jueves, 31 de julio de 2008

435 - EL FAROLERO

EL FAROLERO (435)

No me diga que nunca
tuvo usted ni un mal sueño,
ni que nunca ha sufrido
temor o desaliento
que le turbara el alma,
sin encontrar remedio
-en esas horas grises
en las que tu cerebro
se encuentra anonadado-
para romper el velo
que parece cubrirlo
con un sudario negro.

No me presuma, Hermano,
gozar del privilegio
de resultar inmune
a cuanto contratiempo
nos pone en el camino
el transcurrir ligero
de la vida que pasa
y se pierde a lo lejos.

Yo voy a confesarle,
a fuer de ser sincero,
que mil veces me he visto
acosado en mi sueño
por la desesperanza;
que en no pocos momentos
he sentido temores
pensando en el incierto
futuro que se abría
ante mí, mal dispuesto,
casi inerme en la lucha
por ganarme el sustento.

Han sido muchas horas
de quebrantos y duelos
por salir adelante
y llegar a este puesto,
-ni muy alto ni bajo-,
donde feliz me encuentro
y donde ya tan sólo
tranquilamente espero
a –dentro de unos años-
morir de puro viejo,
valiéndome a mí mismo
y gozando al completo
de cuantas facultades
hasta ahora conservo.

He sufrido mis baches,
pero a la postre creo
que eso nos pasa a todos.

Por eso me sorprendo
de lo que usted me dice,
de ese privilegio
que dice haber gozado,
no teniendo un mal sueño
que amargara sus noches,
ni un turbio desaliento,
ni un temor impreciso
royéndole el cerebro
-y el corazón incluso-
hasta descomponerlo.

Mi enhorabuena, Hermano;
es usted un sujeto
-de eso no cabe duda-
de singular trayecto,
que tuvo la fortuna
-desde su nacimiento-
de gozar en la tierra
las delicias del cielo.

Lo que pasa, mi amigo,
es que me suena a cuento
eso que usted me dice,
pues de nadie recuerdo
que viviera su vida
sin cargar con el peso
que a todos los humanos
-por el hecho de serlo-
nos toca en el reparto
de lo malo y lo bueno.

¿A qué vienen faroles
cuando los sopla el viento
y al farolero deja
el culo al descubierto?


José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
Salamanca, 19 mayo 2001

(De mi Libro: “Íntimas”)

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