martes, 30 de septiembre de 2008

080 - LAS TRES LLAVES

LAS TRES LLAVES (080)

Sí, Hermano, en verdad te lo digo y repito:
No analices, ni inquieras el porqué de las cosas,
ni sus últimas causas, ni su origen primero.

Cuanto más profundices y con mayor ahínco
pretendas descorrer el velo del misterio,
mayor será el abismo abierto ante tus plantas,
sin que jamás alcances esa meta imposible
de llegar hasta Dios a través de tu mente
finita y recortada de humana criatura.

No pretendas, Hermano, en espacio tan breve
como tu continente, encerrar una idea
mayor que el Universo, por cuanto que éste mismo
es apenas indicio del poder infinito
de Quién supo crearlo en un acto de amor,
partiendo de la Nada, apenas entreabriendo
los dedos de sus manos de Todopoderoso.

Limita tu soberbia y sabe que no eres
apenas otra cosa que una gota de agua
en el océano inmenso; o un granito de arena
en un vasto desierto de eternas soledades;
apenas una mota de tamo entre las piedras
del molino del tiempo, que gira inexorable,
y que no habrás supuesto en la eterna molienda
de las horas veloces, la fracción más pequeña
del más leve segundo.
Tu pequeñez es tanta,
tus límites tan breves, que no comprendo, Hermano,
ese afán que te mueve a engallar la cabeza
en orgulloso gesto y creerte, insensato,
el centro de este mundo, el rey del Universo,
cuando tan sólo somos una más de las obras
salidas de las manos de Dios omnipotente,
y no precisamente la obra más perfecta,
pulida y acabada. ¡ No seas vanidoso !

A Dios será imposible alcanzar con tu mente
mortal y discursiva de simio reflexivo.

No será tu cabeza la que te ayude, Hermano,
a descubrir la Fuente y Meta de la Vida.

Precisarás tres llaves para abrir la Gran Puerta
que te oculta la Clave y el Secreto de todo:
la llave de la FE, para que la creencia
en un Dios bondadoso te sirva de consuelo
y puedas adorarlo sobre todas las cosas;
la llave del AMOR, para amar a tu Hermano
con igual complacencia y amor con que a ti mismo;
y la de la ESPERANZA, para morir en calma
cuando llegue la hora de la Comparecencia
y el ajuste de cuentas del Libro de tu vida.

¡Esas llaves maestras no están en tu cabeza !
Es en tu corazón, en ese viejo cofre,
donde podrás hallarlas. ¡ No dejes que se oxiden !

José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
Barco de Avila, 30 Agosto 1981

(De mi Libro: “Canciones del Hermano”)

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