EL SOLAR LEDESMINO (433)
En silencio, camino despacioso,
contemplando el solar donde se alzaba
el viejo caserón de mis abuelos;
recuerdo sus balcones y ventanas
abiertos a la luz del mediodía,
a ese sol que alumbraba aquella plaza
volada sobre el río tormesino,
a sus pies extendido, con sus aguas
oscuras por los cienos arrastrados
al cruzar en su curso Salamanca.
La plaza sigue igual, tal como entonces
la encontré, siendo niño, a mi llegada
a estas tierras maternas, donde ahora,
en las tardes de primavera y calma
-después de transcurrir sesenta años-
me gusta retornar con la esperanza
de poder revivir viejos recuerdos
latentes en lo más hondo del alma.
La Villa sigue igual, igual silencio
en sus calles estrechas y empedradas;
igual la Fortaleza, igual la Iglesia...
Lo malo es cuando llego hasta esta plaza
donde un día vivieron mis abuelos
y en vez de reencontrarme con la casa
que guardo en mi memoria, sólo veo
un cuadrado solar de tierra parda
cubierto de yerbajos y de ortigas
por el sol y los aires agostadas.
Y surgen los recuerdos, se amontonan
confusos y revueltos; y me hablan
de todos los que entonces conociera
en la vieja casona de mi infancia...
Tal vez en la alta noche ledesmina
en el viejo solar, como fantasmas,
se muevan sigilosos y abrigados
en sus blancos sudarios y mortajas...
¿Qué no estoy muy alegre? Pues es cierto;
pero no se preocupe. Es la falta
del viejo caserón lo que me pone
así de entristecido, con nostalgia,
pero luego, afortunadamente,
recobro la alegría; y en voz baja,
gozando del momento fugitivo
de esta serena tarde de bonanza
elevo la mirada hacia los cielos
y por todo al Señor le doy las gracias.
José María Hercilla Trilla
Salamanca, 18 abril 2001
(De Mi Libro: "Canciones castellanas.-
Poemas salmantinos" )
jueves, 11 de junio de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario