LA NENA PALIDA (011)
Pobre nena pálida,
que a tu balcón te asomas
soñando en un idilio
que te endulce las horas
monótonas y lentas
de tu vida, y añoras
un amor no vivido,
que a tu amor corresponda.
Pobre nena pálida,
de mirada amorosa,
que en las noches de luna,
cuando el astro se asoma
a tus altas ventanas
y despiden las rosas
su enervante perfume
al mecer sus corolas,
te mantienes inmóvil,
contemplando las sombras
del jardín, que a tus plantas
va extendiendo sus frondas.
Pobre nena pálida,
tan triste y tan hermosa,
que en tus sueños te finges
una novela rosa,
y esperas que una noche,
encubierto en las sombras,
aparezca el mancebo
que la calma te roba,
y acercándose presto,
deposite en tu boca
ese beso de fuego
que te haga su esposa.
Pobre nena pálida,
que a ese balcón te asomas,
mientras finges quimeras
fantásticas, y evocas
ese amor imposible
que te endulce las horas.
Ese amor es un mito
que carece de forma;
ese amor es un sueño;
es tan sólo un aroma;
es un bello fantasma
que la fiebre provoca;
ese amor es un algo,
que jamás, ay, se logra.
Sigue oyendo en la noche
las voces misteriosas
de las aguas, del viento,
el rumor de las hojas...
Envuelta en el silencio
que llega de las frondas,
observa el compasado
murmurar de las horas,
y forja tus ensueños:
Tú serás una Diosa
y El será el encantado
doncel que te enamora...,
y llegará una noche...,
y te dará una rosa...,
y seréis muy felices...,
y tú serás su esposa.
¡Pobre nena pálida,
callada y soñadora!
Los sueños son eternos
y la vida es muy corta...
¡Soñemos, que la luna
a soñar nos convoca!
José María Hercilla Trilla
Badajoz, Cuartel de Menacho, 1947
(De mi libro: "Canciones de juventud")
sábado, 18 de julio de 2009
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