viernes, 4 de julio de 2008

También yo vuelvo a ti (522)

“Para acordarme de porqué he nacido,
vuelvo a ti, mar.
El mar que fue mi cuna,
mi gloria y mi sustento….”
(Del fragmento primero de “Espacio”, de Juan Ramón Jiménez)
- - - - -
Para decirte adiós, pues cualquier día
me tendré que marchar -Dios sabe dónde-,
también yo vuelvo a ti,
aunque tan sólo sea
dejando al pensamiento, sin traílla,
volar vertiginoso y alocado
hasta dar con la isla de mis sueños,
“sa illeta blanca y blaua”,
que si no fue mi cuna,
sí puedo asegurar -sin que la duda
entorpezca lo que os afirmo ahora-,
que fue toda mi gloria
en mi lejana infancia menorquina,
y todo mi sustento
en esta larga vida transcurrida
separado de ti,
rumiando en la distancia tu recuerdo.

Y un día, y otro día, y así siempre,
en sueños he bogado por tus calas,
a bordo de mi barca marinera
que llevaba por nombre el de una de ellas,
la mayor, la mejor, “Calafiguera”,
la barca que surcaba las azules
y apenas onduladas aguas mansas
de aquellas breves calas recoletas,
Cala Rata –como a tiro de piedra-,
Cala Llonga –un poco más distante-,
la Cala Sant Antoni,
y la Cala Sant Jordi,
y hasta el Repós del Rei, con sus abruptas
rocas y alto acantilado,
más allá de El Fonduco,
por frente de “sa Illa del Rei”,
lugar donde acudía algunas veces
en busca de alcaparras, que cogía
sin tener que bajarme de la barca.

[Hubo tres duros años,
de guerra, de hambre y de miseria,
donde todo fue bueno y digerible,
ya fuesen alcaparras, o madroños,
o cualquiera otra cosa alimenticia.

“Sas tàperas” colgaban en racimos
en las altas paredes de la orilla,
ofreciendo su fruto a los osados
y jóvenes marinos que hasta ellas
se acercaban remando, cuidadosos
de no rozar el casco de sus barcas
con las rocas cortantes cual cuchillos.]

De nuevo me refugio en mis recuerdos,
a la luz que ilumina mi memoria,
vacilante esta luz en ocasiones,
pero a pesar de todo suficiente
para dejarme ver la mar serena
que mecía mi barca,
la barca en la que era
patrón y marinero a un mismo tiempo,
soñador de viajes imposibles,
descubridor incluso
de otros mares lejanos y otras tierras….

Para así recordarte, blanca “illeta”,
hoy vuelvo a navegar tus “blauas aigüas”,
o a sumergirme como un pez en ellas,
mientras cierro mis ojos y te veo
tal como entonces fuimos,
tú, pura y virginal, aún inviolada
por gentes invasoras de otros mundos;
yo, enamorado infante inexperiente,
al que la vida todavía
no había maliciado y que sus ojos
tenía siempre abiertos a lo bello
que sabías mostrarme con orgullo,
segura del influjo que tenías
sobre el niño inocente que yo era,
asombrado al mirar tanta belleza.

Por sólo recordarte, hoy vuelvo en sueños
a revivir mis años menorquines
que, aunque enturbiados unos
por una sucia guerra inexplicable,
de todas formas fueron los restantes
bastante premio a mi vivir sin rumbo,
especie de antesala de algún cielo
del que ignoro si me lo habré ganado.

De momento, ya llevo casi un siglo
gozando día a día tu recuerdo.
¡Dios quiera que al morir pueda llevarlo
conmigo para gozo de mis horas
de eterna soledad y de silencio!

José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
Salamanca, 20 Febrero 2.007



(Publ. en www.esdiari.com Nº 652/04.03.07)

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