jueves, 6 de agosto de 2009

298 - EN TORNO A LA FORMA

EN TORNO A LA FORMA (298)


Decidme por qué debo usar de consonante
de más difícil rima,
o de asonante acaso de insólitas vocales
que se resistan tercas
a encerrar en su seno la idea que yo quiero
expresar llanamente,
para que llegue a todos aquellos que me lean,
haciéndome la gracia
- quizás inmerecida- de su atención y tiempo,
seguramente escasos.

Lo que quiere el poeta es que su verbo llegue
lo más claro posible,
sin anfibologías, a calar en la mente
de todos sus Hermanos,
en esa mente limpia, abierta a su mensaje
como el campo se abre
a la lluvia nutricia que lo esponja y sazona
para que dé sus frutos.

Y me resulta absurdo pretender imponerle
un corsé a las palabras
que les impida el juego natural con que deben
moverse alegremente
para servir de nexo entre aquél que las dice,
- y dice lo que sabe,
y sabe lo que siente-, y aquel desconocido
que la merced le hace
de prestarle unas horas de su tiempo precioso,
buscando hallar un eco

a sus propios sentires en la lectura atenta
de lo que le decimos
en nuestro verso libre, testimonio fehaciente
de nuestro propio modo
de concebir la vida, sin otras ataduras
que las elementales
normas de convivencia, conscientes de que nuestra
libertad se detiene
allí donde comienza la libertad ajena,
inviolable y sagrada.

Mientras yo no le niegue el respeto al Hermano,
ni pretenda imponerle
mi personal creencia sobre el mundo en que vivo
o el Dios en el que creo,
me parece muy justo que aceptéis como escribo,
sin ponerle defectos
a la forma que uso para escribir aquello
que me viene a la mente.

Otra cosa es, Hermanos, que repudiéis el fondo
y creáis que no digo
sino majaderías. En eso, reconozco
que os asiste el derecho
de repudiar mi obra, pues, al fin y a la postre,
nadie puede quitaros
la libertad que anida en el fondo del alma
de todos los mortales.

Entre el fondo y la forma, coincidiréis conmigo
que la elección es fácil,

y si el fondo no es malo y puede digerirse,
después de la lectura,
el lector, en su pecho, sabrá darle la forma
que a su gusto convenga.

La forma es contingente y no puede restarle
al fondo su sustancia,
por mucho que se empeñen puristas distinguidos
en decir lo contrario.


José María Hercilla Trilla
Salamanca 6 Mayo 1997


(De mi libro: "Del estilo y las formas")

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