lunes, 24 de marzo de 2008

LA NOCHE ES LARGA (544)

La noche es larga (544)

La noche se hace larga; el insomnio
me tiene desvelado largo rato
sin poder conciliar tranquilo sueño.

La loca de la casa se aprovecha
y libre del control con que la domo
y sujeto de día, se desmanda
y comienza a volar sin rumbo fijo,
brincando de un asunto a otro distinto,
y no solo distinto, que hasta opuesto,
sin lograr sujetarla y conducirla
a cauces de razón donde se pueda
centrar el pensamiento unos instantes
y sacar conclusiones acertadas.

Me acuerdo de otros años, cuando el sueño
cerrábame los ojos al momento,
apenas reposaba la cabeza
en la almohada mullida de mi cama,
dormía de un tirón toda la noche
y un triunfo suponía despertarme
y encarar bravamente el nuevo día.

Si en mis horas de insomnio, por lo menos,
me fuere permitido estar pensando
en algo de provecho, no estaría
incómodo en la cama, dando vueltas,
a merced de esta loca que te cuento,
que vuela atolondrada en un continuo
e inútil picoteo desnortado,
sin fijar la atención en cosa alguna,
sin dejarme pensar tal como piensan
los hombres que se precian de sensatos.

¿A ver si con la edad me estoy volviendo
un inútil viejales medio chocho,
incapaz de regir sus pensamientos?

No pierdo la esperanza de que sea
este insomnio dolencia transitoria,
que un día desparezca y me permita
dormir como un lirón toda la noche,
o poder razonar, aunque acostado,
si un rato desvelado me sintiere.

No tengo mucho plazo para eso
de ver como el insomnio desparece,
y a poco que se tarde ese milagro
de nada ha de servirme si me muero
cualquiera de estos días, pues la muerte
no padece insomnios enojosos
y el muerto no precisa de razones.

Me conformo con lo que Tú me mandes,
pero dame, Señor, ¡sueño en mis noches!

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 12 Enero 2.008


(Publ. en www.esdiari.com del 20-01-08, Nº 698)

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