jueves, 14 de mayo de 2009

172 - LAS PUERTAS DE LA MURALLA

LAS PUERTAS DE LA MURALLA (172)


Desde el cercano Soto,
vecino del Adaja,
contemplo deslumbrado
la Ciudad, que se alza
soberbia ante mis ojos,
con su altiva Muralla,
espléndida corona
que la ciñe y remata
en un marco de gloria
augusta y soberana.

Avila se presenta
a los ojos del alma
como un barco varado
en la loma cercana,
erguido hacia los cielos,
con la proa apuntada
a rumbos ideales,
vibrante con las ansias
de perfección que un día
descubriera La Santa.

Detenida en el tiempo,
soberbiamente alzada
sobre toda Castilla,
permaneces anclada
en el duro granito,
soportando la zarpa
de los vientos y el frío
que cubre de una blanca
capa de limpia nieve
tus calles y tus plazas.

- I -

El aquilón rabioso
se estrella en tu Muralla,
y Vallespín arriba
se cuela hasta la Plaza;
por la PUERTA DEL PUENTE
conquista las arcadas
del soportal de El Chico
y luego se derrama
por las calles vecinas,
arrebatando capas.

Por la Puerta del Puente,
-donde la cuesta acaba-,
das estrecha salida
al escuálido Adaja,
ese río modesto
que silencioso pasa,
dejando que se miren
en sus tranquilas aguas,
-no siempre cristalinas-,
las soberbias Murallas.





- II -

A la PUERTA DEL CARMEN,
la de esbelta espadaña,
se abren cuatro calles
desde su breve plaza,
y de las cuatro, una
es la de Las Tres Tazas;
si a esa Puerta te asomas,
a no mucha distancia,
verás el Monasterio
donde vivió La Santa.


- III -

Del MARISCAL, LA PUERTA,
es salida o entrada
entre la Ronda Vieja
y Fuente Sol la Plaza,
y desde sus alturas
se goza el panorama
bucólico que ofrece
la amplia y dilatada
zona norte abulense,
donde corre el Adaja.

Subiendo por la Ronda,
esa cuesta empinada
del Cerro de la Mula,
después de ya pasada
del Mariscal la Puerta,
a los ojos destaca
San Vicente, la Iglesia
Basílica que guarda
en su cripta la hermosa
Virgen de Soterraña.


- IV -

SAN VICENTE es la PUERTA
que parece más alta,
y de todas las puertas
de la altiva Muralla,
la más reproducida
y la más admirada;
aquélla que nos muestra
más piedras enclavadas
de la que fuera un día
necrópolis romana.


- V -

Del PESO DE LA HARINA,
que también es llamada
PUERTA DE LOS LEALES,
es puerta que reemplaza
desde hace cuatro siglos
otra Puerta cercana
o POSTIGO DE ABADES,
hoy día transformada
en puerta de capilla
a San Segundo alzada.

Junto a esa noble Puerta
que vio las mil hazañas
de esta gente abulense
de tan alta prosapia,
defensora de Reyes,
-dos Alfonsos de España-,
la Casa del Caballo
nos muestra en su fachada
a San Martín partiendo
con un pobre su capa.


- VI -

Aunque nunca se cuenta,
otra PUERTA de entrada
permite libremente
traspasar la Muralla
entrando en LA CAPILLA
que Manrique de Lara
construyó en el espacio
del cubo que asolara
con la regia licencia
de un augusto Monarca.


A través de la sede
del que es Templo y Alcázar,
Catedral-fortaleza
de torre inacabada,
también cabe adentrarse,
escalando la grada
que accede a la Capilla
de San Segundo, a las
naves del Templo y luego
penetrar en la plaza.


- VII -

Dando vistas a El Grande,
la PUERTA DEL ALCAZAR
se cobija a la sombra
de las dos barbacanas
del torreón vecino,
y muestra una Muralla
desprovista de almenas,
cual si fuera una tapia
de un corralón de pueblo,
que a nadie preocupara.

Enfrente de esa Puerta,
airosa se levanta
la Iglesia de San Pedro,
aquélla en que juraran
los Católicos Reyes
y Carlos de Alemania
los Fueros abulenses,
al llegar a esta plaza
defensora de Reyes
y florón de la Patria.

También frente a esta Puerta
y en medio de la Plaza
con pórticos de El Grande,
la estatua de La Santa
vigila a sus paisanos
y mira la Muralla,
contando las almenas
y viendo las que faltan,
sin poder explicarse
de este fallo las causas.


- VIII -

Por la PUERTA DEL RASTRO,
que linda con la Casa
de los Dávila y luego
Marqueses de Las Navas,
se sale del recinto
a gozar de la amplia
perspectiva que ofrece
la visión dilatada
de Valle Amblés tendido
sumiso ante sus plantas.

En las tardes de Junio
se observa en la distancia
la escoba florecida,
que cubre de una capa
de amarillo las cumbres
que enfrente se levantan,
cual si fueran del cielo
una nueva muralla,
trasunto de esta otra
que Alfonso levantara.


- IX -

También a mediodía
la PUERTA DE LA SANTA
abre su pétrea boca
a la recia quebrada
que, por el Teso abajo
y la Calle Empedrada,
suaviza su pendiente
hasta llegar al agua
adormecida y poca
del circundante Adaja.

De Blasco Núñez Vela
la solariega Casa,
y aquélla de Teresa
de Cepeda y Ahumada,
-hoy convertida en Templo
de Teresa, La Santa-,
junto con los Palacios
Superunda y Almarza,
custodian esta Puerta
al par que la realzan.



- X -

De todas las salidas,
o todas las entradas,
-según como se mire-,
es la menos usada
la de MALAVENTURA,
PUERTA que en fecha aciaga
vio salir los rehenes
-si la cuenta no falla
creo que fueron sesenta-
que un traidor degollara.

Un Alfonso Primero,
casado con Urraca,
Viuda del de Borgoña,
aragonés monarca,
degolló a los sesenta
y remató su infamia
cortando las cabezas
a cuchillo o espada,
para luego cocerlas
de manera inhumana.

(El lugar del suceso
"Las Hervencias" se llama.)
Blasco Jimeno al punto,
-que la Ciudad mandaba-,
quiso vengar el crimen
y al traidor dando caza
cerca de Fontiveros,
le retó cara a cara,
pero los ballesteros
del infame monarca,
en el Campo del Reto,
le cosieron la espalda
con mortales ballestas
a traición disparadas.

De la Malaventura
desde entonces se llama
esta Puerta modesta,
que ni es Puerta ni es nada,
olvidado postigo
de ventura tan mala.




FORASTERO:

Estas son las DIEZ PUERTAS
-de ella, una privada-
que permiten el paso,
de salida o entrada,
a través de los muros
de la vieja Muralla,
corona que circunda
esta Ciudad callada
de nobles Caballeros,
y cuna de La Santa,
donde el tiempo detuvo
su carrera alocada
y puede disfrutarse
de la paz y la calma
que a todos los humanos
nos es tan necesaria.

Estas son las DIEZ PUERTAS
que te darán entrada
a esta Ciudad hermosa,
donde el silencio canta,
y donde el forastero
que las mismas traspasa
es recibido siempre
con esa castellana
franqueza de las gentes
de las mesetas altas,
que, al tenderos la mano,
el corazón y el alma
os ofrecen con ella
y os dan su confianza.



José María Hercilla Trilla
Avila, 14 Junio 1987

(De mi Libro: "Canciones abulenses")

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