miércoles, 27 de agosto de 2008

131 - RESURRECCIÓN

RESURRECCION (131)

("Existe más fe en una duda honrada, que
en el cincuenta por ciento de las creencias".
Alfred Tennyson)

¡Perdóname, Señor, esta odiosa y molesta
manía de pensar!

Perdóname que a veces me vea sorprendido
en mi ortodoxa guardia
y deje que la mente se despeñe en las simas
del torpe raciocinio,
creyendo -vanamente- que cuatro silogismos
van a darme la clave
bastante a resolverme las dudas que me asaltan
en mis horas de insomnio.

Yo quisiera librarme de esta absurda y funesta
manía de pensar,
y cuánto más cavilo y trato de indagar
el porqué de las cosas
y sus últimas causas, más pequeño me encuentro
y observo anonadado
lo inútil de mi busca; y veo que mis preguntas
jamás tendrán respuesta,
y habré al fin de morirme sin resolver las dudas
que me turban e inquietan
en esas largas noches que no se acaban nunca,
ni cuando llega el día.

Repudio el sacrilegio y quiero que mi mente
se acomode ortodoxa
a los dogmas que un día, solícito aprendiera
en mi lejana infancia,
pero tengo momentos en que dudo de todo,
y lloro inconsolable
esa falta de fe, que me muerde en el alma
como un perro rabioso.

¡Quién pudiera ser niño y creer con certeza
esas mil soluciones
que a todas nuestras dudas nos brinda la doctrina
de Nuestra Madre Iglesia
Católica y Romana, a la que intento asirme
desesperadamente!

Qué sencillo sería si me fuera bastante
con decir en voz alta:
"Yo creo a cierraojos todo cuanto nos dice
y desde siempre enseña
la Santa Madre Iglesia, y hasta creo firmemente
que al final de los tiempos
todos los que hemos sido y nos llevó la Muerte,
volveremos de nuevo,
sin excepción alguna, a surgir del olvido,
del polvo y de la nada,
en una incomparable, -también incomprensible-,
resurrección gloriosa."

Como un unamuniano San Miguel, que era Santo
a pesar de sus dudas,
yo, que a santo no llego, mas que de igual manera
padezco esta molesta
y enojosa manía de pensar por mi cuenta,
cuando llego, en el Credo,
al punto que proclama que todos los mortales,
sin que falte ni uno,
volveremos un día a vestir esta carne
de miseria y pecado,
y habremos de reunirnos en un bíblico valle,
donde un Dios justiciero
colocará a su diestra a quiénes fueron buenos,
y a su siniestra mano
a los que malos fueron; al llegar a ese dogma
de la carne que vuelve
a resurgir gloriosa de la lúgubre noche
de pretéritos tiempos,
enmudezco de pronto, incrédulo y rebelde,
incapaz de mentirme
afirmando que creo lo que allí se proclama,
cuando es obvio que dudo
y a comprender no alcanzo esa inútil y absurda
resurrección gregaria.

¡Si por lo menos diera mayor honor y gloria
al Dios del Universo,
o sirviera de algo a sus últimos fines,
que siempre ignoraremos!

Pero por muchos miles de millones de hombres,
-elevado ese número
incluso al infinito-, que un día resurgieran
en sus carnes mortales
al mandato imperioso de las trompas celestes
del final de los tiempos,
¿qué otra cosa serían que un montón de miseria
espesa y maloliente?

Bastante es que las almas se eleven hasta el cielo,
para allí confundirse
con sus almas gemelas, gozando la presencia
del Hacedor Supremo,
o vaguen esperando, -según otras creencias-,
encontrar otros cuerpos
que animar con su fuerza, en una repetida
transmigración sin pausa,
hasta que el tiempo todo se haya consumido,
igual que se consume
una brillante llama y ya no exista Tierra,
ni Soles, ni Planetas,
y el Universo entero, con todas sus galaxias,
en un magno estallido
transmute su materia en una inmensa bola
de límpida energía,
y esa Nueva Energía, sin Espacio ni Tiempo,
desprovista de Masa
y de polvo de muertos, sea el Dios que yo busco
palpando las tinieblas.

¡Yo quisiera librarme de esta absurda y funesta
manía de pensar,
buscando inútilmente el porqué de las cosas
y sus últimas causas!

¡¡Por eso te suplico, Señor Omnipotente,
que me libres al punto
de tanto raciocinio heterodoxo y vano,
y tu Misericordia,
esta Fe vacilante consolide y afirme
definitivamente!!

José María Hercilla Trilla
Avila, 25 Marzo 1986

(De mi Libro: "Fides")

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