viernes, 10 de abril de 2009

051 - MENORCA

M E N O R C A (051)

(A Gumersindo Riera, poeta insigne
y menorquín, el mejor amigo de mi padre)

¡Barca más ligera
que la barca mía,
no surcaba el puerto
de mi blanca Isla!

Con su grácil vela
preñada de brisa,
cortaba las aguas
su afilada quilla,
bordando una estela
de plata muy limpia
sobre las azules
aguas cristalinas.

Cuando con mi barca
feliz recorría
del puerto radiante
las calas tranquilas,
mi "Cala Figuera",
mi barca bonita,
soñaba aventuras
y gestas marinas.

Desde Calallonga
iba, en mi osadía,
hasta la bocana,
donde se mecía
con el oleaje
mi frágil barquilla,
y tornaba luego,
-la vista encendida
y agitado el pulso-,
a emprender la vía
de aguas más serenas,
rozando la Isla
que fue de Las Ratas,
por frente a La Liga.

Era yo un muchacho
que apenas tenía
diez años escasos;
la mirada limpia;
alto y espigado,
y todas mis fibras
vibraban acordes
con ansias marinas.

Sentado en la popa,
las manos asidas
a timón y cabo
para dirigirla
por audaces rumbos,
pasaba los días
felices y raudos
en las menorquinas
aguas de mi infancia,
fijas mis pupilas
en un horizonte
de ansias infinitas,
soñando aventuras
de piratería.

Entre los recuerdos
que forman mi vida,
nunca se esfumaron
-para mi alegría-
aquel bello puerto,
la dorada Isla,
mi barca ligera
y mis correrías
por todas las calas
de su geografía.

MENORCA, tú fuiste,
con tu gente amiga,
con tus blancas casas,
con tus aguas limpias,
con el suave acento
de la cantarina
lengua que yo amo
y que digo mía,
el mejor regalo
que me dio la vida.

¡MENORCA, MENORCA!
¡Vuelvo atrás mi vista
para recordarte
con melancolía!

José María Hercilla Trilla
Avila, 12 Febrero 1976

(De mi Libro: "Canciones menorquinas")

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