TARDE EN LA ALISEDA (222)
Estoy en La Aliseda, junto a Gredos;
cobijado a la sombra de un aliso
de esta verde ribera lujuriante
bañada por el Tormes cristalino,
contemplo anonadado este paisaje
serrano y fluvial, un paraíso
que me hace recordar aquellos versos
de aquel fraile conquense-salmantino,
que hablaba de los "campos deleitosos"
y de "los sabios que en el mundo han sido",
aquellos que del mundo se retiran
y buscan al Señor lejos del ruido.
La tarde, caminando hacia su ocaso,
los cúmulos nubosos, a los picos
de la sierra frontera, ha llevado
de uno en uno, dejándolos dormidos
cual rebaño de cándidos corderos,
guardados en tan alto y regio aprisco.
Un espeso silencio se desploma,
apenas roto por el cantarino
rumor de las chorreras espumantes,
donde desfleca su vigor el río;
o por el dulce tintín de las esquilas,
anuncio del regreso vespertino
de un hatajo de cabras, gobernado
por barbudo y marcial macho cabrío,
que olisquea su corte femenina,
frunciendo su sensual y negro hocico.
En el haz de las aguas sobrevuelan
bulliciosos e inquietos los mosquitos,
y se ve a las truchas codiciosas
atraparlos con sorprendentes brincos,
para hundirse veloces en las aguas
profundas de los charcos cristalinos
de esta verde ribera lujuriante,
donde la tarde paso, tan tranquilo,
gozando del paisaje y del silencio,
con Dios en paz y en paz conmigo mismo.
Estoy en La Aliseda, frente a Gredos,
debajo de las ramas de un aliso,
gozando de este campo deleitoso,
alejado del mundanal ruido...
(Me apena que la noche se avecine
y deba abandonar este retiro...)
José María Hercilla Trilla
La Aliseda, 22 Julio 1990
(De mi Libro: "A orillas del Tormes.-
Poemario barcense")
lunes, 1 de junio de 2009
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