El puente (567)
Cuando a la vida nacemos,
un puente nos adjudican
por el que poder cruzar
desde una orilla a otra orilla.
Parece un puente muy largo
mirado a primera vista,
cuando con pasos inciertos
el recorrido se inicia,
pero ves como se acorta
conforme pasan los días,
y hasta tal punto es así,
hasta tal punto se achica,
que el día menos pensado,
cuando crees que todavía
queda por andar un trecho,
te encuentras en la salida.
Y no vale que te pares
ni tampoco lo que digas
para demorar el trance
de pasar a la otra orilla.
Desde allí te están llamando;
acaban de pasar lista
y ya ha sonado tu nombre
para la próxima cita.
Ya saben que tu trayecto,
-el puente por do caminas-,
se terminó y ya te encuentras
en la puerta de salida.
No queda sino aceptarlo
-no digo con alegría-,
pero sí con mansedumbre,
no exenta de gallardía;
ya no caben subterfugios,
ni tampoco rebeldías.
Deja el puente sin recelos:
Dios te espera a la salida.
José María Hercilla Trilla
Salamanca, 22 Febrero 2.009
(De mi libro: “El penúltimo cuaderno”
(Public. en Es Diari, 16-03-09)
viernes, 16 de octubre de 2009
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