miércoles, 8 de abril de 2009

450 - EL EXTREMEÑO APÓCRIFO

EL EXTREMEÑO APÓCRIFO (450)


De los muy variados modos
que me han podido llamar
el de apócrifo que ahora
me ha venido a colocar
Julián Miguel Orovengua
desde mi pueblo natal,
-según leo en la Revista
que desde Cañaveral
me envían para instruirme
sobre la vida local-,
me ha dejado estupefacto,
me ha cortado el respirar,
me ha dejado sin aliento,
pues nunca pude pensar
que un amigo me llamara
cual me ha venido a llamar,
con ese nombre tan raro
que me hace recordar
un falso y viejo Quijote,
de Avellaneda además,
que guardo en mi biblioteca
y al que gusto comparar
con el auténtico, escrito
por un ingenio sin par,
por don Miguel de Cervantes,
esa gloria universal
de la que los españoles
nos podemos ufanar.

Yo no creo que Orovengua
me haya querido insultar
con el apócrifo ese
que me ha venido a llamar.

Lo malo es que tal palabra
se puede considerar
de muy diversas maneras
y me podría pasar
que algunos no le aplicasen,
por ligereza no más,
la definición primera
que el Diccionario nos da,
que equivale a fabuloso,
y prefiriere aplicar
la de supuesto o fingido,
que da en segundo lugar,
es decir la denigrante,
la que se suele aplicar
al libro de Avellaneda,
como queda dicho ya.

Yo me devano los sesos
intentándome explicar
con qué piropo Orovengua
me habrá querido premiar
al llamarme eso tan raro
del apócrifo, que está
royéndome las entrañas
al no poder descifrar
qué carajo me ha llamado
con esa forma de hablar
tan culta y tan puñetera,
poco usada, la verdad,
por los que al vino llamamos
sólo vino y pan al pan.

Por auténtico me tengo
desde mi más tierna edad
y me moriré extremeño
y presumiendo de tal,
como creo que he demostrado
desde siempre. ¿No es verdad?

Yo ya sé que mi paisano,
Académico, Ejemplar,
Culto, Templado, Maestro
y otras muchas cosas más
que no digo pues conozco
su pundonor y humildad,
quiso sólo distinguirme
al nombrarme como tal,
pero me temo que alguno
lo pueda tergiversar
y lo dicho en honra mía
por un amigo cabal,
lo trastrueque y lo confunda
y al final venga a pensar
de Pepe Hercilla algo feo,
cualquier cosa, qué más da,
que el apócrifo se presta
a chacota y mucho más.

Querido Julián Miguel,
no quiero dejar pasar
esta ocasión sin decirte
que tú me puedes nombrar
cual te pete o te complazca,
pues no se puede esperar
cosa mala de un amigo,
pero debes de cuidar
que lo que digas lo entienda
hasta el último patán,
verbi gratia quien te escribe
y un fuerte abrazo te da.


Salamanca, 4 enero 2003

(De mi Libro: "Canciones extremeñas")

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