80º C U M P L E A Ñ O S (565)
Una cifra redonda, sin esquinas,
tres ceros, de los tres, dos superpuestos,
bailando en equilibrio milagroso,
cada día más tiesos y más guapos.
Ocho décadas ya, ¡no me lo creo!
Han pasado los años tan deprisa…,
y yo te sigo viendo como entonces,
y -bien lo sabe Dios- no es un cumplido,
que es la pura verdad. Estás lo mismo
que cuando nos casamos, no has variado;
no sé si es algún gen, Bueso o Mañoso,
pero has sido agraciada por la vida
con el don de la eterna juventud.
En vez de los ochenta, aparentas
poco más de sesenta, y bien lozanos;
estás igual de guapa, como cuando
nos conocimos ambos y supiste
ganar mi corazón, tan por completo
que pasaste a ser tú la elegida,
la mujer de mi vida, la soñada,
la única mujer en este mundo
que el Buen Dios me tenía reservada
para andar a tu lado este camino.
Si mucho te adoré, hoy, te aseguro,
que te sigo adorando en igual forma,
y que a Dios agradezco cada día
que nos deje seguir estando juntos,
y juntos acabar, cuando Él disponga,
esta senda que juntos emprendimos,
en la que hubo de todo, eso es muy cierto,
pero de amor henchida, sin desmayos,
este amor que me llena y me conforta,
y que sigue creciendo año tras año.
Aprovecho este día, cuando cumples
los primeros ochenta de tu vida,
además de para felicitarte,
para dejar aquí fiel testimonio
del amor que te tengo, de lo mucho
que te quise, te quiero, así como
te seguiré queriendo en el futuro,
hasta el último aliento, te lo juro.
Te deseo salud y a Dios le pido
que te dé la paciencia necesaria
para aguantarme en paz, como hasta ahora.
Recibe un abrazo interminable
en prueba de este amor que te profeso,
este amor que de debo y agradezco,
verdadero motor de mis acciones.
¡Te quiero, mi Pilar, cuánto te quiero!
José María Hercilla Trilla
Salamanca, 27 Noviembre 2.008
miércoles, 21 de octubre de 2009
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