viernes, 18 de septiembre de 2009

583 - EL MUTIS OBLIGADO


El mutis obligado (583)

Me niego a declarar finiquitada
la absurda y sencilla comedieta
en la que actúo obligadamente,
asumiendo el papel que me asignaron
el día que nací, sin consultarme.

No sé si lo hice bien o si he fallado,
mas puedo asegurar que siempre puse
lo mejor de mi mismo en cada una
de las muchas funciones que he ido dando
día a día, durante ochenta años,
mejor dicho, ochenta y tres cumplidos,
para decir verdad y ser exactos.

Jamás me emborracharon los aplausos,
-si fui digno de ellos, que lo dudo-,
ni pudieron tampoco deprimirme
las pitadas –tal vez muy merecidas-,
del público asistente a mis funciones,
justo pago a torpes quehaceres,
de los cuales me siento arrepentido.

La trama de la historia que yo cuento,
es decir de la historia de mi vida,
de la que soy actor, sin previo ensayo,
se avecina veloz al desenlace,
por mucho que me empeñe en prolongarla
y resista a bajar del escenario
donde doy cada día mis funciones,
aburridas tal vez, y reiteradas,
mas de imposible cambio a estas alturas.


No sé cuantas funciones aun me quedan
pendientes de ofrecer ante los míos,
mas quiero interpretarlas dignamente
y al final hacer mutis por el foro
sin que nadie se atreva a despedirme
con pitadas, insultos o dicterios
que afecten a mi honor o a mi buen nombre.

No tengo otra fortuna, solo ésta,
un buen nombre que he ido cultivando
a lo largo y ancho de mi vida,
pensando que algún día habría de darlo
a quienes heredaran mi apellido,
y un montón de papeles y de libros,
donde he ido dejando mis recuerdos
e incluso alguna vez alguna idea,
-pudiera ser que no del todo mala-,
tal vez aprovechable alguna de ellas,
aunque dudo que a nadie le aprovechen.

El alma tengo presta a la salida,
lo noto en lo poco que ambiciono,
en esa dolorosa indiferencia
que me invade cuando contemplo el mundo;
en mis ansias de dar lo poco o mucho
que pude acumular en mi trayecto,
convencido al fin de que ya nada
me es preciso para seguir viviendo,
de que es mejor andar sin tanto peso,
ligero de equipaje, sin cadenas,
con aquello que es estrictamente
necesario para seguir viviendo.
Pero a pesar de todo, me rebelo
a dejar la función en la que actúo
y a bajarme inopinadamente
del tablado que aguanta mi persona,
dando fin a mi pobre recitado,
mas temo que muy pronto, el que dirige
el sainete que torpe represento
decida poner fin a mis funciones
clausurando el corral de mis comedias.

Aquí quiero dejar muy bien sentado,
que al hacer yo el mutis por el foro
he de hacerlo muy obligadamente,
que no en balde, durante estos años
de interpretar mi rol conforme pude,
me he ido encariñando de vosotros
y hoy me duele dejaros para siempre,
lo mismo a los que un día me aplaudisteis,
que a los que me pitaron otras veces.

Aunque sea de tarde, muy en tarde,
acordaos de aquel titiritero
que entretuvo alguna de las horas
en que fuisteis testigos de su farsa,
que se marchó un buen día, y al que nunca
se le volvió a dejar que se subiera
sobre aquel escenario de su vida.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 8 Julio 2009

De mi libro: "El penúltimo cuaderno"

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