miércoles, 16 de septiembre de 2009

585 - ¿NOCHE O DÍA?



¿NOCHE O DÍA? (585)


Ya Sócrates lo dijo delante de sus jueces,
que al morirnos la muerte nos sumerge en un sueño
desprovisto de ensueños, en que el tiempo parece
como una sola noche, una noche infinita,
interminable noche, en la que nos dormimos
definitivamente, sin esperanza alguna
de despertar un día, retornando a la vida.

Aunque también apunta que la muerte pudiere
ser un cambio o mudanza del alma del difunto
hacia otros lugares –por supuesto mejores-,
donde todos los muertos, si es cierto lo que cuentan,
estarán hermanados, cada cual con aquellos
que le sean afines, disfrutando del tiempo
-en este caso un día, un infinito día,
por siempre inacabable-, con charlas sustanciosas,
una vez alcanzada la verdad absoluta,
la que tanto buscaron en su estancia en la tierra.

Como quiera que fuere lo cierto de la muerte,
-dormir anonadado en infinita noche
o vivir solazado, entre viejos amigos,
en un lugar remoto, de eterna primavera,
con el sol derramando en el cenit sus rayos,
sin ocultarse nunca-, lo cierto es que ambas cosas
presentan sus encantos y hacen digerible
el fúnebre misterio que a los hombres embarga
cuando ven acercarse a la pálida dama,
la que, guadaña en mano, va cortando los hilos
que mantienen unidas a la vida y la muerte.

No merece la pena cavilar sobre eso,
en si es una desgracia o si es una ventura,
el hecho de morirse, del que nadie se libra;
o noche inacabable o día deleitoso
con horizontes nuevos. Cualquiera de ambas cosas,
cuando llegue el momento, nos será desvelada,
aunque quizá nosotros, como cuerpos mortales,
mejor dicho ya muertos, seamos incapaces
de enterarnos del sitio al que por fin llegamos.

Lo he dicho muchas veces, que aunque hombre curioso,
inquieto por la duda, prisa alguna no tengo
por correr la cortina que desvela el misterio.

¡Tiempo habrá para todo! ¿Para qué apresurarse?


José María Hercilla Trilla
Barco de Ávila, 12 Julio 2009

(De mi libroo: "El penúltimo cuaderno")

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