sábado, 3 de octubre de 2009

578 - LARGO HA SIDO EL CAMINO

LARGO HA SIDO EL CAMINO (578)

Largo ha sido el camino, ciertamente,
y variado también, no cabe duda;
disfruté de variados horizontes
conforme avanzaba en mi trayecto
y sufrí los embates de la vida,
tornadiza en extremo y alocada,
con sus baches, plurales e imprevistos.

He sido uno de tantos, de los muchos
cuya infancia truncó una controversia
incivil, entre hermanos promovida,
-contienda que aún resulta inexplicable
para quienes hubimos de sufrirla-,
que vino a desnortar nacientes rumbos,
emproando las naves hacia mares
ignotos, cuando no alborotados,
las velas desgarradas a jirones,
sin saber a qué puerto dirigirse.

He sido uno de tantos, y me puedo
sentir afortunado, pues no todos
pudieron capear los temporales
y arribar a buen puerto, aunque no fuese
el puerto de mis sueños, solamente
un golfo diminuto y abrigado,
que impidió que las olas me tragasen,
cansado de luchar contra su fuerza.

Anclado firmemente en esta orilla
donde el azar un día me condujo,
me apresto a realizar, cuando Dios quiera,
el último viaje que me queda,
no sé si al infinito o a la nada,
a la gloria de Dios o a sus infiernos,
-las dudas no han dejado de turbarme
a lo largo de todo mi camino-,
un viaje del todo insoslayable,
sin fecha de partida prefijada,
ni puerto de arribada conocido.

No sé si lo hice bien o erré en el blanco,
mas puedo aseguraros que no existe
persona que demandar me pueda
por daños o perjuicios recibidos,
inferidos deliberadamente.

No obstante lo que digo sobre eso,
a todos mis hermanos perdón pido
por todo lo que pude molestarles
o el daño que pudiese haber causado
sin saber que tal daño les hacía,
así que puedo irme cuando quiera
sin tener que rendir cuentas a nadie,
sin deudas que pagar –pues nada debo-,
desnudo cual nací, como dijera
don Antonio Machado cuando hablaba
de los hijos del mar, cuando morían.

Largo ha sido el camino, ciertamente,
y aunque nunca alcancé la meta ansiada,
por culpa -puede ser- de aquella guerra
que hubimos de sufrir –sin comprenderla-,
he sabido gozar cada momento
sin envidias, angustias ni rencores,
dando gracias a Dios por cada día
que su merced me daba puntualmente,
haciendo renacer mis ilusiones.

Me encuentro muy cansado, lo confieso,
pero firme en el puente de mi barco,
esperando que Dios me dé la orden
para que leve anclas y abandone
de una vez para siempre este refugio,
este puerto tranquilo donde vine
a atracar este barco de mi vida
después de mil inciertas singladuras.

¡Largo ha sido el camino, ciertamente…!


José María Hercilla Trilla
hercilla.blogspot.com
Salamanca, 1º Julio 2009

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

No hay comentarios: