jueves, 29 de mayo de 2008

510 - EL CRISTO DEL CAÑO

EL CRISTO DEL CAÑO (510)

A rastras, como puedo, apoyado
en mi viejo bastón, el que soporta
mi cuerpo vacilante y me sostiene
en un torpe equilibrio, sin dejarme
caer sobre las piedras del camino,
he llegado hasta aquí, hasta la Ermita
alzada junto al Tormes rumoroso,
donde el pueblo devoto reza al Cristo,
al que llaman aquí Cristo del Caño.

A solas con el Cristo, sin testigos
que pudieran turbar nuestro coloquio,
sumido en inefables emociones,
me he dejado llevar por los recuerdos
de aquellos años mozos, cuando ambos,
la barqueña que supo enamorarme
como nunca jamás otra lo hizo,
y el joven inexperto que yo era,
veníamos entrambos a rezarte
y a pedirte tu ayuda en el camino
que íbamos a iniciar conjuntamente.

Ahora, casi a punto de cumplirse
medio siglo de caminar unidos,
de nuevo a Ti me llego para darte
las gracias por tu ayuda y tus mercedes,
Santo Cristo del Caño, milagroso,
que accediste a amparar nuestros amores,
los de aquella barqueña encantadora
con un joven iluso, que prendido
quedó de su belleza y sus bondades.

Si entonces arrogante caminaba
al cruzar por el puente hasta tu Ermita,
hay avanzo despacio, acompañado
de mi viejo bastón, fiel compañero
que –de un tiempo a esta parte- me sustenta.

Lo que importa es que vuelvo a arrodillarme
delante de tu imagen, Santo Cristo,
dispuesto a reanudar mis oraciones
y entablar aquel místico coloquio
que entonces iniciamos, cuando iba
de la mano de mi gentil barqueña
a emprender la aventura misteriosa
de una vida en común, desconocida.

De nuevo aquí me tienes; bien es cierto
que menos arrogante, bien distinto
del que hace medio siglo te rezaba
derecho como un huso. Mas no importa,
yo sigo siendo el mismo y Tú lo sabes,
al verme aquí postrado, ante tus plantas,
y no para implorarte cosa alguna,
sino para decirte solo: “Gracias”.

Hoy quiero agradecerte tus mercedes,
y de entre todas ellas, la de darme
por dulce compañera de mi vida
la que vino a rezarte aquí, conmigo,
la bella y muy gentil niña barqueña
que supo conquistarme con su gracia,
a la que sigo amando con el mismo
amor de cuando novios, cuando ambos
orando suplicábamos tu ayuda.

Muchas gracias, Señor; gracias por todo.
También por el bastón que me sustenta
y me ayuda a llegar hasta tu Ermita.

José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
El Barco de Ávila, 24 Agosto 2.006


(De mi Libro: “Itinerario sentimental.- Canc. Barcenses”
(Publ. en
www.esdiari.com Nº 625/27.08.06)

No hay comentarios: