miércoles, 26 de agosto de 2009

557 - SOBRE LA APOLOGÍA SOCRÁTICA

SOBRE LA APOLOGÍA SOCRÁTICA (557)

Ya Sócrates lo dijo, delante de los jueces
que dictaron sentencia, condenándole a muerte:

Al morirnos, la muerte nos sumerge en un sueño
desprovisto de ensueños, en que el tiempo aparece
como una sola noche, una noche infinita,
que no se acaba nunca, en la que nos dormimos
definitivamente, sin esperanza alguna
de despertar un día, retornando a la vida.

O la muerte pudiere suponer nueva vida,
ser un cambio o mudanza del alma del difunto
hacia otros lugares, por supuesto mejores,
donde todos los muertos –si es cierto lo que cuentan-,
vivirán hermanados, cada cual con aquéllos
que le sean afines, disfrutando del tiempo
-en este caso un día, un delicioso día,
por siempre inacabable-, con charlas sustanciosas,
una vez alcanzada la verdad absoluta,
aquélla que buscaron en su vida terrena.

Cualesquiera que fuere lo que a la muerte sigue,
-dormir anonadado en infinita noche,
o vivir solazado, en un lugar remoto
de eterna primavera, con el sol derramando
en el cenit sus rayos, sin ocultarse nunca,
con los viejos amigos, en charla entretenida,
instructiva y amena-, lo cierto es que ambas cosas,
presentan sus encantos y hacen digerible
el fúnebre misterio que obsesiona a los hombres
cuando ven acercarse a la pálida Dama
que, con guadaña en mano, va segando los hilos
que mantienen unidas a la vida y la muerte.

No merece la pena cavilar sobre eso:
Si es una desgracia, o es una ventura
el hecho de morirse, del que nadie de libra.

Ya noche interminable, ya día deleitoso
con horizontes nuevos, cualquiera de ambas cosas,
cuando llegue el momento, nos serán desveladas,
aunque quizá nosotros, como cuerpos mortales,
mejor dicho ya muertos, seamos incapaces
de darnos cabal cuenta del fin que nos aguarda.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 26 Agosto 2.008

(De mi libro: "Fides")
Publ. Es Diari, Nº 731, 07.09.08



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