EL OLVIDO (347)
¿Morir? No es otra cosa
que hundirse en el olvido.
No hay que darle importancia
a algo tan sencillo.
No mueres cuando llegas
al final del camino
y el pecho se desinfla
con el postrer suspiro.
Esa muerte no es muerte;
es quedarse dormido,
ausente de los tuyos,
distante, en otro sitio,
con el tiempo en suspenso;
carentes de sentido
los tres tiempos del verbo;
sin final ni principio
los días y las horas,
los años y los siglos.
Esa muerte no cuenta,
puesto que sigues vivo,
-inoperante, es cierto,
más sin haberte ido-,
gracias a la memoria
de los deudos y amigos
que siguen recordando
el tiempo compartido
y añoran tu presencia,
tus hechos y tus dichos.
La verdadera muerte,
la que lleva al abismo
en el que te sumerges
en un definitivo
estado de "no ser"
-e incluso "no haber sido"-,
es cuando tu recuerdo
se desprende del hilo
que lo unía a la vida,
aunque fuera muy fino,
y ya nada te une
al mundo de los vivos.
Al morir el recuerdo
es cuando nos morimos;
en ese mismo instante,
en ese instante mismo...
Prepara tu recuerdo
si tienes el capricho
de prolongar tu vida
y suponerte vivo,
aunque por mucho esfuerzo
que pongas, me imagino
que al final no te libras
de caer en olvido,
es decir de morirte
como todos morimos.
José María Hercilla Trilla
Salamanca, 1 Noviembre 1998
(De mi Libro: "Las canciones del tiempo perdido")
sábado, 27 de diciembre de 2008
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1 comentario:
ignacio javier conde salgado....¿amigo de simón estévez cuquejo? y raquel méndez dafonte?
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