EL MUNDO CAMBIANTE (482) (*)
Cuán cambiante es este mundo,
de la noche a la mañana.
Te acuestas sin sobresaltos
y al despertar, te levantas
y ves que todo es distinto,
que ha sufrido una mudanza
y casi lo desconoces
e incluso temes que hayas
despertado en otro mundo,
en una estrella lejana
para ti desconocida
hasta esa misma mañana.
Antes iba por mis pies,
sin necesitar bengala
en que apoyarme al andar,
con las dos piernas muy sanas,
y allá dónde yo quería
mis piernas me transportaban,
hecho un hombre, bien derecho,
más tieso que una espadaña,
como un junco marinero
recién nacido del agua,
como mástil de una nave
con las velas desplegadas
luchando contra turbiones
y venciendo las borrascas.
Ya no voy. Me traen, me llevan
y conducen a sus anchas,
y no digo que me visten
y me meten en la cama,
porque eso, todavía,
puedo hacerlo, aunque con calma.
Me he convertido en un trasto
que no sirve para nada;
menos mal que todavía
manejo bien la cuchara
y sé llevarme a la boca
las sopas y lo que haya,
y sé usar la servilleta
para limpiarme la baba.
Por algo digo que el mundo
es cambiante: La mudanza
la sufro en mis propias carnes,
carnes flojizas y flacas,
cuando antes era un atleta
que corría y que nadaba
lo mismo que una gacela,
igual que trucha en el agua,
sin temor a cosa alguna,
pues nada me acobardaba.
No obstante cuanto aquí digo,
al Señor le doy las gracias
por todo cuanto le debo,
-que no es poco-; por tenerme
con la mente despejada
y disfrutar de los míos
en una serena calma,
con mi familia y amigos,
esos que nunca me faltan
y que me alegran la vida
cuando la vida me falla.
José María Hercilla Trilla
Salamanca, 2 Julio 2005
(De mi Libro: "Haciendo mi camino")
miércoles, 14 de enero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario