Pienso, luego existo (590)
Pienso, luego existo. Así decía
el filósofo aquel, hace algún tiempo,
y todos acataban su aforismo,
sin que nadie contradecirle osara.
Yo me pongo a pensar y no me cuadra;
yo prefiero decir de este otro modo:
Pienso, luego dudo, y cuando dudo
comienzo por dudar de mi existencia,
de si existo en verdad, o soy tan sólo
un sueño que pudiese estar soñando
otro ser, para mí desconocido,
soñador asentado en otro mundo,
que un día, al despertar él de su sueño,
me borrare por siempre de su mente,
creyendo que yo fui una pesadilla
que turbó unos momentos su descanso.
Yo me pongo a pensar, y entonces dudo
no tan sólo de mí, de todo cuanto
inexplicablemente me circunda,
se mueve en torno mío y me acompaña,
un día y otro día, en mi camino,
un camino que ignoro donde lleva,
que ignoro cuando acaba, aunque supongo
que tendrá que acabar cuando despierte
Aquél que -no sé dónde- está soñando
y en sus sueños le nace mi figura,
tal vez como un mal sueño ¿quién lo sabe?,
que luego –al despertar- desaparece.
Así pues, desechemos, por sencillo,
ese viejo aforismo que asegura
que sólo por pensar, sabes que existes;
sería muy hermoso que así fuese,
pero yo no me atrevo a asegurarlo,
esclavo de las dudas que me embargan.
Piense usted lo que quiera, caro amigo,
mas deje que yo siga con mis dudas,
pensando que tal vez soy sólo un sueño
de un ser desconocido que me sueña,
cuando no una torpe pesadilla.
(Depende de los días, es muy cierto;
felizmente no todos son iguales)
José María Hercilla Trilla
El Barco de Ávila, 5 Agosto 2009
De mi libro: "El último cuaderno")
viernes, 11 de septiembre de 2009
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