MI REZO COTIDIANO (285)
Jamás podrás decir que te he pedido
riquezas u otros bienes materiales,
ni tampoco, Señor, que me otorgaras
poder para imponerme a mis hermanos,
ese torpe poder que a tantos ciega
y a cambio del que venden cuerpo y alma.
Ya sabes Tú, Señor, que me ha bastado
aquello que me diste cada día,
y que nunca dejé de agradecerte
tu gratuita bondad inmerecida
al darme lo bastante a mi sustento.
Sin embargo, Señor, justo es decirlo,
es cierto que en mi rezo cotidiano
te pido con ahínco y lo reitero,
que me hagas merced y no me dejes
caer nunca jamás en la locura.
Que tu mano, Señor, misericorde,
me lleve de este mundo cuando quiera,
mas déjame vivir hasta ese día
en plena facultad intelectiva.
José María Hercilla Trilla
Avila, 22 Noviembre 1993
(De mi Libro: "Las canciones del tiempo perdido")
miércoles, 10 de diciembre de 2008
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