sábado, 19 de septiembre de 2009

582 - NO TE CONFUNDAS, AMIGO...

No te confundas, amigo…. (582)

No te rías, amigo, ni vivas engañado;
no te creas que vivo
esclavo, obsesionado por esa eterna duda
que roe mis zancajos,
de la que suelo hablarte en muchas ocasiones,
cuando tenemos tiempo
y lugar para hacerlo, cuando nos confesamos
-sin temor ni tapujos-
aquello en que pensamos, que no por reiterado
llega a ser obsesivo.

Ya sabes que prefiero pensar en esas cosas,
que me intrigan y sirven
a mantener despierta mi atención, sobre todo
aquello que a los hombres
afecta y les trasciende, tal como, “verbi gratia”,
el oculto misterio
de la vida y la muerte; prefiero todo eso
a pensar en los goles
que en un campo de fútbol se encajen dos equipos,
por muy famosos ellos
que puedan proclamarse, o en los altos fichajes
pagados por algunos
de sus hombres punteros, algunos ni españoles,
ni en España nacidos.

Una buena lectura, un buen día de campo,
una tarde en un parque,
en un sitio tranquilo, sin ruidos si es posible,
donde pueda entregarme
a pensar esas cosas que examino con lupa,
aunque luego no saque
ningún provecho de ello, me son mucho más gratas
que ver pegar patadas,
o ver cómo son otros quienes hacen deporte,
-lo que deporte llaman,
que deporte es tan sólo aquel que hace uno mismo,
ya sea por su gusto
o el médico le ordene por falta de apetito,
no aquel hecho por otros,
donde encima te cobran por dejarte aplaudirles-.

No te rías, amigo,
no vivo obsesionado; tan sólo es un capricho,
especie de manía,
que me impulsa y empuja a resolver mis dudas,
esas dudas que a otros
parece que les tienen sin cuidado aparente.

Por lo demás, no temas;
aunque capaz no sea de conseguir mi objeto,
estoy bien convencido
de que dentro de poco desvelaré el misterio.
¡Y dormiré tranquilo!

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 6 julio 2009

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

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