estas eternas,
cuan molestas, perseverantes dudas
que amargan y entristecen mi existencia
con su manto obstinado de negrura.

Cuidado que cavilo y le doy vueltas,
buscando hallar respuesta a las preguntas
que me asaltan, a diestro y a siniestro,
sin lograr encontrar tan sólo una
que pueda convencerme plenamente
y aclarar con verdades las oscuras
razones que solícitas me ofrecen
doctas mentes o ilustres purpurados
de la Santa, Católica y Romana
Iglesia en la que un día fui educado.

Mi buena voluntad puse en el trance,
deseando creer a cierra ojos,
pero siempre hay un punto indescifrable,
una torpe pregunta que me hago
sin encontrar respuesta convincente
que alcance a disipar mis inquietudes…

Mas a pesar de todo, no me aparto
del camino que espero que me lleve
lo más cerca posible de tu lado
y procuro cumplir tus mandamientos,
y muy especialmente aquel que dice
lo de amar a tu Dios y a tus hermanos
lo mismo que te amas a ti mismo,
mandato de obligado cumplimiento
para todos aquellos que pensamos
que un mundo sin amor es un infierno,
pues sólo con amor puede lograrse
que vivamos en paz el corto tiempo
que media entre el nacer y el acabarse.

Seguiré con mis dudas, pero nunca
dudaré en seguir tus enseñanzas
y amaré –a mi Dios y a mis hermanos-
creyendo que ese amor es lo que importa.

Y lo demás, los puntos en que dudo,
los seguiré dudando, ciertamente,
mas son dudas que para nada afectan
a este seguir viviendo enamorado,
sin pensar otra cosa que no sea
cumplir ese mandato que me dieron
de amarás a tu Dios y a tus hermanos
lo mismo que te amas a ti mismo.

¡Qué Dios me ayude y dé fuerza bastante
para salir airoso de ese empeño!


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 4 Julio 2009

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

lunes, 21 de septiembre de 2009

581 - HA DE LLEGAR EL DÍA ...

Ha de llegar el día (581)

Ha de llegar el día –Dios quiera que se tarde-,
de resolver las dudas
que me han acompañado durante mi camino,
amargándome a veces
alguna de las horas que éranme precisas
para otros menesteres,
pues con pensar no basta para afrontar la vida
y ganarse el sustento
preciso cada día para seguir viviendo.

¡Cuantas horas pasadas
en un fútil intento de hacer luz que aclarase
las oscuras tinieblas
que el alma me turbaban con obstinado empuje!

Lo que me tranquiliza
es saber que ese día –el del fin de mi vida-
al hacerse la luz
y aclararse mis dudas, podré dormir sin nada
que sobresalte el sueño,
sin padecer insomnios por culpa de esas dudas
que me han martirizado
buscando resolverlas, o al menos vislumbrarlas.

Por mucho que he pensado,
no me ha sido posible desvelar los misterios
de la vida y la muerte,
del presente y futuro, del origen y causa
del mundo en que vivimos,
llegando a convencerme de que es un misterio
por siempre indescifrable
para todos nosotros, y que sólo ese día
cuya llegada aguardo,
tendré cabal respuesta a todas las preguntas.

¡No tengo prisa alguna por llegar a saberla!

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 5 Julio 2009

De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

sábado, 19 de septiembre de 2009

582 - NO TE CONFUNDAS, AMIGO...

No te confundas, amigo…. (582)

No te rías, amigo, ni vivas engañado;
no te creas que vivo
esclavo, obsesionado por esa eterna duda
que roe mis zancajos,
de la que suelo hablarte en muchas ocasiones,
cuando tenemos tiempo
y lugar para hacerlo, cuando nos confesamos
-sin temor ni tapujos-
aquello en que pensamos, que no por reiterado
llega a ser obsesivo.

Ya sabes que prefiero pensar en esas cosas,
que me intrigan y sirven
a mantener despierta mi atención, sobre todo
aquello que a los hombres
afecta y les trasciende, tal como, “verbi gratia”,
el oculto misterio
de la vida y la muerte; prefiero todo eso
a pensar en los goles
que en un campo de fútbol se encajen dos equipos,
por muy famosos ellos
que puedan proclamarse, o en los altos fichajes
pagados por algunos
de sus hombres punteros, algunos ni españoles,
ni en España nacidos.

Una buena lectura, un buen día de campo,
una tarde en un parque,
en un sitio tranquilo, sin ruidos si es posible,
donde pueda entregarme
a pensar esas cosas que examino con lupa,
aunque luego no saque
ningún provecho de ello, me son mucho más gratas
que ver pegar patadas,
o ver cómo son otros quienes hacen deporte,
-lo que deporte llaman,
que deporte es tan sólo aquel que hace uno mismo,
ya sea por su gusto
o el médico le ordene por falta de apetito,
no aquel hecho por otros,
donde encima te cobran por dejarte aplaudirles-.

No te rías, amigo,
no vivo obsesionado; tan sólo es un capricho,
especie de manía,
que me impulsa y empuja a resolver mis dudas,
esas dudas que a otros
parece que les tienen sin cuidado aparente.

Por lo demás, no temas;
aunque capaz no sea de conseguir mi objeto,
estoy bien convencido
de que dentro de poco desvelaré el misterio.
¡Y dormiré tranquilo!

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 6 julio 2009

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

viernes, 18 de septiembre de 2009

583 - EL MUTIS OBLIGADO


El mutis obligado (583)

Me niego a declarar finiquitada
la absurda y sencilla comedieta
en la que actúo obligadamente,
asumiendo el papel que me asignaron
el día que nací, sin consultarme.

No sé si lo hice bien o si he fallado,
mas puedo asegurar que siempre puse
lo mejor de mi mismo en cada una
de las muchas funciones que he ido dando
día a día, durante ochenta años,
mejor dicho, ochenta y tres cumplidos,
para decir verdad y ser exactos.

Jamás me emborracharon los aplausos,
-si fui digno de ellos, que lo dudo-,
ni pudieron tampoco deprimirme
las pitadas –tal vez muy merecidas-,
del público asistente a mis funciones,
justo pago a torpes quehaceres,
de los cuales me siento arrepentido.

La trama de la historia que yo cuento,
es decir de la historia de mi vida,
de la que soy actor, sin previo ensayo,
se avecina veloz al desenlace,
por mucho que me empeñe en prolongarla
y resista a bajar del escenario
donde doy cada día mis funciones,
aburridas tal vez, y reiteradas,
mas de imposible cambio a estas alturas.


No sé cuantas funciones aun me quedan
pendientes de ofrecer ante los míos,
mas quiero interpretarlas dignamente
y al final hacer mutis por el foro
sin que nadie se atreva a despedirme
con pitadas, insultos o dicterios
que afecten a mi honor o a mi buen nombre.

No tengo otra fortuna, solo ésta,
un buen nombre que he ido cultivando
a lo largo y ancho de mi vida,
pensando que algún día habría de darlo
a quienes heredaran mi apellido,
y un montón de papeles y de libros,
donde he ido dejando mis recuerdos
e incluso alguna vez alguna idea,
-pudiera ser que no del todo mala-,
tal vez aprovechable alguna de ellas,
aunque dudo que a nadie le aprovechen.

El alma tengo presta a la salida,
lo noto en lo poco que ambiciono,
en esa dolorosa indiferencia
que me invade cuando contemplo el mundo;
en mis ansias de dar lo poco o mucho
que pude acumular en mi trayecto,
convencido al fin de que ya nada
me es preciso para seguir viviendo,
de que es mejor andar sin tanto peso,
ligero de equipaje, sin cadenas,
con aquello que es estrictamente
necesario para seguir viviendo.
Pero a pesar de todo, me rebelo
a dejar la función en la que actúo
y a bajarme inopinadamente
del tablado que aguanta mi persona,
dando fin a mi pobre recitado,
mas temo que muy pronto, el que dirige
el sainete que torpe represento
decida poner fin a mis funciones
clausurando el corral de mis comedias.

Aquí quiero dejar muy bien sentado,
que al hacer yo el mutis por el foro
he de hacerlo muy obligadamente,
que no en balde, durante estos años
de interpretar mi rol conforme pude,
me he ido encariñando de vosotros
y hoy me duele dejaros para siempre,
lo mismo a los que un día me aplaudisteis,
que a los que me pitaron otras veces.

Aunque sea de tarde, muy en tarde,
acordaos de aquel titiritero
que entretuvo alguna de las horas
en que fuisteis testigos de su farsa,
que se marchó un buen día, y al que nunca
se le volvió a dejar que se subiera
sobre aquel escenario de su vida.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 8 Julio 2009

De mi libro: "El penúltimo cuaderno"

jueves, 17 de septiembre de 2009

584 - LOS SIETE INTÉRPRETES

Los siete intérpretes (584)

Leído en la Prensa: “Varios políticos autonómicos españoles reunidos,
han precisado de siete intérpretes para entenderse entre ellos”

España marcha bien, ya no hay ni crisis,
ni problemas que puedan preocuparnos,
ni negros nubarrones en el cielo
que amenacen con rayo o con pedrisco.

Tan bien marcha esta España, o lo que queda
una vez fraccionada en veinte partes,
-ya sé que es una menos, mas no rima-,
que pueden dedicarse quienes mandan,
y por supuesto cobran con largueza,
a jugar con las lenguas que nos unen,
de las cuales hay una que sabemos
hablarla y escribirla casi todos,
esa lengua hablada en medio mundo
que todos aprendimos en la infancia,
mas que ahora, cuando hablan entre ellos,
parecen ignorar, siendo preciso
que otras siete personas interpreten
las palabras que salen de sus bocas,
para que nadie excusarse pueda
diciendo que no entiende lo que habla
cada uno de los allí reunidos;
y el problema que pudo resolverse
en amigable charla de dos horas
usando de la lengua que nos une,
ocupó dos o tres largas jornadas,
hablando cada uno por su lado
y usando traductor que lo traslade
a la lengua de cada uno de ellos,
ufanos de decir que no comprenden
el idioma común, el que ellos mismos
hablaban con fluidez un poco antes
de empezar la reunión a que se alude,
el idioma común a toda España.

Esas cosas, de usar de traductores
en casa, para hablar entre nosotros,
no pasa más que aquí, en nuestra España,
esta España de circo y opereta
que olvida la existencia de una Norma
que dice que tenemos el derecho,
seguido del deber correlativo,
de hablar y de entender la común lengua
que a todos cohesiona felizmente.

Evidente resulta que no debe
de haber grandes problemas en España,
puesto que los políticos se paran
en asuntos carentes de importancia
-hablarse con intérprete interpuesto-;
en hablar del pasado, aún sabiendo
que carece de objeto removerlo;
en retirar honores –vano humo-
a personas que ya nadie recuerda;
en tirarse chinitas o cantazos,
a ver si aciertan y se descalabran;
en echarse a la cara corrupciones,
a cual de ellas más gorda y vergonzosa,
y en decirse “Tú más”, sin darse cuenta
de que mejor sería que callasen
y encarasen con ánimo resuelto
la situación de España, que no es buena,
-por mucho que alguien diga lo contrario-,
procurando hallar las soluciones
a este paro creciente que avergüenza
a los que aún la tenemos y sentimos
no poder remediar tantas desgracias.

Harto estoy de políticos ineptos
que sólo piensan en perpetuarse,
cubrirse las espaldas y el futuro
tener asegurado con holgura,
tal vez con excesiva y no ganada
holgura, si atendemos a sus logros
para sacar a España de este caos
en el que, poco a poco, nos hundimos.

¡Qué pena ver como se pierde el tiempo
en chorradas y en interpretaciones,
pero a tales extremos se ha llegado
que ya ni entre nosotros, españoles,
podemos entendernos al hablarnos!

¡Qué pena y que vergüenza he sentido
al leer la noticia que nos habla
de que hay que usar de traductores
en España y entre nosotros mismos!

Algo no marcha bien, no cabe duda,
para haber arribado a tal extremo
de necedad supina incontrolada,
algo no marcha bien. ¡Dios nos proteja!

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 10 Julio 2009
(Es Diari, 13-7-9)
(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

miércoles, 16 de septiembre de 2009

585 - ¿NOCHE O DÍA?



¿NOCHE O DÍA? (585)


Ya Sócrates lo dijo delante de sus jueces,
que al morirnos la muerte nos sumerge en un sueño
desprovisto de ensueños, en que el tiempo parece
como una sola noche, una noche infinita,
interminable noche, en la que nos dormimos
definitivamente, sin esperanza alguna
de despertar un día, retornando a la vida.

Aunque también apunta que la muerte pudiere
ser un cambio o mudanza del alma del difunto
hacia otros lugares –por supuesto mejores-,
donde todos los muertos, si es cierto lo que cuentan,
estarán hermanados, cada cual con aquellos
que le sean afines, disfrutando del tiempo
-en este caso un día, un infinito día,
por siempre inacabable-, con charlas sustanciosas,
una vez alcanzada la verdad absoluta,
la que tanto buscaron en su estancia en la tierra.

Como quiera que fuere lo cierto de la muerte,
-dormir anonadado en infinita noche
o vivir solazado, entre viejos amigos,
en un lugar remoto, de eterna primavera,
con el sol derramando en el cenit sus rayos,
sin ocultarse nunca-, lo cierto es que ambas cosas
presentan sus encantos y hacen digerible
el fúnebre misterio que a los hombres embarga
cuando ven acercarse a la pálida dama,
la que, guadaña en mano, va cortando los hilos
que mantienen unidas a la vida y la muerte.

No merece la pena cavilar sobre eso,
en si es una desgracia o si es una ventura,
el hecho de morirse, del que nadie se libra;
o noche inacabable o día deleitoso
con horizontes nuevos. Cualquiera de ambas cosas,
cuando llegue el momento, nos será desvelada,
aunque quizá nosotros, como cuerpos mortales,
mejor dicho ya muertos, seamos incapaces
de enterarnos del sitio al que por fin llegamos.

Lo he dicho muchas veces, que aunque hombre curioso,
inquieto por la duda, prisa alguna no tengo
por correr la cortina que desvela el misterio.

¡Tiempo habrá para todo! ¿Para qué apresurarse?


José María Hercilla Trilla
Barco de Ávila, 12 Julio 2009

(De mi libroo: "El penúltimo cuaderno")

martes, 15 de septiembre de 2009

586 - EXAMEN DE CONCIENCIA



Examen de conciencia (586)

Lo pienso muchas veces, y acredito
que es bueno hacer examen de conciencia,
aunque sea a destiempo y algo tarde
para poner remedio a ciertas cosas.

Llegado a cierta edad –aunque no viejo,
palabra que repugna a mis principios-,
forzoso es confesar que esto se acaba,
que no cabe esperar largo futuro,
ni cabe proyectar grandes hazañas
que no podrás jamás llevar a cabo.

¿Para que engañarse a uno mismo?

Es tu cuerpo el que te va avisando,
de modo despiadado algunas veces,
con mil enfermedades y dolores,
sintiendo como aumentan tus carencias,
como pierdes memoria y facultades,
avisa que la cuerda se te acaba
y que el tren de tu vida entra en agujas,
de que llegas al fin de tu destino.

Por eso te acredito y aseguro
que es bueno hacer examen de conciencia
y a Dios agradecerle sus mercedes,
y a Dios y a tus Hermanos suplicarles
que sepan perdonarte tus pecados,
gran número de veces cometidos,
más bien que por maldad, por ignorancia,
por ser un pobre imbécil presuntuoso
que creyó que le estaba permitido
campar a sus antojos por el mundo,
sin pensar en el mal que sus acciones
pudieren irrogar a sus Hermanos.

No sé cuando el reloj ha de pararse,
mas tranquilo espero ese momento
mientras hago examen de conciencia,
para luego a mi Dios darle las gracias
por todas las mercedes recibidas,
y a Él y a mis Hermanos, igualmente,
suplicarles que quieran perdonarme
mis faltas y pecados.¡Así sea!


José María Hercilla Trilla
Barco de Ávila, 15 Julio 2009

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

lunes, 14 de septiembre de 2009

587 - EL MUNDO SOÑADO

El mundo soñado (587)


Hubo un tiempo remoto en que soñaba
con un mundo ideal, donde nos fuere
posible convivir amicalmente,
un mundo donde todos los humanos
cupiéramos en paz y en armonía,
donde fuere posible que el gobierno
de los hombres pudiere ser tratado
con limpio corazón y buenos modos,
sin tener que tirarse a la cabeza
los trastos, los insultos, los rencores,
y pudiere tratarse del gobierno
de los hombres, sin que estos mismos hombres
se odiasen entre sí, por nimiedades
carentes realmente de importancia,
-el color, o la lengua, y sobre todo
a cuenta del dinero-, sin pararse
a pensar que la vida no es apenas
nada más que un suspiro entrecortado,
nacido y extinguido en breve plazo,
sin que puedas llevar maleta alguna
-cargada de dinero, bien se entiende-,
cuando cierres los ojos y el viaje
sin retorno emprendas solitario,
llorando tus riquezas, ese oro
por el cual cometiste indignidades
en tu afán de amasar una fortuna
de la cual disfrutar eternamente
y ahora ves esfumarse como el humo.


La eternidad, con la que tú soñabas,
ha durado apenas un instante,
y ¿ha valido la pena tanta lucha,
tanto odio y tantas zancadillas,
cohechos, ruindades y bajezas
como fuiste sembrando en tu camino,
para luego, al final, irte desnudo,
en puros cueros vivos, como todos
nos vamos cuando llega nuestra hora,
esa hora que puede ser mañana,
o quizás, por qué no, dentro de un rato?

Os confieso que aún sigo soñando
con el mundo ideal en que soñaba
apenas iniciado mi camino,
cuando estaba pletórico de vida,
cargado de ilusiones y proyectos,,
aunque –triste es decirlo- desconfío
que pueda disfrutarlo antes de irme,
lo cual es una pena, y bien lo siento.

¡El odio y la codicia, os lo aseguro,
cargado de experiencia, no son buenos
para andar el camino como Hermanos!


José María Hercilla Trilla
El Barco de Ávila, 25 Julio 2009

(De mi libro: "El Penúltimo cuaderno")

sábado, 12 de septiembre de 2009

588 - A LA NIÑA CARLA



(588)

CARLA

(A ti, Carla, preciosa,
y a tus abuelos)

Me equivoqué de pleno;
creí que era una niña,
una niña cualquiera,
como otras muchas niñas,
una niña muy guapa,
una niña muy buena,
de las que los amigos
nos muestran orgullosos,
diciéndonos: “Mi nieta,
su nombre es el de Carla”

Me equivoqué de pleno,
pues luego, al escucharla,
allí, junto a mi oído,
susurrarme bajito
aquel bello poema,
hablándome de amigos
de diversos colores
-el negro, el amarillo…-,
descubrí que no era
una niña cualquiera,
sino más bien un ángel,
sin alas, es muy cierto,
pero también es cierto
que hay ángeles sin alas,
esos hijos y nietos
-excepcionales ellos-,
que Dios, de cuando en cuando,
envía hasta la Tierra
para darnos un premio.

Y hoy creo firmemente
que esa niña preciosa,
modosita y compuesta,
que recita poesía
con esa vocecita
tan suave como tierna,
es un ángel del cielo
que un día vino a verme
y me dejó prendado
con sola su presencia.

Muchas gracias, mi niña,
y que Dios te conserve
tan bonita y tan tierna,
tan dulce y candorosa,
como ahora te muestras.


José María Hercilla Trilla
El Barco de Ávila, 25 Julio 2009


(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

viernes, 11 de septiembre de 2009

590 - PIENSO, LUEGO EXISTO

Pienso, luego existo (590)


Pienso, luego existo. Así decía
el filósofo aquel, hace algún tiempo,
y todos acataban su aforismo,
sin que nadie contradecirle osara.

Yo me pongo a pensar y no me cuadra;
yo prefiero decir de este otro modo:
Pienso, luego dudo, y cuando dudo
comienzo por dudar de mi existencia,
de si existo en verdad, o soy tan sólo
un sueño que pudiese estar soñando
otro ser, para mí desconocido,
soñador asentado en otro mundo,
que un día, al despertar él de su sueño,
me borrare por siempre de su mente,
creyendo que yo fui una pesadilla
que turbó unos momentos su descanso.

Yo me pongo a pensar, y entonces dudo
no tan sólo de mí, de todo cuanto
inexplicablemente me circunda,
se mueve en torno mío y me acompaña,
un día y otro día, en mi camino,
un camino que ignoro donde lleva,
que ignoro cuando acaba, aunque supongo
que tendrá que acabar cuando despierte
Aquél que -no sé dónde- está soñando
y en sus sueños le nace mi figura,
tal vez como un mal sueño ¿quién lo sabe?,
que luego –al despertar- desaparece.

Así pues, desechemos, por sencillo,
ese viejo aforismo que asegura
que sólo por pensar, sabes que existes;
sería muy hermoso que así fuese,
pero yo no me atrevo a asegurarlo,
esclavo de las dudas que me embargan.

Piense usted lo que quiera, caro amigo,
mas deje que yo siga con mis dudas,
pensando que tal vez soy sólo un sueño
de un ser desconocido que me sueña,
cuando no una torpe pesadilla.

(Depende de los días, es muy cierto;
felizmente no todos son iguales)


José María Hercilla Trilla
El Barco de Ávila, 5 Agosto 2009


De mi libro: "El último cuaderno")

jueves, 10 de septiembre de 2009

591 - EL VERSO ENDECASÍLABO



El verso endecasílabo (591)


¡El verso endecasílabo! Sin duda
un regalo que Dios nos hizo un día
para poder cantarle y darle gracias
por cuanto de sus manos nos es dado.

Bendita sea mil veces esta lengua
en la que el verso surge descuidado,
de un modo natural, sin gran esfuerzo,
incluso a borbotones ciertas veces
en esas largas noches en que insomne
permaneces inquieto, dando vueltas,
sin lograr conciliar el fugitivo,
inasequible sueño que te esquiva.

Empiezas a pensar, sin saber cómo
encontrar solución a tu desvelo,
y de pronto compruebas como nace
un verso endecasílabo en tu mente,
y viene a reventar entre tus labios,
dejándolos con un sabor a menta,
con ganas de seguir paladeando
otros versos que sigan al primero,
y todos ellos juntos manifiesten
una idea que has ido dando vueltas,
y que por fin explota en la alta noche,
a solas y en silencio, sin partero
que venga a socorrerte en ese trance.

Ha sido, el verso endecasílabo,
ese verso sonoro, cuán rotundo,
que ha llegado en tu auxilio y te ha salvado
de esa noche de insomnio interminable
que pudo conducirte a la locura;
gran aprecio le tengo yo a ese verso
que comparte mis hondas soledades
y me ayuda a aguardar esperanzado
la llegada de cada nuevo día.

¡El verso endecasílabo, sin duda
un regalo de Dios! ¡Bendito sea!


José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
El Barco de Ávila, 6 Agosto 2009

miércoles, 9 de septiembre de 2009

593 - CON LOS OJOS CERRADOS




Con los ojos cerrados (593)


Cuando vayas a orar, cierra los ojos,
no esperes que tu Dios se te aparezca
y se haga visible, en justo pago
a ese amor que sin duda le profesas.

Cuando vayas a orar no te es preciso
dirigir hacia el frente tu mirada,
con los ojos abiertos por completo;
mas bien, cierra los ojos, como en signo
de evidente humildad, de confianza,
de mudo acatamiento a sus designios,
y dile todo aquello que te brota
del fondo de tu alma, tal y como
lo podrías decir a un buen amigo,
ese amigo que todos poseemos,
al cual nuestros secretos confiamos
mientras damos los dos largo paseo,
en un atardecer propicio a ello.

Con los ojos cerrados por completo
mejor concentrarás tus pensamientos
y podrás musitar tus oraciones,
sin que nada interrumpa ese coloquio
que con Dios se establece cuando el hombre
le reza con la fe del carbonero
a ese Ser superior en el que cree,
a ese Dios al que acude con sus cuitas,
confiado en su misericordia.
A sus pies póstrate humildemente
y, cerrados tus ojos por completo,
eleva tu oración emocionada,
sin mirar cosa alguna de tu entorno,
sin tampoco atender voces extrañas,
a solas con tu Dios, en mano a mano,
en místico coloquio silencioso,
sin que nada ni nadie se permita
turbar la conexión establecida
entre un hombre que reza conmovido
y su Dios, que lo atiende bondadoso,
dispuesto a atenderle en su congoja.

A Dios no se le ve, vemos sus obras
y bastante son ellas a probarnos,
no solo su existencia indubitada,
su infinita y cabal sabiduría,
mas también su poder omnipotente,
capaces de crear un universo,
y dotarlo de leyes naturales
que rigen su girar en el espacio.

No pretendas que Dios se te aparezca;
si ya viste sus obras, te es bastante,
ya sabes que está ahí, siempre presente,
atento al movimiento de los astros,
como atento también a tus palabras,
tendiéndote la mano que le pides
postrado ante sus plantas, sin mirarle,
con tus ojos cerrados, en un signo
de humilde acatamiento y confianza.

Cuando vayas a orar, cierra los ojos;
está en tu corazón, está contigo,
seguro que esperando que le digas
tu sentida oración, algo así como:

“”Con los ojos cerrados, a Tu lado,
con los ojos cerrados, voy contigo,
con los ojos cerrados, confiado,
con los ojos cerrados, donde quieras,
con los ojos cerrados, voy seguro,
con los ojos cerrados, de tu mano,
con los ojos cerrados, a ella asido,
con los ojos cerrados, voy tranquilo””


José María Hercilla Trilla
El Barco de Ávila, 7 Agosto 2009

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno" )

martes, 8 de septiembre de 2009

594 - EL CAMINO

El camino (594)

A mi mujer, Pilar Mañoso Bueso,
sin la cual no hubiese habido ca-
mino para mí. J.M.H.T,


El camino, los dos lo hicimos juntos,
como juntos también envejecimos
y juntos seguiremos hasta cuando
el buen Dios considere que es bastante
el tiempo que llevamos los dos juntos
y decida que siga en solitario
cualquiera de los dos, el que a Él le plazca,
llevándose consigo al elegido
-¿y por qué no decir al castigado?-,
a alejarse del otro, del que fuera
hasta ese momento decisivo
“compañero del alma, compañero”,
sin el cual no pudiera haber vivido.

El camino, ese largo camino,
del que intuyes que se nos va acabando
-son los años que mandan, no nosotros-,
que quisieres hacer interminable,
incluso –a ser posible- hasta infinito,
pero cuyo final se ve cercano
por mucho que presumas y pregones
“Cada día más joven y más tieso”
a quienes te preguntan cómo andas.

Pido a Dios que me elija a mí primero,
y me evite sufrir esa condena
de perderte y llorarte después luego,
el resto de los días que me resten,
soñando con tu amor, con ese premio
-quizás inmerecido-, con que un día
la vida me premió en su lotería.

El camino, los dos lo hicimos juntos.
Ojalá, el Buen Dios nos permitiere
llegar hasta la meta siempre juntos,
y juntos traspasarla, ¡siempre juntos!


José María Hercilla Trilla
El Barco de Ávila, 12 Agosto 2009

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

sábado, 5 de septiembre de 2009

595 -PROBIBIDO MIRARSE AL ESPEJO

Prohibido mirarse al espejo (595)

Hombre soy, ya muy poco aprovechable;
como dijo el poeta, cuando hablaba
de Itálica famosa; también digo:
“Éste que veis ahora, en otro tiempo
también fuera un hombre musculoso,
valiente, decidido, y al que nada
le amilanó en la vida”, y otras cosas
que callo, pues a nadie le interesan.

Me miro en el espejo y os confieso
que me cuesta esfuerzo sobrehumano
conocerme en el pobre sujeto
que su cristal refleja despiadado,
sujeto que me mira y que se esfuerza
en hacerme una mueca sonriente,
sin lograr alegrar el triste cuadro,
en todo semejante a un don Quijote,
tras ser apaleado en su camino
por un grupo de ruines malandrines.

No te rías, amigo que me lees,
que así suele pasarnos a los hombres,
incluso al más valiente y poderoso,
que al paso de los años nos doblamos
y venimos a ser tan sólo eso,
un saco de pellejo y unos huesos,
que si un momento erguidos y lozanos,
ya dispuestos –si Dios no hace un milagro-
a darse el batacazo y caer al suelo,
en polvo y en ceniza convertidos.

¿Qué no estoy muy alegre? Pues es cierto.
Es que acabo de verme en el espejo,
y ha sido tal el susto al contemplarme,
que aún estoy afectado por el cuadro,
y hasta dentro de un rato es imposible
que a mi cara retorne la sonrisa.

Perdonadme por ello, mis Hermanos;
volved dentro de un rato y me veréis
repuesto ya del todo y bien dispuesto
a compartir sonrisas con vosotros,
y a mentir que, más joven cada día,
os espero, en este mismo sitio,
el próximo verano, si Dios quiere.


José María Hercilla Trilla
El Barco de Ávila, 15 Agosto 2009

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

viernes, 4 de septiembre de 2009

592 - DE NUEVO JUNTO A TI, SEÑOR ...

De nuevo junto a Ti, Señor (592)


De nuevo junto a Ti, como otros años,
a postrarme a tus pies, para rezarte
y ¿cómo no?, también a agradecerte
las mercedes venidas de tus manos.

Igual que en otros años, me refugio
junto a Ti, en tu ermita recoleta,
y me dejo llevar - en el silencio
que aquí reina de modo permanente-,
por hondas emociones que me embargan
y sosiegan mi espíritu, cansado,
cual cansadas se muestran ya mis piernas.

En esta dulce calma silenciosa,
a la orilla del Tormes literario,
sabiéndome a Tu lado, me abandono
y olvido todo cuanto me circunda,
musitando en dulce bisbiseo:

¡Perdóname, Señor! ¡Perdón te imploro
por los fallos que tuve en mi camino,
de los cuales estoy arrepentido
y hoy te pido, Señor, que me perdones!

Desconozco el tiempo que me resta
para seguir viniendo hasta Tu lado;
supongo que no mucho, pero en tanto
respire y aletee, mientras viva,
acudiré a la cita que tenemos
concertada anualmente para vernos
y hablarnos, como dos buenos amigos,
aquí, en la vieja ermita, junto al río
que va llevando al mar, inexorable,
lo poco que me queda ya de vida,
la mar, que es el morir, como bien dijo
cierto día un poeta inolvidable.

¡Santo Cristo del Caño, hasta que vuelva
no me dejes, Señor, desamparado!


José María Hercilla Trilla
Escrito en la Ermita del Stmo. Cristo del Caño
El Barco de Ávila, 6 Agosto 2009

jueves, 3 de septiembre de 2009

562 - ESCRITO EN UN DÍA GRIS


ESCRITO EN UN DÍA GRIS (562)
(Prosa en alejandrinos)

A mí me gustaría, / os lo aseguro, amigos,
que cuando Dios disponga / borrarme de la lista
del mundo de los vivos, / esa baja obligada
en el censo terrestre, / no constituya apenas
contratiempo ninguno, / ni excesivo motivo
de pena y desconsuelo / para todos vosotros,
familiares y amigos / a los que tanto debo,
a los que tanto quiero, / a quienes sois mi vida.

Con los años se aprende / a un irse desasiendo
blandamente, sin luchas, / de todo lo que un día
motivó nuestras ansias / y en que, para lograrlo,
agotamos las fuerzas / y se nos fue la vida.

Creímos que el tesoro / -Vellocino de Oro-,
conseguido en la lucha, / -dinero, bienes, fama-,
sería un bien eterno, / como eterna creímos
que sería la vida. / Vano error, que se cura
con el paso del tiempo, / al ver como se mustian
poco a poco las fuerzas, / y al ver como los ojos
van perdiendo su brillo, / e incluso como el alma
va perdiendo aquel tenso / interés que mostraba
por las cosas del mundo, / que empiezan a aburrirle.

Yo me encuentro dispuesto / a emprender el viaje
al valle del olvido. / Tan sólo me preocupa
no causaros trastornos, / no originar molestias,
no apenar en exceso / a todos cuantos soïs
lo mejor de mi vida: / Sacrificada esposa
que me endulzó mis horas; / queridísima hija,
yerno y nietos amados; / parentela y amigos,
a ninguno quisiera / dejar tras mí llorando.

No merece la pena / llorar por una ausencia,
sobre todo sabiendo / que no es definitiva,
y que un día cualquiera, / -Dios quiera que lejano-,
volveremos a vernos, / a estar de nuevo juntos,
unidos para siempre, / hasta el fin de los tiempos.

¿Qué por qué escribo esto? / Asegurar os puedo
que ignoro los motivos / que han podido llevarme
a escribir estas cosas, / poco alegres, por cierto.

Bien es verdad que el día / amaneció grisáceo
y que una fina lluvia / derrama su tristeza
en esta tarde fría / de otoño salmantino,
obligándome ella / a estar en la camilla,
al amor del brasero, / circunstancia que fuerza
a que el alma se ponga / a pensar tonterías
que ni vienen a cuento, / ni nada significan,
ni pueden ser tomadas / -por poco que medites-,
como locos presagios / de esa baja en el censo,
con la que comenzaba / mi alocado discurso.

Dios quiera que mañana / amanezca más claro,
que el sol vierta sus rayos / sobre nuestras cabezas,
y la lluvia se aleje / definitivamente,
a entristecer a otro, / dejándome tranquilo.

Si con calma me observo, / todavía me encuentro
animado y con ganas / de seguir unos años
viviendo entre vosotros, / por lo menos los años
que precisen mis nietos / para dar fiel remate
a su tiempo de estudio, / se coloquen y casen,
y después, Dios mediante, / me hagan bisabuelo,
ese preciado sueño / de los que caminamos
hacia un próximo ocaso, / al que nos resistimos.

Otro día, os lo juro, / escribiré sin sombra
de importuna tristeza, / poniendo en la tarea
el denodado empeño / de tornaros alegre
aquello que os escriba. / Perdonadme hasta entonces,
familiares y amigos, / que no todos los días
amanecen iguales, / todo el día lloviendo,
tiritando de frío, / con el alma encogida.

¡Seguro que mañana / saldrá el sol para todos
y podré ver el mundo / con más alegres ojos!


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 12 Noviembre 2.008

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

miércoles, 2 de septiembre de 2009

558 - LO LARGO DE UNA VIDA


LO LARGO DE UNA VIDA (558)

“Si quisiera contar mi vida,
debería contar mis muertos”.
Imre Kertesz

El transcurso del tiempo no se mide
por los años que vas acumulando,
tampoco por la luz de tus arterias
o el ágil caminar con que tus piernas
recorren tus caminos preferidos.

El transcurso del tiempo se constata
contando los amigos que se fueron,
incluso algunas veces sin decirte
que se iban a ir, por no amargarte
tus horas con sus cuitas incurables,
se fueron en silencio y te dejaron
tirado en el camino, sin su apoyo.

Vivir no es otra cosa que ir dejando
mil muertos a la espalda, sin que nadie
te pueda liberar de tal suplicio,
de ver como se van, uno tras otro,
observando que quedas frente al mundo
cual náufrago asido a su recuerdo,
sin aquella inefable compañía,
indefenso sin ellos, que te eran
escudo protector en tus momentos
aciagos, cuando tú te derrumbabas
al peso de tu cupo de pesares.

Mi vida está trufada de recuerdos
de amigos entrañables, que se fueron
un día de mi lado y me dejaron
un dulce sentimiento de añoranza,
un vacío que nunca se ha llenado,
que nadie llenará, mal que me pese.

Federico, David, Javier, Vicente,
y Pedro y Rafael, y Sixto y Julio, ....
y un nombre y otro nombre y otros muchos,
en una larga lista, interminable,
tan larga como larga mi existencia,
la suma de mis años, que no es otra
que la suma de todos mis recuerdos.

“Si quieres que te cuente, pues, mi vida,
te tendré que contar todos mis muertos”.

José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
Salamanca, 1º Octubre 2.008


(De mi Libro: “El penúltimo cuaderno”)

martes, 1 de septiembre de 2009

560 - MORIRSE RICO

MORIRSE RICO (560)

Qué pena tan inmensa, tan horrible,
se debe de sentir muriendo rico,
no rico de amistades o de fama,
me refiero a rico de caudales,
o dicho como dice con acierto
el pueblo soberano cuando habla
de estas cosas, “podrido de dinero”.

Menos mal si ese rico la fortuna
la amasó trabajando honradamente,
sin trampa y sin engaño vergonzosos,
sin nada arrebatar que fuese ajeno,
pudiéndose dormir todas las noches
con el cuerpo bregado de cansancio,
pero dormir también con la conciencia
tranquila, como cabe a un hombre honrado.

Lo malo, pienso yo, será morirse
podrido de dinero mal ganado,
sabiendo que se deja tras la muerte
-además del dinero-, un rosario
de gentes a las cuales estafaste,
que viven maldiciendo tu recuerdo
y el día que irrumpiste en sus vidas.

Disculpable, tal vez, resultaría
llegar a enriquecerse de una forma
dolosa, con engaños, torticera,
si al llegarte la muerte te pudieres
llevar al otro mundo tu fortuna
y gozar en aquél, eternamente,
las dichas que el dinero proporciona.

Lo malo es que al morirte, ni te puedes
llevar esa fortuna al otro mundo,
ni puedes acallar las maldiciones
-que pueden alcanzar hasta a tus muertos-,
surgidas de las bocas de los muchos
a quienes engañaste con tus tratos.

Tú piensa lo que has hecho, e igualmente,
medita si tal vez no hubiera sido
bastante a tu vivir, un poco menos,
pues la vida es muy corta y a ella basta
con muy poco dinero, lo preciso
para tener un techo que te cubra,
la ropa que te abrigue y por supuesto
“el pan de cada día”, como rezan
aquellos que, aún dudando, en Dios esperan.

¡Qué pena tan intensa, ay, que pena
se debe de sentir muriendo rico!


José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
Salamanca, 24 Octubre 2.008

lunes, 31 de agosto de 2009

554 - ABURRIDA BIOGRAFÍA



ABURRIDA BIOGRAFÍA (554)


Cuidado que el camino tuvo curvas,
a izquierda y a derecha, retorcidas,
de duro caminar, sin saber nunca
a donde nos llevaban nuestros pasos.

Tantas curvas había en el camino
que temí despistarme muchas veces,
salirme en cualquier curva y desplomarme,
vencido para siempre, en la cuneta.

Rememoro mi vida y aseguro
que nada vergonzoso encuentro en ella,
aunque os puedo decir que he trabajado
en diversos oficios, intentando
ganarme honradamente mi condumio
y el puesto bajo el sol, que todo hombre
precisa si se quiere sentir digno,
aunque viva abrumado de escaseces.

He sido colmenero, dulce oficio;
también fui carpintero, no ebanista;
un tiempo, profesor de una academia;
estuve de empleado, fabricando
ladrillos y rasillas, y hasta tejas;
después tuve un taller, con otro socio,
un taller de mecánica, se entiende,
destinado a arreglar las averías
de todo camión o de automóvil
que llegaba pidiendo nuestra ayuda;
después, en una empresa dedicada
a nivelar terrenos para riego,
donde entré desde abajo y fui ascendiendo
a costa de diez años de mi vida,
de duro trabajar, sin el disfrute
de vacación alguna, como esclavo
vendido a los afanes de la misma.

Menos mal que estudié en mis ratos libres
logrando que al final de esos diez años,
licenciado en derecho, al fin pudiera
mi vida encaminar, con menos curvas.

Así pues, ocupé la jefatura
de uno de los seis departamentos
de una abulense fábrica de coches,
donde pude aburrirme cuanto quise,
sin hacer otra cosa que no fuere
firmar los documentos de salida
de todo el material a mi cuidado,
trabajo rutinario que a menudo
me hacía sentir en La Caverna,
ese mito platónico famoso,
que nos habla de esclavos aherrojados,
sin ningún horizonte que no sea
mirar siempre las sombras huidizas
proyectadas delante de sus ojos,
sin poderlos girar a parte alguna.

Hastiado de aburrirme de ese modo,
ingresé en el Colegio de Abogados
y pasé, por las tardes –de pasante-,
a ejercer la carrera en un bufete
de un famoso abogado, hasta hacerme
con mis propios clientes, que me dieron,
si no mucho dinero, buena fama,
amén de razonable independencia
y llenaron mi vida, hasta entonces
un tanto desnortada y vagabunda,
haciéndome sentir como en mi sitio,
cumpliendo una misión determinada,
elegida por mi, por mi buscada,
asentado por fin mi domicilio,
sin temor a traslados contingentes.

Preparé después oposiciones,
que por cierto gané con buena nota,
a Letrado Asesor de la abulense
Cámara Oficial que gestionaba
la defensa del propietario urbano,
y en ella transcurrieron veinte años
de trabajo continuo y deleitoso,
dedicado de lleno a una materia
-la propiedad urbana-, donde nada
me quedó por hacer: Asesoría,
defensa judicial, publicaciones,
conferencias variadas y hasta un libro
impugnando un absurdo y mal pensado
-también confiscatorio- arbitrio de solares,
que logré erradicar por su injusticia.

Hoy pueda asegurar que aquellos años
fueron años felices, trabajando
en pro de la justicia para aquéllos
que sufrían las torpes consecuencias
de la vieja ley arrendaticia
que trataba de desigual manera
a los arrendadores, por un lado,
y a los arrendatarios, por el otro;
una ley que fue causa de litigios
constantes entre una y otra parte.

También puedo decir que se colmaron
ampliamente mis sueños, pues vinieron
-un grupo numeroso de colegas-,
a buscarme a mi casa y proponerme
que fuere su Decano, presentando
mi nombre en la elección que se anunciaba.

Me negué a presentarme, mas al cabo,
tantos fueron los ruegos y presiones,
que hube de acceder y estar conforme
en ser su candidato. Decir puedo
que, llegadas por fin las votaciones,
me eligieron por amplia mayoría
Decano del Colegio de Abogados,
un cargo que llevé como una carga,
donde nunca cobré ni una peseta.

Después me jubilé; seguí algún tiempo
dedicado al derecho, en mi despacho,
viajando con frecuencia a Salamanca,
donde estaban mis hijos y mis nietos,
que daban un sentido a mi existencia,
hasta el punto que un día decidimos
cambiar de domicilio y venirnos
a esta hermosa ciudad, para gozarnos
con verlos diariamente a nuestro lado
y ver cómo crecían nuestros nietos,
reforzando los nudos familiares,
pues quieras o no quieras, la familia
es lo que más importa en esta vida.

Y han pasado los años y se puede
afirmar que jamás nos ha pesado
el cambio que un buen día decidimos
realizar y venir a Salamanca,
donde veo a mi hija y a mi yerno,
y vemos cómo crecen nuestros nietos.

Dejé la profesión y desde entonces
-además de dormir todas las noches
sin tener que pensar en los problemas
que a mí me trasladaban los clientes-,
ocupo mi abundante tiempo libre
escribiendo aquello que me place,
leyendo viejos libros ya leídos,
o estudiando la historia, que me sirve
para ver como el hombre se repite
cayendo en los mismísimos errores,
sin que nunca el fracaso sea motivo
bastante a escarmentarle de sus yerros.

Así paso los días: Escribiendo,
leyendo o estudiando, sin meterme
con nadie en mis escritos, aunque a veces,
no puedo soslayar las prevenciones
que me inspira la casta dominante
-políticos, banqueros, y otros muchos-,
y no pueda evitar algunos dardos
que escapan de los puntos de mi pluma,
evitando citar nombre ninguno,
pues todos –salvo algunas excepciones-
son gente adoradora del becerro
de oro, que domina nuestra vida.

Ya tengo ochenta y dos años cumplidos
y digo a todo aquel que me pregunta
que me encuentro más joven cada día.

Ya sé que no es verdad, pero es lo cierto
que el ánimo lo tengo como un niño,
que aún mantengo ilusiones y me encantan
muchas cosas impropias de mis años,
aunque luego no pueda realizarlas
por culpa de este cuerpo quebrantado,
al que debo ayudar, bastón en mano,
para dar mis paseos matinales
por las calles y plazas salmantinas.

No sé lo que me queda, ni me importa;
la vida es una apuesta, una carrera
donde siempre se llega hasta la meta
y allí todo se pierde, hasta la vida,
que es el bien que apostamos en la cuna,
a cambio de la vida que nos dieron
y de un tiempo impreciso en que vivirla.

Lo que importa es marcharse sin que nadie
jamás pueda decir cosa ninguna
que pueda mancillar tus apellidos,
ni que pueda caer, como una sombra,
o un oscuro baldón, sobre los tuyos.

El nombre es lo que importa, no el dinero.
Así me lo enseñaron en mi casa
y no pude olvidar tal enseñanza,
así como tampoco aquella otra
de no hacer a los otros, mis hermanos,
aquello que no quieras que te hagan,
y de amarlos también, como a ti mismo,
mandamiento sencillo cual no hay otro,
pero que, muchas veces, practicarlo
nos resulta difícil en extremo,
y no por culpa nuestra, ciertamente.

Eso mismo encomiendo yo a los míos,
que cuiden de su nombre, que no olviden
que de mí lo reciben sin baldones,
que no causen a nadie daño alguno,
y, si pudiere ser, hasta se obstinen
en hacer del amor hacia los otros
la meta inmarcesible de sus vidas.

Con sólo estos preceptos basta y sobra
para vivir feliz toda una vida
y marcharse tranquilo hacia la otra,
esperando que Dios nos de cobijo,
a su diestra o siniestra, da lo mismo,
pero siempre a su lado, protegido
como hijo perdido y bien hallado,
que retorna a la casa de su Padre,
a gozar de la paz definitiva.

Es pobre biografía, lo constato,
pero puedo decir en mi descargo
que fue limpio el trayecto recorrido
y que puedo morirme sin que nadie
me saque los colores a la cara.

Con ello considero que me puedo
tener por muy feliz y satisfecho,
pensando que mis hijos y mis nietos,
lucirán con orgullo mi apellido
y sabrán mantenerlo igual de limpio,
y limpio transmitirlo a quien les siga.


José María Hercilla Trilla
El Barco de Ávila, 6 Agosto 2.008






domingo, 30 de agosto de 2009

548 - EXAMEN DE FIN DE CURSO


EXAMEN FIN DE CURSO (548)

El día que el Señor nos llame a juicio
no habrá de preguntarnos ¿Cuánto tienes,
qué títulos y honores alcanzaste,
en qué clase de cuna te mecieron?,
ni ninguna de aquellas otras cosas
que los hombres tomamos como datos
bastantes cuando a juicio sometemos
al hombre que a nosotros se aproxima.

Entiendo que el Señor, en sus preguntas,
podría formularnos, entre otras:
¿Amaste a tu prójimo tal como
querías ser amado tú por ellos?
¿Le diste de comer a los hambrientos?
¿Vestiste al desnudo o abrigaste
a aquel que tuvo frío y te pedía
un poco de calor, tan solo un poco?
Cuando diste limosna, ¿también diste
un poquito de amor con las monedas
al pobre pedigüeño suplicante?
¿Atendiste al enfermo o desvalido?
¿Respetaste a tus padres y cuidaste
de ellos, sin mandarlos a un asilo?

Tampoco indagará si eres cristiano,
budista, islamista o protestante,
incluso ni si fuiste un pobre ateo,
tan pobre que ni un Dios tuviste en vida;
todos seremos uno al enjuiciarnos
y a todos juzgará de igual manera,
sin entrar a juzgar su procedencia,
ni apreciar esas señas distintivas
que en la tierra separan a los hombres.

Puede ser que el Señor pregunte mucho,
pero ten por seguro que el examen
tan sólo ha de ceñirse a una materia,
muy fácil de aprender, aunque no sea
tan fácil de aplicar a nuestro modo
de vivir, donde tan sólo prima
un insano hedonismo sin medida.

En esa asignatura, que se llama
“Amor”, nos examinarán a todos,
y me aterra, Señor, ser suspendido
por no haberla aplicado enteramente
en el largo camino de mi vida.

José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
Salamanca, 17 Junio 2.008

sábado, 29 de agosto de 2009

379 - ¿OBSESIVO?

¿OBSESIVO? (379)



¿Obsesivo? Pués sí. ¿Porqué negarlo?

Tántas veces he dicho que el presente
es la gota peqeña, diminuta,
resultante de la veloz molienda
del tiempo entre dos ruedas de molino,
-Pretérito y Futuro insoslayables-,
que no puede extrañar que me extasíe
y trate de gustarlo y deleitarme
con la gota fugaz de este presente,
que quiera transformarla en un recuerdo,
grabándola indeleble en mi memoria.

Cada gota de tiempo se ha llevado
un poco de mi vida en su caída,
y bien puedo deciros, pues es cierto,
que de todas las gotas que no fueron
archivadas por mí, celosamente,
os pueda asegurar que fueran mías.


José María Hercilla Trilla
Almuñecar, 19 Agosto 1999

(De mi libro: "Haciendo mi camino")

viernes, 28 de agosto de 2009

368 - EN LA PLAYA

EN LA PLAYA (368)


Quizá pronta la hora, -enfermedad obliga-,
de llegar a la meta,

me pregunto a menudo si no habrá sido un sueño
toda esta larga estela

de pequeños sucesos, sencillos eslabones
que forman la cadena

de lo que cada uno –sin meditarlo mucho-
llamamos vida “nuestra”,

que pudiera ser vida, mas no nos pertenece,
pues sólo nos la prestan

un impreciso tiempo, y transcurrido éste
debemos devolverla.

Mañana, a las orillas del Tormes rumoroso,
no sabré con certeza

si estas horas pasadas en un “dolce far niente”
sobre la playa pétrea

desde la que contemplo, por el mar arrullado,
la villa almuñequera,

no sabré si estas horas fueron un dulce sueño
de una tranquila siesta,

o fueron un retazo –vivido realmente-
de mi vida pequeña.

Tan rápidos transcurren los días y las horas,
que apenas dejan huella;

por eso cuando quieres recordar el pasado,
te llevas la sorpresa

de que bailan confusos, en turbia zarabanda,
realidades e ideas;

cosas que sucedieron, con otras que soñaste
una noche cualquiera.

¿He soñado mi vida? ¿He vivido mis sueños?
Insoluble dilema,

que además no reviste especial importancia,
ni tiene trascendencia.

Realidades o sueños, ellos fueron mi vida.
¡Para mí es lo que cuenta!


José María Hercilla Trilla
Almuñecar, 25 Julio 1999

(De mi libro: "Haciendo mi camino")

jueves, 27 de agosto de 2009

364 - SESTEANDO



SESTEANDO (364)




En esta horizontal anticipada
me hundo y anonado de mí mismo;
en esta horizontal, en este abismo,
remedo del futuro no ser nada.

Y me dejo llevar, arrebatada,
la vida en este negro cataclismo
del ser pero no estar, y me ensimismo
en la dulce inconsciencia entresoñada.


José María Hercilla Trilla
Almuñecar, 14 Julio 1999

(De mi libro: "Haciendo mi camino"

miércoles, 26 de agosto de 2009

557 - SOBRE LA APOLOGÍA SOCRÁTICA

SOBRE LA APOLOGÍA SOCRÁTICA (557)

Ya Sócrates lo dijo, delante de los jueces
que dictaron sentencia, condenándole a muerte:

Al morirnos, la muerte nos sumerge en un sueño
desprovisto de ensueños, en que el tiempo aparece
como una sola noche, una noche infinita,
que no se acaba nunca, en la que nos dormimos
definitivamente, sin esperanza alguna
de despertar un día, retornando a la vida.

O la muerte pudiere suponer nueva vida,
ser un cambio o mudanza del alma del difunto
hacia otros lugares, por supuesto mejores,
donde todos los muertos –si es cierto lo que cuentan-,
vivirán hermanados, cada cual con aquéllos
que le sean afines, disfrutando del tiempo
-en este caso un día, un delicioso día,
por siempre inacabable-, con charlas sustanciosas,
una vez alcanzada la verdad absoluta,
aquélla que buscaron en su vida terrena.

Cualesquiera que fuere lo que a la muerte sigue,
-dormir anonadado en infinita noche,
o vivir solazado, en un lugar remoto
de eterna primavera, con el sol derramando
en el cenit sus rayos, sin ocultarse nunca,
con los viejos amigos, en charla entretenida,
instructiva y amena-, lo cierto es que ambas cosas,
presentan sus encantos y hacen digerible
el fúnebre misterio que obsesiona a los hombres
cuando ven acercarse a la pálida Dama
que, con guadaña en mano, va segando los hilos
que mantienen unidas a la vida y la muerte.

No merece la pena cavilar sobre eso:
Si es una desgracia, o es una ventura
el hecho de morirse, del que nadie de libra.

Ya noche interminable, ya día deleitoso
con horizontes nuevos, cualquiera de ambas cosas,
cuando llegue el momento, nos serán desveladas,
aunque quizá nosotros, como cuerpos mortales,
mejor dicho ya muertos, seamos incapaces
de darnos cabal cuenta del fin que nos aguarda.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 26 Agosto 2.008

(De mi libro: "Fides")
Publ. Es Diari, Nº 731, 07.09.08



martes, 25 de agosto de 2009

556 - FINAL INTRIGANTE

Final intrigante (556)

Pensar de vez en cuando, sin rencores,
en el cierto final de este camino
que a todos nos espera cualquier día,
no supone vivir atormentado
el tiempo que nos queda por delante.

Yo pienso con frecuencia en la muerte,
y puedo asegurar que no por miedo;
sería incomprensible que a mis años,
ochenta y dos ahora, cuando escribo,
dejare de pensar en ese trance
por el que ya pasaron –hace mucho-
los amigos a los que tanto quise,
Federico, David, Víctor, Fernando,
Eduardo, Javier, y otros que callo
por no hacer esta lista interminable.

La muerte, al final, no es otra cosa
que una siesta apacible y prolongada,
que no debe inspirarnos gran cuidado;
a ella hay que llegar y aún no ha nacido
sujeto que se libre de la misma.

El acto de morir puede que sea
el que a todos iguale, solo eso,
por mucho que nos digan y proclamen
la igualdad de los hombres, ese cuento
increíble, incluso para quienes
tal cosa nos afirman a destajo,
buscando nuestro aplauso y nuestros votos.

Igualitaria o no, poco me importa
la muerte y su cortejo funerario,
ceniza vulnerable para el viento
o polvo enamorado frente al mismo;
ahí se acaba todo finalmente,
aparte del dolor que significa
alejarte del lado de los tuyos,
mujer, hijos y nietos, a los cuales
se les quiere más que a la propia vida.

Mis pensamientos van por otro lado,
buscando el más allá, ese plus ultra,
tratando de indagar en el misterio
no sólo de la vida, que no es poco,
también en el por qué de la existencia.

Nacer para morir, no me convence,
incluso en los que gozan de riqueza
bastante para darse la gran vida,
cuanto más para el resto de nacidos,
que arrastran una vida trabajosa.

Debe haber un motivo del que arranque
la razón del vivir y nos explique
la razón del morir, igual de oscura
la una que la otra, sorprendentes,
pues vivir y morir, fin y principio
del tiempo que pasamos en la vida,
triste tiempo sería si no hubiera
nada más que una vida de trabajos
y una siesta final interminable,
en polvo o en ceniza transformados.

Por eso me obsesiono con la muerte,
mejor dicho, con lo que viene luego,
que la muerte es poco lo que importa,
lo importante es lo que nos oculta
detrás de ese final siempre esperado,
y para algunos hombres, muy temido.

La pena es que no pueda, cuando muera,
escribiros de nuevo y dar noticias
de aquello que acontece al otro lado,
seguro que sería interesante.


José María Hercilla
El Barco de Ávila, 11 Agosto 2.008

(De mi Libro: “Penúltimas canciones”)