lunes, 20 de octubre de 2008

126 - EL NEVADO DEL RUIZ

EL NEVADO DEL RUIZ (126)

(Volcán que, el 14 de Noviembre 1985,
causó más de veinte mil muertos en
Colombia. )


Era un pueblo feliz, que vegetaba
-como todos lo hacemos en la vida-
en un valle de la alta cordillera
que vertebra las tierras colombinas.

Era un pueblo feliz, cuyos vecinos
saludaban al Sol todos los días,
luchaban por ganarse su sustento,
y al cielo sus plegarias dirigían
contentos de vivir en aquel valle
regado por el limpio Lagunilla,
flanqueado de ricos cafetales,
al amparo de la nevada cima.

Cada hombre, como una caña al viento,
vibraba de ilusión y de energía,
y apoyado en su dulce compañera,
los hijos de su carne estremecida
contemplaba alegre y orgulloso,
creciendo en amorosa compañía.

Era un pueblo feliz, en que mi Hermano,
-pues todos son Hermanos de mi vida-,
forjaba sus proyectos y soñaba,
lo mismo que soñamos las sencillas
personas de este mundo enloquecido,
en las horas de euforia y alegría,
cuando -ilusos- pensamos que tenemos
del todo asegurada nuestra dicha.

( La sombra del Volcán era liviana,
y el hielo que en su cumbre refulgía,
pensaban que domaba, con su peso,
al Nevado del Ruiz, en lejanía. )

El dormido león ha bostezado
su furia largo tiempo contenida,
y el aliento letal de su bostezo
-vapores sulfurosos y cenizas-
ha trocado los hielos sempiternos
en aguas enlodadas asesinas.

Los chorros cristalinos que bajaban
cantando hasta engrosar el Lagunilla,
convertidos en lodos pegajosos
arrasaron Armero, que dormía.

El barro penetró veinte mil bocas,
ahogando el alarido que surgía
en grito vertical hacia los cielos,
cual sangre que revienta de una herida.

Cada hombre, como una caña rota,
sorprendido por el río en su avenida,
ha crujido de espanto, e impotente
sus manos han buscado a la familia
que el barro inexorable sepultaba,
y han muerto con las manos extendidas,
sin saber el porqué de la tragedia,
ni qué deudas pagaban con sus vidas.

Aquel pueblo feliz, que orgullo era
de las altas regiones colombinas,
el Nevado del Ruiz ha transformado
en osario de barro y de cenizas.

( Señor, yo me pregunto acongojado,
-y no tomes a mal lo que te diga-,
¿por qué, Señor, tus manos y tus ojos
apartaste de Armero en ese día ? )


José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
Avila, 16 Noviembre 1985

(De mi Libro: "Canciones del Hermano")

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