C R E D O (032)
Ignoro tus creencias
en cuanto a los misterios
de la Vida y la Muerte.
En ese arcano inmenso,
¿quién osa aventurarse,
si nuestro pensamiento,
-por mucho que se esfuerce-,
no ha de romper el velo
que lo hace insondable?
Hay Obispos y clérigos
que hablan de otra vida,
y prometen un cielo
en premio a las virtudes,
o auguran un infierno
donde las almas malas
sufrirán mil tormentos.
Yo no sé si tú crees
o si dudas de eso.
¡Ignoro tus creencias!
Yo, vislumbro y espero
vivir en una estrella
después de haberme muerto.
Algunos se sonríen
cuando les digo esto;
otros, me llaman loco;
y muchos, con recelo,
murmuran mojigatos
y me tildan de ateo.
Yo espero, en otra vida,
vivir en un lucero,
que tal vez sea el mismo
que en lo alto del cielo
hemos mirado juntos
tantas veces, suspensos.
Allá se irá mi alma,
con las almas de aquellos
que cruzaron la vida
deseando ser buenos;
y allí, todos unidos,
viviremos de nuevo
alguna nueva vida.
En esa Estrella espero
encontrarte.
Yo sé
que nos encontraremos,
y, libres de perjuicios,
alejados del cieno
mundanal y de todos
sus torpes chismorreos,
tendremos que decirnos
lo que entonces dijeron
tus ojos y mis ojos
con su hablar en silencio.
¡Ignoro tus creencias!
Tú, ya sabes mi Credo:
Será mi Paraíso
aquel verde lucero
que brilla y parpadea,
y Tú serás el premio
que Dios sabrá otorgarme
por todos los tormentos
que he sufrido en la tierra.
¡Hasta entonces, te espero...!
José María Hercilla Trilla
Cañaveral, 1949
(De mi Libro: "Canciones de juventud")
martes, 23 de junio de 2009
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