sábado, 30 de agosto de 2008

183 - YA SABÉIS, MIS HERMANOS...

YA SABEIS, MIS HERMANOS,... (183)



Ya sabéis, mis Hermanos, de mis dudas;
de esta amarga congoja que me asalta
cual perro callejero en la alta noche
y clava sus colmillos en mi alma.

Quiero saber y descifrar el hondo
misterio de esta vida que se acaba
y tengo que gritar que no he podido
vislumbrar, -ni de lejos-, la soñada
claridad que ilumine mi camino
y cambie su negrura en esperanza;
y sigo sin saber por qué he nacido,
ni aquello que a mi muerte se me guarda.

Soy una duda inmensa que camina
en busca de la Fe, que se me escapa,
y temo terminar este camino
sin saber dónde empieza ni se acaba.

Mas a pesar de todo, cuando llegue
la hora de acabarme y en la nada
hundirme, cual se hunde en la mar
procelosa la nave que naufraga,
de mi boca, reseca por la fiebre,
surgirán, sin dudarlo, estas palabras:

""Perdóname, Señor, todas mis dudas
y acógeme benigno en la morada
que a todos Vuestro Hijo prometiera
al hacernos el don de Su Palabra.

Perdóname, Señor, esta flaqueza,
esta duda en mí crucificada,
e ilumina mi ocaso dolorido
con los rayos de luz de Tú mañana,
y al cerrar estos ojos a la vida,
déjame contemplarte, cara a cara.""


José María Hercilla Trilla
Ávila, 17 Diciembre 1987
(De mi Libro: "Fides")

viernes, 29 de agosto de 2008

182 - SUPONIENDO QUE DIOS...

SUPONIENDO QUE DIOS... (182)



Suponiendo que Dios, en las alturas,
dispusiera del tiempo que es preciso
y quisiera mirar -sólo un instante-
esta bola de barro en que vivimos,
amasada con polvo de los muertos,
manchada con las luchas de los vivos,
sembrada de misiles apuntando
al cielo con sus conos asesinos,
gobernada por hombres insaciables
de poder y cegados de egoísmo;
esta tierra de hombres que se miran
de reojo, cual fieros enemigos,
y pasan impasibles, sin turbarse,
ignorando al Hermano que ha caído,
incumpliendo con ello el Mandamiento
de amar a los demás como a uno mismo...

Suponiendo que Dios nos contemplara
y viera lo que somos y hemos sido,
el llanto que a sus ojos acudiera
sería tan copioso y desmedido
que, cual nuevo Diluvio, nos ahogara,
hundiéndonos por siempre en el abismo.

Asombrado de ver lo que es el Hombre,
el Buen Dios se diría pensativo:

¿Por qué resucitar a estos salvajes
y darles nueva vida en otro sitio,
si la Tierra, sin todos los humanos,
más que Tierra sería un Paraíso?

Si algún día, no sé cuándo ni dónde,
por cumplir las promesas de Su Hijo,
"Resucitad", gritase a los que fueron,
y los huesos, de nuevo revestidos
de carne maloliente y pecadora,
salieran de las tumbas y los nichos,
¿qué iba a hacer el Señor con esa turba
de muertos, por su gracia renacidos?

José María Hercilla Trilla
Avila, 15 Diciembre 1987

(De mi Libro: ·FIDES")

jueves, 28 de agosto de 2008

159 - FINAL DE TRAYECYO

FINAL DE TRAYECTO (159)

- I -

El paso inexorable de los años
debiera agudizar nuestras raíces
y hundirlas, día a día, más profundas
en el trozo de tierra que pisamos;
a fuerza de vivir años y años,
debiéramos amar tanto las cosas
que forman nuestro entorno cotidiano,
que el temor de perderlas nos debiera
la vida atormentar salvajemente.

Y es lo cierto, lo tristemente cierto,
que el ansia de vivir que te embargaba
y movía hacia nuevos horizontes
en busca de emociones y aventuras,
que hacía que a las cosas te aferraras
con ímpetu salvaje de dominio,
poco a poco, inexplicablemente,
vas notando que el tiempo la diluye,
y miras a la vida de otro modo,
como un vaso de vino que se agota
sin que nadie te pueda servir otro,
por mucho que proclames que te gusta
y que sigues lo mismo de sediento.

Y contemplas las cosas que ganaste
en tu vida febril y accidentada,
-creyendo que serían tuyas siempre
y que nunca podrían separarte
de su grata presencia y de su goce-;
las sientes cada día menos tuyas
y adviertes claramente que el dominio
que pensabas eterno e inmutable,
no pasaba de ser un usufructo,
fugaz como la vida y transitorio.

Y es lo cierto, lo felizmente cierto,
que ves como la vida se te acaba,
que al final del trayecto el equipaje
tendrás que abandonar en otras manos
y partir tan desnudo cual llegaste
a esta esfera que rueda en los espacios;
y es lo cierto que asumes todo ello,
no sé si resignado o complacido,
pero sí con el ánimo dispuesto
a cumplir con los plazos naturales,
para todos y siempre inexcusables,
sabiendo que es inútil rebelarse,
feliz por haber hecho todo cuanto
te dejaron hacer para los tuyos
y trataste de amar a tus Hermanos
aquello que pudiste y permitieron,
ya que amar es tarea compartida
y son muchas las veces que resulta
el Amor una meta inalcanzable,
que debe reemplazarse buenamente
con una bondadosa indiferencia.

- II -

¡Amarás a tu Dios más que a tu vida!
Cuán fácil nos resulta el cumplimiento
del mandato divino que así dice,
a poco que discurras y comprendas
que ese Dios te resulta necesario
si no quieres vivir en el absurdo
y tratas de indagar en los misterios
del origen y fin del Universo;
y tratas, sobre todo, de explicarte
el milagro asombroso de tu vida,
esa vida compuesta de materia
y animada también de sentimientos,
esa vida que sólo justifica
su precaria existencia si la llenas
de Amor hacia tu Dios y hacia los Hombres.

- III -

¡Amarás a tu prójimo igualmente,
lo mismo que te amas, si es que quieres
un día disfrutar de la presencia
inefable del Dios del Universo!

(En este mandamiento se condensa
lo más bello y difícil de este mundo.)

Nada hay más hermoso y más sublime
que ese Amor infinito y sin fronteras,
que abarque por completo a los Hermanos
que contigo conviven en la Tierra.

Pues así como amar a aquellos hombres
que viven alejados de nosotros
supone simplemente decir "Quiero",
no sucede lo mismo con aquellos
que contigo conviven día a día
y se cruzan contigo por la calle;
aquellos que te muestran sus miserias,
te hieren con sus hoscas brusquedades,
-agudas como aristas cristalinas-,
te ignoran con sus torpes egoísmos,
ofenden tus sentidos más primarios
con su aspecto y sus tufos animales...,
y te hacen recordar, pese a ti mismo,
que eres hombre también, igual que ellos,
y que tienes también, mal que te pese,
la misma imperfección que no perdonas
a aquellos que te cercan y conviven,
a aquellos que tan sólo son espejo
de azogado cristal pluscuamperfecto
donde ves reflejadas tus miserias.

(Cuán difícil resulta muchas veces
tolerar a ese prójimo cercano,
para encima tener que amarle siempre
lo mismo que a nosotros nos amamos;
imposible resulta en ocasiones
cumplir con tan estricto mandamiento,
y hasta el acto de mera tolerancia
exige un sacrificio sobrehumano.)

- IV -

Si un día nos pidiera el Juez Supremo
la cuenta de ese amor que nos impone,
los saldos resultantes no serían
-salvando muy contadas excepciones-,
las causas eficientes que movieren
a Dios, a permitirnos el acceso
al reino de los Cielos prometido.

Menos mal que ese Dios en quién yo creo,
más que Dios de Justicia, es de Bondades,
y habrá de perdonar, igual que un Padre,
sin ninguna excepción, nuestros pecados...,
aunque a veces no hubiéramos cumplido
el mandato de Amor hacia el Hermano
con esa precisión con que la norma
lo establece en forma indubitada.


Pues bien, si a Dios amaste sobre todo
y quisiste a los tuyos igualmente,
-es decir, mucho más que tú te amas,-
y al resto de los hombres procuraste
amarles como dice el Mandamiento,
aunque a veces amarles no te fuera
permitido por ellos o sencillo,
entonces llegarás -sin darte cuenta-,
no sé si complacido o resignado,
pero sí con el ánimo tranquilo,
a cumplir el mandato indefectible
que en polvo enamorado te transforme,
y en un rayo de luz iridiscente,
raudamente te eleve hasta los Cielos
y presente a ese Dios que tanto amas,
ese Dios de clemencia, que te acoja
en sus brazos abiertos, como un Padre,
y desvele por fin, para ti solo,
en un acto de amor inescrutable,
el oculto misterio de la Vida.

José María Hercilla Trilla
Benidorm, 26 Octubre 1986

(De mi Libro: "Fides")

miércoles, 27 de agosto de 2008

131 - RESURRECCIÓN

RESURRECCION (131)

("Existe más fe en una duda honrada, que
en el cincuenta por ciento de las creencias".
Alfred Tennyson)

¡Perdóname, Señor, esta odiosa y molesta
manía de pensar!

Perdóname que a veces me vea sorprendido
en mi ortodoxa guardia
y deje que la mente se despeñe en las simas
del torpe raciocinio,
creyendo -vanamente- que cuatro silogismos
van a darme la clave
bastante a resolverme las dudas que me asaltan
en mis horas de insomnio.

Yo quisiera librarme de esta absurda y funesta
manía de pensar,
y cuánto más cavilo y trato de indagar
el porqué de las cosas
y sus últimas causas, más pequeño me encuentro
y observo anonadado
lo inútil de mi busca; y veo que mis preguntas
jamás tendrán respuesta,
y habré al fin de morirme sin resolver las dudas
que me turban e inquietan
en esas largas noches que no se acaban nunca,
ni cuando llega el día.

Repudio el sacrilegio y quiero que mi mente
se acomode ortodoxa
a los dogmas que un día, solícito aprendiera
en mi lejana infancia,
pero tengo momentos en que dudo de todo,
y lloro inconsolable
esa falta de fe, que me muerde en el alma
como un perro rabioso.

¡Quién pudiera ser niño y creer con certeza
esas mil soluciones
que a todas nuestras dudas nos brinda la doctrina
de Nuestra Madre Iglesia
Católica y Romana, a la que intento asirme
desesperadamente!

Qué sencillo sería si me fuera bastante
con decir en voz alta:
"Yo creo a cierraojos todo cuanto nos dice
y desde siempre enseña
la Santa Madre Iglesia, y hasta creo firmemente
que al final de los tiempos
todos los que hemos sido y nos llevó la Muerte,
volveremos de nuevo,
sin excepción alguna, a surgir del olvido,
del polvo y de la nada,
en una incomparable, -también incomprensible-,
resurrección gloriosa."

Como un unamuniano San Miguel, que era Santo
a pesar de sus dudas,
yo, que a santo no llego, mas que de igual manera
padezco esta molesta
y enojosa manía de pensar por mi cuenta,
cuando llego, en el Credo,
al punto que proclama que todos los mortales,
sin que falte ni uno,
volveremos un día a vestir esta carne
de miseria y pecado,
y habremos de reunirnos en un bíblico valle,
donde un Dios justiciero
colocará a su diestra a quiénes fueron buenos,
y a su siniestra mano
a los que malos fueron; al llegar a ese dogma
de la carne que vuelve
a resurgir gloriosa de la lúgubre noche
de pretéritos tiempos,
enmudezco de pronto, incrédulo y rebelde,
incapaz de mentirme
afirmando que creo lo que allí se proclama,
cuando es obvio que dudo
y a comprender no alcanzo esa inútil y absurda
resurrección gregaria.

¡Si por lo menos diera mayor honor y gloria
al Dios del Universo,
o sirviera de algo a sus últimos fines,
que siempre ignoraremos!

Pero por muchos miles de millones de hombres,
-elevado ese número
incluso al infinito-, que un día resurgieran
en sus carnes mortales
al mandato imperioso de las trompas celestes
del final de los tiempos,
¿qué otra cosa serían que un montón de miseria
espesa y maloliente?

Bastante es que las almas se eleven hasta el cielo,
para allí confundirse
con sus almas gemelas, gozando la presencia
del Hacedor Supremo,
o vaguen esperando, -según otras creencias-,
encontrar otros cuerpos
que animar con su fuerza, en una repetida
transmigración sin pausa,
hasta que el tiempo todo se haya consumido,
igual que se consume
una brillante llama y ya no exista Tierra,
ni Soles, ni Planetas,
y el Universo entero, con todas sus galaxias,
en un magno estallido
transmute su materia en una inmensa bola
de límpida energía,
y esa Nueva Energía, sin Espacio ni Tiempo,
desprovista de Masa
y de polvo de muertos, sea el Dios que yo busco
palpando las tinieblas.

¡Yo quisiera librarme de esta absurda y funesta
manía de pensar,
buscando inútilmente el porqué de las cosas
y sus últimas causas!

¡¡Por eso te suplico, Señor Omnipotente,
que me libres al punto
de tanto raciocinio heterodoxo y vano,
y tu Misericordia,
esta Fe vacilante consolide y afirme
definitivamente!!

José María Hercilla Trilla
Avila, 25 Marzo 1986

(De mi Libro: "Fides")

martes, 26 de agosto de 2008

118 - ME DEVANO LOS SESOS

ME DEVANO LOS SESOS (118)


Me devano los sesos y me obstino
en hallar solución a mil arcanos,
sabiendo -ya de entrada- que son vanos
los pasos que voy dando en tal camino.

Me obsesiona el futuro y el destino
que, después de la muerte, a los humanos
podrá corresponder en los lejanos
misterios que no alcanzo, ni adivino.

Yo quisiera creer en esa vida
eternal que nos tienen prometida
al final de esta vida transitoria,

y vivo por la duda atormentado.
¡Devuélveme, Señor, desde tu Gloria,
la Fe que la razón ha quebrantado!

José María Hercilla Trilla
Avila, 31 Enero 1985
(De mi Libro: "Fides")

lunes, 25 de agosto de 2008

456 - AÑOS HAY DEL PASADO

AÑOS HAY DEL PASADO (456)



Años hay del pasado que quisiera
tornarlos a vivir desde ahora mismo;
sacarlos de lo hondo del abismo
del tiempo, donde el tiempo los pusiera,


y de nuevo vivir mi primavera,
teñida de exultante cromatismo,
exenta de codicia y egoísmo,
fragante cual panal de rubia cera.


Preguntas el porqué de haber triado
estos años de todo mi pasado;
y debo responderte, caro amigo,


que por ser esos años esenciales,
años de trabajar y sembrar trigo,
primavera cuajada de ideales.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 30 Enero 2003

(De mi Libro: "Íntimas")

sábado, 23 de agosto de 2008

455 - AUNQUE A VECES LO DUDES

AUNQUE A VECES LO DUDES (455)



Aunque a veces lo dudes, te aseguro
que mi amor se acrecienta día a día,
y este sublime amor, el que sentía
cuando te conocí, hoy -te lo juro-,


convertido en hombre ya maduro,
en vez de serenarse cual debía,
lo siento acrecentarse. ¡Qué alegría
me causa constatar que este amor puro


que el alma me enajena y me trasciende,
se expande en torno a mí y hasta ti llega
más pujante a medida que envejezco.


¡Misterios del amor que nadie entiende!
Con la edad, cuando el cuerpo se sosiega,
mi amor se me enaltece y yo me crezco.


José María Hercilla Trilla Salamanca, 23 Enero 2003

(De mi Libro: “Íntimas”)

viernes, 22 de agosto de 2008

436 - PSICOANÁLISIS

PSICOANÁLISIS (436)


Si un día te examinas a ti mismo,
procurando -al hacerlo- ser sincero,
el verte tal cual eres, desespero
que pueda conducirte al optimismo.


No te hundas por ello en el abismo
al verte tan pequeño y cicatero,
ni te muestres contigo tan severo
que te dejes ganar del pesimismo.


Los hombres somos todos, más o menos,
lo mismo que eres tú o parecidos.
Lo que importa es tratar de ser mejores,


aunque nunca lleguemos a ser buenos
totalmente, cual son los elegidos,
ese grupo de seres superiores.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 11 Junio 2001

(De mi Libro: "Íntimas")

jueves, 21 de agosto de 2008

519 - CUMPLEAÑOS


CUMPLEAÑOS (519)

A mi mujer: Pilar Mañoso Bueso

Envejecer contigo y a tu lado,
no es envejecer, amada mía,
tan sólo madurar, como maduran
los frutos de la tierra, lentamente,
buscando la sazón que los complete
y culmine sus vidas transitorias,
regidas por las leyes naturales
impuestas por la sabia biología.


Cuerda cosa es cumplir con esas leyes,
del todo ineluctables, ciertamente,
y vivir madurando poco a poco,
el uno junto al otro, año tras año,
cuidando nuestro amor, que va creciendo
con el paso del tiempo -te lo juro-,
haciendo que amanezcas cada día
tan bella como cuando nos casamos.


Envejecer, supongo que conlleva,
no el llenarse de arrugas o alifafes,
sino perder el gusto por las cosas
y notar que el amor se debilita,
que todo te da igual, que ya no miras
a quien debes mirar –a ti, mi amada-
con el mismo fervor que cuando entonces,
hace ya medio siglo, ¡casi nada!.




Yo te sigo queriendo como entonces,
prendado de tu gracia y tus encantos,
y aunque el cuerpo se vaya quebrantando,
el alma tengo joven y colmada
de sueños e ilusiones que me hacen
amarte cada día con más fuerza
y a tu lado ascender alegremente
los peldaños que llevan a la meta.


No caben las vejeces en el cielo,
y en el cielo estoy yo desde aquel día
en que Dios enlazó nuestros caminos,
haciendo de nosotros dos en uno.


¡Que cumplas muchos años, vida mía,
y que Dios, con su gran benevolencia,
prolongue muchos años esta dicha,
hasta estar en sazón, ambos a una!



José María Hercilla Trilla
Roquetas de Mar, 27-XI-2006

(De mi Libro: “Íntimas”

miércoles, 20 de agosto de 2008

517 - UN MOMENTO DE OPTIMISMO

UN MOMENTO DE OPTIMISMO (517)

Quizás, en un momento de optimismo,
te creas que eres dueño de tus actos,
que puedes elegir para tu vida
el camino que pienses oportuno,
aquel que ha de llevarte hasta la meta
soñada en el embrujo de una noche
donde todo era hermoso y asequible.
No quiero quebrantar tus ilusiones,
mas quiero ser sincero, caro amigo,
y debo prevenirte que abandones
esa vana creencia que te embarga.
Libre, lo que se entiende como libre,
a nadie he conocido hasta ahora,
a pesar de que algunos se creyeron
dotados de ese don en un principio.
Más tarde, como todos los mortales,
la torpe realidad abrió sus ojos
y vieron que la vida se imponía,
y traía y llevaba a su capricho,
deshaciendo los sueños que forjaron
en una hermosa noche de verano,
debajo de las hojas verde laca
de un viejo palo-santo inolvidable,
cargado de recuerdos y testigo
de promesas de amor que no cuajaron.
Ninguno somos libres, caro amigo.
¡Tan sólo de soñar, y eso no siempre!.

José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
Salamanca, 10 Octubre 2.006
(De mi Libro: “Íntimas”)

martes, 19 de agosto de 2008

516 - LO MALO DE PENSAR

LO MALO DE PENSAR (516)

Lo malo de pensar es, casi siempre,
que se piensa a destiempo;
que aquello que pasó y pudo evitarse
ya no tiene remedio.

Obramos bajo impulsos, sin pensarlo,
y así nos pasa luego,
que al obrar nos quedamos o muy cortos
o llegamos muy lejos.

Ya no vale pensar en lo que hicimos,
ni vale entristecernos
por lo que hicimos mal. Ya no se puede
deshacer lo mal hecho.

Deja ya de pensar en el pasado;
ya pasó y está muerto;
por mucho que analices tu conducta,
creyéndote muy dueño

de aquellas decisiones que formaron
tus pasados eventos,
no olvides que la vida es la que impone
los errores y aciertos.

Casi estoy por decirte que inocente
-así te considero-
eres de tus errores, como todos
los que error cometemos.

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 7 Octubre 2.006

(De mi Libro: "Íntimas")

lunes, 18 de agosto de 2008

LXXX CUMPLEAÑOS


LXXX CUMPLEAÑOS


¡Ya cumplí los ochenta.! Brava cifra,
redonda como un sol de primavera.

Y elijo esta estación, aunque bien creo
que este sol lucirá en todas ellas
con el mismo fulgor que luce ahora,
sin hacer distinción que nos merezca
precisar que es Abril, Abril florido,
el mes en el que estamos, y esta fecha
-día diez de este mes- es cuando cumplo
estos años redondos, los ochenta,
que no son –os lo juro- cualquier cosa,
sino –por el contrario- cosa seria,
que te obliga a pensar y hasta te dice
que debes de sentar ya la cabeza,
pues ya eres mayorcito y por lo tanto
será bueno que ordenes tus ideas
y vivas como viven las personas
sensatas o que de tal se precian.

A fuerza de soñar viví alejado
de muchas de las cosas de esta tierra
-loca bola que gira en el espacio-,
de esas cosas que a los hombres les lleva
a agotar sus esfuerzos en la lucha
por lograr el poder y la riqueza,
olvidando que nunca un usufructo
se puede convertir en una eterna
posesión exclusiva y excluyente,
y que un día, cuando el azar lo quiera,
por muchas que atesores en la vida,
por rico y satisfecho que te sientas,
habrás de renunciar a su disfrute
y dejarlas atrás, en la cuneta,
sin poderlas llevar al otro mundo
y seguir disfrutando allí de ellas.

Quizá por convencido de que nada
dura más de cien años –es la meta-
y también convencido de que el oro,
ni el poder, ni la fama lisonjera,
igualan en valor a aquel que tiene
un limpio corazón y una conciencia
que nada te reproche o recrimine,
que te deje dormir –cuando te duermas-
sin torpes sobresaltos ni congojas,
sin temor a que alguien a tu puerta
acuda intempestivo, a cualquier hora,
a pedir y exigirte que des cuenta
del saldo resultante de tu vida,
quizá por todo ello las riquezas,
ni tampoco el poder, me preocuparon,
seguro de saber que hay otras metas
(vivir en libertad, honrado y digno)
no menos importantes aún que aquellas.

Ya es difícil cambiar, a estas alturas.
Es corto el trecho que por andar me queda,
y quisiera seguir siendo yo el mismo
que siempre fui: Un soñador de ideas,
abogado de causas imposibles,
en sus ratos perdidos un poeta
que al final de su vida reconoce
que tras mucho escribir, ni una peseta
sacó de su sentida poesía.

El día que me marche, y Dios quiera
dejarme aún algún tiempo entre vosotros,
os pido que pongáis así en mi esquela:
“”Ha sido un hombre honrado, un hombre digno,
soñador de imposibles, cuya meta
la cifró en el amor entre los hombres,
desdeñando el poder y la riqueza.””

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 10 Abril 2.006

(De mi Libro: "Íntimas")

sábado, 16 de agosto de 2008

493 - UN DUENDE SOÑADOR

UN DUENDE SOÑADOR (493)

(Para Rodrigo y Carmina, en
recuerdo de esa grata estancia
de quince días en Aguadulce.)


El duende que habita en mí,
al dormirme, se despierta
y escapa soñando sueños,
hasta rozar las estrellas.

Mi duende vive soñando
una vida paralela
a la vida que yo vivo,
sin confundirse con ella.

Mi duende vive su vida,
sobrevolando la tierra,
soñando, sólo soñando,
soñando sin darse tregua.

Mi duende vuelve conmigo
cuando el sol da en mi cancela,
y a mi lado permanece
en tanto que estoy en vela.

No le veo; mas lo siento,
acurrucado a mi vera
como un angel de la guarda,
en constante centinela.

Mas cuando llega la noche
y los ojos se me cierran,
mi duende sale volando
a soñar con las estrellas.


José María Hercilla Trilla
Aguadulce, 5 Noviembre 2.005

(De mi Libro: "Íntimas")

viernes, 15 de agosto de 2008

492 - EL AMOR NO SE ACABA


EL AMOR NO SE ACABA (492)


El amor no se acaba; se amortece el deseo.
Los años no perdonan y van doblando el cuerpo,
Aunque mucho te empeñes en no reconocerlo.

Pero el amor, amor, el amor es eterno
Y contra él no puede prevalecer el tiempo,
Por mucho que se obstine, como pretende hacerlo.

El amor, vida mía, éste que te profeso,
Es el mismo de entonces, aquél que al conocernos
Me abrió nuevos caminos para llevarme al cielo.

A ese amor, vida mía, es al que me refiero,
A ese amor que no acaba, a ese amor que es perfecto,
A ese amor tuyo y mío, a ese amor que es el nuestro.


José María Hercilla Trilla
Barco de Avila, 30 Agosto 2.005

(De mi Libro: "Íntimas")

jueves, 14 de agosto de 2008

479 - 79º CUMPLEAÑOS

79º CUMPLEAÑOS (479)


Cumplí setenta y nueve. Poco a poco,
el barco de mi vida se aproxima
al seguro y final puerto de atraque
donde debe amarrar, ya para siempre.

Las duras tempestades, que azotaron
el casco de la nave y su velamen,
superadas están y atrás quedaron,
unidas a remotos horizontes,
hundidos en las brumas acolchadas
de una vieja memoria adormecida.

Navegar, para mí, a estas alturas,
supone solamente deslizarse,
con poco trapo al aire,
apenas empujado
por una débil brisa que te lleva
-sin torpes cabeceos ni bandazos-
hacia ese final ineluctable
que a todos nos espera cualquier día.

Dijera yo mejor que esto es dejarse
llevar flotando, por la corriente abajo,
sin cuidar del timón o de las velas,
sin miedo a temporal inoportuno,
seguro de llegar sin contratiempos
al puerto prefijado en tu derrota.

El agua es un espejo. No se mueve
la más ligera brisa. Todo calla.
Las gavias penden lacias y abatidas,
cual si fuesen inútiles colgajos.


Mi nave,
la nave de mi vida atormentada,
en esta mar serenamente calma,
avanza sin esfuerzos aparentes,
sin temor al desguace. Dios me espera.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 10 Abril 2.005

(De mi Libro: “Íntimas”)

miércoles, 13 de agosto de 2008

474 -- UN DÍA, FATALMENTE

UN DÍA, FATALMENTE (474)


Un día, fatalmente, dejaré de pensar,
dejaré de sentir,
y lo peor de todo, por cuanto ello supone
quebrar el juramento
que te hiciera aquel día de amarte eternamente,
dejaré de quererte
con todos mis sentidos, como te estoy queriendo
en este mismo instante,
como te quise entonces, cuando nos conocimos
hace ya tantos años
en una hermosa noche, bajo el cielo extremeño
que nos tendió su manto
de estrellas temblorosas, distantes y calladas,
testigos asombrados
de la pasión surgida en nuestros corazones.

Cuando llegue ese día
acéptalo en silencio, como final sabido,
como meta obligada
a la que todos hemos de llegar sin excusa;
y sobre todo, borra
de tu memoria cuantos disgustos te he causado
a pesar de quererte
como a nadie he querido. Perdóname y olvida;
no merece la pena
recordar los agravios ni cultivar rencores,
sobre todo si nunca
-el mal que pude hacerte- lo hice por herirte
deliberadamente.

No quiero que me llores. Me conformo tan sólo
con saber perdonadas
mis innúmeras faltas; y luego, al recordarme,
que evoques solamente
nuestras horas felices, sin recriminaciones.
¡Me conformo con eso!.

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 11 enero de 2004

(De mi Libro: “Íntimas”)

martes, 12 de agosto de 2008

472 - POSIBLE EQUIVOCACIÓN

POSIBLE EQUIVOCACION (472)

Tal vez yo pueda estar equivocado,
pero a pensar me atrevo, aunque os asombre,
que nada es comparable a la delicia
de ponerse a escarbar en la memoria
y escoger, de entre todos los recuerdos
en ella acumulados con los años
y hasta incluso cubiertos con el polvo
creciente que los hunde en el olvido,
escoger, como digo, los momentos
en que fuimos felices y vivimos
ajenos al dolor de ser mortales.

El futuro es incierto; y el presente
-si es que el presente existe, que lo dudo,
tan raudo se sumerge en el pasado-,
apenas nos da tiempo a disfrutarlo
y es un breve respiro entrecortado,
preñado de trabajos y zozobras.

Tan sólo en el pasado está la calma.
Por muy accidentado que haya sido
ese tiempo dejado a tus espaldas,
por negro y borrascoso que te fuera,
seguro que por poco que te afanes
y abras el baúl de tus recuerdos,
hallarás un momento de ventura,
unas horas de dicha inusitada,
o un rastro de un amor inenarrable,
que merezcan salir del fondo oscuro
donde duermen callados los recuerdos
en espera de que una voz amiga
les diga que despierten y nos hagan
de nuevo revivir dichas pasadas.

¿Qué es un triste consuelo? No lo niego,
mas cuando ya se tiene, como tengo,
mucha edad y el camino que nos queda
es un breve paseo, eso basta
para apurarlo en calma, dando gracias
a Dios por conservarnos la memoria.

No me prives, Señor, de mis recuerdos.
De todo lo que tengo, solamente
es aquello que puedo llamar mío.

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 7 Diciembre 200
(De mi Libro: “Íntimas”)

domingo, 10 de agosto de 2008

468 - MIS MANOS

MIS MANOS (468)


Mis manos....
aquí, sobre la mesa abandonadas,
languidecen, cansadas del trabajo
que un día las hirió con su dureza.

Hoy, vencidas al tiempo transcurrido,
cual guerreros que al fin de la batalla
anhelan el pacífico reposo,
se duermen en un grácil abandono,
dejando traslucir las abultadas
y azules redecillas de sus venas.

Mis manos....
que si un día impacientes de caricias,
vibrantes al contacto de otros cuerpos
en busca del amor y la belleza,
hoy se entregan, dormidas al deseo,
rendidas como lirios desnortados,
sin otras apetencias que no sean
el breve roce de una mano amiga
o el calor confortante y prolongado
de tus manos, mujer, entre mis manos.

Mis manos...
Tembloroso por miedo de perderte,
bien claro te lo dije al conocernos ,
extendiendo delante de tus ojos
-con las palmas abiertas a los cielos-,
estas manos carentes de fortuna,
que el trabajo manual dignificara
en largas y durísimas jornadas:

«Nada tengo en el mundo. Sólo tengo
estas manos que ves y que te ofrezco
totalmente vacías, mas dispuestas
a conquistar el mundo sin mancharlas
con cosa que mancille mi buen nombre.
Tú veras si las quieres y te bastan»

Mis manos...
y ellas nos bastaron en la vida
y hasta aquí nos trajeron, obedientes,
con esfuerzo tenaz, perseverante,
venciendo contratiempos y fatigas,
para hoy complacerse en el descanso
y sentirse pagadas y felices
con sentir cobijadas entre ellas
otras manos, ¡tus manos!, vida mía.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 12 Novbre 2003

(De mi Libro: “Íntimas”)

sábado, 9 de agosto de 2008

466 - DESDE LA PUNTA DE LA MONA

DESDE LA PUNTA DE LA MONA (466)


Aquí, frente a la mar; desde estos riscos
de Punta de la Mona, almuñequeros,
dorados por un sol esplendoroso,
evoco aquella mar que en otros tiempos
lejanos, muy lejanos, ciertamente,
surcaba con mi barca, marinero
si quieres infantil, pero aguerrido,
por todos los rincones de aquel puerto
de singular belleza, cual no hay otro,
el puerto de Mahón, con el que sueño
salvando con mi sueño la distancia
y haciéndome soñar que lo contemplo
cada vez que en la mar fijo mis ojos,
subido en este risco almuñequero
al que un día me trajo de arribada
la vida alborotada por el viento.


José María Hercilla Trilla
Almuñecar, 12 Agosto 2003

(De mi Libro: "Íntimas")

viernes, 8 de agosto de 2008

465 - MIS VERSOS DE AHORA MISMO

MIS VERSOS DE AHORA MISMO (465)


Pués sí. También a mí me gustaria
ser capaz de escribirte de corrido,
no “los versos más tristes de la noche”,
-aquellos que Neruda ambicionaba-
sino versos colmados de ternura,
como a modo de lírica probanza
de este amor que me inunda y vivifica.

Ya sé que a estas alturas de la vida,
cercano el medio siglo compartido,
pudiere parecer a más de uno
que mis frases de amor son sólo frases,
sin otro contenido que no sea
cadencia musical, justa medida,
incluso atisbo de senil impulso,
cuando no arrebato de nostalgia
recordando las horas del pasado.

Yo te puedo jurar –nunca he mentido-
que estos versos de ahora, donde canto
lo hondo de mi amor, son, como entonces,
testimonio cabal e indubitado
de lo mucho que siempre te he querido

Ninguno de los dos somos hoy día
exactamente igual a como fuimos;
pero seguimos siendo, pese a todo,
los mismos y es lo único que importa;
felizmente, en ti se obra el milagro
de ser inmune al tiempo y parecerme
cada día más joven, más hermosa,
cual ánfora de nectar que los años
depuran con su paso y ennoblecen,
turbando con su aroma mis sentidos,
ahora igual que entonces, no lo dudes.

¡Estos versos de amor me son testigos
de mi constante amor. Tenlos presentes!


José María Hercilla Trilla
Almuñecar, 10 Agosto 2003


(De mi Libro: “íNTIMAS")

jueves, 7 de agosto de 2008

462 - PERO CIERRO LOS OJOS

PERO CIERRO LOS OJOS (462)


Curioso, me contemplo, observando –asombrado-
que ya no me conozco.

Aquel ímpetu alegre, aquel ansia salvaje
que me llenaba el pecho
como un motor rugiente; aquel vehemente anhelo
que ingrávido me alzaba
sobre las grises cosas, en busca de colores
más limpios, más azules,
más verdes o amarillos, donde anegar mis ojos,
aquel ímpetu -digo-
se ha desvanecido como se desvanece
cualquier terrón de azúcar
al ponerlo en contacto del agua circundante.

Aquí, no ha sido el agua;
más bien ha sido el tiempo, los años que han pasado,
que han ido socavando
perseverantemente los sólidos cimientos
corporales que eran
sustento de mi vida y de mis energías.

Hoy ya soy una ruina,
sujeta a mil diversas y odiosas cortapisas
que me impiden mostrarme,
o mejor conducirme, tal como yo quisiera.

Poco a poco me dejo
llevar por la atonía, plenamente consciente
de mis limitaciones,
sin intentar siquiera protestar o quejarme.

Felizmente, conservo
-o así me lo imagino, que viene a ser lo mismo-
en estado aceptable
esta loca sesera, tan dada a los ensueños
y a las divagaciones,
que me lleva a evadirme del mundo circundante
y a soñar imposibles,
los mismos que soñaba cuando tan sólo era
un muchacho inexperto
con sus ojos absortos ante un mundo colmado
de sorpresa y misterio.

Lo malo es que este mundo ya no guarda sorpresas
ni misterios ocultos
a los ojos del hombre, diremos que longevo,
(pues me niego a llamarse
con el nombre de viejo, del que algunos presumen)
pero que no se cansa
de admirar la belleza, la bondad y dulzura
que en ciertas ocasiones
encuentra en el camino como muestra evidente
de la bondad divina.

En eso todavía sigo siendo aquel niño
de mis años lejanos;
el tiempo se ha llevado mis fuerzas y mi brío
y no me reconozco
al mirarme al espejo ni al hacer un esfuerzo.

Pero cierro los ojos
y por dentro, os lo juro, tan juvenil me siento
que con gusto daría
un grito incontenible que subiera hasta el cielo.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 5 abril 2003

(De mi Libro: •Íntimmas”)

miércoles, 6 de agosto de 2008

458 - CUBRIDME LA CARA

CUBRIDME LA CARA (458)


Cubridme, sí, la cara
con un pañuelo
apenas certifiquen
que ya estoy muerto.

No quiero que me vean
ojos ajenos,
a los que nada importo,
y mucho menos
que los vuestros me miren
con desconsuelo.

Quiero que al recordarme,
vuestro recuerdo
me recuerde cual era
hasta el momento
de cerrarse mis ojos
y de mi pecho
-el alma que lo habita-
remonte el vuelo,
Dios sabe a qué regiones
o hasta qué cielos.

No me miréis la cara
después de muerto,
que no hay muerto ninguno
que agrade verlo.

El rictus de la muerte
les tuerce el gesto,
desencaja la boca
y arruga el ceño.

Al hombre más galano,
en un antruejo
lo transforma la muerte,
sin más remedio.

Así, pues, no miradme;
con un pañuelo
cubridme las facciones;
es lo que quiero.

Y si alguno viniere
con el deseo
de verme y despedirse
con el pretexto
de haber sido mi amigo,
decidle luego
que no estoy para nadie;
que hace un momento
he salido a la calle,
sí, de paseo,
a comprarme tabaco
para el trayecto.

Que deje la tarjeta,
que a mi regreso
le acusaré recibo
y de su afecto
me sentiré dichoso,
feliz, contento,
y si lo veis remiso,
sin daros crédito,
decidle abiertamente
que mi deseo
es que no se me exhiba
después de muerto.

¡A esto se reduce
mi testamento!


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 8 Marzo 2002

(De mi Libro: "Íntimas")

martes, 5 de agosto de 2008

454 - A MEDIDA QUE AVANZO


A MEDIDA QUE AVANZO (454)


A medida que avanzo en mi camino,
cercano ya el final de mi carrera,
intento pervivir, como si fuera
una dicha vivir, no un desatino.

Y lucho por vivir y hasta me obstino
en llegar a los cien, y si pudiera
la meta alejaría si estuviera
en mis manos marcarme mi destino.

Y es que siento el corazón henchido
de amor y de coraje; nunca he sido
tan feliz y dichoso como ahora:

Los míos junto a mí; y aquí, a mi lado,
mis libros. ¡Qué vida encantadora!
¡Nunca estuve mejor acompañado!

José María Hercilla Trilla
Salamanca, 20 enero 2003


(De mi Libro. “Íntimas”)

lunes, 4 de agosto de 2008

550 - LAS TRES CATALPAS

LAS TRES CATALPAS (550)


Las catalpas, en flor, hoy me reciben
a la entrada del Parque, para darme
su grata bienvenida, como a un viejo
amigo a quien se espera ver de nuevo,
sentado o paseando entre las sombras
de este Parque, ubicado junto al Tormes,
por frente de La Ermita, donde el Cristo
del Caño es adorado por las gentes
que pueblan esta villa acogedora.

Las catalpas, en flor, me han recibido
gozosas por tenerme aquí otro año,
ese año que al Cristo voy pidiendo
cada año que pasa, al despedirme
de esta villa y tornar a Salamanca,
a gozar de un invierno algo más suave.

De nuevo en este Parque tormesino,
debajo de estos álamos frondosos,
volveré a pasar otro verano
alejado del mundo y sus afanes,
leyendo o escribiendo, o hasta incluso
soñando que estoy vivo todavía,
repleto de ilusiones juveniles.

Resulta tan barato y atractivo
soñar con imposibles, que me niego
a dejar de soñar, y si algún día
mis sueños me abandonan, tal vez sea
que habré muerto definitivamente,
y otro año no me será posible
retornar a este Parque, donde ahora,
para darme gozosa bienvenida,
las catalpas, en flor, mueven sus ramas.

José María Hercilla Trilla
www.hercilla.blogspot.com
Barco de Ávila, 12 Julio 2.008

sábado, 2 de agosto de 2008

451 - EL DÍA QUE MUERA

EL DÍA QUE YO ME MUERA (451)


El día que yo me muera,
así lo mando y ordeno,
no quiero que se me exhiba
en una caja de muerto
de esas que ahora se usan
con dos tapas, la de dentro
con un cuadrado cristal
para ver al interfecto
que no mueve pie ni pata,
cerrados sus ojos, serio
como solo puede estarlo
un difunto circunspecto
al que ya nada le importa,
mas sabe que eso del duelo
las más veces es teatro
con ribetes sainetescos.

El día que yo me muera
ya sabéis que mi deseo
es que me tapéis el rostro
con tupido velo negro
y me metáis en la caja,
echando la tapa luego,
una tapa sin ventana
de cristales indiscretos
por la que puedan mirarme
-sin yo mirarlos a ellos-
los curiosos, los amigos,
los parientes o mis deudos
que vengan a despedirme
con amor o con respeto
o sólo por cerciorarse
de que, por fin, ya me he muerto.

El día que yo me muera,
bien tapado y bien cubierto,
sin exhibirme ante nadie,
llevadme hasta el cementerio
y enterradme cuanto antes
para quitarme de en medio.

Tiempo ha que a mi cuñado
un encargo tengo hecho,
porque los pies se me enfrían
y me resulta molesto
dormir con los pies muy fríos;
por eso es por lo que quiero
que me entierren con los pies
orientados hacia el puesto
donde el sol los bese y temple
en esos días de invierno
en los que se hiela todo,
hasta los pies de los muertos,
pues yo, con los pies helados,
os juro que me desvelo.

Ya sabéis mis dos encargos:
No exhibirme, lo primero;
lo segundo, colocarme
buscando que por derecho
el sol me bese los pies,
pues peco de friolero
y quiero dormir a gusto
sin tiritones molestos,
sin revolverme en el nicho,
gozando del sueño eterno.

Si así hacéis, Dios os lo premie.
Si no, ¡ya veré yo luego!

No os apenéis, sobre todo;
la vida sólo es un juego
que dura muy pocos años
y no hay que tomarla en serio.

Fui feliz en lo que pude;
otras, fallé en el intento;
pero sacando las cuentas
debo decir del promedio
que fui hombre afortunado
y que hasta incluso me dieron
mucho, muchísimo más
de lo que yo me merezco.

El día que yo me muera,
sabed todos que me muero
a mi Dios agradecido
y además y por supuesto
a todos cuantos me amasteis
a pesar de mis defectos.

No me lloréis. Ley de vida
es morirse. Quien de viejo
puede morir, tiene suerte,
que otros, jóvenes murieron,
sin saber porqué, ni cómo,
ni que falta cometieron.

El día que yo me muera,
-Dios quiera que tarde tiempo-,
atendedme cual os digo
y no lloradme, ¡os lo ruego!
que si Dios quiere acogerme
yo os cuidaré desde el cielo.


José María Hercilla Trilla
Salamanca,11 Enero 2003

(De mi Libro: “Íntimas”)

viernes, 1 de agosto de 2008

445 - INSTANTE FUGITIVO

INSTANTE FUGITIVO (445)



Instante fugitivo que te has ido
dejándome la duda de si fuiste
y en la boca un regusto semitriste
de cuanto pudo ser.... ¡y que no ha sido!


No me place pensar en el perdido
pasado que pasó, que ya no existe,
pero a veces el alma se resiste
negándose a dejarlo en el olvido.


Y se mira hacia atrás, en torpe intento
de abarcar lo pasado y sopesarlo,
quizá para excusar nuestra torpeza


causante de inquietud, de descontento
y acedía. Y no es fácil lograrlo.
¡Es mejor no romperse la cabeza!


José María Hercilla Trilla
www.blogspot.com
Almuñecar, 16 Agosto 2002

(De mi Libro: “Íntimas”)