LA GORRA DE CAPITAN (293)
Aquel niño que soñaba
junto a la orilla del mar
con llegar a ser un día
el apuesto Capitán
de un raudo y blanco velero,
con sus huesos vino a dar
en esta meseta enhiesta
del centro peninsular,
donde transcurre su vida,
- tan lejos del litoral
menorquino en que creciera -,
y en la que sólo se dan
horizontes infinitos
de campos en soledad,
- cereales de secano
entre manchas de encinar -,
horizontes que le abruman
y le hacer añorar
aquel puerto marinero
de la isla balear
donde viviera dichoso
hace ya una eternidad.
El tiempo se le ha marchado
y el futuro ya no está,
para que pueda forjarlo
cual lo pensara forjar,
y aquello que ya no existe,
- aunque exista voluntad
de hacerlo cual se soñara -,
en sueño se ha de quedar.
Falta la materia prima;
se te agotó con la edad,
y no es bastante querer
llegar a ser Capitán
de un blanco barco velero
con el que hacerse a la mar,
si se han cumplido setenta
y se es un carcamal
con las piernas inseguras
por los achaques y edad.
Aquel niño marinero
ya no será Capitán
de ningún barco velero
menorquino y balear,
pues se le fueron los años
en esta mar mineral
de la tierra castellana
donde arribó por azar,
y en cuyos fondos rocosos
la proa fue a embarrancar
con tal fuerza y de tal modo
que no pudo regresar
hacia su puerto de origen
para hacerse Capitán.
Menos mal que aunque «crecido»,
- en plena tercera edad -,
el alma conserva joven
y le place recordar
aquellos años lejanos
de su infancia balear,
( menorquina por más señas,
por eso de precisar ),
cuando surcaba los mares
de su contorno insular,
sintiéndose marinero...,
soñando ser Capitán...,
con todo el tiempo del mundo
por delante, sin tocar,
ese tiempo que se ha ido
sin sentirlo, tan fugaz
que le hace dudar a veces
de si ha sido de verdad
aquel niño enamorado
de los barcos y la mar,
o ha sido siempre el de ahora,
este viejo carcamal
que se entretiene soñando
que quiso ser Capitán
de un blanco barco velero
menorquino y balear.
Lo más gracioso de todo
es que en su absurdo soñar,
hay veces en que se olvida
de su estado y de su edad,
y piensa que aún le es posible
llegar a ser Capitán
de aquel soñado velero
de su infancia balear,
y se niega a dar oídos
a la cruda realidad
que le dice que se olvide
de los veleros y el mar,
que ya le viene muy grande
la gorra de Capitán.
Para el tiempo que le resta
en que poder navegar,
le sobra un bote de remos,
y sería necedad
remar en barca pequeña
con gorra de Capitán.
José María Hercilla Trilla
Almuñecar, 10 Julio 1996
(De mi Libro: "Canciones menorquinas")
martes, 21 de abril de 2009
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