EL NÁUFRAGO (397)
Menorca, ¿dónde te escondes?
Sobre la mar dilatada
te voy buscando anhelante,
perdida ya la esperanza
de encontrarte en el camino
que a tu rumbo me orientaba.
Yo era un niño marinero
y tripulando mi barca
-de Mahón a Ciudadela-
iba avistando las calas
de la costa menorquina,
compañera de mi infancia.
Menorca, ¿dónde te fuiste?
Perdona; me equivocaba.
Quién se fue, fue el marinero,
el mismo que ahora te canta
y va dejando en su canto
los girones de su alma.
Menorca, ¿dónde te encuentras?
Bien sé que no estás lejana,
pero mis piernas vacilan
y mis ojos ya no alcanzan
a divisar tus perfiles
flotando sobre las aguas.
Montetoro no me sirve
para centrar coordenadas
y rectificar el rumbo;
Montetoro no es montaña
que se despegue del suelo
y al navegante le valga.
Si algún día, -¿quién lo sabe?-,
de nuevo te divisara,
de nuevo, marinerito,
reflotaría mi barca
y su proa enfilaría
a mi Isla azul y blanca.
¿Porqué soñaré imposibles,
cuando el camino se acaba?
¿Será porque Dios es bueno
y aún me deja la esperanza
de poder llegar un día
a tu costa, de arribada?
Será por esto o aquello...
Yo te sueño en la distancia;
cierro un momento los ojos
y me despierto en tus aguas,
como el niño marinero
que recorría tus calas
-de Mahón a Ciudadela-,
sin que jamás naufragara.
Ahora, naúfrago de todo,
quisiera alcanzar tus playas
y abandonarme a morir
sobre tus arenas blancas.
José María Hercilla Trilla
Salamanca, 30 Octubre 1999
(De mi Libro: "Canciones menorquinas")
jueves, 23 de abril de 2009
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