LOS NOVIOS NIÑOS (139)
Recuerdo aquellos días - en que ambos nos quisimos
con un amor tan grande, - tan hermoso y tan limpio,
como sólo lo sienten - unos novios chiquillos.
La quise tanto y tanto, - fue tanto mi cariño,
que en un altar la puse, - entre rosas y lirios,
apasionado y blanco, - enamorado y niño.
Disfrutamos del gozo - de querernos sin tino
y cruzamos promesas, - y proyectos hicimos...,
como si todo fuese - tan fácil y sencillo
como el hecho de amarse - una niña y un niño.
La chopera que linda - con la orilla del río,
nos ofreció su sombra - y acogedor asilo;
y en las cálidas tardes - del vivir pueblerino,
el frondoso ramaje - y los troncos hendidos
de aquellos viejos chopos - alcahuetes y amigos,
fueron a un mismo tiempo - cómplices y testigos
de aquel amor inmenso - de una niña y un niño.
Han pasado los años - veloces, sin sentirlos...
Yo me fui por un lado, - en pos de mi destino,
y ella se fue por otro, - sin poder impedirlo,
y aquel amor tan grande, - aquel amor de niños
que pensamos eterno, - que tan fuerte creímos,
la distancia y el tiempo - lo mataron de frío...
Si mis cuentas no fallan, - pronto hará medio siglo
que no han vuelto a encontrarse - aquel par de chiquillos
que se quisieron tanto, - a pesar de ser niños.
Y estoy casi seguro, -juzgando por mí mismo,
que si de mí se acuerda, - recordará aquel niño
imberbe, apasionado, - soñador de infinitos,
que su amor le juraba - a la orilla del río;
como yo la recuerdo, - con su lindo vestido,
con su cabello al viento, - sus ojos en los míos,
y aquel rubor tiñendo - su blancura de lirio...
No quisiera que un día - nos jugase el destino
una mala pasada, - que no hemos merecido,
y volviera a ponernos - en el mismo camino.
No cambio yo la imagen, - que en mi memoria cuido
desde hace tantos años, - (ya casi medio siglo),
con la triste presencia - de un rostro envejecido
que en nada me recuerde - la que adoré de niño.
Y por la misma causa - e idéntico motivo,
no quiero que me vea - la que tanto me quiso,
hoy viejo y arrugado, - en vez de verme niño.
Es mejor, sin dudarlo, - recordar cómo fuimos,
a encontrarnos de nuevo, - Dios sabe en qué camino,
para ver lo que queda - de aquellos dos chiquillos
que supieron amarse, - hace ya medio siglo,
con un amor tan grande, - tan hermoso y tan limpio,
¡Como sólo se aman - los novios que son niños!
José María Hercilla Trilla
Ávila, 26 Mayo 1986
(De mi Libro: “Ensoñaciones”)
Publ. en www.esdiari.com del 9-3-8, Nº 705
viernes, 21 de marzo de 2008
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