martes, 17 de junio de 2008

546 -LAS ETERNAS DUDAS

Las eternas dudas (546)


Siempre, Señor, habré de darte gracias
por todos los instantes de mi vida,
lo mismo cuando el alma zozobraba
sumida en las torturas de la duda,
que aquéllos –muy escasos ciertamente-,
en que el alma mostrábase inundada
con la fe proverbial del carbonero,
contento de saber que mi destino
no acababa de súbito al morirme,
pasando a revivir en ese cielo
un día prometido por tu Hijo,
cuando Tú lo enviaste a la tierra
a morir por nosotros, pecadores.

Siempre, Señor, habré de agradecerte
lo bueno y menos bueno que me diste,
indigno como soy de tus mercedes,
vacilante creyente a quien la duda
le asalta, le atormenta y zarandea.

La Razón y la Fe, siempre encontradas,
entablan su batalla interminable,
tomando como campo de sus luchas
este cuerpo vencido y predispuesto
a seguir caminando entre tinieblas,
buscando la verdad, que, fugitiva,
se esconde cada vez en que confío
tenerla ya al alcance de mis manos.

No sé cual de las dos el triunfo logra,
e incluso mejor sea esa ignorancia
y seguir avanzando con la duda,
-pues dudar es vivir, al fin y al cabo-,
que tener la absoluta certidumbre
de que Razón y Fe, una o la otra,
excluye la contraria y que por tanto
ya se puede vivir tal como vive
una planta cualquiera o cualquier burro,
sin meterse en honduras ni en pesquisas,
sólo atento al pan de cada día.

Otras veces lo he dicho, y lo reitero,
la duda es la que al hombre lo mantiene
despierto a lo largo del camino,
y el día que, por fin, la duda cese,
ello querrá decir que ya estás muerto.

José María Hercilla Trilla
http://hercilla.blogspot.com
Salamanca, 19 Abril 2.008


(De mi Libro: “Fides.- Penúltimas”)

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