miércoles, 21 de enero de 2009

496 - DESPRENDIMIENTO

DESPRENDIMIENTO (496)


La vida es un continuo desprenderse
de cuanto recogiste en el camino,
creyendo que ya nunca te podrían
privar de su presencia y su disfrute.

Pero un día cualquiera te apercibes
de que tu propiedad es transitoria,
que no pasa de ser un usufructo
temporal y fugaz, como tu vida,
y que habrás de dejar todos tus bienes,
sin poderlos llevar, mal que te pese,
a ese sitio ignorado hacia el que partes.

La madurez se alcanza al darte cuenta
de que todo lo tienes en precario,
que nada te fue dado para siempre,
que desnudo –lo mismo que naciste-
te tendrás que marchar, sin llevar nada
de aquello que creías que era tuyo,
a cambio de lo cual diste tu vida,
y algunos hasta dieron su buen nombre,
sin temor al baldón y la ignominia.

No esperes la llegada del momento
postrero para darles a los tuyos
todo cuanto no creas necesario
para seguir viviendo independiente
y estimes que podrá serles de ayuda
en los años cruciales que atraviesan,
esos años que para ti se han ido
sin sentirlos, como se va la vida.


Asombra el torpe empeño de los hombres
persiguiendo el poder y la riqueza,
sin temor a pagar, por conseguirlos,
con aquello que vale más que el oro:
Con su limpio apellido y su buen nombre,
ese nombre con el que nos conocen,
nos respetan y estiman los amigos,
ese nombre que un día recibimos
y debes entregar, cuando te marches,
tan limpio como a ti te lo entregaron.

La vida sólo vale para darla,
para darla con todo lo que tienes,
poco o mucho, la suma es lo de menos;
lo que en verdad importa es que a tu herencia
la acompañe -en forma indisoluble-
esa fama de hombre insobornable,
soñador, igualmente, de verdades,
y también defensor de la justicia,
que tuviste por meta en tu camino.

Es la mejor herencia: La que dejo
a mis hijos y nietos al marcharme.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 9 Diciembre 2.005

(De mi Libro: "Haciendo mi camino")

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