CANTOS DE AMOR Y DE ESPERANZA (278)
Hoy quiero contagiaros mi alegría
con un canto de amor y de esperanza,
y también -¿porqué no?- de acción de gracias
a quién tanto me dio sin merecerlo.
No más cantos de queja o desespero,
más propios de filósofo barato,
nostálgico sujeto incorregible,
metafísico absurdo descentrado
o imberbe adolescente espinilloso.
No quiero doblegarme frente al tiempo
arador de mi frente y mis mejillas,
y enhiesto me mantengo, pese a todo,
negando el corazón a las arrugas,
abierto a la esperanza y la sorpresa,
rebosante de amor, cual si tuviera
un tercio solamente de mis años
y me fuera posible enamorarme
con la misma vehemencia de otros tiempos.
El canto debe estar en consonancia
con tu vida, tu entorno y tus creencias,
y debe reflejar sinceramente
la desnuda verdad de tu momento,
del minuto fugaz que estás viviendo
y que nunca podrá ser repetido.
Por eso en el segundo que transcurre
corriendo velozmente hacia el pasado,
actualizo la cuenta de mi vida
en busca de su saldo resultante
y me siento contento y satisfecho,
sorprendido también, no cabe duda,
por tener mucho más de lo que nunca
soñara yo lograr en mi camino.
Hoy tengo mucho más de lo que diera;
con creces, lo que di, se me ha devuelto;
ya tienes explicado que mi canto
te diga de mi amor y mi esperanza,
de ese amor a los míos que me inunda,
y a los otros también, en los que creo;
te cante mi esperanza ilusionada
en un mundo mejor, en el que espero;
y dé gracias a Dios por concederme
tanta paz y sosiego inmerecidos.
José María Hercilla Trilla
Barco de Avila, 20 Agosto 1993
(De mi Libro: "Las canciones del tiempo perdido")
martes, 9 de diciembre de 2008
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