RIO ARAVALLE (215)
Al pasar bajo el Puente
de Las Aceñas,
Aravalle, sumiso,
se da y entrega
al Tormes literario,
con el que mezcla
sus aguas cristalinas,
espuma y perlas.
Aravalle desciende
desde la Sierra,
del mismo Calvitero
donde naciera,
y siguiendo su curso
se despereza
entre prados jugosos
y verdes huertas,
hasta quedarse preso
en La Retuerta;
pero saltando el muro
que lo represa,
retoma su camino
y zigzaguea
fructificando campos
de La Carrera,
hasta llegar al Puente
de Las Aceñas,
ese puente romano
de dura piedra,
donde yo paseaba
con la barqueña
que me enfermó de amores
con su belleza.
Aravalle, te miro
desde la pétrea
atalaya del Puente
de Las Aceñas,
y escucho las canciones
que con tu lengua
de agua cantarina,
rota en estelas
de espumas desflecadas
entre las hierbas,
vas diciendo a las gentes
de La Ribera.
Aravalle y mi Puente
de Las Aceñas,
donde dije a mi novia
las mil ternezas
que su amor me inspirara
desde que fuera
-hace ya muchos años-
preso por Ella.
Cada vez que a ti vuelvo
en las serenas
tardes del dulce otoño,
que amarillea
los álamos y alisos
de La Ribera,
recuerdo aquellos días,
cuando yo era
un río caudaloso
lleno de fuerza,
que también me rendía
-de igual manera
que Aravalle en el Tormes-
a la barqueña
que me enfermó de amores
por ser tan bella.
José María Hercilla Trilla
Barco de Ávila, 15 Octubre 1989
(De mi Libro: "A orillas del Tormes.-
Poemario barcense")
viernes, 29 de mayo de 2009
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