lunes, 24 de noviembre de 2008

218 - ¡QUÉ ES EL TIEMPO, SEÑOR....?

¿QUÉ ES EL TIEMPO, SEÑOR...? (218)

(Leyendo a Nietzsche)


Es tan poco, Señor, lo que he logrado
aprender con los años y el estudio,
que inclino avergonzado la cabeza
y confieso contrito la ignorancia
supina que me abruma y acongoja.

¡Son tantas las preguntas que me hago,
-sin hallar casi nunca las respuestas-,
en mis horas de insomnio, interminables...!

¿Qué es el tiempo, Señor?, digo y pregunto,
pues el tiempo es una de las cosas
que obsesionan mi mente enfebrecida,
sin acertar, ni aún remotamente,
a poder definirlo o entenderlo.

¿Es algo divisible, que permite
trocearlo, como si fuera queso,
o marcarlo con hitos y mojones,
cual una carretera, para luego
pontificar, diciendo:
"Desde aquí,
a partir de este punto, es el futuro;
desde aquí hacia atrás, tiempo pasado;
y en este mismo instante, que se ha ido
sin sentirlo, es el tiempo presente,
infinitesimal punto de encuentro
del futuro que llega apresurado,
y apenas es llegado se transforma
en tiempo ya pasado para siempre."

¿Podemos concebir que el tiempo sea
como una carretera sin retorno,
sin principio y sin fin, por la que corre,
sin saber hacia dónde, el Universo,
gobernado por leyes inmutables
de ese Dios, que tampoco comprendemos?

Ese tiempo futuro que esperamos,
¿existe realmente en el espacio,
esperando paciente que lleguemos,
o lo vamos haciendo, día a día,
con nuestro inexorable movimiento?

El día que los astros se detengan
y estalle el Universo, transmutado
en un inmenso foco de energía,
-carente ya de radiactiva masa-,
ese tiempo futuro, ¿se habrá muerto
y ya no habrá camino en el espacio,
bruscamente cortado en ese punto,
al borde del abismo indescriptible,
principio de la Nada, precursora
de otro Dios, otros mundos y otros hombres?

Y ese tiempo pasado que se ha ido
llevándose consigo tantas cosas,
hundiéndose en las sombras del ocaso,
ese tiempo, ¿existe realmente?

¿Podemos concebir ese pasado
como una realidad, que sigue viva
detrás de las espaldas, agobiadas
al peso de la duda, de los hombres?

¿Será como un camino intransitable,
de profundos relejes, bacheado
con el peso y el paso de los astros,
en su giro hasta ahora incoercible?

¿O ese tiempo pasado, como alfombra
que no admite camino de regreso,
se enrollará veloz sobre sí misma,
sin ocupar espacios imposibles,
negados al no ser y al tiempo ido?

¿O quizá se disipe como niebla
y se esfume en humo de recuerdos,
sin dejar huella alguna de su paso,
si no es en la memoria de los hombres?
Si el futuro no existe, y el pasado
es tan sólo memoria evanescente
que vive lo que duran los recuerdos,
forzoso es concluir que sólo existe
el momento fugaz..., que ya se ha ido,
ya no está entre nosotros y es pasado,
y es que el punto de encuentro entre ambos tiempos
-pretérito y futuro- es tan pequeño,
-infinitesimal tiempo presente-,
que se puede afirmar su inexistencia
y decir que ese tiempo... no es ni tiempo,
sino una sensación indescriptible
de transitoriedad o de precario.

Y si el tiempo no existe, me pregunto:
¿Será cierto que pienso y estoy vivo?


José María Hercilla Trilla
Avila, 16 Marzo 1990

(De mi Libro: "Canciones del tiempo perdido")

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