ROSARIO... (023)
Fue la hora suprema de las iniciaciones;
la hora presentida de mis sueños ardientes...;
yo, ya había soñado todas las emociones
en las horas pausadas de mis noches silentes.
En tu boca fragante, de labios sonrientes,
del misterioso arcano hallé las soluciones.
Nuestros labios chocaron cual dos ascuas candentes
y vibraron acordes nuestros dos corazones.
En el éxtasis breve del misterio sensual
viví toda una vida, y en la luz ideal
de tus negras pupilas se anegaron mis ojos
febriles y cansados, de bardo visionario.
¡Desde entonces, desgrano, en mi senda de abrojos,
las nostálgicas rimas que forman mi Rosario!
José María Hercilla Trilla
Cañaveral, 1948
(De mi libro: "Canciones de juventud")
viernes, 3 de julio de 2009
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