TU SILENCIO (70)
Tu silencio y el mío...
¡qué insensatos silencios...!
Nuestros labios ansiaban,
temblando, dar un beso
de perdón amoroso,
y aquel orgullo nuestro
ataba nuestra lengua,
crispaba nuestro gesto,
nublaba las miradas
y fruncía los ceños.
Y el motivo de todo,
-Santo Dios de los Cielos-,
era siempre lo mismo,
algo nimio y pequeño,
que allí donde no existen
problemas verdaderos,
somos tan botarates,
tan tontos y tan necios,
que de un grano de arena
cruzado en el sendero,
construimos un monte
que bifurque los nuestros.
¡Cuantas horas callados,
rumiando en el silencio
el dolor y la pena
de ignorarnos y vernos!
¡Cuantas horas pensando...!
¡Cuantas horas sufriendo,
esperando que el otro
diera el paso primero
y su palabra fuera
la excusa y el pretexto
al que poder asirnos
para romper el hielo
que aislaba nuestras vidas,
cual muro de cemento...!
Tu silencio y el mío...,
¡que insensatos silencios...!
¡Cuantas horas de dicha
y de amor se nos fueron
calladamente, como
vilanos en el viento,
sin poder retenerlas,
ni vivirlas de nuevo!
Si Tú eres, mi vida,
lo que en verdad más quiero,
y si también me amas
con apasionamiento,
¿a santo de qué vienen
esos fruncidos ceños,
y estos largos, absurdos,
e insensatos silencios?
Si la palabra es vida,
y amor, y sentimiento,
¿porqué buscar la muerte
con tan torpe silencio?
José María Hercilla Trilla
Avila, 26 Enero 1979
(De mi Libro: "Ensoñaciones (1979-1997)"
sábado, 24 de enero de 2009
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