jueves, 24 de septiembre de 2009

589 - LOS VERANOS EN BARCO DE ÁVILA



Los veranos en Barco de Ávila (589)


Depende del calor de cada día
-no digo del humor, quede bien claro-;
días hay que amanecen neblinosos,
otros hay luminosos, soleados,
en que el mundo se ve obra divina,
perfecto cual salido de sus manos.

Depende del color con que amanecen;
los días que despiertan poco claros,
incluso oscurecidos por completo
por un grueso borrón, negro y compacto,
evidente resulta que no puedes
de igual forma vivirlos y encararlos
que aquellos en que el sol luce en el cielo
y el mundo se nos muestra iluminado
con brillantes colores esplendentes
que invitan a quererlo y admirarlo.

Si os parece que tengo hoy un mal día
no me culpéis de ello, pues, Hermanos,
no he tenido la culpa de que el Sol
su salida la haya retrasado,
oculto por completo entre las nubes,
sin dignarse lucir allá en lo alto,
cual es su obligación, para recreo
de todos los que al orto le esperamos
para expandir el alma con sus luces
y dar comienzo al día con buen paso.

Confiemos en Dios y en que mañana
nos quiera conceder como regalo
un día como esos que me gustan,
un día menos fresco, más templado,
de esos que me sacan la sonrisa
y la llevan a la curva de mis labios
que se enarcan gozosos hacia arriba,
y no como hoy los tengo, hacia abajo.

Perdonadme que hoy tenga un mal día;
el sol faltó a la cita, me ha dejado
a cuerpo descubierto frente al frío
que aquí reina, incluso en el verano,
el corto veranillo de estas tierras,
de este pueblo serrano que es El Barco,
donde tengo una casa, pues barcense
es la bella mujer con que he casado,
¿y a dónde voy a ir a estas alturas,
si soy feliz aquí, junto a su lado,
con las piernas cubiertas y abrigadas
si no quiero morirme tiritando?

Se extraña de que sueñe con mi tierra,
Cañaveral nativo y muy lejano,
en invierno muy frío, ciertamente,
pero sólo en invierno, no en verano,
del que algunos se quejan, pero estimo
que es gente que se queja en todos lados.

¿Qué diere por estar allí de nuevo,
cuidando mis colmenas, como antaño,
extrayendo la miel de sus panales,
atendiendo enjambres y jabardos,
para luego, al llegar el mediodía,
prepararme contento mi gazpacho
-majado con un poco de poleo-,
y comerlo feliz debajo un árbol,
el mismo que a la noche ha de servirme
para poder dormir a cielo raso?

¡Cañaveral, constante en mi memoria,
Cañaveral, mi pueblo inolvidado,
nunca sabrás lo mucho que te añoro,
jamás sabrás lo mucho que te extraño!


José María Hercilla Trilla
El Barco de Ávila, 27 Jjulio 2009

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

martes, 22 de septiembre de 2009

580 - PERSEVERANTES DUDAS

PERSEVERANTES DUDAS (580)


Perdóname, Señor, estas eternas,
cuan molestas, perseverantes dudas
que amargan y entristecen mi existencia
con su manto obstinado de negrura.

Cuidado que cavilo y le doy vueltas,
buscando hallar respuesta a las preguntas
que me asaltan, a diestro y a siniestro,
sin lograr encontrar tan sólo una
que pueda convencerme plenamente
y aclarar con verdades las oscuras
razones que solícitas me ofrecen
doctas mentes o ilustres purpurados
de la Santa, Católica y Romana
Iglesia en la que un día fui educado.

Mi buena voluntad puse en el trance,
deseando creer a cierra ojos,
pero siempre hay un punto indescifrable,
una torpe pregunta que me hago
sin encontrar respuesta convincente
que alcance a disipar mis inquietudes…

Mas a pesar de todo, no me aparto
del camino que espero que me lleve
lo más cerca posible de tu lado
y procuro cumplir tus mandamientos,
y muy especialmente aquel que dice
lo de amar a tu Dios y a tus hermanos
lo mismo que te amas a ti mismo,
mandato de obligado cumplimiento
para todos aquellos que pensamos
que un mundo sin amor es un infierno,
pues sólo con amor puede lograrse
que vivamos en paz el corto tiempo
que media entre el nacer y el acabarse.

Seguiré con mis dudas, pero nunca
dudaré en seguir tus enseñanzas
y amaré –a mi Dios y a mis hermanos-
creyendo que ese amor es lo que importa.

Y lo demás, los puntos en que dudo,
los seguiré dudando, ciertamente,
mas son dudas que para nada afectan
a este seguir viviendo enamorado,
sin pensar otra cosa que no sea
cumplir ese mandato que me dieron
de amarás a tu Dios y a tus hermanos
lo mismo que te amas a ti mismo.

¡Qué Dios me ayude y dé fuerza bastante
para salir airoso de ese empeño!


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 4 Julio 2009

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

lunes, 21 de septiembre de 2009

581 - HA DE LLEGAR EL DÍA ...

Ha de llegar el día (581)

Ha de llegar el día –Dios quiera que se tarde-,
de resolver las dudas
que me han acompañado durante mi camino,
amargándome a veces
alguna de las horas que éranme precisas
para otros menesteres,
pues con pensar no basta para afrontar la vida
y ganarse el sustento
preciso cada día para seguir viviendo.

¡Cuantas horas pasadas
en un fútil intento de hacer luz que aclarase
las oscuras tinieblas
que el alma me turbaban con obstinado empuje!

Lo que me tranquiliza
es saber que ese día –el del fin de mi vida-
al hacerse la luz
y aclararse mis dudas, podré dormir sin nada
que sobresalte el sueño,
sin padecer insomnios por culpa de esas dudas
que me han martirizado
buscando resolverlas, o al menos vislumbrarlas.

Por mucho que he pensado,
no me ha sido posible desvelar los misterios
de la vida y la muerte,
del presente y futuro, del origen y causa
del mundo en que vivimos,
llegando a convencerme de que es un misterio
por siempre indescifrable
para todos nosotros, y que sólo ese día
cuya llegada aguardo,
tendré cabal respuesta a todas las preguntas.

¡No tengo prisa alguna por llegar a saberla!

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 5 Julio 2009

De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

sábado, 19 de septiembre de 2009

582 - NO TE CONFUNDAS, AMIGO...

No te confundas, amigo…. (582)

No te rías, amigo, ni vivas engañado;
no te creas que vivo
esclavo, obsesionado por esa eterna duda
que roe mis zancajos,
de la que suelo hablarte en muchas ocasiones,
cuando tenemos tiempo
y lugar para hacerlo, cuando nos confesamos
-sin temor ni tapujos-
aquello en que pensamos, que no por reiterado
llega a ser obsesivo.

Ya sabes que prefiero pensar en esas cosas,
que me intrigan y sirven
a mantener despierta mi atención, sobre todo
aquello que a los hombres
afecta y les trasciende, tal como, “verbi gratia”,
el oculto misterio
de la vida y la muerte; prefiero todo eso
a pensar en los goles
que en un campo de fútbol se encajen dos equipos,
por muy famosos ellos
que puedan proclamarse, o en los altos fichajes
pagados por algunos
de sus hombres punteros, algunos ni españoles,
ni en España nacidos.

Una buena lectura, un buen día de campo,
una tarde en un parque,
en un sitio tranquilo, sin ruidos si es posible,
donde pueda entregarme
a pensar esas cosas que examino con lupa,
aunque luego no saque
ningún provecho de ello, me son mucho más gratas
que ver pegar patadas,
o ver cómo son otros quienes hacen deporte,
-lo que deporte llaman,
que deporte es tan sólo aquel que hace uno mismo,
ya sea por su gusto
o el médico le ordene por falta de apetito,
no aquel hecho por otros,
donde encima te cobran por dejarte aplaudirles-.

No te rías, amigo,
no vivo obsesionado; tan sólo es un capricho,
especie de manía,
que me impulsa y empuja a resolver mis dudas,
esas dudas que a otros
parece que les tienen sin cuidado aparente.

Por lo demás, no temas;
aunque capaz no sea de conseguir mi objeto,
estoy bien convencido
de que dentro de poco desvelaré el misterio.
¡Y dormiré tranquilo!

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 6 julio 2009

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

viernes, 18 de septiembre de 2009

583 - EL MUTIS OBLIGADO


El mutis obligado (583)

Me niego a declarar finiquitada
la absurda y sencilla comedieta
en la que actúo obligadamente,
asumiendo el papel que me asignaron
el día que nací, sin consultarme.

No sé si lo hice bien o si he fallado,
mas puedo asegurar que siempre puse
lo mejor de mi mismo en cada una
de las muchas funciones que he ido dando
día a día, durante ochenta años,
mejor dicho, ochenta y tres cumplidos,
para decir verdad y ser exactos.

Jamás me emborracharon los aplausos,
-si fui digno de ellos, que lo dudo-,
ni pudieron tampoco deprimirme
las pitadas –tal vez muy merecidas-,
del público asistente a mis funciones,
justo pago a torpes quehaceres,
de los cuales me siento arrepentido.

La trama de la historia que yo cuento,
es decir de la historia de mi vida,
de la que soy actor, sin previo ensayo,
se avecina veloz al desenlace,
por mucho que me empeñe en prolongarla
y resista a bajar del escenario
donde doy cada día mis funciones,
aburridas tal vez, y reiteradas,
mas de imposible cambio a estas alturas.


No sé cuantas funciones aun me quedan
pendientes de ofrecer ante los míos,
mas quiero interpretarlas dignamente
y al final hacer mutis por el foro
sin que nadie se atreva a despedirme
con pitadas, insultos o dicterios
que afecten a mi honor o a mi buen nombre.

No tengo otra fortuna, solo ésta,
un buen nombre que he ido cultivando
a lo largo y ancho de mi vida,
pensando que algún día habría de darlo
a quienes heredaran mi apellido,
y un montón de papeles y de libros,
donde he ido dejando mis recuerdos
e incluso alguna vez alguna idea,
-pudiera ser que no del todo mala-,
tal vez aprovechable alguna de ellas,
aunque dudo que a nadie le aprovechen.

El alma tengo presta a la salida,
lo noto en lo poco que ambiciono,
en esa dolorosa indiferencia
que me invade cuando contemplo el mundo;
en mis ansias de dar lo poco o mucho
que pude acumular en mi trayecto,
convencido al fin de que ya nada
me es preciso para seguir viviendo,
de que es mejor andar sin tanto peso,
ligero de equipaje, sin cadenas,
con aquello que es estrictamente
necesario para seguir viviendo.
Pero a pesar de todo, me rebelo
a dejar la función en la que actúo
y a bajarme inopinadamente
del tablado que aguanta mi persona,
dando fin a mi pobre recitado,
mas temo que muy pronto, el que dirige
el sainete que torpe represento
decida poner fin a mis funciones
clausurando el corral de mis comedias.

Aquí quiero dejar muy bien sentado,
que al hacer yo el mutis por el foro
he de hacerlo muy obligadamente,
que no en balde, durante estos años
de interpretar mi rol conforme pude,
me he ido encariñando de vosotros
y hoy me duele dejaros para siempre,
lo mismo a los que un día me aplaudisteis,
que a los que me pitaron otras veces.

Aunque sea de tarde, muy en tarde,
acordaos de aquel titiritero
que entretuvo alguna de las horas
en que fuisteis testigos de su farsa,
que se marchó un buen día, y al que nunca
se le volvió a dejar que se subiera
sobre aquel escenario de su vida.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 8 Julio 2009

De mi libro: "El penúltimo cuaderno"

jueves, 17 de septiembre de 2009

584 - LOS SIETE INTÉRPRETES

Los siete intérpretes (584)

Leído en la Prensa: “Varios políticos autonómicos españoles reunidos,
han precisado de siete intérpretes para entenderse entre ellos”

España marcha bien, ya no hay ni crisis,
ni problemas que puedan preocuparnos,
ni negros nubarrones en el cielo
que amenacen con rayo o con pedrisco.

Tan bien marcha esta España, o lo que queda
una vez fraccionada en veinte partes,
-ya sé que es una menos, mas no rima-,
que pueden dedicarse quienes mandan,
y por supuesto cobran con largueza,
a jugar con las lenguas que nos unen,
de las cuales hay una que sabemos
hablarla y escribirla casi todos,
esa lengua hablada en medio mundo
que todos aprendimos en la infancia,
mas que ahora, cuando hablan entre ellos,
parecen ignorar, siendo preciso
que otras siete personas interpreten
las palabras que salen de sus bocas,
para que nadie excusarse pueda
diciendo que no entiende lo que habla
cada uno de los allí reunidos;
y el problema que pudo resolverse
en amigable charla de dos horas
usando de la lengua que nos une,
ocupó dos o tres largas jornadas,
hablando cada uno por su lado
y usando traductor que lo traslade
a la lengua de cada uno de ellos,
ufanos de decir que no comprenden
el idioma común, el que ellos mismos
hablaban con fluidez un poco antes
de empezar la reunión a que se alude,
el idioma común a toda España.

Esas cosas, de usar de traductores
en casa, para hablar entre nosotros,
no pasa más que aquí, en nuestra España,
esta España de circo y opereta
que olvida la existencia de una Norma
que dice que tenemos el derecho,
seguido del deber correlativo,
de hablar y de entender la común lengua
que a todos cohesiona felizmente.

Evidente resulta que no debe
de haber grandes problemas en España,
puesto que los políticos se paran
en asuntos carentes de importancia
-hablarse con intérprete interpuesto-;
en hablar del pasado, aún sabiendo
que carece de objeto removerlo;
en retirar honores –vano humo-
a personas que ya nadie recuerda;
en tirarse chinitas o cantazos,
a ver si aciertan y se descalabran;
en echarse a la cara corrupciones,
a cual de ellas más gorda y vergonzosa,
y en decirse “Tú más”, sin darse cuenta
de que mejor sería que callasen
y encarasen con ánimo resuelto
la situación de España, que no es buena,
-por mucho que alguien diga lo contrario-,
procurando hallar las soluciones
a este paro creciente que avergüenza
a los que aún la tenemos y sentimos
no poder remediar tantas desgracias.

Harto estoy de políticos ineptos
que sólo piensan en perpetuarse,
cubrirse las espaldas y el futuro
tener asegurado con holgura,
tal vez con excesiva y no ganada
holgura, si atendemos a sus logros
para sacar a España de este caos
en el que, poco a poco, nos hundimos.

¡Qué pena ver como se pierde el tiempo
en chorradas y en interpretaciones,
pero a tales extremos se ha llegado
que ya ni entre nosotros, españoles,
podemos entendernos al hablarnos!

¡Qué pena y que vergüenza he sentido
al leer la noticia que nos habla
de que hay que usar de traductores
en España y entre nosotros mismos!

Algo no marcha bien, no cabe duda,
para haber arribado a tal extremo
de necedad supina incontrolada,
algo no marcha bien. ¡Dios nos proteja!

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 10 Julio 2009
(Es Diari, 13-7-9)
(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

miércoles, 16 de septiembre de 2009

585 - ¿NOCHE O DÍA?



¿NOCHE O DÍA? (585)


Ya Sócrates lo dijo delante de sus jueces,
que al morirnos la muerte nos sumerge en un sueño
desprovisto de ensueños, en que el tiempo parece
como una sola noche, una noche infinita,
interminable noche, en la que nos dormimos
definitivamente, sin esperanza alguna
de despertar un día, retornando a la vida.

Aunque también apunta que la muerte pudiere
ser un cambio o mudanza del alma del difunto
hacia otros lugares –por supuesto mejores-,
donde todos los muertos, si es cierto lo que cuentan,
estarán hermanados, cada cual con aquellos
que le sean afines, disfrutando del tiempo
-en este caso un día, un infinito día,
por siempre inacabable-, con charlas sustanciosas,
una vez alcanzada la verdad absoluta,
la que tanto buscaron en su estancia en la tierra.

Como quiera que fuere lo cierto de la muerte,
-dormir anonadado en infinita noche
o vivir solazado, entre viejos amigos,
en un lugar remoto, de eterna primavera,
con el sol derramando en el cenit sus rayos,
sin ocultarse nunca-, lo cierto es que ambas cosas
presentan sus encantos y hacen digerible
el fúnebre misterio que a los hombres embarga
cuando ven acercarse a la pálida dama,
la que, guadaña en mano, va cortando los hilos
que mantienen unidas a la vida y la muerte.

No merece la pena cavilar sobre eso,
en si es una desgracia o si es una ventura,
el hecho de morirse, del que nadie se libra;
o noche inacabable o día deleitoso
con horizontes nuevos. Cualquiera de ambas cosas,
cuando llegue el momento, nos será desvelada,
aunque quizá nosotros, como cuerpos mortales,
mejor dicho ya muertos, seamos incapaces
de enterarnos del sitio al que por fin llegamos.

Lo he dicho muchas veces, que aunque hombre curioso,
inquieto por la duda, prisa alguna no tengo
por correr la cortina que desvela el misterio.

¡Tiempo habrá para todo! ¿Para qué apresurarse?


José María Hercilla Trilla
Barco de Ávila, 12 Julio 2009

(De mi libroo: "El penúltimo cuaderno")

martes, 15 de septiembre de 2009

586 - EXAMEN DE CONCIENCIA



Examen de conciencia (586)

Lo pienso muchas veces, y acredito
que es bueno hacer examen de conciencia,
aunque sea a destiempo y algo tarde
para poner remedio a ciertas cosas.

Llegado a cierta edad –aunque no viejo,
palabra que repugna a mis principios-,
forzoso es confesar que esto se acaba,
que no cabe esperar largo futuro,
ni cabe proyectar grandes hazañas
que no podrás jamás llevar a cabo.

¿Para que engañarse a uno mismo?

Es tu cuerpo el que te va avisando,
de modo despiadado algunas veces,
con mil enfermedades y dolores,
sintiendo como aumentan tus carencias,
como pierdes memoria y facultades,
avisa que la cuerda se te acaba
y que el tren de tu vida entra en agujas,
de que llegas al fin de tu destino.

Por eso te acredito y aseguro
que es bueno hacer examen de conciencia
y a Dios agradecerle sus mercedes,
y a Dios y a tus Hermanos suplicarles
que sepan perdonarte tus pecados,
gran número de veces cometidos,
más bien que por maldad, por ignorancia,
por ser un pobre imbécil presuntuoso
que creyó que le estaba permitido
campar a sus antojos por el mundo,
sin pensar en el mal que sus acciones
pudieren irrogar a sus Hermanos.

No sé cuando el reloj ha de pararse,
mas tranquilo espero ese momento
mientras hago examen de conciencia,
para luego a mi Dios darle las gracias
por todas las mercedes recibidas,
y a Él y a mis Hermanos, igualmente,
suplicarles que quieran perdonarme
mis faltas y pecados.¡Así sea!


José María Hercilla Trilla
Barco de Ávila, 15 Julio 2009

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

lunes, 14 de septiembre de 2009

587 - EL MUNDO SOÑADO

El mundo soñado (587)


Hubo un tiempo remoto en que soñaba
con un mundo ideal, donde nos fuere
posible convivir amicalmente,
un mundo donde todos los humanos
cupiéramos en paz y en armonía,
donde fuere posible que el gobierno
de los hombres pudiere ser tratado
con limpio corazón y buenos modos,
sin tener que tirarse a la cabeza
los trastos, los insultos, los rencores,
y pudiere tratarse del gobierno
de los hombres, sin que estos mismos hombres
se odiasen entre sí, por nimiedades
carentes realmente de importancia,
-el color, o la lengua, y sobre todo
a cuenta del dinero-, sin pararse
a pensar que la vida no es apenas
nada más que un suspiro entrecortado,
nacido y extinguido en breve plazo,
sin que puedas llevar maleta alguna
-cargada de dinero, bien se entiende-,
cuando cierres los ojos y el viaje
sin retorno emprendas solitario,
llorando tus riquezas, ese oro
por el cual cometiste indignidades
en tu afán de amasar una fortuna
de la cual disfrutar eternamente
y ahora ves esfumarse como el humo.


La eternidad, con la que tú soñabas,
ha durado apenas un instante,
y ¿ha valido la pena tanta lucha,
tanto odio y tantas zancadillas,
cohechos, ruindades y bajezas
como fuiste sembrando en tu camino,
para luego, al final, irte desnudo,
en puros cueros vivos, como todos
nos vamos cuando llega nuestra hora,
esa hora que puede ser mañana,
o quizás, por qué no, dentro de un rato?

Os confieso que aún sigo soñando
con el mundo ideal en que soñaba
apenas iniciado mi camino,
cuando estaba pletórico de vida,
cargado de ilusiones y proyectos,,
aunque –triste es decirlo- desconfío
que pueda disfrutarlo antes de irme,
lo cual es una pena, y bien lo siento.

¡El odio y la codicia, os lo aseguro,
cargado de experiencia, no son buenos
para andar el camino como Hermanos!


José María Hercilla Trilla
El Barco de Ávila, 25 Julio 2009

(De mi libro: "El Penúltimo cuaderno")

sábado, 12 de septiembre de 2009

588 - A LA NIÑA CARLA



(588)

CARLA

(A ti, Carla, preciosa,
y a tus abuelos)

Me equivoqué de pleno;
creí que era una niña,
una niña cualquiera,
como otras muchas niñas,
una niña muy guapa,
una niña muy buena,
de las que los amigos
nos muestran orgullosos,
diciéndonos: “Mi nieta,
su nombre es el de Carla”

Me equivoqué de pleno,
pues luego, al escucharla,
allí, junto a mi oído,
susurrarme bajito
aquel bello poema,
hablándome de amigos
de diversos colores
-el negro, el amarillo…-,
descubrí que no era
una niña cualquiera,
sino más bien un ángel,
sin alas, es muy cierto,
pero también es cierto
que hay ángeles sin alas,
esos hijos y nietos
-excepcionales ellos-,
que Dios, de cuando en cuando,
envía hasta la Tierra
para darnos un premio.

Y hoy creo firmemente
que esa niña preciosa,
modosita y compuesta,
que recita poesía
con esa vocecita
tan suave como tierna,
es un ángel del cielo
que un día vino a verme
y me dejó prendado
con sola su presencia.

Muchas gracias, mi niña,
y que Dios te conserve
tan bonita y tan tierna,
tan dulce y candorosa,
como ahora te muestras.


José María Hercilla Trilla
El Barco de Ávila, 25 Julio 2009


(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

viernes, 11 de septiembre de 2009

590 - PIENSO, LUEGO EXISTO

Pienso, luego existo (590)


Pienso, luego existo. Así decía
el filósofo aquel, hace algún tiempo,
y todos acataban su aforismo,
sin que nadie contradecirle osara.

Yo me pongo a pensar y no me cuadra;
yo prefiero decir de este otro modo:
Pienso, luego dudo, y cuando dudo
comienzo por dudar de mi existencia,
de si existo en verdad, o soy tan sólo
un sueño que pudiese estar soñando
otro ser, para mí desconocido,
soñador asentado en otro mundo,
que un día, al despertar él de su sueño,
me borrare por siempre de su mente,
creyendo que yo fui una pesadilla
que turbó unos momentos su descanso.

Yo me pongo a pensar, y entonces dudo
no tan sólo de mí, de todo cuanto
inexplicablemente me circunda,
se mueve en torno mío y me acompaña,
un día y otro día, en mi camino,
un camino que ignoro donde lleva,
que ignoro cuando acaba, aunque supongo
que tendrá que acabar cuando despierte
Aquél que -no sé dónde- está soñando
y en sus sueños le nace mi figura,
tal vez como un mal sueño ¿quién lo sabe?,
que luego –al despertar- desaparece.

Así pues, desechemos, por sencillo,
ese viejo aforismo que asegura
que sólo por pensar, sabes que existes;
sería muy hermoso que así fuese,
pero yo no me atrevo a asegurarlo,
esclavo de las dudas que me embargan.

Piense usted lo que quiera, caro amigo,
mas deje que yo siga con mis dudas,
pensando que tal vez soy sólo un sueño
de un ser desconocido que me sueña,
cuando no una torpe pesadilla.

(Depende de los días, es muy cierto;
felizmente no todos son iguales)


José María Hercilla Trilla
El Barco de Ávila, 5 Agosto 2009


De mi libro: "El último cuaderno")

jueves, 10 de septiembre de 2009

591 - EL VERSO ENDECASÍLABO



El verso endecasílabo (591)


¡El verso endecasílabo! Sin duda
un regalo que Dios nos hizo un día
para poder cantarle y darle gracias
por cuanto de sus manos nos es dado.

Bendita sea mil veces esta lengua
en la que el verso surge descuidado,
de un modo natural, sin gran esfuerzo,
incluso a borbotones ciertas veces
en esas largas noches en que insomne
permaneces inquieto, dando vueltas,
sin lograr conciliar el fugitivo,
inasequible sueño que te esquiva.

Empiezas a pensar, sin saber cómo
encontrar solución a tu desvelo,
y de pronto compruebas como nace
un verso endecasílabo en tu mente,
y viene a reventar entre tus labios,
dejándolos con un sabor a menta,
con ganas de seguir paladeando
otros versos que sigan al primero,
y todos ellos juntos manifiesten
una idea que has ido dando vueltas,
y que por fin explota en la alta noche,
a solas y en silencio, sin partero
que venga a socorrerte en ese trance.

Ha sido, el verso endecasílabo,
ese verso sonoro, cuán rotundo,
que ha llegado en tu auxilio y te ha salvado
de esa noche de insomnio interminable
que pudo conducirte a la locura;
gran aprecio le tengo yo a ese verso
que comparte mis hondas soledades
y me ayuda a aguardar esperanzado
la llegada de cada nuevo día.

¡El verso endecasílabo, sin duda
un regalo de Dios! ¡Bendito sea!


José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
El Barco de Ávila, 6 Agosto 2009

miércoles, 9 de septiembre de 2009

593 - CON LOS OJOS CERRADOS




Con los ojos cerrados (593)


Cuando vayas a orar, cierra los ojos,
no esperes que tu Dios se te aparezca
y se haga visible, en justo pago
a ese amor que sin duda le profesas.

Cuando vayas a orar no te es preciso
dirigir hacia el frente tu mirada,
con los ojos abiertos por completo;
mas bien, cierra los ojos, como en signo
de evidente humildad, de confianza,
de mudo acatamiento a sus designios,
y dile todo aquello que te brota
del fondo de tu alma, tal y como
lo podrías decir a un buen amigo,
ese amigo que todos poseemos,
al cual nuestros secretos confiamos
mientras damos los dos largo paseo,
en un atardecer propicio a ello.

Con los ojos cerrados por completo
mejor concentrarás tus pensamientos
y podrás musitar tus oraciones,
sin que nada interrumpa ese coloquio
que con Dios se establece cuando el hombre
le reza con la fe del carbonero
a ese Ser superior en el que cree,
a ese Dios al que acude con sus cuitas,
confiado en su misericordia.
A sus pies póstrate humildemente
y, cerrados tus ojos por completo,
eleva tu oración emocionada,
sin mirar cosa alguna de tu entorno,
sin tampoco atender voces extrañas,
a solas con tu Dios, en mano a mano,
en místico coloquio silencioso,
sin que nada ni nadie se permita
turbar la conexión establecida
entre un hombre que reza conmovido
y su Dios, que lo atiende bondadoso,
dispuesto a atenderle en su congoja.

A Dios no se le ve, vemos sus obras
y bastante son ellas a probarnos,
no solo su existencia indubitada,
su infinita y cabal sabiduría,
mas también su poder omnipotente,
capaces de crear un universo,
y dotarlo de leyes naturales
que rigen su girar en el espacio.

No pretendas que Dios se te aparezca;
si ya viste sus obras, te es bastante,
ya sabes que está ahí, siempre presente,
atento al movimiento de los astros,
como atento también a tus palabras,
tendiéndote la mano que le pides
postrado ante sus plantas, sin mirarle,
con tus ojos cerrados, en un signo
de humilde acatamiento y confianza.

Cuando vayas a orar, cierra los ojos;
está en tu corazón, está contigo,
seguro que esperando que le digas
tu sentida oración, algo así como:

“”Con los ojos cerrados, a Tu lado,
con los ojos cerrados, voy contigo,
con los ojos cerrados, confiado,
con los ojos cerrados, donde quieras,
con los ojos cerrados, voy seguro,
con los ojos cerrados, de tu mano,
con los ojos cerrados, a ella asido,
con los ojos cerrados, voy tranquilo””


José María Hercilla Trilla
El Barco de Ávila, 7 Agosto 2009

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno" )

martes, 8 de septiembre de 2009

594 - EL CAMINO

El camino (594)

A mi mujer, Pilar Mañoso Bueso,
sin la cual no hubiese habido ca-
mino para mí. J.M.H.T,


El camino, los dos lo hicimos juntos,
como juntos también envejecimos
y juntos seguiremos hasta cuando
el buen Dios considere que es bastante
el tiempo que llevamos los dos juntos
y decida que siga en solitario
cualquiera de los dos, el que a Él le plazca,
llevándose consigo al elegido
-¿y por qué no decir al castigado?-,
a alejarse del otro, del que fuera
hasta ese momento decisivo
“compañero del alma, compañero”,
sin el cual no pudiera haber vivido.

El camino, ese largo camino,
del que intuyes que se nos va acabando
-son los años que mandan, no nosotros-,
que quisieres hacer interminable,
incluso –a ser posible- hasta infinito,
pero cuyo final se ve cercano
por mucho que presumas y pregones
“Cada día más joven y más tieso”
a quienes te preguntan cómo andas.

Pido a Dios que me elija a mí primero,
y me evite sufrir esa condena
de perderte y llorarte después luego,
el resto de los días que me resten,
soñando con tu amor, con ese premio
-quizás inmerecido-, con que un día
la vida me premió en su lotería.

El camino, los dos lo hicimos juntos.
Ojalá, el Buen Dios nos permitiere
llegar hasta la meta siempre juntos,
y juntos traspasarla, ¡siempre juntos!


José María Hercilla Trilla
El Barco de Ávila, 12 Agosto 2009

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

sábado, 5 de septiembre de 2009

595 -PROBIBIDO MIRARSE AL ESPEJO

Prohibido mirarse al espejo (595)

Hombre soy, ya muy poco aprovechable;
como dijo el poeta, cuando hablaba
de Itálica famosa; también digo:
“Éste que veis ahora, en otro tiempo
también fuera un hombre musculoso,
valiente, decidido, y al que nada
le amilanó en la vida”, y otras cosas
que callo, pues a nadie le interesan.

Me miro en el espejo y os confieso
que me cuesta esfuerzo sobrehumano
conocerme en el pobre sujeto
que su cristal refleja despiadado,
sujeto que me mira y que se esfuerza
en hacerme una mueca sonriente,
sin lograr alegrar el triste cuadro,
en todo semejante a un don Quijote,
tras ser apaleado en su camino
por un grupo de ruines malandrines.

No te rías, amigo que me lees,
que así suele pasarnos a los hombres,
incluso al más valiente y poderoso,
que al paso de los años nos doblamos
y venimos a ser tan sólo eso,
un saco de pellejo y unos huesos,
que si un momento erguidos y lozanos,
ya dispuestos –si Dios no hace un milagro-
a darse el batacazo y caer al suelo,
en polvo y en ceniza convertidos.

¿Qué no estoy muy alegre? Pues es cierto.
Es que acabo de verme en el espejo,
y ha sido tal el susto al contemplarme,
que aún estoy afectado por el cuadro,
y hasta dentro de un rato es imposible
que a mi cara retorne la sonrisa.

Perdonadme por ello, mis Hermanos;
volved dentro de un rato y me veréis
repuesto ya del todo y bien dispuesto
a compartir sonrisas con vosotros,
y a mentir que, más joven cada día,
os espero, en este mismo sitio,
el próximo verano, si Dios quiere.


José María Hercilla Trilla
El Barco de Ávila, 15 Agosto 2009

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

viernes, 4 de septiembre de 2009

592 - DE NUEVO JUNTO A TI, SEÑOR ...

De nuevo junto a Ti, Señor (592)


De nuevo junto a Ti, como otros años,
a postrarme a tus pies, para rezarte
y ¿cómo no?, también a agradecerte
las mercedes venidas de tus manos.

Igual que en otros años, me refugio
junto a Ti, en tu ermita recoleta,
y me dejo llevar - en el silencio
que aquí reina de modo permanente-,
por hondas emociones que me embargan
y sosiegan mi espíritu, cansado,
cual cansadas se muestran ya mis piernas.

En esta dulce calma silenciosa,
a la orilla del Tormes literario,
sabiéndome a Tu lado, me abandono
y olvido todo cuanto me circunda,
musitando en dulce bisbiseo:

¡Perdóname, Señor! ¡Perdón te imploro
por los fallos que tuve en mi camino,
de los cuales estoy arrepentido
y hoy te pido, Señor, que me perdones!

Desconozco el tiempo que me resta
para seguir viniendo hasta Tu lado;
supongo que no mucho, pero en tanto
respire y aletee, mientras viva,
acudiré a la cita que tenemos
concertada anualmente para vernos
y hablarnos, como dos buenos amigos,
aquí, en la vieja ermita, junto al río
que va llevando al mar, inexorable,
lo poco que me queda ya de vida,
la mar, que es el morir, como bien dijo
cierto día un poeta inolvidable.

¡Santo Cristo del Caño, hasta que vuelva
no me dejes, Señor, desamparado!


José María Hercilla Trilla
Escrito en la Ermita del Stmo. Cristo del Caño
El Barco de Ávila, 6 Agosto 2009

jueves, 3 de septiembre de 2009

562 - ESCRITO EN UN DÍA GRIS


ESCRITO EN UN DÍA GRIS (562)
(Prosa en alejandrinos)

A mí me gustaría, / os lo aseguro, amigos,
que cuando Dios disponga / borrarme de la lista
del mundo de los vivos, / esa baja obligada
en el censo terrestre, / no constituya apenas
contratiempo ninguno, / ni excesivo motivo
de pena y desconsuelo / para todos vosotros,
familiares y amigos / a los que tanto debo,
a los que tanto quiero, / a quienes sois mi vida.

Con los años se aprende / a un irse desasiendo
blandamente, sin luchas, / de todo lo que un día
motivó nuestras ansias / y en que, para lograrlo,
agotamos las fuerzas / y se nos fue la vida.

Creímos que el tesoro / -Vellocino de Oro-,
conseguido en la lucha, / -dinero, bienes, fama-,
sería un bien eterno, / como eterna creímos
que sería la vida. / Vano error, que se cura
con el paso del tiempo, / al ver como se mustian
poco a poco las fuerzas, / y al ver como los ojos
van perdiendo su brillo, / e incluso como el alma
va perdiendo aquel tenso / interés que mostraba
por las cosas del mundo, / que empiezan a aburrirle.

Yo me encuentro dispuesto / a emprender el viaje
al valle del olvido. / Tan sólo me preocupa
no causaros trastornos, / no originar molestias,
no apenar en exceso / a todos cuantos soïs
lo mejor de mi vida: / Sacrificada esposa
que me endulzó mis horas; / queridísima hija,
yerno y nietos amados; / parentela y amigos,
a ninguno quisiera / dejar tras mí llorando.

No merece la pena / llorar por una ausencia,
sobre todo sabiendo / que no es definitiva,
y que un día cualquiera, / -Dios quiera que lejano-,
volveremos a vernos, / a estar de nuevo juntos,
unidos para siempre, / hasta el fin de los tiempos.

¿Qué por qué escribo esto? / Asegurar os puedo
que ignoro los motivos / que han podido llevarme
a escribir estas cosas, / poco alegres, por cierto.

Bien es verdad que el día / amaneció grisáceo
y que una fina lluvia / derrama su tristeza
en esta tarde fría / de otoño salmantino,
obligándome ella / a estar en la camilla,
al amor del brasero, / circunstancia que fuerza
a que el alma se ponga / a pensar tonterías
que ni vienen a cuento, / ni nada significan,
ni pueden ser tomadas / -por poco que medites-,
como locos presagios / de esa baja en el censo,
con la que comenzaba / mi alocado discurso.

Dios quiera que mañana / amanezca más claro,
que el sol vierta sus rayos / sobre nuestras cabezas,
y la lluvia se aleje / definitivamente,
a entristecer a otro, / dejándome tranquilo.

Si con calma me observo, / todavía me encuentro
animado y con ganas / de seguir unos años
viviendo entre vosotros, / por lo menos los años
que precisen mis nietos / para dar fiel remate
a su tiempo de estudio, / se coloquen y casen,
y después, Dios mediante, / me hagan bisabuelo,
ese preciado sueño / de los que caminamos
hacia un próximo ocaso, / al que nos resistimos.

Otro día, os lo juro, / escribiré sin sombra
de importuna tristeza, / poniendo en la tarea
el denodado empeño / de tornaros alegre
aquello que os escriba. / Perdonadme hasta entonces,
familiares y amigos, / que no todos los días
amanecen iguales, / todo el día lloviendo,
tiritando de frío, / con el alma encogida.

¡Seguro que mañana / saldrá el sol para todos
y podré ver el mundo / con más alegres ojos!


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 12 Noviembre 2.008

(De mi libro: "El penúltimo cuaderno")

miércoles, 2 de septiembre de 2009

558 - LO LARGO DE UNA VIDA


LO LARGO DE UNA VIDA (558)

“Si quisiera contar mi vida,
debería contar mis muertos”.
Imre Kertesz

El transcurso del tiempo no se mide
por los años que vas acumulando,
tampoco por la luz de tus arterias
o el ágil caminar con que tus piernas
recorren tus caminos preferidos.

El transcurso del tiempo se constata
contando los amigos que se fueron,
incluso algunas veces sin decirte
que se iban a ir, por no amargarte
tus horas con sus cuitas incurables,
se fueron en silencio y te dejaron
tirado en el camino, sin su apoyo.

Vivir no es otra cosa que ir dejando
mil muertos a la espalda, sin que nadie
te pueda liberar de tal suplicio,
de ver como se van, uno tras otro,
observando que quedas frente al mundo
cual náufrago asido a su recuerdo,
sin aquella inefable compañía,
indefenso sin ellos, que te eran
escudo protector en tus momentos
aciagos, cuando tú te derrumbabas
al peso de tu cupo de pesares.

Mi vida está trufada de recuerdos
de amigos entrañables, que se fueron
un día de mi lado y me dejaron
un dulce sentimiento de añoranza,
un vacío que nunca se ha llenado,
que nadie llenará, mal que me pese.

Federico, David, Javier, Vicente,
y Pedro y Rafael, y Sixto y Julio, ....
y un nombre y otro nombre y otros muchos,
en una larga lista, interminable,
tan larga como larga mi existencia,
la suma de mis años, que no es otra
que la suma de todos mis recuerdos.

“Si quieres que te cuente, pues, mi vida,
te tendré que contar todos mis muertos”.

José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
Salamanca, 1º Octubre 2.008


(De mi Libro: “El penúltimo cuaderno”)

martes, 1 de septiembre de 2009

560 - MORIRSE RICO

MORIRSE RICO (560)

Qué pena tan inmensa, tan horrible,
se debe de sentir muriendo rico,
no rico de amistades o de fama,
me refiero a rico de caudales,
o dicho como dice con acierto
el pueblo soberano cuando habla
de estas cosas, “podrido de dinero”.

Menos mal si ese rico la fortuna
la amasó trabajando honradamente,
sin trampa y sin engaño vergonzosos,
sin nada arrebatar que fuese ajeno,
pudiéndose dormir todas las noches
con el cuerpo bregado de cansancio,
pero dormir también con la conciencia
tranquila, como cabe a un hombre honrado.

Lo malo, pienso yo, será morirse
podrido de dinero mal ganado,
sabiendo que se deja tras la muerte
-además del dinero-, un rosario
de gentes a las cuales estafaste,
que viven maldiciendo tu recuerdo
y el día que irrumpiste en sus vidas.

Disculpable, tal vez, resultaría
llegar a enriquecerse de una forma
dolosa, con engaños, torticera,
si al llegarte la muerte te pudieres
llevar al otro mundo tu fortuna
y gozar en aquél, eternamente,
las dichas que el dinero proporciona.

Lo malo es que al morirte, ni te puedes
llevar esa fortuna al otro mundo,
ni puedes acallar las maldiciones
-que pueden alcanzar hasta a tus muertos-,
surgidas de las bocas de los muchos
a quienes engañaste con tus tratos.

Tú piensa lo que has hecho, e igualmente,
medita si tal vez no hubiera sido
bastante a tu vivir, un poco menos,
pues la vida es muy corta y a ella basta
con muy poco dinero, lo preciso
para tener un techo que te cubra,
la ropa que te abrigue y por supuesto
“el pan de cada día”, como rezan
aquellos que, aún dudando, en Dios esperan.

¡Qué pena tan intensa, ay, que pena
se debe de sentir muriendo rico!


José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
Salamanca, 24 Octubre 2.008