miércoles, 19 de marzo de 2008

MOSTRAR LA OREJA

MOSTRAR LA OREJA (427)

(Animus iocandi)

En contadas ocasiones,
al leer una sentencia,
se sabe como respira
su autor y hasta como piensa.

El Derecho, por derecho,
es una cosa muy recta
y si el Derecho se tuerce
y al fallo –palabra cierta-
lo vician resentimientos
por votaciones secretas
que vetaron el ascenso
a algún miembro de la terna,
o lo vician igualmente
servidumbres torticeras
a señores poderosos
de las más altas esferas,
o lo vicia por ejemplo
la disparidad de ideas,
no admitiendo las que tiene
el que se juzga y condena,
entonces ¡Apaga y vamos!
¿Dónde vamos? A la mierda.

Ejercicio sacrosanto
es sentar jurisprudencia,
pero retorcer las leyes
hasta el extremo que sean

reversibles como guantes,
slips o pantys o medias,
para poderlas usar
como al juzgador convenga,
dependiendo del sujeto
al que se juzga y sentencia,
al que si resulta amigo
hay que absolver con presteza
y si enemigo resulta
hay que hundir en la miseria,
eso no es serio, señores,
eso es muy poca vergüenza.

Menos mal que de esos jueces
apenas ya quedan muestras,
las precisas solamente
para confirmar la regla
de que la Judicatura
es una cosa muy seria,
Institución que es ejemplo
de sensatez y prudencia,
de honradez y bonhomía,
de justicia y epiqueya.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 23 Enero 2001


(Publ. en www.esdiari.com del 16-3-8, Nº 706)

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