AQUEL PUEBLO... (039)
Una plaza vetusta
con arcadas de piedra;
en uno de sus lados
la silenciosa Iglesia,
en cuyo campanario
chirría la veleta;
catorce o quince calles
y cincuenta callejas;
y rodeando todo,
el Río, que serpea
entre tajos profundos
y umbrías alamedas...
He olvidado las gentes
que poblaban aquella
ciudad que me dio asilo.
En mi memoria quedan
el pueblo, sus paseos
nocturnos y las nieblas
envolviéndolo todo.
¡Y surgiendo de ellas,
el rostro sonriente
de mi novia primera,
la de los ojos negros
y la sonrisa ingenua!
José María Hercilla Trilla
Cañaveral, 1950
(De mi Libro: "Canciones de juventud")
martes, 16 de junio de 2009
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