EN MI MEMORIA (388)
En mi memoria, fijo,
Cañaveral lejano,
Cañaveral querido,
Cañaveral, amado.
Desde Gredos intento
con la vista alcanzarlo,
sin que mis ojos lleguen
donde quiero llevarlos.
¿Quién pudiera de nuevo
disfrutar del encanto
de tu vida tranquila,
sin otro sobresalto
que ignorar si mañana
estará igual de claro
el limpio azul del cielo
o estará encapotado?
La Silleta, a lo lejos,
eleva como un faro
sus ochocientos metros,
-mirando hacia a lo alto-,
y acogiendo en su falda
esos huertos serranos
donde crece la lima,
el limón y el naranjo.
La vida se te impone
y te vas deshojando
como una margarita
que arrancara una mano
de su jardín nativo,
para irla tirando
por los caminos rota,
deshecha en mil pedazos,
o acaso convertida
-no podemos negarlo-
en hoja volandera,
que, arrancada del árbol,
el viento zarandea
y lleva entre sus brazos
desde el tronco nativo
a cualquier apartado
lugar, donde te deja
caído sobre el barro.
No obstante ese deshoje
o ese vuelo forzado,
-hoja o flor, da lo mismo-,
Cañaveral lejano,
a ti vuelvo mis ojos
y te tiendo los brazos,
aunque verte no pueda,
ni te toquen mis manos.
José María Hercilla Trilla
Salamanca, 20 Septbre 1999
(De mi Libro: "Canciones extremeñas")
viernes, 3 de abril de 2009
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