lunes, 14 de septiembre de 2009

587 - EL MUNDO SOÑADO

El mundo soñado (587)


Hubo un tiempo remoto en que soñaba
con un mundo ideal, donde nos fuere
posible convivir amicalmente,
un mundo donde todos los humanos
cupiéramos en paz y en armonía,
donde fuere posible que el gobierno
de los hombres pudiere ser tratado
con limpio corazón y buenos modos,
sin tener que tirarse a la cabeza
los trastos, los insultos, los rencores,
y pudiere tratarse del gobierno
de los hombres, sin que estos mismos hombres
se odiasen entre sí, por nimiedades
carentes realmente de importancia,
-el color, o la lengua, y sobre todo
a cuenta del dinero-, sin pararse
a pensar que la vida no es apenas
nada más que un suspiro entrecortado,
nacido y extinguido en breve plazo,
sin que puedas llevar maleta alguna
-cargada de dinero, bien se entiende-,
cuando cierres los ojos y el viaje
sin retorno emprendas solitario,
llorando tus riquezas, ese oro
por el cual cometiste indignidades
en tu afán de amasar una fortuna
de la cual disfrutar eternamente
y ahora ves esfumarse como el humo.


La eternidad, con la que tú soñabas,
ha durado apenas un instante,
y ¿ha valido la pena tanta lucha,
tanto odio y tantas zancadillas,
cohechos, ruindades y bajezas
como fuiste sembrando en tu camino,
para luego, al final, irte desnudo,
en puros cueros vivos, como todos
nos vamos cuando llega nuestra hora,
esa hora que puede ser mañana,
o quizás, por qué no, dentro de un rato?

Os confieso que aún sigo soñando
con el mundo ideal en que soñaba
apenas iniciado mi camino,
cuando estaba pletórico de vida,
cargado de ilusiones y proyectos,,
aunque –triste es decirlo- desconfío
que pueda disfrutarlo antes de irme,
lo cual es una pena, y bien lo siento.

¡El odio y la codicia, os lo aseguro,
cargado de experiencia, no son buenos
para andar el camino como Hermanos!


José María Hercilla Trilla
El Barco de Ávila, 25 Julio 2009

(De mi libro: "El Penúltimo cuaderno")

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