AL CABO DE LA CALLE (419)
Al cabo de la calle estoy de todo;
ya son pocas las cosas que me importan,
me llaman la atención o me cautivan.
¿Egoísmo, tal vez? ¿Desesperanza?
¿O sólo indiferencia, derivada
de todos los eventos que he vivido?
Vaya usted a saber, amigo mío,
el porqué de las cosas que se sienten
a lo largo del tiempo que se vive.
Cada día aporta sus afanes;
ningún día es igual al que ha pasado;
unos traen alegrías; otros, penas;
y al final del camino te tropiezas
con un desasimiento paulatino,
en el cual sobrevuelas tus entornos
serenamente calmo, convencido
-resignado también- de que tu marcha
habrá de ser sin equipaje alguno,
casi en cueros, lo mismo que se nace.
¿Cómo voy a aferrarme a cosa alguna
si mañana, tal vez, deba dejaros
y me marche muy lejos, para siempre?
Por eso, pues, repito, no me importan
sino muy pocas cosas a estas fechas:
Mi mujer, y mis hijos, y mis nietos,
y los hombres también, Hermanos todos.
Lo demás, de verdad, todo me sobra.
Por eso reconozco estar dispuesto
a partir diligente, sin maletas
cargadas de tesoros. Los recuerdos,
-si Dios quiere dejarme la memoria-,
sí quisiera llevármelos conmigo.
José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
Barco de Avila, 5 Julio 2000
(De mi Libro: “Canciones de mis años idos”, Tomo II)
(Publ. en www.esdiari.com Nº 669/1.07.07)
jueves, 26 de junio de 2008
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